EN
EL BUDISMO
Es
el cuerpo de emanación o de aparición a través del cual Buddha puede manifestarse
en el mundo visible para por compasión ayudar a los seres humanos. Estando
Buddha liberado del karma, es un cuerpo de esencia que ha realizado la vacuidad
y la no-dualidad.
EN
EL ESOTERISMO
«
[El Nirmanakâya] es esa forma etérea que uno [el Iniciado] asumiría cuando al
dejar su cuerpo físico, aparecería en su cuerpo astral, teniendo adicionalmente
todo el conocimiento de un Adepto. El Bodhisattva lo desarrolla en Sí mismo a
medida que procede en el Sendero. Habiendo alcanzado la meta y rehusado a su recompensa,
permanece en la Tierra como un Adepto, y cuando muere, en vez de irse a
Nirvana, permanece en ese glorioso cuerpo que ha tejido para sí mismo,
invisible para la humanidad no iniciada, para velar por ella y protegerla
[volviéndose un Buddha de Compasión] »
(La
Voz del Silencio, lll, nota 34 del glosario)
«
Su significado es completamente diferente en la filosofía esotérica del significado
popular que se le atribuye y de las suposiciones de los orientalistas [estudiosos
occidentales del Oriente].
Algunos
llaman el cuerpo Nirmanakâya “Nirvana con restos” ([como el orientalista alemán]
Schlagintweit, etc.) con la suposición que probablemente es una especie de
condición Nirvanica durante la cual la conciencia y la forma son conservadas. Otros
dicen que es uno de los Trikaya (los tres cuerpos sagrados), con el “poder de
asumir cualquier tipo de aparición con el fin de propagar el budismo” (idea de Eitel
[otro orientalista]), de nuevo que “es el avatara encarnado de una deidad” (ibid),
y así sucesivamente.
[Hay
algo de cierto en las definiciones que dieron los orientalistas, pero al NO
conocer la enseñanza oculta, desvirtuaron su significación]
Por
su parte el Ocultismo dice que Nirmanakâya, aunque literalmente signifique un “cuerpo” transformado, en realidad es un
estado. La forma es la del adepto o yogui que entra o escoge esa condición
post-mortem en preferencia al Dharmakâya o estado Nirvanico absoluto. Él hace
esto porque este último kâya lo separaría para siempre del mundo de la forma, confiriéndole
un estado de beatitud egoísta, en el que ningún otro ser vivo puede participar,
estando por lo tanto impedido el adepto de la posibilidad de ayudar a la
humanidad o incluso a los devas [seres luminosos].
Sin
embargo, como un Nirmanakâya, el hombre solo deja tras de sí su cuerpo físico y
retiene todos los otros principios (ver constitución oculta del hombre) salvo el
kamico ya que él lo ha extinguido para siempre de su naturaleza durante la vida
y ya no puede resucitar jamás en su estado post-mortem. Es así como, en vez de
irse a una beatitud egoísta, escoge una vida de abnegación y una existencia que
solo termina con el ciclo de vida [el manvantara], a fin de ser capaz de ayudar
a la humanidad de una manera invisible pero de lo más efectiva.
Por
consiguiente, un Nirmanakâya no es como popularmente se cree, el cuerpo “en el
que un Buddha o Bodhisattva aparece en la Tierra”, sino en verdad alguien que
ya sea un Chutuktu o un Khubilkhan [así se les llama en el Tíbet y en Mongolia
a aquellos que son considerados la encarnación de un Buddha u otro ser elevado],
un adepto o un yogi que durante la vida se ha convertido desde entonces en un
miembro de esa Hueste invisible que siempre protege y cuida a la humanidad
dentro de los limites karmicos. Confundidos seguido por “Espíritus”, Ángeles o
el mismísimo Dios, un Nirmanakâya es siempre un protector compasivo, verdaderamente
un ángel guardián para quien es digno de su ayuda.
Independientemente
de las objeciones que se puedan dar contra esta doctrina, por mucho que se niegue,
porque en verdad, nunca había sido enunciada públicamente hasta la fecha en Europa
y por lo tanto, ya que es desconocida para los orientalistas, forzosamente debe
ser “un mito de la invención moderna”. Sin embargo, nadie se atreverá a decir que
esta idea de ayudar al sufrimiento de la humanidad a costa de un casi
interminable auto-sacrificio, no es uno de los más grandes y más nobles conceptos
que pueda surgir del cerebro humano. »
(Theosophical
Glossary, by H. P. Blavatsky)
Ahora
la noción de la Gran Fraternidad Blanca constituida por grandes adeptos que guían
y protegen a la humanidad está muy expandida en el Occidente (aunque seguido alterada y
comercializada) pero en aquella época, en 1892, era algo inedito, de ahí que hubo mucho
escepticismo.
«
La palabra sanskrita Nirmanakâya está compuesta de dos palabras: nirmana que significa “formando”,
“creando”
y kâya que significa “cuerpo”, “vestidura”,
“vehículo”, de ahí que lo traduzcan por “cuerpo formado”. Sin embargo, en
realidad un Nirmanakâya es un estado asumido por un Bodhisattva (un individuo
que ha alcanzado una semi-divinidad) que para usar un lenguaje popular, en
lugar de escoger su recompensa de entrar en el Nirvana de un grado menor, permanece
en la tierra por piedad y compasión por los seres inferiores, envolviéndose a
sí mismo con la vestidura nirmanakâyica. Cuando ese estado termina, el Nirmanakâya
también termina [y el Bodhisattva en recompensa entra en un Nirvana de un grado
mucho mayor].
Un
Nirmanakâya es un hombre completo que posee todos los principios de su
constitución, excepto el Linga-Sarira [el cuerpo astral en su aspecto más denso]
y su cuerpo físico. Es alguien que vive en el siguiente plano de existencia por
arriba del físico, y su propósito en hacer esto es para salvar a los hombres de
ellos mismos, instigando continuamente pensamientos de abnegación y olvido de
sí mismos, de belleza espiritual y moral, de ayuda mutua, de compasión y de
piedad. »
(Occult
Glossary by G. de Purucker)
¿CÓMO
PUEDEN EFECTUAR ESA RECORPORIFICACIÓN?
«
Lo más misterioso en las encarnaciones de los nirmânakâyas es que la
personalidad del adepto puede encarnar en un cuerpo humano (cuando emplea su
mâyâvi o su Kâma Rûpa, y permanece en Kâma Loka), aun cuando sus “Principios
Superiores” continúen en estado nirvánico (6). Conviene advertir que las
referidas expresiones se emplean con propósito de vulgarizar el concepto, y por
lo tanto no tratamos la misteriosa cuestión desde el supremo plano, o de
absoluta espiritualidad, ni tampoco desde el más elevado punto de vista
filosófico a que sólo unos cuantos pueden llegar.
Nada
que no esté eternamente allí, puede alcanzar el Nirvâna; pero la mente humana,
al especular sobre lo Absoluto, lo considera como el último término de una
serie indefinida. Si tenemos esto presente, evitaremos gran número de conceptos
erróneos. La potencialidad de esta espiritual evolución yace en la materia de
varios planos con la que el nirvâni se puso en contacto antes de alcanzar el
nirvâna; pero como el plano en que esto se efectúa pertenece a la serie de
planos ilusorios, no puede ser el mismo plano supremo. Quienes indaguen este
punto deben beber con preparado ánimo en la originaria fuente de estudio, que
son los Upanishads. Aquí sólo tratamos de indicar la manera de hacer la
indagación, y mostrar algunas de las ocultas posibilidades, que no bastan de
por sí para poner al lector en la meta; pues la verdad final sólo puede
recibirla el discípulo iniciado de labios del maestro.
Mas
a pesar de lo expuesto, lo afirmado todavía les parecerá incomprensible, si no
absurdo, a quienes no estén familiarizados con la doctrina de la multiplicidad
de naturaleza y los varios aspectos de la mónada humana; y a quienes miren
desde un punto de vista puramente material, la división septenaria del hombre.
Sin embargo, admitirán sin vacilaciones la posibilidad del hecho, el ocultista
intuitivo que haya estudiado detenidamente el misterio del nirvâna, que sabe
que es idéntico a Parabrahman, y por lo tanto inmutable, eterno y que no es una
cosa, sino el absoluto Todo. Saben ellos también que un dharmakâya, o sea un
nirvâni “sin residuos”, como traducen nuestros orientalistas, es absorbido en
esa Nadidad que es la única conciencia real, puesto que es absoluta; y por lo
tanto, no se puede decir que vuelva a encarnar sobre la Tierra, puesto que el
nirvâni ya no es un él, una ella, ni tan siquiera un ello. (Ver ¿Quién creó el Universo?)
En
cambio, el nirmânakâya que obtuvo el Nirvâna “con residuos” queda revestido de
un cuerpo sutilísimo que lo abroquela impenetrablemente contra todas las
vibraciones exteriores, y en el cual conserva la noción de su individualidad,
por lo que puede reencarnar en la tierra. Además, todo ocultista oriental sabe
que hay dos clases de nirmânakâyas: el natural y el asumido. El nirmânakâya
natural es la condición del adepto que alcanzó un estado de bienaventuranza
inmediatamente inferior al nirvâna. El nirmânakâya asumido es la condición del
que por abnegado sacrificio renuncia al nirvâna absoluto, con propósito de
auxiliar y conducir a la humanidad.
Podría
objetarse que siendo el dharmakâya un nirvâni o jîvanmukta, no puede dejar
“residuo” alguno después de la muerte, ni necesita cuerpo alguno sutil ni
individualidad, por haber alcanzado un estado en el cual ya no son posibles más
encarnaciones, y que, por lo tanto, ha de desaparecer inmediatamente la
individualidad o Ego que reencarna. A esto cabe reargüir diciendo que así
sucede por regla general en cuanto a las explicaciones exotéricas; pero el caso
de que tratamos es excepcional, y su determinación depende de los ocultos
poderes de los elevados adeptos, quienes, antes de entrar en el nirvâna, pueden
hacer que sus “residuos” (7) permanezcan en planos inferiores (8), tanto si
llegan a nirvânis como si sólo alcanzan un menor grado de bienaventuranza. »
(Collected
Writings, Vol. 14, p375-376)
Ver
también: