LOS PODERES QUE TENÍA BLAVATSKY ATESTIGUADOS POR SU HERMANA

 

 
Vera Petrovna Zhelikhovsky fue la hermana de Blavatsky, y ella publicó varios artículos donde habla sobre HPB, y aquí les voy a recopilar lo que ella dijo acerca de los poderes ocultos y las facultades paranormales que tenía Blavatsky (y en purpura añadí mis comentarios):
 
 
 
Los poderes que tenía Blavatsky cuando era treintañera
 
(Blavatsky se fue a viajar por el mundo en 1849 cuando tenía 18 años, y regresó a su país natal diez años después pero con sus poderes paranormales activados.
 
Blavatsky ya tenía en cierta medida sus poderes despiertos desde que ella era una niña, pero estos se le activaron mucho más después de que ella pasó por el proceso de desarrollo que ella tuvo a lo largo de sus viajes iniciáticos.
 
Pero cuando ella era treintañera todavía no podía controlarlos y fue solo mucho después que por fin logró dominarlos.)
 
Nos abrazamos llenas de alegría, la llevé inmediatamente a mi habitación, y aquella misma noche descubrí que mi hermana había adquirido extraños poderes.
 
Constantemente la rodeaban movimientos misteriosos (ya sea que ella estuviera despierta ó dormida), eran ruidos extraños como golpes que sonasen en todos lados: en los muebles, en las ventanas, en el suelo, en el techo, o en las paredes.
 
Se percibían claramente, y además demostraban inteligencia ya que sonaban una y tres veces para decir “”, y dos veces para decir “No”.
 
Mi hermana me sugirió que hiciera una pregunta con la mente sin pronunciarla, y así lo hice eligiendo una pregunta relativa a un hecho que solo yo conocía. Luego recité el alfabeto, y la contestación que recibí era tan verdadera y precisa, que me quedé completamente sorprendida.
 
Ya había oído hablar de los “espíritus golpeadores” pero hasta entonces no había tenido nunca la ocasión de comprobar su existencia.
 
Pronto, toda la ciudad se puso a hablar de los “milagros” que rodeaban a Blavatsky. Y las contestaciones (no sólo inteligentes sino hasta clarividentes) dadas por estas fuerzas invisibles que operaban día y noche a su alrededor y sin ninguna intervención suya aparente, causaron aún más asombro y maravilla en la imaginación de los curiosos.
 
Y también estaban los movimientos de objetos inanimados, los cuales al parecer, aumentaban ó disminuían de peso, y este fenómeno, ella lo producía directamente con sólo fijar sus ojos en el objeto elegido.
 
Todos estos fenómenos fueron en ese entonces descritos detalladamente en los periódicos rusos. Y ya no hubo tranquilidad para nosotros, ni siquiera en el campo, a donde fuimos a vivir poco tiempo después a una propiedad de mi pertenencia. Porque incluso ahí éramos perseguidos por cartas que nos enviaban y las visitas de curiosos que nos acosaban.
 
La situación se volvió insoportable, cuando por la intervención de “los señores espíritus” (como nuestro padre los llamaba riéndose) se descubrió al autor de un asesinato cometido en la vecindad, y después de lo cual los funcionarios judiciales se hicieron creyentes acérrimos de estos “detectives invisibles”.
 
Y fue aún peor cuando un día Helena comenzó a describirnos "a todos los habitantes de mi casa que solamente ella podía ver", y los cuales fueron después reconocidos conforme a sus descripciones, por la gente anciana del pueblo, como los primeros dueños de la casa y sus criados, y todos ellos muertos hacía ya bastante tiempo, pero de quienes aún se conservaba su memoria.
 
Debo hacer la observación de que esa propiedad hacía sólo unos meses que me pertenecía, y yo la había comprado en un lugar que me era por completo desconocido, y ninguno de nosotros había oído hablar jamás de las personas que Blavatsky describió.
 
Mi padre, un hombre de gran inteligencia y sumamente instruido, había sido toda su vida un escéptico, un “volteriano” como decimos en Rusia. Pero ante los hechos se vio obligado a cambiar sus convicciones y pronto pasó días y noches escribiendo, bajo el dictado de “los señores espíritus”, la genealogía de sus antepasados: “los valientes caballeros de Hahn-Hahn von Rotterhahn…”
 
 
Desde su regreso a Rusia, H.P. Blavatsky no sabía cómo explicar su estado mediúmnico el cual se manifestaba de manera involuntaria, pero en aquel tiempo, ella no mostraba ni el desdén ni el temor hacia la mediumnidad que más tarde sí sintió y expresó.
 
En cambio diez ó doce años después, ella hablaba de las proezas mediúmnicas de su juventud con gran repugnancia, y más que en aquel tiempo, las fuerzas invisibles que realizaban esos fenómenos le eran tremendamente desconocidas y casi independientes de su voluntad, pero una vez que llegó a obtener el completo dominio de ellas, ya no quiso lidiar más con ellas.
 
Pero a la edad de veintisiete años, ella no era lo suficientemente fuerte para controlarlas, y aquí está, al respecto, un hecho bastante interesante:
 
En el verano de 1860, dejamos la ciudad de Pskoff para ir al Cáucaso a hacer una visita a nuestros abuelos, los Fadeews, y a nuestra tía Madame Witte, hermana de nuestra madre, y quienes hacían más de once años que no habían visto a Helena.
 
En nuestro viaje, al pasar por la ciudad de Zadonsk, supimos que el Metropolitano de Kieff, el Venerable Monseñor Isidoro a quien habíamos conocido cuando éramos niñas en la ciudad de Tiflis (donde en ese entonces había estado a la cabeza del exarcado de San Jorge) se hallaba en la ciudad y estaba en aquel momento oficiando en el monasterio, para posteriormente proseguir con su viaje hacia San Petersburgo.
 
Por lo tanto nos apuramos pues a verlo.
 
Él nos reconoció y nos envió un mensaje de que después de la misa fuéramos a visitarlo. Fuimos entonces a la iglesia arzobispal, pero no sin temor de mi parte, y en el camino le dije a mi hermana:
 
·       "¡Trata al menos que tus diablillos se estén quietos mientras estamos con el Metropolitano!"
 
Ella empezó a reírse y me contestó que verdaderamente lo deseaba, pero que no podía responder por ellos.
 
¡Ay! Yo sabía muy bien eso, y es por ello que no me sorprendió para nada que esos seres invisibles siguieran manifestándose, pero aún así escuchaba con angustia los ruidos de golpes que comenzaron a sonar, tan pronto como el respetable anciano comenzó a interrogar a mi hermana sobre sus viajes.
 
¡Uno, dos!... Y luego: ¡Uno, dos, tres!  Estos importunos tenían a fuerza que hacerse remarcar y parecían dispuestos a intervenir en la conversación y a interrumpirla haciendo vibrar los muebles, los espejos, nuestras tazas de té y hasta las cuentas mismas del rosario que el santo hombre tenía en sus manos.
 
Pronto se dio cuenta de nuestra angustia, y, perfectamente consciente de la situación, comenzó a sonreír y preguntó cuál de las dos era un médium. Y como una verdadera egoísta asustada, me apresuré a señalar a mi hermana.
 
Entonces el patriarca nos habló durante más de una hora, haciéndole a mi hermana varias preguntas en alta voz, y dirigiéndolas mentalmente a sus acompañantes. Y pareció profundamente asombrado y muy satisfecho por haber presenciado ese fenómeno.
 
Al despedirse de nosotras, nos bendijo a mi hermana y a mí y nos dijo que no debíamos de tenerle miedo a ese fenómeno.
 
Nos dijo:
 
·       “No existe ninguna fuerza que tanto en su esencia como en su manifestación, no proceda del Creador. Y mientras no abuséis de los dones que se os han concedido, no tenéis por qué temer. No se nos está prohibido investigar las fuerzas ocultas de la Naturaleza, y aunque la explicación de estos fenómenos todavía no la poseemos, puede que algún día vayan a ser comprendidos y utilizados por el hombre. ¡Que la bendición de Dios descanse sobre ti, hija mía!”
 
Y bendijo a Helena de nuevo, con un signo de la cruz.
 
Cuán a menudo estas sabias y benévolas palabras de uno de los principales líderes de la Iglesia Ortodoxa Griega regresaron a la memoria de H.P. Blavatsky, y ella estuvo en deuda con él toda su vida.
 
(Sin embargo este santo hombre pecó de inocencia porque si bien es cierto que todo proviene del Creador, también es cierto que las energías que no se emplean adecuadamente, se vuelven nocivas.)
 
 
 
 
 
 
Blavatsky tenía un enorme conocimiento de todo
 
(Blavatsky volvió a dejar su país en 1863 y seguido impresionaba a expertos por los profundos conocimientos que ella expresaba aunque sus estudios académicos habían sido muy rudimentarios.)
 
Ella me enviaba recortes de periódicos estadounidenses en donde estaban publicados sus artículos, así como informes sobre lo que ella había escrito, y de lo cual era evidente que se estaba prestando mucha atención de sus opiniones.
 
Su brillante crítica se reveló especialmente en muchos de sus artículos en contra de las conferencias que dio el profesor Huxley en Boston y Nueva York, y las críticas de Blavatsky y Olcott contra el materialismo y el espiritismo tuvieron un gran efecto en la población. Pero lo que nos asombró infinitamente más fue la profunda erudición y el gran conocimiento que de repente ella mostró en sus escritos.
 
¿De dónde había adquirido ese conocimiento tan variado y abstracto del que hasta entonces no había mostrado ninguna señal?
 
¡Ella misma no lo sabía!
 
Fue entonces cuando, por primera vez, nos habló de su maestro, pero de una manera muy vaga, nombrándolo a veces como “la voz”, y a veces llamándolo “Saïb” (que significa maestro en un idioma oriental), y a veces lo denominaba “el que me instruye”...
 
Y como la idea misma de las sugerencias mentales no existía en ese entonces, nosotros no comprendimos sus explicaciones, y estábamos asustados de que ella comenzara a perder la razón, pero Helena nos aseguró que ese no era su caso.
 
Ella me escribió en 1874:
 
« Emprendo un gran trabajo sobre teología, las creencias antiguas y los secretos de las ciencias ocultas, pero no tengas miedo por mí, ya que estoy siendo guiada. Puede que no pueda hablar bien de estas cosas abstractas, pero lo esencial se dictará a mi mente y todo lo que escriba no será mío, sino que yo solo seré la pluma, mientras que la cabeza que pensará lo que escribo será la de un ser que sabe mucho y de todo. »
 
Y luego Helena le escribió a nuestra tía N.A. Fadeew:
 
« Decidme, queridísima amiga, ¿tenéis algún interés en los secretos de la fisiología psíquica?
 
Lo que voy a relatar os presentará un problema muy interesante para los que se dedican al estudio de la fisiología.
 
Tenemos entre los miembros de nuestra pequeña Sociedad Teosófica, recientemente fundada, a personas que desean estudiar idiomas orientales, la naturaleza abstracta de las cosas, así como los poderes espirituales del hombre.
 
Algunos miembros poseen bastantes conocimientos, como por ejemplo, el destacado profesor Wilder, orientalista y arqueólogo, y muchos otros que se han acercado a mí para hacerme preguntas científicas, y los cuales me aseguran que estoy más versada que ellos en las ciencias abstractas y positivas, y que conozco mejor las lenguas antiguas.
 
(¡Este es un hecho inexplicable, pero no obstante es cierto!)
 
Bueno, estimada antigua compañera de mis estudios,
 
¿Qué pensáis de esto?
 
Explícame, si podéis, cómo puede ser que yo, que como muy bien sabéis, era una tremenda ignorante hasta la edad de cuarenta años, y ahora me he convertido repentinamente en toda una erudita, en un modelo de conocimientos, según la opinión de varios sabios verdaderos.
 
Es un gran misterio irresoluble. En verdad, soy un enigma psicológico, una esfinge y una incógnita para las generaciones futuras y para mí misma.
 
Imaginaos, querida amiga, que yo, pobre de mí quien nunca quise aprender nada, que no he poseído conocimientos ningunos de química, ni de zoología, ni de física, y que sabía muy poco de historia y de geografía. Bueno, ese mismo yo está ahora haciendo frente en discusiones sobre asuntos científicos a profesores y doctores en ciencias de primer orden, y no sólo criticándolos, sino ¡hasta convenciéndolos!
 
¡Te aseguro que no estoy bromeando diciendo que hasta me da miedo!
 
Sí, en efecto tengo miedo porque no entiendo nada de lo que me sucede.
 
¿Cómo comprender que todo lo que ahora leo, me parece que lo he sabido desde hace largo tiempo?
 
Al leer los artículos de las eminencias de ciencias, como Tyndal, Herbert Spencer, Huxley y otros, percibo los errores que han cometido. Y hablo con convicción respecto de las opiniones sostenidas por sabios teólogos, y ellos perciben que tengo razón.
 
¿De dónde vienen estos conocimientos?
 
No lo sé, y algunas veces estoy tentada a pensar que mi mente, y mi propia alma, ya no me pertenecen. »
 
(El teósofo José Ramón explicó que lo que en realidad le sucedió a Blavatsky es que el maestro Morya se sintonizaba telepáticamente con ella, y es por eso que ella adquiría todo ese conocimiento a través de su maestro.)
 
 
 
 
 
 
La inmensa información que hay en su obra Isis Develada
 
Aivasovsky me pidió que le prestase los tomos de “Isis Desvelada” que yo poseía y después de leerlos, me escribió que en su opinión:
 
« No podría haber fenómeno más notable que un libro como Isis desvelada escrito por una mujer, en el espacio de unos pocos meses, cuando diez años de la vida de un sabio científico escasamente serían suficiente para llevar a cabo semejante obra. »
 
 
Y aquí está la opinión del Sr. Vsevolod Solovioff, emitida en una carta que él me escribió, datada del 7 de julio de 1884, y después de que él había leído la traducción francesa de la misma obra:
 
« He leído la segunda parte de Isis Desvelada y ahora estoy completamente convencido de que es un verdadero prodigio. »
 
¡Las mentes hermosas se encuentran!
 
Y el señor Solovioff y el Arzobispo Aivasovsky, me han dicho que les parecía innecesario hablar de otros milagros que haya efectuado mi hermana, después del milagro que ella había producido escribiendo este libro.
 
(Blavatsky pudo hacer eso porque ella fue ayudada por varios adeptos y también porque ella podía consultar astralmente numerosos libros.)
 
 
 
 
 
 
Los fenómenos que Blavatsky produjo
 
En Simla Blavatsky cometió el gran error de realizar ciertos fenómenos en presencia de varias personas que se lo habían rogado, y el señor Sinnett tuvo la imprudencia de publicar en su periódico el relato de estos fenómenos, y posteriormente en su libro: “El Mundo Oculto”.
 
Esto produjo discusiones sin fin. El clero protestó, no sin razón, contra “esta propaganda anticristiana, fundada en malabarismos”. Las calumnias contra los fundadores de la Sociedad Teosófica se recrudecieron. Y se llegó hasta a asegurar que la verdadera Blavatsky había muerto y que una impostora se había apoderado de sus papeles y utilizaba su nombre haciéndose pasar por ella.
 
Todos estos ataques y calumnias le hicieron subir la sangre y la bilis a Blavatsky, agravándole con ello sus enfermedades de corazón e hígado y provocándole terribles sufrimientos.
 
 
Respecto de los fenómenos llamados “trucos psicológicos naturales”, como los denominaba H.P. Blavatsky, y quien siempre habló al respecto con indiferencia y desdén, hubiera sido mejor, tanto para ella como para su Sociedad Teosófica, que se hubiese hablado menos ó nada en absoluto sobre ese asunto.
 
Pero sus demasiado ardientes amigos, al publicar libros como el “Mundo Oculto” del señor Sinnett, le hicieron un flaco servicio, debido a que en lugar de aumentar su celebridad (como ellos creían), la historia de esos prodigios llevados a cabo la perjudicaron mucho, porque hicieron que no sólo los escépticos, sino que también las gentes de buen sentido, considerasen que era una falsedad y la acusasen de charlatanismo.
 
Todas estas historias de Olcott, Judge, Sinnett y muchos otros, sobre objetos creados de la nada, dibujos que ella hizo aparecen con solo poner sus manos cruzadas sobre una hoja de papel blanco, las apariciones de personas ausentes o muertas, u objetos perdidos desde hace muchos años y encontrados en un lecho de flores o cojín, etc.
 
Todo eso no ha agregado nada al prestigio de Madame Blavatsky y su Sociedad Teosófica, sino por el contrario, esas historias fueron convertidas por sus enemigos como evidencia de su mala fe y mentira.
 
El mundo en general, está lleno de fenómenos más ó menos convincentes, pero siempre habrá más incrédulos que creyentes, y más traidores que leales.
 
Y los muchos miembros inicialmente entusiastas por entrar en la Sociedad Teosófica, y que de grandes amigos de Madame Blavatsky, posteriormente se convirtieron en sus encarnizados enemigos (debido a la decepción de sus esperanzas de granjearla) es una nueva prueba de ello.
 
Aunque Blavatsky siempre se mostró indiferente a la incredulidad respecto a los fenómenos asombrosos que ella producía, en cambio ella sentía una profunda falta de confianza en sus facultades psíquicas, en sus poderes de clarividencia, y en la intuición que ostentaba cuando escribía ó discutía sobre asuntos transcendentales.
 
En 1875 nos escribió lo siguiente, hablándonos de la invasión de su ser moral por parte de una fuerza exterior:
 
« Evidentemente os será difícil comprender este fenómeno psíquico, a pesar de los precedentes que la historia nos ha revelado, pero si aceptáis que el alma humana, su alma vital y el espíritu puro, están compuestos de una sustancia independiente del organismo físico, y que no se hallan irremediablemente unidos a nuestros órganos internos.
 
Si admitís que esta alma, que poseen todos los seres (tanto al infusorio como al elefante y a cada uno de nosotros), no se distingue de nuestro “doble”, o sea de nuestra contra parte sutil que forma la base casi siempre invisible de nuestra envoltura carnal, y la cual está más ó menos iluminada por la esencia divina de nuestro Espíritu Inmortal.
 
Si comprendéis todo eso, pues bien, entonces también comprenderéis que esa alma es capaz de obrar independientemente de nuestro cuerpo.
 
Procurad comprender bien esto, y muchas cosas hasta ahora incomprensibles se os aclararán.
 
Y esto ha sido reconocido en la antigüedad como una realidad, ya que el alma humana (el quinto principio del ser) recobra parte de su independencia en el cuerpo del profano durante su sueño, y en un Adepto iniciado goza constantemente de ese estado.
 
San Pablo, quien fue el único de los apóstoles iniciado en los misterios esotéricos de Grecia, se expresó de esto cuando habló de “su ascensión hacia el tercer Cielo en el cuerpo fuera del cuerpo”, — pero él no sabía cómo explicarlo y es por eso que terminó diciendo:
 
     -    "¡Dios lo sabe!"
 
Y la sirvienta Rhoda hace alusión a ese mismo proceso cuando ve a San Pedro y exclama:
 
     -    "No es él, es su Ángel"
 
Refiriéndose con esto que no era su cuerpo físico, sino su doble, o sea su “contraparte sutil luminosa”.
 
Y también en el libro de los Hechos de los Apóstoles (VIII, 39) cuando “el Espíritu” (la Fuerza Divina) tomó a San Felipe y se lo lleva.
 
¿Es verdaderamente a él mismo, en cuerpo y en vida, quien fue llevado al Cielo?
 
No, lo que se llevó la Fuerza Divina fue a su alma y a su doble, o sea a su ser interno.
 
Lean a Plutarco, a Apuleyo y a Jámblico, y encontrarán muchas referencias a estos hechos (aunque estos filósofos tenían que disfrazar sus explicaciones porque en ese tiempo tenían prohibido hablar abiertamente de este tema: el doble).
 
Y esto que los médiums producen inconscientemente, bajo la influencia de fuerzas extrañas, evocadas durante su sueño, los adeptos lo hacen inteligentemente e impulsados por diseños razonados... ¡Eso es todo! »
 
 
De este modo Blavatsky nos explicó las visitas que le hacía su Maestro, el cual no solamente la instruía y le sugería por medio de su intuición: su vasto conocimiento; sino que también iba a verla a ella por medio de su cuerpo astral, y también visitaba al coronel Olcott y a muchos otras personas después.
 
En el año 1885, por ejemplo, el Mahatma Morya se le apareció al señor Vsévolod Solovioff, con quien tuvo una entrevista, que posteriormente el señor Solovioff describió a muchas personas, con su habitual elocuencia.
 
En cuanto a mí, nunca los he visto, pero no tengo el derecho de dudar de su existencia, porque esta ha sido atestiguada por personas de cuya veracidad no puede dudarse. Y de todos modos, estas apariciones siempre me han parecido muy problemáticas, por lo que nunca me molesté en hablar con mi hermana sobre ello, ya que seguramente ella me habría respondió:
 
     -    "Piensa lo que quieras, querida..."
 
Por lo que a buen entendedor, ¡pocas palabras!
 
 
 
 
 
 
Los fenómenos musicales que Blavatsky producía
 
En la revista “Lucifer” de Julio 1891 (revista fundada posteriormente por Blavatsky en Londres), leí una preciosa carta de la Condesa d'Adhémar, en la que exponía sus recuerdos acerca de los fenómenos musicales producidos por Madame Blavatsky durante su visita, y en la presencia de varias personas.
 
Lamento (debido al espacio restringido) no poder citar esta carta en este artículo, así como muchas otras cartas de gente que atestiguo esos fenómenos que produjo Blavatsky y que podrían ser mucho más convincentes para los lectores que las declaraciones de una hermana.
 
Pero no desespero de poder algún día hacerlo, solo para disuadir al público de muchas acusaciones falsas presentadas contra Madame Blavatsky por personas maliciosas; y cuyas, en su mayor parte, son antiguos alumnos de ella, pero quienes viendo frustradas sus esperanzas de resultados milagrosos inmediatos, se volvieron sus enemigos encarnizados.
 
Hubo muchas de estas personas vanas que esperaban recibir dones ocultos con solo pedirlos, y también hubo meros mercenarios, quienes le ofrecieron su apoyo y su ayuda y asistencia a Blavatsky, a cambio de sumas más o menos importantes. Pero tan pronto como vieron que ella no tenía ni los medios ni la voluntad para pagarlos en efectivo o en poderes ocultos, rápidamente ellos se convirtieron en oponentes feroces y a menudo nada escrupulosos.
 
 
 
 
 
 
Blavatsky podía proyectarse astralmente
 
He aquí algunas líneas del señor Solovioff de una carta suya escrita el 22 de diciembre de 1884, cuando mi hermana se encontraba desde hace dos meses en la India y el señor Solovioff se encontraba en París:
 
« Terminé mi cena, fui a buscar un cigarro en mi habitación. Subo, abro la puerta, enciendo una vela.  ¿Y qué veo?  Veo a tu hermana, Helena Blavatsky, en su vestido negro de la mañana. Ella me saludó, me sonrió y dijo: ¡Aquí estoy! Y desapareció ¿Qué significa todo esto por fin?...»
 
Como suceso, esto no tenía nada de particular. Simplemente mi hermana deseaba, devolverle (en cuerpo astral) las frecuentes visitas que el señor Solovioff le había hecho a ella (en cuerpo físico) en París, en Elberfeld y en Wurzburgo.
 
 
 
 
 
 
Blavatsky podía permanecer cataléptica
 
En la primavera de 1878, algo extraño le sucedió a Blavatsky, y es que después de haberse levantado y haberse puesto a trabajar como de costumbre, de repente ella perdió el conocimiento y no volvió a recuperarlo hasta cinco días después.
 
Su letargo fue tan profundo, que la gente la habría enterrado pensado que estaba muerta, si el coronel Olcott y la hermana de Olcott que estaban cerca de ella, no hubiesen recibido oportunamente un telegrama procedente de aquel que ella nombraba ser su Maestro.
 
Y el telegrama decía:
 
“¡No tengan miedo! Ella no está ni muerta ni enferma, pero necesitaba descansar porque había trabajado demasiado. Ella se recuperará.”
 
Y efectivamente ella se recuperó y se encontró tan bien que no podía creer que había estado en coma durante cinco días.
 
Poco tiempo después de este evento, Blavatsky planeó ir a la India.
 
 
 
 
 
 
La clarividencia que tenía Blavatsky
 
Blavatsky tenía desarrollada su facultad de clarividencia y premonición, y así por ejemplo:
 
En octubre de 1876, H.P. Blavatsky tuvo una visión de lo que estaba ocurriendo en el Cáucaso, en la frontera con Turquía, donde su primo Alexander Witte, quien pertenecía al regimiento de los “dragones” de Nizhny Novgorod, estuvo a punto de perecer. En una de sus cartas, ella nos refirió de lo sucedido, y antes de esto ella nos había descrito a menudo las apariciones de personas que le anunciaban que pronto iban a fallecer, y esto semanas antes de que Blavatsky pudiese saberlo por los medios ordinarios. Por lo que no nos sorprendió mucho esta última premonición que tuvo.
 
 
En el mes de diciembre de 1884, Blavatsky y Olcott partieron de la India para Europa, pero antes de dejar las costas indias, mi hermana tuvo tres visiones rápidas, que le mostraron la muerte de su tío, el general Rostislav Fadeew, quien efectivamente estaba muriendo en esos momentos en Odessa.
 
Sin embargo, sabiendo que ella estaba próxima a partir y no iba a recibir las cartas que le enviáramos a la India, y nosotras (yo y mi tía) encontrándonos muy trastornadas por esta tragedia, olvidamos informarle a Blavatsky sobre este evento.
 
Ella ni siquiera sabía acerca de la enfermedad de su tío, cuando este en su espíritu vino a decirle a Blavatsky que su odisea en la Tierra había terminado.
 
Las dos ó tres cartas de Madame Blavatsky y las cuales están fechadas a principios de enero de 1884 (mientras que el general Fadeew murió el 29 de Diciembre), prueban de una manera indiscutible la verdad de estas visiones, mientras que las palabras desde el más allá, que ella le oyó pronunciar a este hombre, el cual era estimado y considerado por todos los que le conocieron, tuvieron para ella un significado muy singular.
 
Ella tenía una fe implícita en la verdad y en la importancia de las visiones de esta naturaleza, las cuales no eran provocadas por ella, sino procediendo de la iniciativa de la persona que iba a fallecer. Y toda su vida las estuvo experimentando, y casi todos los miembros de nuestra familia tuvieron el privilegio de disponer de ese don, aunque no con la intensidad como lo experimentó Blavatsky.
 
 
En julio de 1886, ella anunció la muerte de su amigo, el profesor Alexandre Boutleroff, antes de que esta información fuera mencionada en los periódicos rusos. Y por cierto, ella lo vio aparecérsele en Ostende el mismo día en que murió.
 
Y lo mismo sucedió en el caso de nuestro celebrado político, el señor N. Katlioff, un patriota a quien ella estimaba con todo su corazón. Helena me escribió (y esta carta afortunadamente está fechada) un mes antes de que Katlioff falleciera, informándome que pronto él estaría enfermo y que debía morir.
 
En julio de 1888, mientras estaba yo en Londres, ella me sacó de una cruel incertidumbre causada por un telegrama que había interpretado erróneamente, y, después de un momento de recordarlo, me dijo todo lo que había sucedido ese mismo día en Moscú.
 
Sus visiones y su clarividencia nunca la abandonaron hasta su última hora.
 
 
 
 
 
 
Los fenómenos que presenció Vera
 
El Coronel Olcott y el Sr. Judge nos mencionaron numerosos relatos de los fenómenos más fabulosos que habían presenciado, pero yo y su familia solo vimos aquellos que pertenecen a las facultades parasicológicas, exceptuando una o dos veces en que oímos sonidos armoniosos producidos á voluntad por Blavatsky en diferentes direcciones.
 
Y también en otra ocasión, una carta sellada, la cual no solo fue leída psicométricamente, sino que después de trazar una línea y una estrella teosófica con un lápiz rojo en una hoja de papel, ella hizo que este signo apareciera dentro del sobre, en el lugar deseado de la carta sellada y doblada en cuatro.
 
Este fenómeno fue asegurado con la firma de seis ó siete testigos, y entre ellos se encontraba Solovioff, quien describió lo sucedido en el periódico ruso Rebus, del 1º de julio 1884, bajo el título de “Fenómenos Interesantes”.
 
 
Hubo también otro fenómeno que yo misma describí en entonces en una publicación. Fue la aparición y desaparición repentinas  (y sin dejar ningún rastro) de un artículo de un periódico ruso publicado en Odesa, tres días antes de que apareciese en el libro de notas de mi hermana, y en el cual ella acostumbraba pegar los recortes de artículos de los periódico que se escribían sobre ella.
 
Por la mañana todos habíamos leído este artículo con profundo asombro (porque las cartas de Odessa a París generalmente tardan de cuatro a cinco días en llegar) y por la noche del mismo día ya no quedaba el menor vestigio en el libro, el cual estaba bien encuadernado y sus páginas numeradas.
 
Y la desaparición del artículo en cuestión, no había interrumpido la serie de las páginas consecutivas…!
 
Pero a excepción de estos dos hechos, que son palpables, fenómenos materiales, por decirlo así, hasta donde recuerdo nunca le vi producir más que fenómenos parasicológicos, tales como la clarividencia, la psicometría y la clariaudiencia.
 
(Un esbozo biográfico de HPB)
 
 
 
 
 
 
 
En otro artículo Vera detalló esos fenómenos que ella presenció:
 
 
 
Sonidos musicales producidos por Blavatsky
 
No les contaré sobre lo que otras personas me han relatado acerca de los fenómenos producidos por los adeptos (que son los discípulos de los mahatmas) a través del poder del conocimiento oculto que ellos han desarrollado, y solo hablaré de lo que yo misma he presenciado y de lo que otros testigos pueden confirmar.
 
Durante la tarde del 8 de mayo nos reunimos todos en la sala de recepción del pequeño local que ocupaban los fundadores de la Sociedad Teosófica y su séquito en París. Como de costumbre hubo decenas de visitantes, pero después de la medianoche solo permaneció el profesor Turman, Ph.D., el cual se tomó su tiempo para contar su descontento con los médiums parisinos, y sobre la futilidad de las sesiones del círculo espiritista de Leymarie en donde nada extraordinario había estado sucediendo allí desde hace mucho tiempo.
 
En su opinión, la manifestación más interesante que presenció recientemente durante una sesión espiritista fueron los sonidos musicales que se escucharon en la oscuridad.
 
Entonces Madame Blavatsky que estaba sentada en su sillón se rió y preguntó qué tenía que ver eso con la oscuridad.
 
-      "¡Donde no hay engaño, la oscuridad no es necesaria!" ella exclamó.
 
Y dicho esto, levantó la mano como si fuera a tirar algo y dijo:
 
-      "¡Escuchen!"
 
Y al instante se escuchó un sonido armonioso como de un arpa o una cítara proveniente de la habitación hacia la que ella había hecho un gesto con la mano.
 
El sonido sonó y se apagó suavemente en el aire.
 
Entonces Blavatsky volvió a levantar su brazo, agitando la mano en otra dirección. ¡Y ocurrió el mismo fenómeno! Todos nos levantamos de un salto, asombrados, con la respiración contenida. Y una vez más, por tercera ocasión ella hizo un gesto con la mano, pero esta vez hacia el candelabro de bronce que colgaba del centro del techo, e inmediatamente el candelabro respondió con un acorde como si hubiera cuerdas invisibles en su interior.
 
Posteriormente Blavatsky repitió este fenómeno varias veces, una vez el 19 de mayo en presencia de varios representantes de la prensa y círculos científicos parisinos, entre ellos: el profesor Olivier de una universidad local y un psicólogo empedernido.
 
¡Pero esto no es nada en comparación con otras manifestaciones de su poder oculto!
 
 
 
 
Blavatsky leyó una carta cerrada
 
Por ejemplo, la mañana del 23 de mayo estábamos de nuevo en la sala de recepción. En el centro de la sala estaba sentada Madame de Morsier charlando con el Sr. Judge y el Brahman Mohini (el principal predicador de la doctrina teosófica, así como mentor de aquellos que querían familiarizarse con el budismo), discutiendo asuntos de la Sociedad Teosófica, firmando diferentes trabajos, diplomas de nuevos miembros, etc.
 
Blavatsky y yo (su hermana) estábamos sentadas a la derecha, y unos pasos a la izquierda, el coronel Olcott estaba hablando con un conocido escritor ruso, el señor Vsevolod Sergeyevich Solovyev. Ellos hablaban del efecto del magnetismo, con el que el honorable presidente de la Sociedad Teosófica había tratado al escritor durante varios días.
 
Y como de costumbre en ese momento se trajo el correo y una de las cartas estaba dirigida a Madame Nadezhda Andreyevna Fadeyeva, la tía de Blavatsky, quien también había venido visitarla y en esos días se estaba hospedando con ella.
 
Blavatsky tomó la carta y nombrando a su autor (eso fue una tarea fácil ya que la letra del sobre le resultaba bastante familiar para ella y para mí) ella dijo:
 
-      “Sería interesante saber qué escribió”.
 
-      “¡Bueno! Eso no debería ser difícil para ti”, le respondí.
 
-      "¡Lo intentaré!" contestó, y se puso la carta sellada en la frente.
 
La gente de los alrededores hablaba en voz alta en inglés y francés, pero a pesar del ruido, Madame Blavatsky casi de inmediato comenzó a contarme en ruso lo que había estado leyendo mentalmente de la carta.
 
Yo luego llamé la atención de los presentes sobre lo que ella estaba haciendo y le di un papel pidiéndole que escribiera el contenido de la carta.
 
-      “¡Ajá! ¡No me crees!" dijo Blavatsky riendo. "¡Está bien, ahora mismo lo escribo!"
 
Y habiendo puesto su mano izquierda al mismo tiempo sobre la carta sellada y el trozo de papel que le había dado, ella comenzó con su mano derecha a escribir rápidamente en el papel, con el primer lápiz que encontró y que era de color rojo en un extremo y azul en el otro.
 
Ciertamente todos los presentes, especialmente el Sr. Solovyev, prestaron mucha atención a lo que estaba sucediendo, y escuchó lo que su compatriota se dictaba en voz alta, leyendo y reescribiendo mentalmente.
 
Blavatsky terminó con las palabras:
 
-      "¡¡Saludos cordiales para Helena Petrovna!!"
 
A lo que yo la interrumpí exclamando:
 
-      “¡Tonterías, él no puede haber escrito un saludo tan ceremonioso para ti!"
 
A lo que ella me respondió con firmeza:
 
-      "Para demostrar que no estoy leyendo el significado general, sino oraciones auténticas, he escrito varias frases exactamente como él las escribió usando las mismas palabras."
 
Ella firmó su escrito con el nombre del autor de la carta y luego giró el lápiz con el extremo rojo hacia abajo y subrayó su nombre en la oración "Saludos cordiales a Helena", y luego inmediatamente en su propia hoja de papel debajo del nombre del autor auténtico, dibujó una estrella teosófica de seis puntas, agregando en voz alta:
 
-      “¡Quiero que estos signos rojos que acabo de escribir se impriman en la carta original en el mismo lugar!"
 
Y golpeando con fuerza la carta sellada, me la arrojó diciendo:
 
-      "¡Tómala! ¡Ya está hecho!"
 
La carta se pasó inmediatamente a su destinataria, y cuando Madame Fadeyeva la abrió, su contenido resultó ser exactamente como Blavatsky lo había anotado, algunas frases incluso usaban la misma redacción; y en las palabras “Saludos cordiales a Helena Petrovna”, su nombre estaba subrayado con lápiz rojo y había una estrella roja de seis puntas debajo de la firma. E incluso el trazo de su lápiz se reproducía como si se hubiera tomado una foto!!!
 
Este asombroso hecho quedó debidamente registrado y firmado por todos los testigos, y ahora ese documento está en manos del autor de estas líneas.
 
 
 
 
Los fenómenos producidos el 24 de mayo
 
El siguiente fenómeno es igualmente notable, pero desafortunadamente tuvo lugar sin muchos testigos ya que solo se encontraban presentes los familiares de Blavatsky y el Sr. Solovyev, pero quien también certificó con su firma, y este testimonio también fue enviado, junto con el documento anterior, al editor del “Odesskiy Vestnik”.
 
Este fenómeno tuvo lugar en la tarde del día siguiente, el 24 de mayo. H.P. Blavatsky no se encontraba bien y no asistió a la reunión de la Sociedad Teosófica que se celebró en el hotel del Conde de Barro (rue de Varennes, 51).
 
Me pidió que la excusa ante el publico, lo que hice habiendo ido a la reunión junto con el presidente de la Sociedad Teosófica. Pero apenas había comenzado la reunión que sentí un terrible dolor de cabeza, así como un incomprensible pero definitivo deseo de regresar al departamento.
 
Se lo mencioné al Sr. Solovyev, quien estaba sentado a mi lado y quien aprobó plenamente mi deseo de pasar la noche con mi hermana enferma y se ofreció a acompañarme.
 
Salimos sin ser notados, tomamos un taxi y en diez minutos estabamos de nuevo en Notre Dame des Champs, 46. Ambos entramos y el Sr. Solovyev fue invitado por Madame Blavatsky.
 
Los cuatro (también estaba presente la señora Fadeyeva) nos acomodamos en la sala en la mesa de té, y pronto la conversación como era de esperar se centró en temas místicos. En la vida de todos los presentes hubo más cosas “de las que sueña en su filosofía”, especialmente en la vida de Helena Petrovna. Y se le pidió que detallara lo más minuciosamente posible cómo había adquirido sus maravillosas habilidades ocultas y quiénes eran exactamente sus maravillosos “gurús”-maestros.
 
Ella narró cosas que estarían fuera de lugar repetir aquí, y aunque no estuvo dispuesta a mencionar el nombre de su maestro (quien es un sabio brahmán), si estuvo dispuesta a que pudiéramos mirar el retrato de su rostro.
 
Y para ello, ella abrió un medallón plano y bastante liso que siempre usaba como colgante. Y todos lo examinamos y tocamos este medallón que contenía un retrato, a todo color, de un hombre guapo de perfil romano, barba negra azabache y turbante blanco.
 
Este medallón era (y sigue siendo) un medallón para un solo retrato, sin espacio para otro retrato en su tapa plana. Helena Petrovna también lo examinó y luego se lo volvió a poner y nos dijo que en la India ella tenía su propio retrato que había dibujado su maestro.
 
De repente sucedió algo extraño, algo bastante difícil de expresar con palabras. ¡Fue como si el aire se volviera más enrarecido o sofocante! Algo definitivamente nos estaba quitando el aliento. Helena Petrovna se tapó los ojos con la mano y dijo:
 
-      "Siento que algo va a pasar aquí ahora… ¡Va a suceder algún fenómeno! ¡Él lo hará!"
 
Ella se refería a su maestro, a quien consideraba muy poderoso.
 
E inmediatamente le preguntó a su tía si ella deseaba algo: que el maestro le trajera algo o que se presentara en persona... Pero todos nos encontrábamos tan desconcertados que nadie podía pensar en nada. Así que comentamos que él hiciera lo que él decidiera.
 
En ese mismo momento, el Sr. Solovyev mirando hacia un cierto punto de la habitación, dijo que vio una especie de esfera ovalada ardiente, una especie de huevo luminoso azul claro radiante.
 
Y apenas había pronunciado estas palabras, cuando un sonido musical se escuchó desde la antecámara como si alguien hubiera tocado en silencio las cuerdas de un arpa. Era el mismo sonido que todos los presentes habiamos escuchado antes, pero más sonoro.
 
El acorde se repitió una y otra vez, y luego cesó.
 
Yo me puse de pie y entré en la antecámara que estaba brillantemente iluminada por una lámpara. Pero no hace falta decir que allí todo estaba tranquilo ya que a parte de nosotros solo había un criado traído de la India, el cual dormía en la cocina y cuya puerta estaba bien cerrada. Y pueden creer o no lo que ocurrió después pero eso fue lo que sucedió.
 
Cuando regresé a la sala de recepción, encontré a Blavatsky sentada en el mismo lugar entre su tía y el señor Solovyev, pero al mismo tiempo vi claramente una sombra o una imagen de color gris de un hombre que se alejaba de ella hacia la pared y de repente desapareció allí.
 
Este hombre, o su imagen inmaterial, era de mediana estatura y vestía una especie de túnica y turbante. Y esta visión solo duró alrededor de un segundo, pero fue lo suficientemente nítida para observarla bien y poder describió, aunque encontrándome bastante asustada por lo sucedido.
 
 
Los presentes apenas se habían calmado tras estos extraños sucesos cuando volvieron a quedar atónitos por otro fenómeno, esta vez muy evidente y material. Madame Blavatsky abrió su medallón una vez más, diciendo que había sentido algo extraño en él, y al mirarlo quedó muy sorprendida y nos lo mostró.
 
¡Ahora había dos retratos en su interior y ya no solo uno como antes!
 
Uno era el mismo de antes, pero enfrente, firmemente fijado bajo el vidrio en el óvalo de su tapa, estaba el propio retrato de Blavatsky que ella había mencionado un poco antes.
 
Todos a su vez tomamos el medallón y lo examinamos y tocamos para cerciorarnos que la imagen era real y que no había un truco. Pero no cabía duda y era simplemente inconcebible que cuatro personas pudieran tener alucinaciones visuales al mismo tiempo.
 
Sorprendidos fuimos a despertar al sirviente indio y le preguntamos dónde se encontraba el retrato de Blavatsky que el Maestro había dibujado de ella.
 
El muchacho respondió sin dudarlo:
 
-      “Se encuentra en Adyar en el cofre de bronce del tocador de cristal”.
 
Entonces en silencio Helena Petrovna abrió el medallón y el indio casi gritó de sorpresa, pero inmediatamente comentó:
 
-      "¡Es el Maestro quien lo trajo!"
 
Pero ese no fue el final de los maravillosos acontecimientos de esa noche, ya que un cuarto de hora más tarde, Helena Petrovna cumplió con mi deseo de volver a ver los retratos y cuando ella abrió el medallón, el cual todo el tiempo había estado siendo vigilado de cerca por todos los que nos encontrabamos en la habitación, su retrato había desaparecido!!!
 
Había desaparecido sin dejar rastro al igual que el vidrio y el marco. La única señal de la presencia de algún ser invisible que había transformado libremente el contenido del medallón que había estado constantemente a la vista de todos nosotros, fueron los mismos sonidos armoniosos, acordes y escalas que se escuchaban de vez en cuando desde lados diferentes.
 
 
Ahora, debo continuar y contar el resto, aunque debo admitir que personalmente no me gusta la conclusión, porque me recuerda los trucos finales de los prestidigitadores. Hacia el final de la velada, cuando el coronel Olcott y sus secretarios, así como el Brahman Muhini regresaron de la reunión, y todos comenzamos a contarles lo que había sucedido, y cuando el Sr. Solovyev estaba a punto de irse, el retrato fue encontrado en la parte inferior de su sombrero.
 
Y el Sr. Solovyev se lo llevó después de que todos acordamos unánimemente que el gurú (maestro), o el mahatma (sabio), o el “Maestro-khozyain” —quienquiera que fuera— se lo había regalado al Sr. Solovyev (4).
 
 
 
 
Explicaciones
 
Todos estos fenómenos que al común de los mortales les parecen bastante extraordinarios, los teósofos los explican a través de la capacidad que posee el cuerpo astral para separarse del cuerpo físico; y porque esta forma sutil del ser humano (que en su opinión se conserva durante algún tiempo después de la muerte) puede moverse libremente y produce todo tipo de los llamados fenómenos paranormales.
 
No discutiremos si esto es cierto o no; aquí simplemente presentó los hechos reales que no pueden ser fraudulentos ya que ocurrieron de manera bastante abierta y fueron observados atentamente por tres participantes. Y mucho menos pueden ser errores sincrónicos o delirios de los sentidos y pensamientos que de otro modo los pondrían al borde de la locura.
 
En cuanto al fenómeno anterior, la lectura del contenido de una carta y la transmisión de los signos escritos por Blavatsky en lápiz rojo, la enseñanza teosófica lo explica por medios puramente naturales, como una simple demostración de la voluntad humana actuando sobre corrientes magnéticas ocultas en todo el cuerpo humano. Y a continuación les pongo la explicación que dio el coronel Olcott.
 
“En estos casos, lo que actúa como fuerza preeminente es la voluntad humana debidamente desarrollada, principio que según las enseñanzas ocultas, es inherente al ego divino, al alma superior o espíritu inmortal.
 
Para poder analizar fenómenos como estos tenemos que entender que entre los poderes ocultos casi desconocidos y no investigados de la existencia humana, hay una fuerza de atracción y transferencia o movimiento de átomos.
 
Y en este caso, Madame Blavatsky atrajo átomos del color de su lápiz, los mantuvo juntos, los fusionó con su fuerza nerviosa o vital, y los hizo penetrar y correr como una corriente eléctrica a través de su cuerpo desde su mano derecha hasta las extremidades de su mano izquierda, para luego abrirse paso a través de las entradas microscópicas que forman parte necesariamente de todo tipo de papel, y asentarse exactamente donde su voluntad concentrada los había designado.”
 
Esta es la explicación dada por el Presidente de la Sociedad Teosófica que transmito sin ninguna responsabilidad de mi parte. En cuanto a la correcta lectura del contenido de la carta, es un caso tan común de clarividencia que apenas necesita explicación.
 
(Blavatsky y los teósofos)
 
 
 
 
 
Las experiencias que tuvo Vera con la materialización de las cartas de los Maestros las puse en este otro artículo (ver link).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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