El conocedor de magia africana, Miad Hoyora
Korahon, mencionó las siguientes anécdotas en donde señala que practicantes caribeños
de la magia africana obeah, hechizaron a burros y a caballos haciéndoles actuar
de manera inesperada:
1. Por esa
época yo estaba trabajando con un anciano llamado Don Alfonso.
Un día yo, Don Alfonso,
y un practicante de la magia obeah llamado Manuel fuimos invitados a un
funeral. Nos desplazamos todos juntos, Manuel y yo montando ponis y el señor Alfonso
en un burro grande.
Durante el
camino, Don Alfonso elogió mucho a su burro por su docilidad, tranquilidad y buenas
cualidades para trabajar, pero Manuel dijo que estaba seguro de que ese burro era
perverso y que en poco tiempo le haría una jugarreta al señor Alfonso.
Al llegar a la
casa donde iba a comenzar el funeral, encontramos un número considerable de
personas ya reunidas. La casa estaba en la cima de un montículo, y una
pendiente empinada se alejaba de la puerta y descendía hacia un estanque muy
sucio y fangoso donde vivían unos patos.
Cuando nos
apeamos y atamos a nuestros animales, Manuel se acercó al burro de Don Alfonso,
le agarró una oreja, le sopló y le habló rápidamente en algún idioma
extranjero, comenzando con palabras como “likitaki,
likitaki, likitaki” y terminando con las palabras “C'est bon!” [que en francés significa: ¡Está bien!] ante lo cual el
burro resopló y sacudió violentamente la cabeza.
Manuel repitió
eso tres veces, y cada vez el burro resoplaba y meneaba la cabeza, para gran
diversión de los espectadores, incluido el propio Don Alfonso.
Cuando terminó
el funeral, regresamos a la casa donde tomamos algo de beber, después de lo
cual Manuel se levantó y le dijo a Don Alfonso:
- "Es hora de irnos."
Salimos y
montamos en nuestros ponis y Don Alfonso en su burro, pero el burro de Don Alfonso
no se movía. El señor Alfonso instó a que el burro avanzara, y como el burro no
obedecía Don Alfonso comenzó a golpearlo, ante lo cual el burro se dio la
vuelta y comenzó a patalear y a levantar los talones como si estuviera loco,
mientras que Don Alfonso lo sujetaba con fuerza.
Entonces el
burro se precipitó por la orilla hasta el borde del estanque, cuando se detuvo
de repente y arrojó a Don Alfonso hacia el agua fangosa, de la que Don Alfonso salió
goteando y cubierto de tierra de la cabeza a los pies.
El señor Alfonso
se enfureció mucho y corrió a atacar a Manuel, quien había estado riéndose todo
ese tiempo.
Y al ver a Don Alfonso
acercándose, Manuel le gritó:
- "¡Ajá hombre, Ahí lo tienes! ¡Ese burro tuyo nunca hace
malas pasadas!”
Y Manuel espoleando
a su poni salió al galope lo más rápido que pudo, en medio de los votos de
venganza de Don Alfonso contra él, y las risas de la gente.
2. Otro practicante de la obeah se llamaba
Daniel y también podía hechizar a los animales.
Una vez llegó
hasta un poblado montado en un burro (parece que recién lo había adquirido) y mientras Daniel estaba allí haciendo sus cosas, su asno se soltó y se metió en el jardín de
una mujer y empezó a comer sus verduras.
La mujer al encontrarlo
en el jardín, lo llevó a su casa y allí lo ató.
Cuando Daniel
buscó a su burro, pronto le dijeron que la señora lo había detenido por
invasión de propiedad ajena.
Al ir a su casa
a buscarlo, la señora exigió un dólar (según la costumbre ahí) por la infracción
antes de entregárselo.
Daniel se rió
de ella y acercándose al burro, le dio una palmada en los cuartos traseros y le
dijo algo en un “idioma extranjero”, y luego se volvió hacia la señora y le
dijo:
- "Está bien señora que tenga un buen día", y se fue.
En ese momento
la señora desató el burro para trasladarlo a un lugar donde pudiera ser atado
para pastar, pero tan pronto como ella soltó la cuerda, el burro se levantó
sobre sus patas traseras, y atacándola la derribó, y luego a toda velocidad el
burro se dirigió hacia Daniel.
3.
En 1870, en un
pueblo se produjo una pelea entre un hombre llamado Luis y un practicante de la
obeah llamado Julián.
Luis tenía un poni
que solía montar a diario para ir a su trabajo, y Julián utilizó a ese animal
como su arma de ataque.
Una mañana Luis
después de afilar su alfanje (una especie de machete), lo puso en su bolso que
colgaba por encima del hombro, de tal manera que la punta sobresaliera detrás
de él.
Luego ensilló y
montó sobre su poni, pero este inmediatamente comenzó a zambullirse y patear, hasta
que finalmente se encabritó y cayó encima de Luis, y la punta del machete casi
lo atravesó por detrás.
Luis murió por
los efectos de esta herida a las pocas horas, expresando su opinión de que Julián
había hechizado a su poni para hacerlo tirar y matarlo.
OBSERVACIÓN
Se dice que los
practicantes de la obeah matan y afectan al ganado al obtener posesión de una
parte de su pelo o un poco de su orina. Y ellos utilizan eso para
afectar a los animales a través de sus formas astrales.
Pero como vimos arriba, los obeahmen
también utilizan otros medios para hechizar o influir en los animales,
principalmente por medio de “palabras mágicas”.
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