A esta pregunta, Blavatsky la respondió con el siguiente
artículo:
¿ES EL DESEO DE “VIVIR”
ALGO EGOÍSTA?
« Últimamente escucho mencionar la frase que dice:
« Vivir, vivir, vivir
— debe ser su inquebrantable determinación. »
Esta
frase fue publicada en el artículo “El Elixir de la Vida” (link) y es citada a menudo por los
lectores superficiales no simpatizantes, quienes la utilizan como un argumento
de que las enseñanzas del ocultismo son la forma más concentrada de egoísmo.
Pero
para decidir si esas críticas están en lo correcto o no, primero debe definirse
el significado de la palabra egoísmo, y conforme a las fuentes autorizadas, el egoísmo
es:
“Tomar
exclusivamente en consideración el propio interés o bienestar; aquel supremo
amor propio o preferencia por sí mismo, que induce a la persona a encaminar todos
sus propósitos para anteponer su propio interés, poder, o felicidad, sin
considerar el de los demás.”
En
resumen, un individuo absolutamente egoísta es quien sólo piensa en sí mismo y
en nadie más, o en otras palabras, el que está tan fuertemente imbuido en un
sentido de la importancia de su propia personalidad, que para él eso es lo que
corona sus pensamientos, deseos y aspiraciones; más allá de la cual todo es un
absoluto vacío.
Ahora
bien,
¿Podría decirse
entonces que un ocultista es egoísta si desea vivir, en el sentido que le da a
este verbo quien escribió el artículo “El Elixir de la Vida”?
Se
ha dicho muchísimas veces que el fin principal de todo aspirante al
conocimiento oculto es Nirvana o Mukti, cuando el individuo liberado de toda
Uphâdi mâyâvica, se unifica con Paramâtmâ, o en términos del cristianismo,
cuando el Hijo se hace uno con el Padre.
Para
lograr ese propósito se debe rasgar todo velo de ilusión que crea un sentido de
aislamiento personal, un sentimiento de estar separado del TODO; o en otras
palabras, el aspirante debe descartar gradualmente toda clase de egoísmo, el
cual nos afecta a todos en mayor o menor medida.
El
estudio de la Ley de la Evolución Cósmica nos enseña que cuanto más se asciende
en la evolución, más se tiende hacia la unidad. Y de hecho, la Unidad es la
tarea fundamental de la Naturaleza, y quienes por vanidad y egoísmo van en contra
de ese propósito, no pueden sino incurrir en el castigo de la aniquilación
total.
Por
lo tanto el ocultista reconoce que el altruismo y el sentimiento de filantropía
universal constituyen las leyes inherentes de nuestro ser, y todo lo que hace
es procurar destruir las cadenas del egoísmo con que Mâyâ (la ilusión) nos
mantiene atrapados.
En
nuestros días, la lucha entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás, entre
Suras y Asuras, Devas y Daityas, que se menciona en los libros sagrados de
todas las naciones y razas, simboliza la batalla entre los deseos altruistas y
los egoístas que tiene lugar en el hombre que trata de seguir los propósitos
más altos de la Naturaleza, hasta que las tendencias animales creadas por el
egoísmo son dominadas por completo, y el enemigo es totalmente derrotado y
aniquilado.
Con
frecuencia se ha reiterado en varias obras teosóficas y otros escritos ocultos,
que la única diferencia entre un hombre ordinario que trabaja junto con la
Naturaleza durante el curso de la evolución Kósmica, y un ocultista, es que
éste último, debido a sus conocimientos superiores, adopta ciertos métodos de
entrenamiento y disciplina que aceleran su proceso de evolución, alcanzando así
en un lapso relativamente breve, la cima que a un individuo común le tomaría
alcanzar quizá cientos de miles y miles de años.
En
resumen, en unos cuantos miles de años llega a tener la clase de evolución que
la humanidad obtiene tal vez en la sexta o séptima Ronda de un Manvantara, o
evolución cíclica.
(Observación
de Cid: aquí Blavatsky exagera porque el maestro Kuthumi señaló que alcanzar en
esta cuarta ronda el nivel que tendrán los humanos en la quinta ronda ya es un
inmenso logro.)
Es
obvio que el hombre promedio no puede llegar a ser un Mahatma en una sola vida,
o mejor dicho, en una sola encarnación. Por otra parte, quienes han estudiado
las enseñanzas ocultas referentes al Devachan y los estados post-mortem por los
que pasamos después de fallecer, recordarán que entre dos encarnaciones hay un
período considerable de existencia subjetiva. Y cuanto mayor sea el número de
tales períodos devachánicos, mayor será el número de años sobre el que se
amplía la evolución de la persona.
El
principal objetivo del ocultista es lograr tal control de sí mismo, como para
ser capaz de regular sus estados futuros, y así acortar gradualmente la
duración de su existencia devachánica entre dos encarnaciones. Porque así, al
avanzar en su desarrollo, llega un punto en que entre una muerte física y su
siguiente renacimiento, no hay ningún Devachan sino una especie de sueño espiritual.
El
trauma de la muerte, por decirlo así, lo sumerge en un estado de inconsciencia
del cual se recupera gradualmente hasta después de haber renacido, para luego continuar
con su sendero evolutivo. Y el lapso de este sueño espiritual puede variar
desde 25 hasta 200 años, según el grado de su evolución.
Pero
también el ocultista puede considerar que hasta ese período es un desperdicio
de tiempo, y por lo tanto dedicar todos sus esfuerzos para acortar esa
duración, hasta llegar gradualmente a un punto en que el paso de un estado de
existencia a otro es casi imperceptible. Y entonces el trauma de la muerte ya no
vuelve a dejarlo inconsciente.
Y
esa es la idea que el autor del artículo “El Elixir de la Vida” trata de
transmitir cuando dice:
« Al llegar a la edad límite en donde las
personas de su raza mueren, o cuando la ha rebasado, [el Ocultista] en realidad
ya se encuentra muerto, en el sentido ordinario, es decir que ya se ha liberado
de todas o casi todas las partículas materiales como lo hubiera hecho
necesariamente al entrar en la agonía de la muerte. Y ha ido muriendo
gradualmente a lo largo de todas las etapas de su Iniciación.
La
catástrofe no puede pasarle por encima dos veces. Ha ido extendiendo a lo largo
de varios años un proceso apacible de disolución, que a otros les sucede desde
en un breve lapso hasta en unas cuantas horas. El Adepto superior está, de
hecho, muerto para el mundo, y está completamente inconsciente del mismo; él se
ha olvidado de sus placeres y despreocupado por sus miserias en la medida en
que esto involucra al sentimentalismo, pues el estricto sentido del Deber jamás
le impide percatarse de su propia existencia. »
El
procedimiento de emisión y atracción de los átomos, que está en control del
ocultista, ha sido discutido de manera extensa en ese artículo y en otros
escritos. Por medio de ese procedimiento el ocultista se va deshaciendo
gradualmente de todas las viejas partículas densas de su cuerpo,
sustituyéndolas por otras más finas y etéreas, hasta el momento en que el Sthûla
Sharîra (el cuerpo físico) está completamente muerto y desintegrado, viviendo
entonces el
ocultista en un cuerpo astral enteramente de su propia creación, adecuado a su
tarea (ver link).
Y
este cuerpo es esencial para sus propósitos, pues como dice “El Elixir de la Vida”:
« Para hacer el bien, como en todo lo demás, un
hombre debe tener el tiempo y los materiales con qué trabajar, pues son los
medios indispensables para adquirir poderes por medio de los cuales hacer mucho
mayor bien que sin ellos. Y cuando éstos por fin se llegan a dominar, las
oportunidades de emplearlos se presentan. »
Y
dando instrucciones prácticas para ese propósito, el mismo artículo añade:
« El hombre físico debe volverse más puro y
sensible; el hombre mental más penetrante y profundo; el hombre moral más
bondadoso y filosófico. »
Soslayan
estas importantes consideraciones quienes malinterpretan el pasaje siguiente:
« Además, a partir de lo ya descrito, quedará
en claro que es una gran tontería que las personas le pidan a un Teósofo que “les
consiga ponerse en contacto con los Adeptos más altos”. Es sumamente difícil
que pueda convencerse a uno o dos, incluso ante la agonía de un mundo, a
perjudicar su propio perfeccionamiento por entrometerse en asuntos mundanos. El
lector ordinario dirá: “Esto no es asemejarse a dios. Esto es el colmo del
egoísmo”. »
Pero los
críticos superficiales al tildar el pasaje anterior asegurando que inculca el
egoísmo, dejan de lado muchas verdades profundas.
1. En
primer lugar, olvidan que otros pasajes ya citados establecen la negación de sí
mismo como una condición indispensable para triunfar, y que al avanzar por el
sendero de la evolución se adquieren nuevos sentidos y poderes con los cuales
puede hacerse mucho mayor bien que sin ellos.
2. Cuanto
más espiritual se hace el Adepto, menos puede inmiscuirse en los asuntos
mundanos ordinarios, y tiene que dedicarse más al trabajo espiritual.
3. E innumerables
veces se ha repetido que el trabajo en el plano espiritual es tanto más
superior que el trabajo en el plano intelectual, como el trabajo en este último
es superior al del plano físico.
Los Adeptos
muy elevados, por lo tanto sí ayudan a la humanidad, pero sólo espiritualmente;
ya que de acuerdo a su constitución ellos están impedidos para interferir en
los asuntos mundanos. Pero esto se aplica sólo a los Adeptos muy elevados.
Existen
diversos grados de Adeptado, y los de cada grado trabajan por la humanidad en
los planos a los que han ascendido. Sólo los Chelas viven en el mundo, hasta
que ascienden a cierto grado. Y es precisamente porque los Adeptos están
cuidando al mundo, que disponen que sus Chelas vivan y trabajen en él, como lo
saben muchos de los que han estudiado el tema.
Cada
ciclo produce sus propios ocultistas capaces de trabajar por la humanidad de su
época en todos los diferentes planos. Pero cuando los Adeptos prevén que en
cierto período determinado la humanidad será incapaz de producir ocultistas que
trabajen en determinados planos, en semejantes ocasiones ellos proveen: ya sea
renunciando voluntariamente a su propio ascenso y esperando hasta que la
humanidad avance hasta ese grado, o bien rehusándose a entrar en Nirvana y
sometiéndose a la reencarnación a fin de preparar el trabajo para cuando llegue
la hora.
Y
aunque el mundo no es consciente de eso, aún así incluso ahora mismo existen
ciertos Adeptos que prefirieron permanecer en status quo, rehusándose recibir
grados superiores, en beneficio de las futuras generaciones de la humanidad.
En
resumen, como los Adeptos trabajan en armonía, puesto que la unidad es la ley
fundamental de su existencia, ellos han hecho, como si dijéramos, una graduación
del trabajo en la cual cada uno de ellos hace su tarea en el plano que le
corresponde, en pro de la elevación espiritual de todos nosotros, y por tanto
el proceso de longevidad mencionado en “El Elixir de la Vida” es solamente un
medio para lograr el fin que, lejos de ser egoísta, es el propósito más
altruista al cual un ser humano puede dedicarse. »
(Theosophist, julio de 1884, p.242-243; CW 6, p.241-248)
OBSERVACIONES
Aquí
Blavatsky se está refiriendo al ocultista que se concentra en su propia
evolución para así poderse desarrollar más rápidamente, y de esa forma
posteriormente poder ayudar a la humanidad de una mayor manera.
Pero
también en su obra “La Voz del Silencio”
ella explicó que existen individuos que se concentran en su propia evolución únicamente
para poder entrar lo más pronto posible en el Nirvana, sin importarles el
sufrimiento en el que se encuentra el resto de la humanidad.
Y
a esos individuos se los denomina “los Budas egoístas” y ellos tienen el
derecho de abandonar a sus hermanos humanos, ya que ellos han hecho los esfuerzos
para acelerar su evolución, y por consiguiente tienen derecho a su recompensa.
Entonces
en esa estrategia de primero concentrarse en nuestra propia evolución, existen
esas dos vertientes.
Y
el maestro Pastor explicó que el sendero evolutivo más rápido es el del
servicio, en donde uno deja de concentrarse en nuestra propia evolución para ponerse
a trabajar sobre todo en la evolución de los demás, poniendo nuestros
esfuerzos principalmente en las otras personas para ayudarlas a avanzar más rápidamente
en su propia evolución, aunque eso implique que ya no dispongamos de tiempo para nosotros.
Así
que como ustedes mismos lo pueden constatar, existen varias maneras de llevar a
cabo este asunto.