El libro
“Mi vida con el lama” se publicó en
1964, y es el quinto libro que escribió Lobsang Rampa, aunque él declaró que este
libro le fue dictado telepáticamente por su gata
llamada Fifí bigotes grises (Fifi
Greywhiskers) en donde ella relata cómo fue su vida al lado del lama (o sea
Lobsang Rampa).
En la
introducción Lady
Ku'ei (otra gata de Lobsang Rampa) señaló que:
« Este libro fue
escrito por mi colega la señora Fifí Bigotes-grises, y es un trabajo muy
original. El jefe [Lobsang Rampa] lo pasó a máquina porque los dedos de la pobre
Fifi eran demasiado cortos. Dios sabe que lo intentó, y por poco se carga la
máquina. Así es que el viejo [Lobsang Rampa] le daba al teclado por ella.
Todo el
mundo me conoce, claro. Mi fotografía ha dado la vuelta al mundo en la Prensa.
Así es que no hablemos de mí; dejen que les cuente algo de Fifi, el jefe y el
ilustrador.
La
señora Fifí Bigotes-grises es una vieja (dicho sea claro) gata siamesa francesa
de una raza pura con un pedigrí tan largo como el cuello de una jirafa. Se vino
a vivir con nosotros después de una dura, durísima vida. ¡Jo!, era un viejo
pelacho cuando la vi por primera vez.
Su pelo
erizado como los mechones de una vieja escoba, pero la hemos pulido y puesto en
forma; ahora la vieja Biddy es inferior tan sólo a mí.
Éste es
su libro, su obra y si no creen que un gato siamés pueda escribir un libro,
corran (no tienen tiempo de andar) al psiquiatra más próximo y díganle que
tienen un agujero en la cabeza por el que se les escapa el cerebro.
El jefe
es un genuino lama del Tíbet. Ahora es viejo, gordo, calvo y barbudo, pero no
es necesario anunciarle con trompeta. Lean El
tercer ojo, El médico de Lhasa e La historia de Rampa. Son libros
verídicos. Si no creen en ellos llamen al enterrador más próximo, pues deberán
de estar muertos, hombre, muertos.
Bueno
el pobre tipo (el jefe, no el de la funeraria) escribió este libro bajo el
dictado de la vieja gata. ¡Por poco le mata también!
Buttercup
[la secretaria de Lobsang Rampa] hizo la cubierta y las ilustraciones. Buttercup
es en realidad Sheelagh M. Rouse, una alta y cimbreante rubia que habla con
acento inglés, que no deja de asombrar de la noche a la mañana a los
canadienses y americanos de por aquí. Ha hecho unas ilustraciones muy buenas,
pero claro yo le di consejos. Si no entiende el lenguaje gatuno peor para ella.
A pesar
de todo, trabajó mucho y la señora Bigotes-grises está satisfecha con los dibujos.
De todos modos es ciega y no puede verlos. ¡Deberían ustedes dejar que Buttercup
ilustrara su próximo libro!
Ma [la
esposa de Lobsang Rampa], claro está, es mi Ma. Nos ama, y sin Ma todos nosotros
estaríamos ya en la perrera. Este libro está dedicado a ella. Sus antepasados
eran escoceses, pero nunca lo diría con lo generosamente que reparte la comida.
La
vieja gata come como un caballo. Yo como poquito. Ma nos alimenta a las dos. Bueno,
amigos, así es. Ahora a leerlo ustedes solos. ¡Ta! ¡Ta!
LADY
KU'EI. »
Y en el prólogo la gata Fifi
comentó:
« “Te has vuelto loca, Fifi —dijo el lama— ¿Quién va a creer
que tú escribiste un libro?”
Fifi me sonrió con condescendencia y
me acarició debajo de la barbilla del modo que más me gustaba, antes de salir
de la habitación para algún recado.
Yo me senté a deliberar:
¿Por qué no iba a poder yo escribir
un libro?, pensé. Es verdad que soy un gato, pero no un vulgar gato, ¡oh no!,
soy una gata siamesa que ha viajado y visto mucho. ¿Visto? Bueno, claro, ahora
estoy completamente ciega y tengo que confiar en el lama y lady Ku'ei para que
me expliquen el presente escenario, pero tengo mis memorias.
Claro está que soy vieja, muy vieja
desde luego, y no poco enferma, pero ¿no es ésta una buena razón para dejar
escritos los hechos de mi vida, mientras pueda?
Aquí está, pues, mi versión sobre la
vida con el lama y los días más felices de mi vida, días de sol después de una
vida de sombras.
FIFÍ BIGOTES GRISES. »
Luego siguen más de doscientas
páginas relatando la vida de Fifi, que terminan con el siguiente texto:
« Yo estaba sentada en la ventana de nuestro nuevo apartamento
y hablaba amistosamente con un gato encargado de un motel. Le explicaba
nuestras aventuras.
“Uh, Fifi —dijo miss Ku— deberías
escribir un libro.”
Lo pensé en la quietud de la noche;
cuando estábamos los dos despiertos lo discutí con el jefe.
“Jefe —dije— ¿Crees que yo podría
escribir un libro?”
“Claro que podrías, Fifi —replicó
él—. Eres una vieja gata abuela muy inteligente.”
“Pero no puedo escribir a máquina”, protesté
yo.
“Entonces me lo dictarás y lo
escribiré yo”, dijo él.
Por la mañana nos sentamos juntos. Él
abrió la máquina de escribir, la gris Olimpia con la que ya había escrito El tercer ojo, El médico de Lhasa y La historia de Rampa. Abrió la máquina de
escribir, y dijo:
“Venga, Fifi, empieza a dictarme.”
Así pues, con su apoyo y con miss Ku
para ayudarme, por fin he terminado este libro. ¿Les ha gustado? »
Y el libro termina con un epílogo de
Lobsang
Rampa relatando que de Canadá se fueron a vivir a Uruguay, pero que durante el
viaje su gata Fifi falleció, lo que le rompió el corazón, y Lobsang
Rampa terminó diciendo:
« No pienso en Fifí como un animal, ni como un conjunto de
huesos envueltos en una gastada piel. Tenía una definida personalidad y un
espíritu bello y amable, pleno de encanto y de calor humano. Viví con ella las
veinticuatro horas del día, la conocía.
Me era tan fácil conversar con ella
(por telepatía) como con cualquier otra persona. Era en verdad una prueba
viviente de que los animales poseen un alma y que cumplen hasta el fin con su
tarea, a pesar de su complexión anatómica, diferente de la de los seres
humanos.
Fifí, te echo mucho de menos; ¡fuiste
una maravillosa compañera!
T. LOBSANG RAMPA. »
A continuación les pongo unas fotos
donde aparece Lobsang
Rampa con supongo su gata Fifi:
Y en esta otra foto Lobsang Rampa se
encuentra frente a una pintura que tal vez represente a Fifi:
CONCLUSIÓN
Es evidente que
Lobsang
Rampa adoraba a su gata, pero también este libro muestra el charlatanismo de
ese individuo a quien ya no le importaba decir las cosas más disparatadas, pues
de todas maneras sus seguidores le iban a seguir creyendo todo lo que él les
contara.
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