(Las rondas externas son
el recorrido que hacen las Mónadas Atma-Buddhi, hacia su Fuente Creadora entre
dos reencarnaciones.)
Esta información
esotérica se encuentra oculta en la antigua mitología egipcia
« El Libro egipcio de los Muertos da una
lista completa de las “transformaciones” por las que pasa todo difunto, al
despojarse, uno por uno, de todos sus principios (materializados en el libro en
forma de entidades o de cuerpos etéreos, para darle una mayor claridad a su
explicación). »
(Doctrina
Secreta, v. I, p. 227)
Estas
“transformaciones” que señala El Libro
egipcio de los Muertos son semejantes (si no es que idénticas) en
significado al Gilgulim (que es el
concepto cabalístico de la reencarnación). Y para reafirmar este concepto,
Horus (quien es la benigna deidad del inframundo), aquel que escolta las almas
desencarnadas ante el tribunal de Osiris, aboga a favor del postulante (el “Osirificado” o “Osiris-Ani”) con las siguientes palabras:
-
“¡Permite que su alma
descanse entre las estrellas que nunca se ponen!”
Y
si sabemos interpretarlo, vemos que el relato egipcio dice de manera simbólica lo
que enseña la filosofía esotérica.
Y también se
encuentra en la antigua sabiduría latina
Ya
que un conocido epíteto en la antigua Roma transmitía el mismo mensaje:
“DORMIT IN ASTRIS”
(duerme entre las
estrellas)
Y
la filosofía esotérica explica que “el descanso entre las estrellas” se logra
por medio de las rondas externas.
Pero
para explicar ese punto, continuemos con la tradición egipcia:
« Cada
momia desde el momento en que era embalsamada, perdía en un sentido su
individualidad física, debido a que la persona una vez así momificada, ella
simbolizaba a la raza humana.
Colocada
de tal manera, calculado lo mejor posible para ayudar a que saliera el “alma”,
esta última tenía que parar a través de “las siete cámaras planetarias”, antes
de que hiciese su salida a través de la cúspide simbólica.
Cada
cámara tipificaba al mismo tiempo, una de las siete esferas, y uno de los siete
tipos superiores de humanidad físico-espiritual que se suponen están por arriba
del nuestro.
Cada
3’000 años, el alma representativa de su raza, tenía que regresar a su punto
primordial de partida, antes de que pudiera experimentar otra evolución dentro
de una transformación espiritual y física más perfeccionada. »
(Isis
Desvelada, I, 247)
En
otras palabras, la Esencia Mónadica regresa a la Fuente de la que brotó. Y la
cifra de los 3’000 años es el curso de tiempo que los egipcios reservaban para
la estancia en el Sekhem (el Devachan).
La enseñanza de las
rondas externas también se encuentra en los antiguos escritos herméticos
Las
siete cámaras planetarias significan los Siete Planetas Sagrados. Y el “paso”
era logrado de esta manera (usando el modo de descripción empleado en los
escritos Herméticos, en donde “las Siete Zonas” son equivalentes a los siete
planetas sagrados):
« Es
en la Siete Zonas de ascensión post-mortem de los escritos Herméticos, el
“mortal” deja en cada una de ellas, una de sus “Almas” (o Principios), hasta
que habiendo llegado al plano por arriba de todas las zonas, él permanece como “la
gran serpiente sin forma de la sabiduría absoluta” que es la Deidad
misma. »
(DS,
I, 411)
La
“gran serpiente sin forma” es obviamente una figura del lenguaje, porque: ¿cómo
podría el símbolo de una serpiente al mismo tiempo no tener forma?
Pero
con esa descripción, se nos viene a la mente el símbolo de Ananta-Sesha (la serpiente representada en un círculo y mordiendo
su propia cola) la cual representa al Círculo de la Infinitud.
(También conocida
como “Ouroboros”)
La
Mónada logra dar su vuelta, aunque regresando a su Origen. Y las siguientes
palabras muestran que la frase tenía como propósito representar aquello que es
inconcebible o incomprensible; como lo son los términos: Ain, Soph y Parabrahma.
« La
serpiente de siete cabezas tiene más de un significado en las enseñanzas
Arcanas. Es el Draco de siete
cabezas, y cada una de ellas a nivel profano eran una estrella de la Osa Menor,
pero a nivel oculto representa “la Serpiente del Misterio” (es decir aquello
que es inconcebible e incomprensible) y cuyas siete cabezas eran los siete
Logos, o sea los reflejos de la LUZ UNA que es la primera en manifestarse y que
se le conoce en el esoterismo como “El Logos Universal” (o sea el Dios Creador:
Brahma). »
(DS,
I, 411)
(El
Dios Creador y sus siete energías primordiales las explico en este capítulo y
les recomiendo que lo lean para que comprendan el concepto del Logos Universal
y sus Siete Regidores: los siete rayos: introducción)
“El
Logos Universal” o “el Divino Adi-Buddhi”, “la primera Luz Manifestada”, o “Daivîprakriti”, y sus siete reflejos, o
sea “los Siete Logos” o “los siete Hijos de la Luz”, son todos referidos en
este pasaje significativo:
« La
Mónada divina puramente Adi-Buddhica se manifiesta en las enseñanzas budistas como
“la Buddhi Universal” (Mahâ-Buddhi o Mahat en las filosofías hindúes) y es la
raíz espiritual omnisciente y omnipotente de la Inteligencia Divina, es la Anima
Mundi Suprema o El Logos Universal.
Esta
inteligencia divina desciende “como una llama esparciéndose desde el Fuego
eterno, inmóvil, sin incremento o decremento, siempre siendo el mismo hasta el
final” del circulo de existencia y se convierte en Vida universal sobre el
Plano Mundano. Y desde ese plano de vida consciente, brotan como siete flamas
ígneas: los Siete Hijos de la Luz (los Logos de la Vida). »
(DS,
I, 572)
La enseñanza de las rondas
externas también se encuentra oculta en la mitología del Medio Oriente
Las
obras herméticas no eran las únicas que hacían referencia a las vueltas de la Mónada,
la cual se detiene a descansar en cada una de las Siete Zonas, dejando su
“Alma” apropiada en cada una de ellas, Y siempre girando hasta alcanzar el
pináculo (que es el plano de existencia que se encuentra por arriba de todas
las zonas y que es su Fuente progenitora).
Una
corroboración de lo anterior la encontramos en la antigua sabiduría de los
caldeos. En un texto que ha llegado hasta nosotros por el descubrimiento de
algunas tabletas asirias.
En
este fragmento aparece la historia mitológica asirio babilónica de Ishtar (la
diosa del amor y la belleza) en donde narra su amor por Tammuz. Pero es
evidente que estas historias acerca de deidades, son cuentos que se daban al
vulgo, y que el significado subyacente de esas fabulas, se comunicaba solamente
a aquellos que habían sido iniciados a los misterios de la Vida y la Muerte.
De
este modo la historia de Ishtar tiene un significado esotérico obvio, el cual
es fácilmente discernible si se sabe interpretar la fabula, y ese significado esotérico
es completamente diferente del significado estacional del “regreso de la
Primavera” que normalmente se le atribuye a esa leyenda.
Y
para mostrárselos, a continuación les resumo la historia de Ishtar:
La
diosa Ishtar se encontraba postrada por la pena, debido a la muerte de su amado
Tammuz, pero determinada a no rendirse, decide descender al Aralu (el mundo de
los muertos), para implorarle allí al Señor del Inframundo que permita a su
amado regresar al reino de los vivos.
Porque
como Virgilio lo expresa:
Facilis descensus Averni
Noctes atque dies patet atri janua Ditis
Que
traducido al español dice:
El descenso al
inframundo es fácil, ya que el portal de DIS (el dios del inframundo) está
abierto noche y día.
Pero
al entrar al mundo de los muertos, la diosa descubre que el Aralu está dividido
en siete zonas o esferas, y a la entrada de cada esfera se encuentra un guardián
vigilando la entrada.
Y
el primer guardián aunque impresionado por su belleza y semblante real, detiene
a Ishtar y le pide que deje uno de sus ornamentos, diciéndole que ella no puede
aparecer ante el monarca de su dominio con ninguna prenda o adorno terrestre.
Después de lo cual, la deidad le entrega al guardián su corona real.
También
es incomodada por el custodio de la segunda esfera, y la diosa le entrega sus
aretes. Luego detenida a la entrada de la tercera esfera, su collar apacigua al
ceñudo vigilante. Ishtar se apresura hacia la cuarta esfera convenciendo al
centinela que la deje pasar, dejándole sus brazaletes. Y luego atajada en su
viaje por el custodio de la quinta esfera, la diosa le entrega su cinto que
contiene muchas piedras preciosas.
Ishtar
se apresura hacia la sexta zona, pero el vigilante de la sexta esfera hace que
la diosa se demore mientras él espera recibir las lentejuelas que adornaban sus
pies y sus manos.
Y
ahora solo le quedaba una prenda a la deidad y una zona final por entrar, por
lo que sin vacilar ella arroja su velo al protector de la séptima esfera.
Sin
embargo, mucho más hermosa que sus adornos era el esplendor que rodeaba a
Ishtar. Esto fue tanto así, que ella ganó la aprobación del gobernante del Aralu,
el cual le concedió a la diosa su petición y le permitió llevar con ella a su
amado Tammuz de regreso a la tierra de los vivos.
Y
en su viaje de regreso, la deidad se detiene a la entrada de cada una de las
sietes esferas, pero esta vez para recuperar sus adornos.
Del
protector de la séptima esfera ella recibe su velo, De la sexta zona, el
vigilante le regresa sus lentejuelas de sus pies y de sus manos. El custodio de
la quinta esfera estuvo un poco renuente para desprenderse del cinto con las
muchas piedras preciosas (y no pudo contenerse en admirar a Ishtar). En cambio
en la cuarta esfera, el centinela estaba listo para regresarle sus brazaletes,
ni tampoco estuvo menos lento el tercer guardián en devolverle su collar. El
segundo custodio tenía a la mano sus aretes y el guardián del primer portal le
entregó de vuelta a Ishtar su última posesión: su corona.
Y
habiendo recogido en cada una de las siete esferas aquello que le pertenecía,
la diosa de la belleza estaba lista para volver una vez más a la Tierra.
Es
evidente que la hermosa diosa representa a la Mónada realizando su viaje
cíclico de, y hacia la Luz Infinita. Y en su camino hacia su origen, la Mónada
deja en cada una de las siete esferas (los Siete Planetas Sagrados) su vestidura
apropiada. Y luego en su viaje de regreso de la Luz Infinita, la Mónada recoge
las vestiduras que había dejado previamente.
La enseñanza de las
rondas externas también se encuentra oculta en la antigua literatura griega
En
los fragmentos conocidos como “Los Himnos
Órficos” que han llegado hasta nuestros días desde el ciclo literario de la
antigua Grecia, se describe el viaje cíclico que el alma realiza durante los
estados después de la muerte.
Y
así dicen:
Después
de sumergirse en el Rio de Lete (el
rio del olvido), el alma (pero en realidad es la Mónada) visita las mansiones
de las siguientes deidades: Hermes, Afrodita, Ares, Semele, Febo, Zeus y Kronos.
(Estas
deidades están asociadas con lo que se conoce en la mitología griega como: “las Mansiones
de la Vida”, y si les pongo los nombres de las deidades romanas correspondientes
a esas deidades griegas, van a comprender rápidamente el simbolismo.
Se
trata de:
-
Mercurio,
Venus, Marte, Diana (La Luna), Apolo (El Sol), Júpiter y Saturno.
Y
como pueden ver, los textos órficos se están refiriendo a lo que en el
esoterismo se les conoce como “Los Siete Planetas Sagrados” y que son los
canales por donde las siete energías primordiales de la Creación dan vida al sistema solar.
El
asunto lo detallo más en este capítulo: link)
Luego,
los textos órficos dicen que antes de regresar a la Tierra, el alma se sumerge
nuevamente en el Rio Lete y es por
eso que se olvida de todo recuerdo de su viaje.
Y
las mansiones de las deidades estaban todas bajo la guía de Rectores (tal como
lo están también en las obras de Hermes Trimegistro).
Y
es por eso que Blavatsky señala que:
« Todos
los autores y filósofos clásicos que han tratado el tema, repiten lo que dijo
Hermes Trimegistro: que los siete
rectores de los planetas sagrados (los siete Logos planetarios) eran socios y
colaboradores del TODO y DESCONOCIDO (Parabrahma) el cual es representado por
el Dios Creador (Brahma) y es comisionado para contener dentro del Cosmos, a
nuestro mundo planetario – dentro de siete círculos.
Esta
enseñanza esotérica dada por Hermes, era la que anteriormente había sido
enseñada por Pitágoras y Orfeo. Y es llamada por el filosofo Procleo: “La Doctrina
dada por Dios”.
Procleo
también dice que las enseñanzas de Orfeo (que era un indio y que vino de la
India) fueron el origen del sistema que posteriormente se promulgó. “Lo que
Orfeo comunicó en alegorías ocultas, Pitágoras lo aprendió cuando fue iniciado
en los misterios órficos, y Platón luego recibió un conocimiento perfecto de
ellos a partir de los escritos órficos y pitagóricos”. »
(Collected
Writings, v. XIV, p. 330 y 308)
La enseñanza de las
rondas externas también se encuentra inscrita dentro de la enseñanza gnóstica
Y
es más que probable que las antiguas escuelas Gnósticas hayan incorporado
dentro de sus sistemas de teogonía (que es el estudio sobre la Divinidad) las
ideas contenidas en los Himnos Órficos.
Esto
lo afirma Blavatsky:
« El
origen planetario de la Mónada y de sus facultades fue enseñado por los
Gnósticos. Ellos enseñaron que en su camino desde la Tierra, así como en su
camino de regreso a la Tierra, cada Mónada nacida de la “Luz Infinita” (Dios)
tiene que pasar a través de las siete regiones planetarias en ambos sentidos. »
(DS,
I, 577)
Y aunque les parezca increíble
la enseñanza de las rondas externas también se encuentra inscrita dentro del
cristianismo antiguo
Y
el Padre del cristianismo Orígenes (quien junto con San Agustín y Santo Tomás
fue uno de los tres pilares de la teología cristiana) testifica el hecho de que
ellos también consideraban a los Rectores de los siete planetas sagrados en el
cristianismo antiguo, denominándolos:
- Adonai para el Sol
- Iao para la Luna
- Eloi para Júpiter
- Sabao para Marte
- Orai para Venus
- Astafai para Mercurio
- Ildabaoth para Saturno
(Esto
se encuentra en su libro Contra Celsum,
tomo VI, p. 24-33 y es una prueba que demuestra que el cristianismo se formó en
gran medida a partir de las enseñanzas espirituales, esotéricas y religiosas
que había en el pasado.
Así
es que los fanáticos religiosos que repudian todas esas antiguas enseñanzas pretendiendo
que son opuestas a lo que predica el cristianismo, deberían de mostrar un poco
de humildad.)
La Mónada de regreso continúa
con su ciclo de reencarnaciones
Habiendo
llevado a cabo su viaje cíclico desde y hacia la Luz Infinita por medio de las
rondas externas, la Mónada continúa su viaje por medio de las rondas internas
(que es el ciclo de las reencarnaciones). Y coincidentemente con esa vuelta, a
medida que el Arco descendente de las rondas internas está siendo efectuado, el
dichoso estado devachanico en el que se encuentra el Ego Reencarnante (Manas
superior) toma gradualmente las imágenes de los lugares en donde tales visiones
beatificas hayan sido experimentadas.
Luego
también, la gran fuerza de atracción de Tanhâ
(que es el deseo de experimentar la vida física) comienza a imponerse.
Tanhâ
es la forma pâli de la palabra sanscrita Trishnâ,
siendo esta una derivación de la raíz verbal trish que significa: “tener sed de algo”. De aquí que generalmente
se le traduzca como “sed de vida” o “deseo por experimentar de nuevo la vida en la
Tierra”
(Ya que el humano permanece dormido mientras que se encuentra en el Devachan, y por consiguiente para poder experimentar más, necesita descender de nuevo a la Tierra.)
Trishnâ
está enumerada como una de las doce Nidânas
(causa generada en la vida anterior). Sin embargo, Trishnâ también está íntimamente asociada con Upâdâna a la cual hace surgir.
Upâdâna
es una palabra derivada de la raíz verbal upâdâ
que en sanscrito significa: “agarrar” o “apropiarse”. De ahí que generalmente
se traduzca como “apegarse a la vida terrestre”. Y por consiguiente Upâdâna puede considerase como la
realización de Trishnâ (o sea la
consumación del deseo de vivir en la Tierra).
Y
en caso de que los deseos materiales y terrestres hayan sido factores
importantes durante su vida anterior, esas tendencias ejercen una poderosa
energía para que termine el interludio devachanico y por lo tanto como Blavatsky
lo expresa en un comentario:
« El
Ego Espiritual tiene que volver a visitar antes de que encarne en un nuevo
cuerpo, las escenas que dejó en su última vida. Tiene que ver por sí
mismo y conocer todos los efectos producidos por las causas (las Nidânas) generadas por sus acciones
en sus vidas anteriores, y al verlas puede reconocer la justicia del decreto y
ayudar así a la ley de retribución (el
Karma) en vez de obstaculizarla. »
(CW,
VII, 113)
“Reconocer
la justicia del decreto” implica para el humano, una visión previa de la vida
en la que se va a reencarnar, y así poder constatar que lo que le va a suceder
ha sido en gran medida puesto en movimiento por él mismo, a través de sus actos
cometidos en sus vidas anteriores. Y permitiendo así a “la ley de retribución”
que lleve a cabo los ajustes necesarios.
Y
el “volver a visitar” por parte del Ego Espiritual consiste en una revisión de
los incidentes que ocurrieron en su vida pasada.
(Así
como antes de fallecer, el humano ve toda su vida pasar. De la misma manera
antes de volver a reencarnar, el humano vuelve a ver su vida anterior y también a grandes rasgos ve la nueva vida física que va a tener.)
Y
cuando esta repetición de la visión panorámica se produce, se puede decir que
el descanso devachanico está llegando a su fin y que el proceso de
reencarnación comienza a establecerse con fuerza. Y al final de esa visión del repaso
de su vida pasada y de su vida futura, el Ego Reencarnante es atraído
definitivamente hacia la Tierra para llevar a cabo un nuevo paso en su
evolución.
(Texto
traducido de su libro El Plan Divino,
capítulo X)