Cuando le preguntaron
al maestro Pastor:
Que la vida continúa
en otro nivel de existencia después de la muerte, eso ya nos parece obvio, pero
¿cómo entender la reencarnación? ¿Quién o qué es lo que reencarna? ¿Qué parte de nosotros, qué conciencia? ¿Cómo podemos entender mejor este aspecto de la vida y de
la evolución?
A lo que el maestro
respondió:
« La
pregunta que me hacen hoy por consiguiente se relaciona con la reencarnación y
los diferentes planos de conciencia, ya que de hecho la pregunta más relevante
que se ha citado es: ¿qué parte se reencarna? ¿Qué plano de conciencia
reencarna?
Porque si bien es cierto que el
individuo está formado por una multitud de planos, sub-planos o estados de
conciencia, no todos estos planos se reencarnan con cada nueva reencarnación en
la tierra.
Ustedes tienen que ver la reencarnación
un poco como una semilla que a medida que pasan los días, da una flor. Y al
morir esta flor se marchita, pero no son los pétalos los que se llevan a otra
dimensión invisible y luego se restauran nuevamente en un plano visible.
No, porque la nueva flor va a
formarse a partir de una nueva semilla. Entonces lo que se extrae de esta flor
es la sustancia, es su fragancia. Y todos ustedes saben que esotéricamente el
perfume solo es una vibración y nada más que una vibración, una longitud de
onda. Entonces lo que se extrae de las experiencias de la vida es una
sustancia, una vibración, que los religiosos llaman el alma, y que
los ocultistas llaman el Ego reencarnante.
Y a medida que se crean experiencias
en la vida física, esta sustancia, que es al mismo tiempo un puente, o en otras
palabras el Antakarana. Y por lo tanto el Antakarana no es más que el alma que
se ilumina cada vez más y se alinea con los valores espirituales de la mónada, a
la cual también se le llama la chispa divina.
Verán, cuando se habla de
reencarnación, se requiere disociar al ser humano en tres partes:
- La chispa divina o mónada.
- El instrumento físico que es la
personalidad.
- Y entre los dos, está el vínculo que
permite extraer la sustancia de las experiencias de la vida terrestre para
alcanzar la chispa divina, y esa es el alma humana.
(Nota: usando la estructura
septenaria enseñada por la teosofía:
- La mónada es Atma-Buddhi,
- El alma humana es Manas, y
- La personalidad es el cuaternario
inferior, compuesto por el cuerpo del deseo, el cuerpo energético, el cuerpo
astral y el cuerpo físico. Y dado que el cuaternario inferior es mortal, debe de
reconstruirse con cada nueva reencarnación.)
Y así, lo que reencarna es esta
sustancia formada por todas las experiencias que han tenido en vuestra vida
pasada, por todos vuestros fracasos pero también todos vuestros éxitos, y de la
forma en que han logrado superar un complejo para convertirlo en una cualidad, o
rebasar un trauma para convertirlo en una fuerza que les permita superarse y
sublimarse cada vez más. Y es así como el plano físico, por quintaesencia,
logra ascender y unirse el plano divino.
Si no hubiera creación de esta
sustancia, entonces la reencarnación no tendría sentido y la evolución cósmica
no podría tener lugar. Por lo que la reencarnación consiste justamente en
enseñarle a esta sustancia a redescubrir su mundo original y ascender hacia su
vibración prístina.
Pero para encontrar su vibración inicial,
la substancia debe limpiar sus notas de base, un poco como un músico cuando
busca afinar su instrumento musical. Y a medida que el humano llega a afinar
cada vez más su instrumento, encontrando la longitud correcta para cada cuerda,
entonces él se alinea con el rango de las notas cósmicas. Y esto es lo que el humano
debe descubrir.
La reencarnación no es ni un castigo
ni un juego. Dios no se dijo a sí mismo:
« Voy a crear un sistema de evolución que vaya hasta el plano
físico para que ahí el alma se encuentre y para que cada individuo tenga el
placer de tener varios cuerpos. »
No
Todo en la creación tiene una razón
importante de ser, y por lo tanto ustedes no deberían de ver la reencarnación
como el fruto del azar, o el juego de un Dios bromista, o la trampa de
entidades macabras. No. Todo en el Universo existe debido a un equilibrio entre
los diferentes planos. Y es por eso que la palabra clave en el Universo es
armonía. Y la reencarnación tiene como objetivo desarrollar las armonías.
Cuando un humano experimenta sus
primeras reencarnaciones y comienza a caminar un poco por el camino del
conocimiento, ese humano está en el proceso de encontrar la armonía. Y no es
que haya nacido en la desarmonía. Absolutamente no. Pero él nació en la inexistencia.
Además, ¿no está escrito en la
Biblia que la luz surgió de la oscuridad?
Debemos pensar en esta frase para
comprender la evolución del hombre y la razón de la reencarnación. Pero la
reencarnación no solo del ser humano, sino también de todo lo que existe en el
Universo, porque todo se perpetúa a través de una forma.
¿Por qué el alma
debe perpetuarse a través de la forma?
Para subir la escalera vibratoria a
medida que avanza, pero un individuo que evoluciona, no evoluciona únicamente
por el placer de volverse a encontrar con Dios, sino que evoluciona sobre todo
para redescubrir las armonías que hay en él, es decir, simplemente el ser
perfecto que él es y que siempre lo ha sido.
Entonces ustedes me van a decir:
¿Pero no tiene
la evolución como propósito volverse a unir con Dios?
Y les responderé que esta forma de pensar
no es incorrecta, pero tampoco es totalmente cierta.
Si ustedes están buscando a Dios, ya
sea a través de la investigación, a través de un mantra, a través de la
meditación y el ascetismo, etc. Ustedes no lo van a encontrar, porque Dios no
se puede encontrar. Dios no es un enigma que buscamos descubrir y develar. NO.
Él no es un ser distante que el hombre debe esforzarse por hallar. No. Él es
una presencia y esa es toda la diferencia.
Y aquí es donde me gustaría aclarar
un punto sobre el enfoque que se hace el discípulo, y es que el discípulo
siempre siente que tiene que ir hacia alguien, que debe ir hacia su alma, que
debe ir hacia su chispa divina, hacia Dios, hacia su Maestro. Siempre debe
moverse hacia un ser. Pero eso no es verdad.
De la misma manera que cuando ustedes
están en vuestro plano físico, bien instalados en un cuerpo físico y la
conciencia muy objetiva activa, ustedes saben muy bien que al mismo tiempo también
viven en un plano emocional y en un plano mental. Y todos estos planos ustedes viven
al mismo tiempo, y no solo la misma experiencia, sino que se impulsan juntos en
todos estos planos para extraer la misma sustancia, y de hecho, concluyen sobre
la experiencia que está teniendo lugar.
Y lo que me gustaría que los
discípulos comprendieran es que quien realmente quiera caminar con un paso
recto, y con una concepción clara y válida, no va hacia Dios, no busca
alcanzarlo, no se esfuerza en la purificación para ir hacia él, para unirse a
él. No. Así no funciona. Sino que es en la suspensión que realmente encontrarán
SU presencia.
Me gustaría que este concepto
entrara en vuestra mente esta noche: Dios NO es un ser, es una presencia, y
esta presencia se encuentra en todas partes incluyendo en vuestro interior.
Y desde el momento en que ustedes
entienden realmente la presencia que hay en ustedes mismos, ya no necesitan
volverse alguien de particular, ya no necesitan efectuar abstinencias o
destacarse espiritualmente para demostrar que usted son algo, o que han llegado
a dominar algún defecto, o que han podido controlar algún problema. No.
El camino del discípulo no es el de
los juegos olímpicos de la espiritualidad. La única proeza que les pedimos (y
esta es obtenida a través de la reencarnación) es que ustedes sean auténticos.
Verán, puede haber seres muy iluminados
y de una gran envergadura espiritual, pero que en un plano físico, por ejemplo,
no conocerán más que la pequeña vida de los insectos que hay en su campo. Y por
lo tanto, tienen que disociar la iluminación espiritual, es decir, la
alineación con el alma, de lo que las iniciaciones traen en un
plano mental. Debido a que es diferente y a menudo el discípulo en su camino,
mezcla los dos conceptos.
Y si bien es cierto que uno debe desarrollar
esos dos aspectos, no es cierto que primero se deba pasar por las iniciaciones
en un plano mental, para luego iluminarse. Sino que de hecho es al revés,
primero se necesita alcanzar la iluminación para luego poder alcanzar la
iniciación
Por ejemplo, se habla mucho sobre la
próxima era de Acuario y del hombre perfecto y de la edad de oro.
¿Pero eso
significa que los hombres del mañana, los niños del mañana serán todos grandes
iniciados?
No
No es en unas pocas décadas que nosotros
vamos a poder iniciar en masa a la mayoría de los humanos, porque siempre
quedarán individuos y grupos étnicos que tendrán sus diferencias.
La iluminación es por lo tanto algo
diferente y es algo accesible para todos, porque no se trata de destacarse
espiritualmente, sino de encontrar la presencia que es Dios y que se encuentra
en todas partes.
Y cuando ustedes se interiorizan lo
suficiente para encontrar esta presencia, entonces pueden comenzar a trabajar
para alcanzar la iniciación. Pero antes de eso, no. Y esta es la razón por la que
muchos discípulos pierden una cantidad de tiempo increíble y que también
pierden la esperanza, porque ellos buscan la iniciación antes de trabajar en su
iluminación.
Y es así como vemos a mucho individuos
en los templos y en las sociedades esotéricas, que están muy preocupados por lo
técnico, por el conocimiento, por el ascetismo. Pero quienes no logran
transmitir su amor, o recibir el amor de los demás, no logran escuchar y
deleitarse con el canto de un pájaro, o dejarse transportar por la música.
¿Por qué?
Porque
simplemente aún ellos no han despertado la vida que está en su interior.
Antes de ser una flecha que sube hacia
el cielo, primero deben de haber encendido todo vuestro ser. Porque de lo
contrario, no hay dinamismo, no hay propulsión, no hay energía. Y es así como
hay discípulos que reclaman y se quejan diciendo:
« Pero cómo es posible que durante tantos años que he
estado haciendo todo lo que se requiere: medito una hora todos los días, hago
el bien lo más posible, trato de contener mi glotonería, trato de no pensar
demasiado en el sexo. ¡Y a pesar de todos mis esfuerzos, no sucede nada! »
Este tipo de discípulo lleva un
registro de todo lo que se les dice que hay que hacer, pero cuando se le
pregunta:
- ¿Ya eres un alma que
sabe vivir?
- ¿Ya eres un alma que
puede inspirar?
- ¿Puedes mirar una
estrella y entender su vibración?
- ¿Puedes mirar a la
luna y dejarte infiltrar por su onda?
- ¿Puedes mirar una
flor y ver en la flor la vibración de lo divino?
- ¿Eres una presencia
que encaja al unísono con todos los otros sonidos del Universo?
Y ahí el discípulo se da cuenta que
el camino de la evolución no es como un simple manual, sino más bien una manera
de ver la vida. Y así el discípulo concluye que el sendero no es tan técnico como
él lo quería y se dice a sí mismo:
« Creo en Dios, creo en la hermandad, creo en los principios
del amor, de la luz y no me pasa nada. Leí muchos libros sobre la luz divina, sobre
lo qué es la luz, y todavía no estoy contento. »
¿Pero qué es la
felicidad?
Si bien es cierto que la felicidad
es la primera búsqueda en esta vida, y lo es porque precisamente es también la
principal preocupación del alma misma. Pero si el alma también intenta
encontrar la felicidad, cuando ella envía este impulso hacia la personalidad,
la personalidad no entiende esa palabra de la misma manera.
¿Qué es la
felicidad para la personalidad?
Para la personalidad, la felicidad
es sentirse bien consigo misma, es una forma de bienestar, es disfrutar de los
placeres que le ofrece la tierra.
Pero para el alma, la felicidad es simplemente
la alineación, no es otra cosa. Es poder canalizar con todas las energías que provienen
de su chispa divina, que provienen del universo, que provienen del egregor al
que el alma está unida, que provienen de su rayo cósmico y del Maestro que vigila
este rayo cósmico.
Y debido a que el alma necesita de
esta alineación para su nacimiento, y por lo tanto debe de estar alineada como
el niño en el útero de la madre, para que al primer impulso pueda surgir. Pues
bien, lo mismo ocurre con el alma, ella necesita estar alineada para poder
nacer y surgir como un ser divino, como un ser cósmico.
Y lo que les falta a los hombres es justamente
este poder para alinearse. Los hombres han olvidado tanto su naturaleza divina,
que para ellos encontrar la alineación requiere de todo un ascetismo, de todo
un programa espiritual. Cuando en realidad es algo tan sencillo y tan simple de
lograr. Pero para los humanos, para ustedes, para nosotros que también hemos
pasado por esa etapa, es todo un trabajo laborioso, y sin embargo solo es una
cuestión de alineamiento.
¿Y qué papel
tiene la encarnación con esta alineación?
Pues bien, la
reencarnación permite que la conciencia encuentre la verdad.
El hombre se encuentra en la
diversidad, en la multiplicidad, en la periferia, en la zona de los opuestos,
entre el calor y el frío, entre el blanco y el negro, entre la vida y la
muerte, entre el bien y el mal, etc.
Y a medida que experimentamos con
estas extremidades, el hombre eventualmente encontrará el centro. Y la
reencarnación es simplemente la libertad de movimiento para que el alma pueda
encontrar su centro.
Entonces, a través de la
reencarnación, las experiencias le darán al alma la posibilidad de encontrar las
realidades divinas, o más exactamente universales, porque para nosotros la
palabra divina tiene una resonancia diferente que para ustedes. Para nosotros
no hay un Dios y luego el hombre que trata de evolucionar y parecerse a él. No.
Este concepto no existe para nosotros.
Según nuestra lógica: o todo es Dios
o nada es Dios. Lo que hace que Dios exista tanto a través de una roca, un
árbol, una flor, como en su emanación divina. Él existe y se revela tanto a
través de estas formas físicas como también en su Cielo (es decir, en su primer
eco). En otras palabras, no hay deificación de Dios, simplemente hay
reconocimiento de lo sagrado en todo lo que existe.
Y esta manera de ver a Dios es muy
diferente de la que predomina actualmente en la Tierra porque ya no nutre la
religión, sino que hace nacer el amor, la tolerancia, la claridad y las armonías,
ya que si en lugar de rezar a un Dios que se encuentra en las profundidades de
los cielos, las personas supieran que todo es sagrado, entonces el dogmatismo
no existiría, ni tampoco muchos de los problemas que ustedes conocen hoy en día.
Por lo tanto sean un poco menos
creyentes pero más conocedores. Y quizás sean un poco más ignorantes sobre las
cosas de Dios, pero mucho más abiertos a la vibración de la vida.
¿Pero qué es vida?
Estoy hablando de la manifestación
de la vida, no estoy hablando de la vida diaria, no estoy hablando de investirse
en los actos diarios. Sino que estoy hablando del surgimiento de la vida, de ese
gran movimiento que es la vida.
Y para saber lo que es ese gran
movimiento que se da en el Universo, pregúntese acerca de esa palabra, la
palabra vida, y por ese mismo hecho ustedes tendrán el verdadero significado de
lo que es la reencarnación.
Porque hay una idea errónea que
quiero combatir acerca de la reencarnación, y es la idea que los humanos viven
la reencarnación como un yugo, y que hay un ángel allá arriba que a tal hora
cósmica saca a la pobre humano de su paraíso celestial y lo avienta de nuevo hacia
la Tierra para que vuelva a reencarnar.
Pero así no es
como funciona la reencarnación. Para nada.
Las armonías son mucho más bellas, y
de este modo se mantiene el orden, debido a la belleza de las armonías, y no
debido a la aplicación rígida de una ley o de un ciclo. Un ciclo no es una ley,
un requerimiento no es una ley, es siempre un despliegue de la vida la que
empuja a ir siempre más lejos y a querer volver a renacer.
(En el Oriente y en la Teosofía a
este deseo por volver a descender para tener más experiencias en la tierra y
que es una de las razones por las que reencarnan las almas se le llama Tanha.)
¿Ustedes me
preguntan qué es la reencarnación?
No busquen más. ¿Para qué se
preguntan qué es la reencarnación?
¿Cuántas veces ya han vivido?
¿Si van a volver a regresar a la Tierra otra vez? ¿Y cuándo será?
En qué momento del recorrido tendrán
que volver a descender en la materia, para luego volver a ascender hacia el
cielo, para luego volver a caer de nuevo, y así incesantemente...
De hecho, todo esto no existe
realmente, porque como todo lo que se mueve en las aguas de la ilusión, en las
aguas de la polaridad, la manera como ustedes perciben el proceso les hace
pensar que es un sube y baja. Pero realmente no es así. Ustedes no van de una
vida a otra, sino de una forma a otra y vuestra vida continúa, simplemente la
conciencia se duerme y se vuelve a despertar. Lo cual es diferente a la idea
que ustedes se hacen de la reencarnación.
Pero eso tampoco quiere decir que la
persona que ustedes fueron en vuestra vida anterior volverá a reencarnar en la
siguiente, porque como se los indiqué al principio del discurso, no es la forma
sino la esencia lo que sobrevive y lo que vuelve a descender a la tierra, para
tomar otra forma.
(Nota: Blavatsky simplifica esto
comparando al humano con un actor, y su reencarnación con el personaje que el
actor interpreta cuando está en la tierra.)
Entonces, aquellos que se dicen a sí
mismos: voy a desarrollar tal y tal sabiduría, tal y tal conocimiento, voy a
aprender muchos idiomas, y aprender muchas ciencias, esperando que de esta
manera, en mi próxima vida ya no tenga que volver a estudiarlas, sino que solo
tendré que despertarlas.
Es correcto,
pero también no es cierto.
Es correcto, ya que todo eso se
convierte en esencia cuando el alma se libera de la forma, y todo entra en la
memoria, exactamente como en una computadora programada.
Pero también no es cierto, porque el
individuo, de hecho, no tiene absolutamente nada que ver con todo eso en el
plano de la iniciación, debido a que eso solo le sirve en el plano físico de la
manifestación. Y dado que su objetivo no es volverse eficiente en la
manifestación, sino en el ámbito del alma, entonces concéntrese más en todo aquello
que puede ayudarlos a desarrollarlos espiritualmente, y no solo
intelectualmente. Busquen adquirir riquezas espirituales, descubran las
armonías, alinéense con vuestra alma, porque eso si se reencarnará.
La reencarnación debe verse como un
viaje y solo así. El espíritu no cambia, siempre es el mismo y siempre ha sido el
mismo desde el primer día que apareció, desde su primer aliento, desde su
primera experiencia en la forma. Pero a través de las reencarnaciones el
espíritu va obteniendo diferentes sustancias.
La evolución debería verse como una
continuación y no como un recorrido en forma de dientes de sierra: un día vivo
y un día muero. En realidad es una continuidad y en esta continuidad hay, en un
momento dado, una experiencia que hace posible extraer esta sustancia.
Entonces, cuando se pregunte acerca
de la reencarnación, pregúntese acerca de su verdadera naturaleza, y entonces
ustedes encontrarán que no podemos hablar realmente de la reencarnación, sino
más bien de la manifestación cíclica del alma en la materia. Pero el término se
usa así hoy en día para facilitar la compresión. No es del todo falso, porque
permite difundir más verdad que ideas falsas. Especialmente porque el individuo
cuando llega a cierto desarrollo espiritual comprende exactamente lo que
significa esta palabra.
Pero como a un nivel más avanzado podemos
hablar de ello con matices, recuerden, que en realidad no hay reencarnación,
hay un espíritu que se manifiesta en el plano físico, y lo que ustedes llaman
reencarnación no tiene realidad además de su verdadera vida.
Y es por eso que incluso en ciertas
partes del mundo, ciertos grupos muy apegados a un conocimiento más verdadero,
llegan incluso a negar la existencia misma de la reencarnación. Pero no es
porque ellos nieguen esta ley como otros niegan a Dios u otras verdades, es
simplemente porque ellos conocen el matiz, y en realidad están luchando contra la
visión errónea que se ha hecho al respecto. »
(Conferencia
del 24.06.87)
OBSERVACIÓN
Es interesante constatar que el
ángel en el libro “La Respuesta del Ángel”,
señaló algo parecido a lo que explicó Pastor, ya que el ángel dijo:
“Renacimiento,
Resurrección, Tinieblas, Muerte, Caída son completamente distintos de los que
ustedes suponen. Y si ustedes elevaran vuestra vista más
arriba, verían que numerosas vidas eso es imposible. La Vida es Una, Indivisible, Eterna.
Pero entre el
nacimiento y la muerte, un velo les oculta la realidad. Nacimiento y muerte no son más que vibraciones. La vida no es dada por piedad, la vida es eterna, pero debido a ese velo,
sus ojos no lo perciben.”
(D79, p.353)