Sobre
este asunto Alice Bailey en su Autobiografía
Inconclusa comentó lo siguiente:
Conocí
a dos señoras ancianas que vivían en dos chalets contiguos, lo cual era
indispensable, pues disputaban todo el tiempo. Ambas habían sido discípulas
personales de H.P. Blavatsky, recibiendo de ella entrenamiento y enseñanza.
Conocí
La Doctrina Secreta, la grandiosa obra
de HPB. Su obra me intrigó, aunque me dejó totalmente desconcertada. No
entendía nada. Para los principiantes es un libro muy difícil, está mal recopilado
y carece de continuidad. HPB empieza con un tema, se desvía a otro, inicia,
dilucida extensamente un tercero y, si seguimos, hallaremos que vuelve al tema
original después de sesenta o setenta páginas.
Claude
Falls Wright, secretario de HPB, me dijo que al preparar esta monumental obra
(porque en verdad lo es), su autora escribía una página tras otra sin enumerar,
arrojándolas al suelo a medida que las llenaba.
Una
vez terminada la tarea del día, el señor Wright y otros ayudantes, recogían las
hojas y trataban de ordenarlas, y según decía, lo admirable es que el libro
haya salido tan claro. Su publicación constituyó un gran acontecimiento
mundial, y la enseñanza contenida ha revolucionado el pensamiento humano,
aunque la gente no lo crea.
Las
horas dedicadas a su estudio las considero como las más valiosas de mi vida, y
los antecedentes y conocimientos que me aportaron hizo posible lo mejor de mi
trabajo en el campo ocultista.
Pasaba
las noches en la cama leyendo La Doctrina
Secreta y contra mi costumbre olvidaba leer la Biblia. Me agradaba ese
libro, y al mismo tiempo me disgustaba de todo corazón. Creí que estaba mal
escrito, que era incorrecto e incoherente, pero no podía dejarlo.
Fue
entonces que estas dos señoras ancianas me tomaron a su cargo. Día tras día,
durante semanas, se dedicaron a enseñarme. Me mudé a una pequeña casa para
estar cerca de ellas. Era un lugar seguro para mis criaturas, con árboles para
trepar, un jardín que arreglar y nada que pudiera causarme ansiedad.
Mientras
mis hijas jugaban, me sentaba en el porche de uno de los chalets y conversaba y
escuchaba. Muchos de los discípulos personales de HPB me ayudaron, y
personalmente se preocuparon de hacerme comprender lo que despertaba en el
pensamiento humano la aparición de La
Doctrina Secreta.
Me
ha causado siempre gracia que los teósofos ortodoxos desaprobaran mi forma de
presentar las verdades teosóficas. Pocos o ninguno de los que han manifestado
su desaprobación, tuvieron el privilegio de recibir enseñanza de los discípulos
personales de HPB durante meses y semanas enteras
Estoy
absolutamente segura de que gracias a esos antiguos estudiantes, poseo una
percepción más clara que la mayoría de ellos, sobre lo que La Doctrina Secreta está destinada a difundir, ¿y por qué no había
de tenerla? Me enseñaron bien y estoy agradecida.
Comencé
a dictar un curso sobre La Doctrina
Secreta; y para ello había alquilado una habitación en la avenida Madison,
donde además de dictar clases, también podía citar a las personas para una
entrevista.
Este
curso comenzó en 1921 y era muy concurrido. Asistían regularmente personas de
diversas ramas teosóficas y grupos de ocultismo. Un día vino Richard Prater,
antiguo asociado de W.Q. Judge y discípulo de H.P. Blavastky, y la semana
siguiente trajo a todos los que integraban su curso sobre La Doctrina Secreta.
.
Del
curso sobre La Doctrina Secreta que
dictaba en la Avenida Madison, surgieron en todo el país grupos de estudiantes
que recibían esas lecciones. Las clases se ampliaron y prosperaron hasta que
despertaron definidamente el antagonismo teosófico, y el Dr. Jacob Bonggren me
advirtió que mis clases eran atacadas.
Con
frecuencia en las últimas horas de la tarde tenía que dar clase, y al echar una
mirada retrospectiva a esa época, en que enseñaba los fundamentos de La Doctrina Secreta, la considero la más
provechosa y satisfactoria de mi vida.
En
muchos aspectos el libro de HPB, La
Doctrina Secreta, resulta anticuado, y su forma de encarar el conocimiento
de la Sabiduría Eterna tiene poco o ningún atractivo para la generación
moderna.
Pero
quienes realmente lo hemos estudiado y logramos extraer alguna comprensión de
su significado interno poseemos un concepto fundamental de la verdad, no
impartido por ningún otro libro.
HPB
dijo que la nueva interpretación de la Sabiduría Eterna sería un acercamiento
psicológico. Pues bien, mi libro Tratado
sobre Fuego Cósmico que se publicó en 1925, es la clave psicológica de La Doctrina Secreta.
No
me hubiera sido posible escribir mis libros sin realizar previamente un estudio
concienzudo de La Doctrina Secreta.
(Extractos
de los capítulos 4 a 6)
OBSERVACIONES
Es
falso que Alice Bailey haya estudiado profundamente La Doctrina Secreta, porque si eso fuera cierto entonces Alice
Bailey se hubiera percatado que lo que enseñaba Charles Leadbeater está lleno
de mentiras, y entonces ella no habría cometido el grandísimo error de copiarle
a ese embustero.
También
es falso que su libro Tratado sobre Fuego
Cósmico sea la clave psicológica de La
Doctrina Secreta, ya que ese libro de Alice Bailey está plagado de falsedades.
No he encontrado que Claude Falls Wright haya dicho lo que Alice Bailey puso arriba, lo más probable es que eso sea falso porque varios alumnos de Blavatsky precisaron que ella fue muy minuciosa en la elaboración de La Doctrina Secreta.
Y dado lo mentirosa que fue Alice Bailey, tengo mis dudas de que ella realmente
haya conocido y convivido con varios estudiantes directos de Blavatsky.
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