Esto lo afirmó la hermana de Blavatsky, Vera Zhelikhovsky, quien al respectó relató lo siguiente:
« En la mañana del 23 de mayo estábamos de nuevo en la sala de recepción. En el centro de la sala estaba sentada Madame de Morsier charlando con el Sr. Judge y el Brahman Mohini (el principal predicador de la doctrina teosófica, así como mentor de aquellos que querían familiarizarse con el budismo), discutiendo asuntos de la Sociedad Teosófica, firmando diferentes trabajos, diplomas de nuevos miembros, etc.
Blavatsky y yo (su hermana) estábamos sentadas a la derecha, y unos pasos a la izquierda, el coronel Olcott estaba hablando con un conocido escritor ruso, el señor Vsevolod Sergeyevich Solovyev. Ellos hablaban del efecto del magnetismo, con el que el honorable presidente de la Sociedad Teosófica había tratado al escritor durante varios días.
Y como de costumbre en ese momento se trajo el correo y una de las cartas estaba dirigida a Madame Nadezhda Andreyevna Fadeyeva, la tía de Blavatsky, quien también había venido visitarla y en esos días se estaba hospedando con ella.
Blavatsky tomó la carta y nombrando a su autor (eso fue una tarea fácil ya que la letra del sobre le resultaba bastante familiar para ella y para mí) ella dijo:
- “Sería interesante saber qué escribió”.
- “¡Bueno! Eso no debería ser difícil para ti”, le respondí.
- "¡Lo intentaré!" contestó, y se puso la carta sellada en la frente.
La gente de los alrededores hablaba en voz alta en inglés y francés, pero a pesar del ruido, Madame Blavatsky casi de inmediato comenzó a contarme en ruso lo que había estado leyendo mentalmente de la carta.
Yo luego llamé la atención de los presentes sobre lo que ella estaba haciendo y le di un papel pidiéndole que escribiera el contenido de la carta.
- “¡Ajá! ¡No me crees!" dijo Blavatsky riendo. "¡Está bien, ahora mismo lo escribo!"
Y habiendo puesto su mano izquierda al mismo tiempo sobre la carta sellada y el trozo de papel que le había dado, ella comenzó con su mano derecha a escribir rápidamente en el papel, con el primer lápiz que encontró y que era de color rojo en un extremo y azul en el otro.
Ciertamente todos los presentes, especialmente el Sr. Solovyev, prestaron mucha atención a lo que estaba sucediendo, y escuchó lo que su compatriota se dictaba en voz alta, leyendo y reescribiendo mentalmente.
Blavatsky terminó con las palabras:
- "¡¡Saludos cordiales para Helena Petrovna!!"
A lo que yo la interrumpí exclamando:
- “¡Tonterías, él no puede haber escrito un saludo tan ceremonioso para ti!"
A lo que ella me respondió con firmeza:
- "Para demostrar que no estoy leyendo el significado general, sino oraciones auténticas, he escrito varias frases exactamente como él las escribió usando las mismas palabras."
Ella firmó su escrito con el nombre del autor de la carta y luego giró el lápiz con el extremo rojo hacia abajo y subrayó su nombre en la oración "Saludos cordiales a Helena", y luego inmediatamente en su propia hoja de papel debajo del nombre del autor auténtico, dibujó una estrella teosófica de seis puntas, agregando en voz alta:
- “¡Quiero que estos signos rojos que acabo de escribir se impriman en la carta original en el mismo lugar!"
Y golpeando con fuerza la carta sellada, me la arrojó diciendo:
- "¡Tómala! ¡Ya está hecho!"
La carta se pasó inmediatamente a su destinataria, y cuando Madame Fadeyeva la abrió, su contenido resultó ser exactamente como Blavatsky lo había anotado, algunas frases incluso usaban la misma redacción; y en las palabras “Saludos cordiales a Helena Petrovna”, su nombre estaba subrayado con lápiz rojo y había una estrella roja de seis puntas debajo de la firma. E incluso el trazo de su lápiz se reproducía como si se hubiera tomado una foto!!
Este asombroso hecho quedó debidamente registrado y firmado por todos los testigos, y ahora ese documento está en manos del autor de estas líneas. »
(Odesskiy Vestnik del 6 de junio de 1884)
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