« De acuerdo con la ciencia tu definirías solamente una energía en el Cosmos y no verías diferencia alguna entre la energía gastada por un viajero que hace a un lado la maleza que obstruye su sendero, y el experimentador científico que gasta una cantidad igual de energía en poner un péndulo en movimiento. Sin embargo nosotros [los maestros] la vemos; ya que sabemos que hay un mundo de diferencia entre las dos. Una disipa y dispersa inútilmente la fuerza, la otra la concentra y guarda. Y aquí por favor comprende que no me refiero a la utilidad relativa de las dos, como uno podría imaginar, sino solo al hecho de que en un [primer] caso solamente hay fuerza bruta lanzada sin ninguna transmutación de esa energía bruta en una forma potencial superior de dinámica espiritual, y en la otra hay justamente eso.
Por favor no me consideres metafísicamente vago. La idea que deseo transmitir es que el resultado de la actividad mental más elevada en el cerebro ocupado científicamente, es la evolución de una forma sublimada de energía espiritual, la cual en la acción cósmica es generadora de resultados ilimitados; mientras que el cerebro que actúa automáticamente contiene o acumula en sí mismo, solo un cierto quantum de energía bruta que es infructuosa de beneficios para el individuo o la humanidad.
El cerebro humano es un generador inagotable de energía cósmica de una calidad sumamente refinada, a partir de la energía inferior bruta de la Naturaleza; y el Adepto completo se ha hecho a sí mismo un centro del cual irradian potencialidades que engendran correlaciones sobre correlaciones a través de los Eones del tiempo por venir. Esta es la clave del misterio de que sea capaz de proyectar las formas y materializarlas en el mundo visible que su imaginación ha construido a partir de la materia cósmica inerte en el mundo invisible.
. . .
[Hay] ignorancia acerca de la dispersión y concreción de la energía cósmica en sus aspectos metafísicos; . . . Nosotros vemos una vasta diferencia entre las calidades de dos cantidades iguales de energía gastadas por dos hombres de los cuales uno, supongamos está en camino a su tranquilo trabajo diario, y el otro en camino de denunciar a un semejante en la estación de policía, . . . [También] vemos una diferencia especifica entre la energía en el movimiento del viento y el de una rueda girando.
¿Y por qué?
Porque todo pensamiento del hombre, al ser desarrollado, pasa dentro del mundo interior y se convierte en una entidad activa al asociarse –lo cual nosotros podríamos calificar de unión con un elemental– es decir, con una de las fuerzas semi-inteligentes de los reinos. Ella sobrevive como una inteligencia activa –una criatura engendrada por la mente– por un periodo más largo o más corto en proporción a la intensidad original de la acción cerebral que la generó. Así, un buen pensamiento se perpetúa como un poder activo, benéfico; uno malo como un demonio maléfico.
Y es así como el hombre está poblando continuamente su corriente en el espacio con un mundo propio, repleto de la progenie de sus imaginaciones, deseos, impulsos y pasiones; una corriente que reacciona sobre cualquier sensitivo u organización nerviosa que se ponga en contacto con ella, en proporción a su intensidad dinámica. Los buddhistas denominan todo esto como “Skandhas”; los hindúes le dan el nombre de “Karma”. El Adepto desarrolla estas formas conscientemente; otros hombres las arrojan inconscientemente. El Adepto para tener éxito y preservar su poder, debe morar en soledad y más o menos dentro de su propia alma.
La ciencia percibe aún menos que mientras la hormiga constructora, la activa abeja, el pájaro constructor de nidos, acumulan cada uno en su propia humilde manera tanta energía cósmica en su forma potencial como un Haydn [gran compositor], un Platón [gran filosofo], o un labrador arando su tierra, en la suya; el cazador que mata las aves para su propio placer o ganancia, o el positivista que aplica su intelecto para probar que + x + = – [aspectos negativos], están gastando y dispersando la energía no menos que el tigre que salta sobre su víctima. Todos ellos roban a la Naturaleza en vez de enriquecerla, y todos, de acuerdo al grado de su inteligencia serán considerados responsables.
. . .
Para la ciencia, el calor es tan solo un modo de movimiento y el movimiento desarrolla calor, pero por qué el movimiento mecánico de la rueda que gira debería ser metafísicamente de un valor superior al del calor en el que ella [la energía giratoria de la rueda] es gradualmente transformada es algo que la ciencia aún tiene que descubrir. »
(Primera carta del Maestro Kuthumi a A.O. Hume, 01-11-1880, publicada en Las Cartas Mahatmas p496-498. Para facilitar la lectura puse espacios adicionales)
Actividades como la ciencia, el arte, la filosofía, la espiritualidad generan esa energía cósmica refinada, cuando son efectuadas con un fin constructivo.
Esa energía transformada por los seres humanos se le conoce como el poder creador de la mente (lo detallo en formas de pensamiento).
Al respecto William Judge dice:
« Las hacemos día a día, bajo la ley de que todo pensamiento se combina instantáneamente con una de las fuerzas elementales de la naturaleza, convirtiéndose hasta cierto grado en una entidad que perdurará de acuerdo a la intensidad del pensamiento que la generó cuando dejó el cerebro, y todas estas entidades quedan inseparablemente conectadas con el ser que las creó. No hay escapatoria posible; lo único que podemos hacer es tener pensamientos de buena índole, porque ni aun los más elevados Maestros están exentos de esa Ley, sólo que ellos "pueblan su corriente en el espacio" solamente con entidades poderosas para el bien. » (El Océano de la Teosofía, cap. XII, p102)
« Les enseño sobre la causa de todos los infortunios.
Ustedes no existen para ustedes mismos.
Ustedes reciben ampliamente vuestro alimento cotidiano,
pero no lo reciben gratuitamente.
[La energía inferior bruta que nos aporta la Naturaleza]
Esta se transforma en ustedes en una fuerza maravillosa.
Sin embargo ¡Ay de vosotros si la guardan para ustedes mismos!
Has atención. Si te hundes, no es el alimento que pesa demasiado,
sino la fuerza que das que es demasiado poca.
La retienes.
¡NO ES NECESARIO DE PENITENTES, NI DE ASCETAS!
¡ELLOS NO TIENEN VALOR A SUS OJOS!
La Nueva Ley, la Nueva Medida es otra.
Tú recibes cinco panes y cinco mil hombres son saciados.
RETENER LA FUERZA ES LA CAUSA DE TODAS LAS DESGRACIAS.
. . .
EL HOMBRE ES EL GRAN TRANSFORMADOR.
El mal es el "más", . . .
La fuerza no transformada,
la fuerza no utilizada destruye, devasta, envenena.
¡Escucha con atención!
Lo que es malo aquí abajo [el mundo físico]...
...es bueno allá arriba [el mundo espiritual].
Todo está ahí.
Las fuerzas destructivas no están en su lugar.
Es por eso que destruyen.
No hay destrucción si las elevas.
Del veneno - la cura.
Del fuego - la luz. . . .
De todo el mal que puedas imaginar,
nacerá la Nueva Jerusalén.
PORQUE NO HAY MAL,
SOLO HAY LA TAREA QUE NO ES RECONOCIDA. . . .
¡En vano huyen del mal!
No hay mal –
¡Eterna pregunta del hombre! –
y nadie lo sabe.
Yo os lo declaro:
EL MAL ES EL BIEN EN FORMACIÓN,
PERO TODAVÍA NO LISTO. . . .
Ahí donde hay desorden, el "más" fluye.
La bilis es un veneno si se desborda.
Allí, el "más" inundando devasta todo.
Si el "más" no tiene salida, se busca un camino,
y lo que es – hacia arriba – Nuevo Mundo
es – hacia abajo – veneno. . . .
La ira es fuerza destructiva, –
hacia arriba, es Aleluya. . . .
Asegúrate solo en eso,
y todas las enfermedades, todas las desdichas,
todo el mal cesarán. »
(Conversaciones 19, p108 y 29, p172)