Sobre este tema
la Logia Unida de Teósofos escribió lo siguiente:
La luz
astral es un radiador de enfermedades
El
cometido de esta entrega es presentar información de la Teosofía Original que
está relacionada en modo general con este asunto. Comenzando con un extracto de
la entrada para la luz astral que aparece en “El Glosario Teosófico” escrito
por H.P. Blavatsky:
“La región invisible que rodea nuestro globo,
como en todos los demás, y corresponde como segundo Principio del Kosmos
(siendo el tercero la Vida, de la cual es vehículo) al Linga Sharira o Doble
Astral en el ser humano. Es una Esencia sutil visible sólo para un ojo
clarividente, y uno de los Siete Principios Akásicos o Kósmicos más bajos (es
decir, el terrenal). Eliphas Lévi lo llama la 'Gran Serpiente' y el 'Dragón' que
irradia sobre la Humanidad toda influencia maligna. Añadimos que la Luz Astral
no emite nada más sino lo que ha recibido; es el gran crisol terrestre donde se
convierten en su esencia más sutil e irradian intensificadas de vuelta todas
las viles emanaciones terrestres (morales y tangibles) de que se alimenta la
Luz Astral, transformándose en epidemias morales, psíquicas y físicas." (p.38)
Todas
las enseñanzas teosóficas mencionan a dicha luz astral. En el folleto
"Ecos de Oriente", William Judge escribió:
“Probablemente en todo el campo del estudio
teosófico no exista nada tan interesante como la luz astral. ... Mediante el
conocimiento de sus propiedades, dicen que se cumplen todos los maravillosos
fenómenos de los yoguis orientales. Y también se afirma que fenómenos tales
como clarividencia, clariaudiencia, mediumnidad y videncia (tal como se conocen
en el mundo occidental) son posibles sólo a través de esa substancia. Es el
registro de nuestros pensamientos y acciones, la gran galería pictórica de la
Tierra donde el vidente siempre puede contemplar cualquier evento que haya sucedido,
así como los venideros." (p.60)
En
el primer volumen de su primera obra “Isis Develada”, en el capítulo titulado “Algunos
misterios de la Naturaleza”, Helena Blavatsky reseña esta descripción
memorable:
“Con qué frecuencia los poderosos
clarividentes y adeptos del mesmerismo han descrito las epidemias pues su
visión lúcida las captó en la luz astral. Y ellos afirman que las 'ondas
eléctricas' estaban en violenta perturbación y distinguieron un vínculo directo
entre esa anormalidad etérica y la epidemia mental o física que entonces se
precipitaba.” (p.278)
Su
escrito " Visiones Kármicas" del cual se puede leer un resumen en el
siguiente artículo (link) demuestra que
los eventos mundiales de importancia, como las guerras mundiales pueden ser
percibidos y descritos con precisión hasta 50 años antes o más de que comiencen
en el plano físico, y que en el caso de esos conflictos, algunas de las
principales causas kármicas se pusieron en movimiento hace 1’500 años.
Por
lo tanto no sería descabellado imaginar que las grandes pandemias tengan sus
bases reales en un pasado distante y no sean algo novedoso. Aunque no estamos
en condiciones de afirmar que este sea el caso y sólo sugerimos su posibilidad.
En
"La Doctrina Secreta" Blavatsky llama a la luz astral "el karma
de la humanidad"; de este modo es imposible comprender ese principio y
especialmente el de tipo planetario a menos que se asimile la relevancia del
plano astral.
Ella
escribió:
"Para la humanidad, la Luz Astral se
convierte simplemente en los efectos de las causas producidas por los
individuos en su vida pecadora. No producen el Bien o Mal sus resplandecientes
moradores, ya sea que se llamen Espíritus de Luz o Tinieblas, sino los propios
humanos que determinan la acción y reacción inevitables en el gran agente
mágico. ... En sus unidades, la humanidad puede dominar los efectos, pero sólo
por la beatitud de sus vidas y al producir buenas causas la Luz Astral es el
Karma de nuestra especie." (II, p.512-3)
Robert
Crosbie sobre la susceptibilidad a las epidemias
Naturalmente,
el tópico de la luz astral también es abordado por Robert Crosbie, fundador de
la Logia Unida de Teósofos, en el artículo "Susceptibilidad hacia las
epidemias" publicado póstumamente, el cual nunca se difundió por ningún
medio hasta ahora tras haberse encontrado en un número antiguo (marzo de 1932)
de la revista “Theosophy”, producida por la L.U.T.
Sin
ser adscrito a Crosbie, se hizo conocido a modo de un diálogo ficticio
presentado en una edición de dicha revista durante 1918, y al parecer fue
compuesto originalmente por él como una carta a uno o más colegas, luego se
insertó en el relato de ese año, y finalmente volvió a difundirse en la revista
"Theosophy" con el nombre adjunto de su autor tras fallecer.
Contextualizándose
en 1918, fue redactado de la siguiente forma durante el primer año de la
llamada influenza española y podemos
ver que ciertamente no sugirió que la pandemia fuese un "engaño",
pero sí ofrece algunas perspectivas valiosas:
“Como estudiantes teosóficos, debemos
considerar los diversos campos en que los efectos se observan y experimentan.
Estos ámbitos son el cuerpo y sus circunstancias, la mente y el intelecto, y
los planos psíquico y astral.
Por lo común, las facultades de medicina no
tratan las enfermedades desde ningún otro punto de vista que el físico, y por
ende sólo pueden aplicar remedios paliativos en el mejor de los casos, sin
destruir las causas.
Mientras que las academias de curación mental
ignoran el terreno material y confían en modos prescritos de pensamiento, dando
por sentado que el plano mental es el asiento de la causalidad.
Hasta ahora, ninguno de esos múltiples
colectivos se ha percatado de que el individuo no es su cuerpo, ni su mente ni
circunstancias, sino el Pensador interno quien por su ignorancia y deseos causa
todo dolor, sufrimiento y enfermedad que experimenta. De esta suerte, cada
persona sufre en cualquier evento a causa de móviles generados por sí misma,
así como los motivos generados por ella y en común con otros. Todo esto
permanece bajo la ley del Karma o 'siembra y cosecha'. El Pensador o humano
real es experimentador de los diversos efectos producidos ya sean psíquicos,
mentales o tangibles.
La Teosofía muestra que existe un estado de
sustancia sutil (o envoltura por así decirlo) que rodea nuestro planeta al igual
que otros, el cual recibe y contiene emanaciones morales y físicas planetarias de
sus habitantes. Todas ellas se convierten en su esencia más sutil y son
emitidas de regreso deviniendo epidemias de tipo moral, psíquico y físico. Las
personas sujetas a éstas o cualquier enfermedad son las mismas que participaron
en su producción, ya sea en esta vida o una anterior.
Teniendo en cuenta estos hechos, sería difícil
e incorrecto asumir que el miedo en sí mismo es un origen predisponente pues se
encontrará, pienso, que son superados por las pandemias muchos temerosos y los
que no tienen aprensión alguna. El miedo surge de la duda y la ignorancia, y es
posible que quienes experimentan pavor ante pestilencias o epidemias tengan una
percepción psíquica de su responsabilidad ante la ley. Una vez más, aquéllos
que no tienen ningún miedo depositan por completo su confianza en una supuesta
'inmunidad corporal'; sin embargo, la ley funciona sin importar el temor o su
ausencia.
Otro ángulo de la cuestión radica en el hecho
de que cada ser humano contiene en germen todos los defectos que existen en
cualquier parte de la especie, cualquiera de los cuales puede entrar en
actividad bajo condiciones favorables; en esto, la imaginación o el poder
creativo de imágenes del Pensador en un momento dado pueden fertilizar un
germen que de otra manera permanecería latente.
Cuando estudiamos la incógnita desde todas
las aristas, no estaremos dispuestos a depositar nuestra confianza en frases,
sino más bien en la inexorable ley de nuestro propio ser que, sin importar lo
que pensemos, deseemos o sintamos en el presente, nos traerá bienestar o
desgracia como los hemos ganado. Por lo tanto y al confiar en ello realmente no
tememos a nada, sino aceptamos lo que viene como nuestro justo mérito."
En
este texto vemos a Crosbie enfatizando que de hecho son falsas las ideas como
“si no le temes, no te llegará” o “si tienes miedo de algo te hace más
susceptible a ello”. La Teosofía enseña que todo procede de acuerdo con la Ley
del Karma. Si es merecimiento de alguien sucumbir a cualquier patología, no lo
mantendrán bien ni todo el pensamiento positivo u optimismo confiado que tengan
sobre el mundo.
Del
mismo modo, si caer enfermo de algo no es karma de esa persona, no sucederá
incluso si tiene miedo y preocupación sobre ello constantemente. Por supuesto,
siempre es mejor tener una actitud realista y valiente hacia la vida, pero
debemos darnos cuenta de que eso no constituye protección mágica contra las
circunstancias malas o dolorosas que se nos presentan.
Cuando
comprendemos y aceptamos la Ley de Karma como realidad –el principio universal
e infalible de causa/efecto, acción/reacción o secuencia/consecuencia–,
naturalmente se adopta una mejor actitud y nos deshacemos del miedo, porque
entonces vemos que en verdad nunca existe injusticia, sino siempre equidad
perfecta, y que los eventos siempre llegan exactamente en la forma debida para
aprender lecciones y evolucionar en consecuencia. Pero siempre depende de
nosotros si estamos dispuestos a asimilar la moraleja que trae escondida.
Blavatsky
en su libro “La Voz del Silencio” comentó:
"Sábete que ningún esfuerzo y por más
pequeño que sea, ora en la dirección correcta o incorrecta, puede desaparecer
del mundo de las causas, e incluso la estela del humo no se desvanece sin dejar
rastro. 'Una palabra dura pronunciada en vidas pasadas no se destruye, sino que
vuelve a aparecer'. La planta de pimiento no dará rosas, ni saldrán cardos o
espinas de la estrella argéntea en el dulce jasmín.
En este 'día' puedes crear tus oportunidades
para el 'mañana'. En el 'Gran Viaje' las causas sembradas a cada hora producen
su cosecha de efectos, pues una rígida Justicia gobierna el mundo. Con un gran
alcance de acción que nunca yerra, trae a los mortales vidas de bien o
aflicción, la progenie kármica de todos nuestros pensamientos y acciones
anteriores." (p.34)
Microbios
y "vidas ardientes"
También
existe un escrito titulado "Teosofía y Epidemias", que es un relato
periodístico de una charla en Nueva York hacia 1892 por William Judge. Se trata
principalmente de las epidemias mentales y morales que se producían en ese entonces
en los Estados Unidos.
Comienza
con una breve mención sobre las patologías físicas, incluido este comentario:
"Ningún teósofo debería negar que la
ciencia tiene razón al decir que los microbios producen enfermedades y también
las previenen".
Se
atribuye a Louis Pasteur haber resaltado la importancia de los microbios a
nivel público, y si bien Blavatsky no siempre consideraba al investigador
francés en buena forma, en ninguna parte la Teosofía niega el papel relevante
que desempeñan dichas formas microscópicas; al contrario, arroja una luz
importante sobre el tema y la interrelación entre esos componentes y lo que la
Filosofía Esotérica llama “vidas ardientes”:
Blavatsky
al respecto escribió:
"Podría suponerse que estas 'vidas
ardientes' y los microbios de la ciencia son idénticos, pero esto no es verdad.
Las 'vidas ardientes' son la séptima y más alta subdivisión del plano de la
materia, y corresponden en el individuo a la Vida Única del Universo, aunque
sólo en ese nivel. Mientras que los microbios de la ciencia son la subdivisión
primera y más baja del segundo ámbito, el del prana material (o vida).
El cuerpo físico humano sufre un cambio completo
de estructura cada siete años, y su destrucción y preservación se deben al
trabajo alternativo de las vidas ardientes como 'destructores' y
'constructores'.
Son de la segunda categoría al auto-sacrificarse
en forma de vitalidad para restringir la influencia aniquiladora de los
microbios, y al suministrar a éstos lo necesario, los obligan bajo esa
restricción a edificar el cuerpo material y sus células. También son
'destructores' cuando se quita esa limitante, y al verse privados de su energía
constructiva vital los microbios se liberan desenfrenados como agentes
devastadores.
Así, durante la primera mitad de la vida en
una persona (los primeros cinco períodos de siete años cada uno), las 'vidas
ardientes' están involucradas de modo indirecto en el proceso constructivo del
cuerpo humano material; la vida está en una escala ascendente y la fuerza se usa
en la formación y el aumento. Pasada esta etapa comienza la edad del retroceso,
y habiendo agotado su ímpetu la obra de esas 'vidas ardientes', también comienza
el trabajo destructivo y de disminución." (I, p.262-3)
De
modo que los microbios, aunque pueden ser percibidos y examinados mediante
instrumentos y técnicas avanzadas de la ciencia, en realidad no pertenecen al
plano físico ni funcionan completamente en él, y se encuentran en el sub-plano
físico del ámbito pránico, por lo que quizás podrían describirse como en "parte
físicos" y en "parte pránicos".
Se
define Prana como la vitalidad o fuerza que mantiene vivo a nuestro cuerpo y está
presente en cada ser viviente y también en todo el Cosmos, mientras que las
"vidas ardientes" se hallan en el plano físico, pero en su respectivo
sub-plano átmico. Entonces, el apartado anterior implica que ambos agentes
existen en estratos o niveles inmediatamente vecinos entre sí.
Sin
embargo, aunque no niega los microbios y su función, la Teosofía sugiere que en
realidad no todas las enfermedades, epidemias o pandemias se deben a la
injerencia de aquéllos.
(Fuente: https://sabiduria-atemporal.blogspot.com/2022/01/medicina-epidemias-y-vacunas.html)
OBSERVACIONES
En resumen las
enseñanzas teosóficas explican que las enfermedades se originan en la luz
astral, y son provocadas por los desequilibrios que generan los humanos, lo
cual lleva incluso a que los microorganismos se vuelvan agresivos.
Y es
interesante constatar que lo que explica la Teosofía se encuentra en acorde con
la explicación que dio el maestro Pastor sobre este tema (ver link).