El primer presidente
de la Sociedad Teosófica puso en este texto un compendio de todo lo que él investigó
sobre este asunto:
« De todas las formas de interacción que existen entre los
muertos y los vivos, la del vampiro es la más repugnante. Y los horribles
efectos fisiológicos que siguen después del entierro de un cadáver sin duda han
tenido mucho que ver con crear el sentimiento de terror que se asocia con la
idea de este regreso de los muertos para depredar a los vivos.
Y este es otro argumento más a favor
de la cremación, ya que no hay vampiros humanos donde se queman a los cadáveres.
Por ejemplo en la India no oímos hablar de vampiros hindúes, y cuando ocurren
tales casos, resulta que el individuo es
un musulmán, o un cristiano, o un judío fallecido, cuyo cuerpo ha sido
enterrado.
Por ejemplo hace algunos años la
abuela del señor Gopalacharlu tenía una vecina, una mujer hindú que se decía
que estaba siendo agobiada por un demonio (pisacha)
ya que durante aproximadamente un año, cada mañana al despertar ella se
encontraba privada de toda fuerza, pálida y anémica. Quedó dos veces embarazada
y en las dos ocasiones tuvo abortos espontáneos. Finalmente recurrió a un mantriki,
o sea un exorcista musulmán quien
por medio de sus artes ocultas descubrió que la entidad acechadora era un
hombre fallecido de su propia religión.
El exorcista fue en secreto al lugar
donde estaba enterrado el sospechoso y al abrir su tumba encontró el cadáver en
buenas condiciones, le hizo un corte en la mano cerca del pulgar y descubrió
que emanaba sangre fresca de la herida. Entonces realizó los ritos
conciliatorios habituales, recitó sus mantras y alejó al fantasma de su víctima
y lo devolvió a la tumba. La mujer se recuperó y ese espectro no volvió a visitar
a ninguna nueva víctima.
No conozco la derivación de la
palabra vampiro. En español y en italiano se escribe vampiro; en inglés,
en francés, en alemán y danés se escribe vampire;
en serbio wampire, wampira, wukodlak; en valaco murony; en turco massacet; en el griego moderno bronkolakas;
en polaco upior; en eslavo upir; en ruso googooka.
La Enciclopedia Americana
lo define como “una criatura imaginaria”, pero el piadoso escritor
benedictino Dom Calmet lo describe como “un individuo que lleva ya un cierto
tiempo muerto, a veces más, a veces menos, y que sale de su sepulcro para lastimar
a los vivos, apareciéndose ante ellos, haciendo ruido en sus puertas y en sus
casas, chupando su sangre, y muchas veces provocando su muerte”.
Testimonios
Por lo general los testigos informan
que los vampiros visitan a sus familiares y a quienes se encuentran en la flor
de la vida y en plena salud y vigor. Y al leer sobre este tema espantoso, me ha
sorprendido la aparente sustanciación de ciertos hechos, a saber:
1. El vampiro ataca a personas robustas.
2. Los signos de la victima son invariablemente postración
nerviosa y anemia, y por lo general un leve pinchazo sobre la vena yugular.
3. El cadáver del presunto vampiro, cuando se examina, parece estar
bien nutrido y presenta la apariencia de estar en un sueño cataléptico en lugar
de estar muerto.
4. Si una estaca puntiaguda o un arma atraviesan su corazón, el
cadáver grita y a menudo se retuerce.
5. Si el cadáver es incinerado, el vampiro deja de molestar y no
he encontrado ninguna excepción en este aspecto.
Todos estos son indicios de que
nuestro problema no tiene que ver con una persona muerta, sino con una persona
medio muerta, o sea que el difunto se encuentra en un estado de catalepsia o
alguna otra forma de animación suspendida, mientras que su contraparte fantasmal
se le aparece a los vivos y les chupa su vida, crea ruidos y otros fenómenos
dentro y alrededor de las casas, pero luego desaparece cuando se quema el
cadáver, esa es su forma astral, no es una forma física sino su “doble”, el “doppelgänger”, el “perisprit”, el espectro
que queda existiendo cerca de la tumba, llámenlo como quieran.
El vampiro entonces está compuesto por
dos elementos: el cadáver inerte y el doble astral que se proyecta, y es por lo
tanto un tema apropiado para la investigación científica, no es una fábula de
la imaginación humana.
Y para llevar a cabo esta
investigación, la primera etapa consiste en la verificación de la existencia de
un doble astral en el humano que sea capaz de ser proyectado desde el cuerpo
del hombre vivo. Y esto se encuentra en línea con la investigación seguida por el
científico Adolphe D'Assier en su libro “Humanidad póstuma”, la cual es un
obra muy interesante que deberían estudiar todos los que deseen conocer las
evidencias obtenidas y las deducciones efectuadas por este hombre de ciencia
positivista.
Pero antes de mencionar sus
explicaciones, sería bueno conocer un poco más de la masa de hechos
disponibles. La literatura sobre vampirismo es extensa y copiosa, y cubre los
registros de muchos países y épocas.
En cuanto a los testigos, su cantidad
es legión, y en cuanto a su confiabilidad, lo único que se puede decir es que
en casi todos los casos en que intervinieron las autoridades eclesiásticas o
políticas, se llevó a cabo una investigación al menos bajo las formas de la
ley, y se atestiguó la muerte de las víctimas, y se abrieron sus tumbas y las
de los presuntos vampiros, y se reconoció el estado fresco y rubicundo de los
cadáveres de estos últimos, el chorro de sangre fresca de ellos, y los gritos u
otros signos de recuperación física momentánea cuando la estaca puntiaguda o la
espada del verdugo atravesaban su corazón. Todo esto se puso en los registros.
Y si vamos a abrir una investigación
científica, pero violando el propio canon de la ciencia de que la evidencia
corroborativa de la probabilidad no puede dejarse de lado, sino que debe de mantenerse
como teoría no probada a la espera del veredicto final, entonces es un desperdicio
de energía emprender esta investigación.
Porque hay quienes inmediatamente catalogan
todo testimonio con respecto a la brujería y la hechicería como necesariamente
falso y pueril, y tal ha sido el destino del espiritismo moderno, el
mesmerismo, la psicometría y varias otras ramas del ocultismo. Pero los tiempos
están cambiando y los hombres cambian con ellos.
El espiritismo ha sobrevivido a sus
mil "colapsos finales", la psicometría se ha afianzado, la
reivindicación de Reichenbach ha comenzado, el mesmerismo es más fuerte ahora porque
ya se apoya sobre una base más científica que nunca, la magia y la hechicería
se discuten como fases pensables de la psicología práctica, y la teosofía, ese
disolvente universal de misterios y madre nodriza de todas las ramas de la ciencia
psíquica, ha ganado cada año cincuenta veces la influencia que jamás haya
perdido por los ataques más amargos de sus más maliciosos enemigos.
Entonces podemos aventurarnos con
seguridad a discutir tranquilamente el vampirismo como uno de los fenómenos paranormales.
Observaciones
Observo al comienzo dos puntos, uno
es que los investigadores más incrédulos admiten que los cuerpos
exhumados han sido, o pueden haber sido encontrados en un estado preservado, pero
ellos atribuyen eso a la propiedad conservadora del suelo o a que el individuo
fue enterrado vivo. En cuanto a la aparición de su espectro y la vampirización
que hace de los vivos, todo eso lo descartan con la burla de la negación y la
acusación de falsificación o delirio por parte de los testigos.
Sin embargo en el Oriente se ha
demostrado que un yogui o un faquir pueden ser resucitado después de una inhumación
durante varias semanas. Y el sorprendente caso de Ranjit Singh en Lahore es
histórico y está perfectamente atestiguado por Sir Claude Wade, el Dr.
Macgregor y otros testigos presenciales irreprochables. Por lo tanto, es
posible que un hombre aparentemente muerto pueda ser enterrado por un tiempo indefinido
sin que se extinga su vida, pero a condición que la persona permanezca durante
ese tiempo en un misterioso estado de hibernación humana conocido en el Oriente
como Samadhi.
Este es un estado en donde los
pulmones no necesitan aire porque la respiración se suspende, y el corazón no
impulsa sangre a través de las arterias porque el reloj humano se ha detenido.
Por lo tanto el cuerpo del vampiro puede permanecer fresco y sonrosado en la
tumba, siempre que pueda atraer nutrientes para contrarrestar la perdida que se
produce mediante acciones químicas y más sutiles que operan sobre el cuerpo,
incluso en Samadhi.
El yogui de Lahore quedó reducido a
un esqueleto cuando fue exhumado, aunque no había tenido la oportunidad de
respirar durante las seis semanas completas de su inhumación. Y en el caso del
vampirismo que les mencioné arriba, esta frescura y plenitud pletórica de los
vasos sanguíneos existió después de casi un año de permanencia del cadáver en
la tumba.
Esto en condiciones normales es
antinatural y la teoría de la catalepsia común no se aplica. Entonces de dónde derivó
el nutrimento de su cuerpo si no es de la pobre mujer hindú cuya sangre había
sido extraída y la fuerza nerviosa completamente drenada durante ese mismo
período. Y la mujer solo recuperó su salud después de que la poderosa voluntad
del mantriki y su ritual ceremonial habían condujo al horrible fantasma
a su tumba para que se pudriera con su cadáver.
En la traducción que hice del libro
de D'Assier, cito en la página 274 el diagnóstico que hace Éliphas Lévi sobre
los vampiros en su libro “Dogma y Ritual” y que es el siguiente:
« Después de la muerte, el espíritu que animó al hombre
regresa al cielo y deja en la tierra a dos cadáveres, uno es de materia y el
otro es astral; el uno yace inerte en la tumba, mientras que el otro todavía permanece
animado por el movimiento universal del alma del mundo, pero está predestinado
a morir lentamente, absorbido por los poderes astrales que lo produjeron.
Y cuando un hombre ha vivido una
vida decente, su cadáver astral se desintegra rápidamente; pero si el hombre ha
vivido en el vicio y el crimen, entonces su cadáver astral busca aún los
objetos de sus pasiones y anhela reanudar la vida terrenal. »
Durante la vida es el cuerpo físico el
que nutre al cuerpo astral, pero en el caso de los vampiros, este proceso se
invierte ya que el cadáver al estar confinado en su ataúd y en un estado de profunda
hibernación, no puede cativarse; mientras que su doble astral siendo una
entidad de la "cuarta dimensión", por lo tanto no está impedida por
ningún ataúd, la tumba o el suelo de la tumba, y es libre de moverse en busca
de nutrientes (usualmente vampirizando la energía de vitalidad que hay en la sangre)
y de transmitirla por infusión psíquica hacia su cuerpo físico, convertido
ahora en un mero apoyo para poder seguir manteniendo su existencia en esas
condiciones.
Casos ingleses
El Dr. Scoffern, autor del libro “Hojas perdidas de la ciencia y el folklore” cita
en la página 353 a Newbridge, quien fue una autoridad inglesa del siglo XII y quien
mencionó el caso de un hombre de Bucks que se apareció corporalmente a su
esposa y a otras personas después de haber muerto y que comenzó a realizar
granujadas, pero cuyo fantasma se apaciguó cuando el obispo de Lincoln depositó
sobre el cadáver desenterrado una forma escrita de absolución.
Otro caso fue el de un vampiro en
Berwick, cuyas visitas nocturnas solo cesaron cuando le perforaron el costado
con una estaca afilada, le extrajeron el corazón, le cortaron el cuerpo y lo
incineraron.
Los antiguos romanos afirmaron que
"los cadáveres de ciertas personas estaban sujetos a ser sacados de sus
tumbas por hechiceros, a menos que se hubiera realizado un incremento o se
hubiera producido realmente una descomposición". Y el poeta Lucano pone en
boca de una hechicera una orden a un espíritu invocado que apoya esta idea.
El Dr. Scoffern señala que “no se
dispone de información auténtica relativa a la forma en que los vampiros abandonan sus tumbas, o la forma en
que vuelven a la misma” (p.
356). Pero esto solo muestra que él no sabe nada de ocultismo y como las formas
astrales pueden volverse tan sólidas que pueden ser vistas y tocadas, pero
luego pueden desvanecerse ante los ojos de uno.
Y de igual manera el espectro astral
del vampiro sale de la tumba como una forma sutil e impalpable, pero luego
puede "materializarse" estando ya afuera cuando la atmósfera es favorecedora
y las condiciones psíquicas existentes se lo permiten.
El Dr. Scoffern concluye su capítulo
sobre vampiros con la afirmación de que la tradición señala que dos recursos
son eficaces para detener los estragos de un vampiro, a saber, hacer que
se golpee la tumba con una ramita de avellano, siendo el operador una virgen de
no menos de veinticinco años. Y la otra es sacar el cuerpo y quemarlo.
Y el Dr. Scoffern comenta con desdén:
- "Por alguna razón inexplicable, el remedio del cremación
se practica se practica mucho más seguido y en las tierras donde los vampiros
abundan más".
Pero siendo él un médico que
evidentemente ignora la existencia de la contraparte astral del cuerpo físico,
no comprende por qué la cremación se considera el único remedio eficaz contra
el vampirismo.
El escrito escocés James Grant, en
su libro “Misterios de todas las naciones” (p. 289), dice que la
creencia popular era que el vampirismo era transmisible, como una especie de
microbio moral, convirtiendo a la víctima también en vampiro después de su
muerte bajo el impulso de una predisposición transmitida. Y esta creencia generó
mucha preocupación en la gente "ya que nadie sabía cuándo podría ser
mordido por uno de estos odiados demonios y por lo tanto transformarse en un
vampiro".
Y confiesa que: “Los hombres de ciencia dieron testimonio a
favor del vampirismo con esta aparente capacidad de transmisión”.
¿Entonces por qué objetar a nuestros contemporáneos
científicos que reanuden un estudio que ha sido temporalmente arrinconado por
las ásperas manos de nuestros adversarios materialistas?
Casos húngaros
El Dr. Ennemoser en su libro “Historia
de la magia” (vol. 2, p.479) da dos relatos autenticados del vampirismo que
sucedieron en Hungría.
1) En el primero, el alguacil de
Kisilova presentó un informe al tribunal de Belgrado en donde señala que envió
a la aldea a dos oficiales y al verdugo para investigar el asunto. Y también
acudió expresamente un oficial imperial para ser testigo de la circunstancia.
Se abrieron varias tumbas de los que
habían estado muertos desde hace seis semanas y se encontró el cadáver de un
anciano de sesenta y dos años “con los ojos abiertos, de buen color, en un
estado bien preservado, sin embargo inmóvil como si estuviera muerto. El
verdugo le clavó una estaca en el corazón y luego levantaron una fogata y
redujeron el cadáver a cenizas".
El difunto se había aparecido en la
noche a su hijo tres días después de su funeral y había pedido comida la cual
ingirió y luego desapareció; la segunda noche después de haber aparecido de
nuevo, y el hijo fue encontrado muerto en su cama. Y ese mismo día, otras cinco
o seis personas enfermaron repentinamente en la aldea y murieron una tras otra
en pocos días.
2) La otra narrativa del Dr.
Ennemoser se relaciona con un caso grave de vampirismo que sucedió en otro
cantón húngaro. Un hombre muerto llamado Arnald Paul, que anteriormente había
sido atormentado por un vampiro turco, se convirtió él mismo en vampiro, y al
trigésimo día después de su muerte vampirizó y mató a cuatro personas, y al
cuadragésimo día su cuerpo fue exhumado.
Su cuerpo estaba rojo, su cabello,
uñas y barba habían vuelto a crecer, y sus venas estaban repletas de sangre fluida,
que fluía (¿rezumaba?) de todas las partes de su cuerpo sobre la sábana
enrollada que lo rodeaba.
El Hadnagi, o baillie de la aldea,
en cuya presencia tuvo lugar la exhumación y que era un experto en vampirismo,
clavó una estaca muy afilada en el corazón del difunto y lo hizo tan
fuertemente que atravesó su cuerpo, y al hacerlo escucharon proferir un alarido
espantoso, como si el cadáver estuviera vivo; y una vez hecho eso, le cortaron
la cabeza y quemaron todo el cuerpo.
Y también incineraron cuatro cuerpos
de otras personas que habían muerto por causa de ese vampiro. Sin embargo estas
precauciones no sirvieron porque tres años después, en el espacio de tres
meses, diecisiete personas de la misma aldea y de ambos sexos y de todas las
edades, fueron víctimas del vampirismo.
Una investigación minuciosa fue realizada
por varios médicos y cirujanos sobre esta supervivencia sin precedentes del
flagelo tras el recurso a la cremación, y arrojó el hecho significativo de que
el vampiro Arnald Paul no solo había chupado hasta la muerte a seres humanos,
sino también a varios bueyes que personas vivas posteriormente habían comido y
probablemente eso les había facilitado a que también se transformaran en
vampiros después de su muerte.
Entonces parece que la tendencia
vampírica, al igual que la rabia, puede transmitirse hacia otras personas no
tocadas por el primer vampiro a través de bacilos alimentados en los cuerpos de
los animales, cuando luego personas comen la carne de esa bestia que ha sido
vampirizada. Y experimentos recientes en los hospitales de París para curar la
parálisis por transmisión en una forma modificada a través del cuerpo de una
tercera persona, parecen arrojar algo de luz sobre la parte psíquica de este asunto.
Éliphas Lévi le puso al vampiro el
título muy expresivo de ser “el sonámbulo de la tumba” ya que ciertamente el
caso de Arnald Paul tiene toda la apariencia de haber actuado de manera sonámbula.
Y Éliphas Levi afirma además (ver Historia de la Magia, p.513) que una
persona de mente y cuerpo sano no tiene por qué ser víctima de un vampiro si
durante su vida no se ha abandonado en cuerpo y alma por alguna complicidad en
un crimen o alguna pasión sin ley.
La regla siempre sostiene que los
puros de mente, corazón y cuerpo están más allá del alcance de toda especie de
influencia magnética maligna, ya sea producida por un mago negro o un vampiro;
siempre debe haber una articulación en el interior de la persona por el cual la
corriente maléfica puede entrar y conectarse con la victima. Esto lo afirman
los antiguos clásicos y también se enseña en el Bhagavad-Gîtâ, y es de
sentido común.
Explicación religiosa
La única teoría adoptada por la
Iglesia cristiana para explicar cada uno de los fenómenos psíquicos anormales
(incluido el vampirismo) es como de costumbre la de echarle la culpa al diablo.
Pero nada es más fácil que utilizar a ese personaje inventado para resolver
todo lo que no pueden explicar los eclesiásticos.
Uno nunca se cansa de leer a demonólogos
tan absurdamente obstinados de ver al diablo por todas partes, como por ejemplo
al investigador Des Mouseaux, quien pretende detecta al diablo detrás de la
cabeza de los clarividentes, o dentro del círculo de los médiums, incluso detrás
de la silla de los hipnotizadores.
Y ese individuo dedica muchas páginas
en uno de sus libros “La Magia en el siglo XIX” para según él demostrar
que la pobre Margarita Hauffe (la vidente de Prevorst) era una pucca
vampiro; aunque ciertamente en el sentido de que ella se nutría de las
emanaciones áuricas de quienes la rodeaban, hay algo de cierto en el uso de esa
palabra, pero entonces hay que añadir el adjetivo vampirismo magnético.
Y tenemos el testimonio del buen Dr.
Kerner en ese sentido. Pero en cuanto a que ella estaba siendo poseída por el
diablo, ahí Des Mouseaux está completamente equivocado ya que la vida y
enseñanzas angelicalmente puras y espirituales de esa mujer indican que la
fuente de su inspiración fue espiritual y no diabólica.
El vampirismo magnético
Este tipo de vampirismo se practica
todos los días y a todas horas en las relaciones sociales, especialmente en el
coito conyugal: los débiles absorben la fuerza de los fuertes, los enfermizos absorben
la fuerza de los robustos, los ancianos absorben la fuerza de los jóvenes.
Uno incluso puede ser vampirizado estrechando
la mano, sentándose juntos, durmiendo en la misma cama; los cerebros llenos de
los inteligentes son "succionados" por los cerebros esponjosos de los
estúpidos. Y a lo largo de todas estas fases, la ley del equilibrio natural se
impone, como lo hace en todo el ámbito de la física.
Y es por eso que las grandes mentes
aman el aislamiento, por un sentimiento instintivo de que si viven dentro de la
multitud, serán continuamente vampirizados magnéticamente. Y era a causa de
esto que el yogui y el hierofante debían recluirse dentro del santuario o
retirarse a la gupta (cueva del yogui), la jungla o la cima de alguna
montaña.
El aura magnética (tejas) de
un sabio o un adepto es para sus discípulos hambrientos del alma, como la leche
materna para el bebé, o una fuente de aguas frescas para el viajero reseco del
desierto.
Explicación esotérica
La afirmación sin reservas de que un
vampiro es la combinación de un cadáver hibernando y su espectro astral que lo
nutre fue hecha por Madame Blavatsky en Isis Develada (Vol. 1,
p.449-455) y apoyada por varios testimonios ella deja muy claro que
« El cadáver del futuro vampiro se encuentra en un
estupor magnético, y puede ocurrir una de dos posibilidades:
El alma puede ser atraída de regreso
al cuerpo, en cuyo caso, o la víctima infeliz se retorcerá en la agonizante
tortura de la asfixia, o si ha sido extremadamente material (es decir que tiene una afinidad abrumadora
por la existencia física) y bajo ciertas circunstancias se convertirá en un
vampiro.
Entonces comienza su vida
bicorporal; y estos desafortunados catalépticos enterrados sostienen sus
miserables existencias en esas condiciones haciendo que sus cuerpos astrales
roben la sangre vital de las personas vivas. La forma etérea puede ir adonde
quiera mientras no rompa el vínculo que la une al cuerpo y tiene libertad para
deambular visible o invisiblemente, y alimentarse de sus víctimas humanas. »
En ese capítulo, el Dr. Pierant considera
en su investigación a este cordón invisible que conecta al cuerpo enterrado
pero no descompuesto con su doble astral, y dice: "Esto tal vez algún día
se pueda explicar. Y así podremos saber cómo los resultados de la succión de la
vitalidad de las personas vivas se transmiten hacia el cuerpo material inerte
que yace en la tumba, ayudándolo de esta manera a perpetuar su estado de
hibernación".
Pero como remarca maliciosamente el monje
Dom Calmet:
"Hay dos formas diferentes de
destruir la creencia en estos supuestos vampiros: el primero sería considerar que son producidos por fenómenos
de la naturaleza que aún no son conocidos. Y la segunda forma es negar totalmente la verdad de todas
esas historias".
Y siendo un sacerdote católico,
naturalmente agrega: "Este último plan sería sin duda el más seguro y el
más sabio". (Disertaciones sobre las apariciones de los ángeles, los
demonios y otras entidades, París, 1746)
Pero negar los hechos no
es la forma más sabia sino la más impugne de escapar de las discusiones y de la
búsqueda de la verdad.
Explicación científica no incrédula
Y ahora podemos dirigirnos a la pregunta de si M. D'Assier ha
propuesto una teoría que explica en líneas científicas el misterio del cordón
de comunicación entre el cuerpo y el doble proyectado.
Que exista tal vínculo energético a
lo largo del cual los nutrientes en la condición etérea pueden transmitirse de
uno a otro, parece probable, si no seguro, a partir de datos bien conocidos. Por
ejemplo:
1) Muchos asistentes a sesiones
mediumnísticas han visto líquidos bebidos por una "forma
materializada" —vasos de vino o cerveza, vasos de agua o grog, etc.— que desaparecieron del vaso a
la vista y pasaron al estómago del médium, el cual estaba sentado a cierta distancia.
Y también se han arrojaron tinta o
líquidos de anilina sobre la forma proyectada y luego se ha encontrado que estos
habían teñido al médium. (Hablo por supuesto de casos que fueron autentificados)
y las formas astrales también ha comido alimentos sólidos a la vista de los
testigos, y de manera similar esos alimentos han desapareció.
2) Por otro lado, un sujeto que se
encuentra hipnotizado y en plena sintonía
con el hipnotizador, percibe en su propia coca lo que se le pone en la boca del
hipnotizador, huele lo que el hipnotizador huele, ve lo que el hipnotizador ve,
y siente cualquier cosa dolorosa o agradable que se le haga al cuerpo del
hipnotizador.
Y según todas las apariencias, en
ese momento los dos cuerpos están unidos como uno solo, por un agente de
comunicación invisible pero completamente eficaz. Y aunque el sujeto hipnotizado
tenga los ojos vendados y el hipnotizador esté detrás de él, la comunicación de
sensaciones físicas y mentales es perfecta.
3) Y así también existen entre
muchos gemelos (quizás en la mayoría de los casos) una relación de simpatía
similar.
Este lazo energético es algo que
posee propiedades peculiares a sí mismo, de lo contrario no serviría como
puente de conexión. Y otra prueba, esta vez infrangible, de la estrecha unión que
existe entre el cuerpo físico y el cuerpo astral, es el hecho de que un
hematoma o herida infligida a la última forma reacciona sobre la primera. A
esto se le llama repercusión y los anales judiciales de la brujería y la
hechicería están repletos de hechos probados de este tipo.
D'Assier cita uno de esos casos y
dice que el cuerpo astral (o fantasma viviente como él prefiere designarlo) es
la continuación de la persona cuando estuvo viva, con su forma, hábitos,
prejuicios, etc. Y
también podría haber agregado sus vicios y virtudes, pues el tono moral de la
persona impregna completamente a su doble astral, excepto cuando el doble ha
sido esclavizado por el maligno poder magnético de un brujo, y en cuyo caso
puede convertirse en un mero agente pasivo de ese individuo.
D'Assier explica que el cuerpo
astral generalmente después de la muerte física se desintegra rápidamente bajo
la acción de las fuerzas físicas, químicas y atmosféricas que continuamente lo
asaltan, haciendo que reingrese partícula a partícula, al medio planetario
universal. Y esto corrobora la posición de Éliphas Lévi.
D'Assier dice:
- “Pero de vez en
cuando se resiste a estas fuerzas destructivas, continuando su lucha por la existencia
más allá de la tumba, y esto nos lleva al caso particular de los vampiros”.
Y después de citar incidentes que
habían sido verificados oficialmente por investigaciones especiales efectuadas
por autoridades eclesiásticas, civiles y militares, añade:
« Estos hechos sacan a la luz la fisonomía sutil del ser
humano que está suspendido entre la vida y la muerte. Es uno de esos casos en
los que el ser sutil, en lugar de abandonar el cuerpo físico que la muerte lo
acaba de separar, persiste en aferrarse a su cadáver y en vivir con él una existencia
en donde las partes se invierten.
Y a partir de entonces la lucha por
la existencia continúa más allá de la tumba, con la misma tenacidad, la misma
ferocidad brutal y egoísta que cuando la persona estaba viva.
. . .
Examinemos ahora qué sucede con la
sangre aspirada por el espectro. Encontramos aquí una repetición de lo que
hemos observado varias veces en los capítulos anteriores con relación el
fantasma viviente. Su estructura está tan íntimamente ligada a la del cuerpo
del que es su imagen, que toda la absorción de líquido por el primero pasa de
inmediato a los órganos del segundo.
Debe ser algo similar en los
fenómenos del vampirismo póstumo, ya que el fantasma post-sepulcral es la continuación
del fantasma viviente. Y por consiguiente toda la sangre tragada por el
espectro pasa instantáneamente a los órganos de su cadáver que yace en su tumba,
y regresa a juntarse con su cuerpo físico cuando termina su trabajo de caza
furtiva.
La llegada constante de este fluido
vivificante, que al mismo tiempo se difunde por la circulación, evita la
putrefacción del cadáver y conserva en las extremidades su flexibilidad natural
y en la carne su tinte fresco y rojizo.
Bajo esta acción se observa que
continúa una especie de vida vegetativa que hace crecer el cabello y las uñas,
forma una nueva piel a medida que la vieja se seca, y en ciertos casos favorece
la formación de tejido adiposo como lo ha demostrado la exhumación de ciertos cadáveres
sospechados de ser vampiros
. . .
La población encontrándose impotente
para poder atacar a la parte fantasma, decide desenterrar y quemar el cuerpo. Y ese remedio ha
parecido resultar infalible porque desde ese momento el vampiro cesa sus
espantosas depredaciones. »
Conclusión
Para concluir nuestro análisis de
este tema desagradable, es más que evidente que se debe tener mucha precaución
para determinar más allá de toda duda cuando la muerte de una persona es
completa y real, antes de poner el cuerpo en la tumba, aunque no cesaré de
afirmar que esa es una tradición nefasta para la salud de los vivos, y no solo
por el vampirismo sino también por toda la contaminación vibratoria que los cadáveres
generan a su alrededor.
Uno se estremece al pensar en la
indecible agonía que debieron de sentir miles de víctimas ante la prisa
ignorante de las autoridades por poner el cuerpo dentro de un sarcófago, pero
que luego esas personas despertándose demasiado tarde descubren con horror que se
encuentran encerradas dentro de un ataúd y enterradas bajo seis pies de tierra,
y sin la menor posibilidad de socorro.
El caso del pobre obispó W. Irving,
el lector de pensamientos, de quien se dice que fue diseccionado vivo mientras
estaba en trance y que sucedió hace poco tiempo, es un triste ejemplo de las
terribles posibilidades de la ignorancia popular.
Así que todo lo que uno lee basado
en la ciencia oculta y los fenómenos psíquicos sirve para reivindicar la
sabiduría de los antiguos sabios que por buenas razones siempre han promovido la
cremación. Por lo que esperemos que dentro de poco tiempo el movimiento a su
favor, que me complace aseverar que yo he sido uno de los primeros en promocionarlo
en los Estados Unidos, se extienda hasta que se desaparezca mundialmente el error
de enterrar a los muertos, y se reconozca en esa práctica su verdadero carácter
de supervivencia de una ignorancia brutal, fomentada por el aferramiento
supersticioso hacia el prejuicio religioso y la intolerancia.
Pero también por supuesto apenas
necesito explicar que si bien la cremación es un seguro preventivo del regreso
de los espectros que vienen a
vampirizar a los vivos, las posibilidades de eliminación prematura
del cuerpo de una persona medio muerta son igualmente serias como es en el caso
del entierro. Y si el trance es profundo, es muy posible que el desafortunado
sujeto no recupere el uso de sus miembros corporales a tiempo para salvarse de
ser quemado vivo. Así que también hay que esperar antes de incinerar a las
personas que parecen fallecidas. »
(Theosophist, abril de
1891)