En
su Autobiografía Inconclusa Alice
Bailey relata las experiencias que ella tuvo durante su estancia en la sección
estadounidense de la Sociedad Teosófica de Adyar, y los motivos que la llevaron
a alejarse de esa organización:
Me
asocié a la logia teosófica de Pacific Grove [ubicado en California] y poco
después comencé a enseñar. Recuerdo el primer libro que comenté, era la gran
obra de la señora Besant: “Estudio sobre
la Conciencia”. Yo no sabía nada acerca de la conciencia ni podía
definirla. Aprendía seis páginas a la vez, antes de dar clase, arreglándomelas
para que no se dieran cuenta, y nunca descubrieron lo poco que sabía; pero sé
que si los estudiantes aprendían, yo aprendía mucho más.
Hacia
fines de 1917 Walter Evans [el primer marido de Alice Bailey] fue a Francia con
la Asociación Cristiana de Jóvenes, y el Obispo, amigo mío, arregló para que me
asignaran cien dólares mensuales de su salario, que esta asociación me enviaba
directamente, hasta que terminó su trabajo con ellos.
Esa
suma, más mi pequeña renta, que empezó a llegarme regularmente, permitió dejar
mi tarea en la fábrica envasadora de sardinas y hacer otros planes. Mi trabajo
en la logia teosófica de Pacific Grove comenzaba a dar resultados y yo empezaba
a ser conocida.
En
vista de que mis finanzas eran más o menos estables, me sugirieron ir a
Hollywood donde estaba la Sede estadounidense de la Sociedad Teosófica, en
Crotona. Decidí mudarme, y nos fuimos a fines de 1917. Encontré una pequeña
casa cerca de esa sede y me establecí allí con las niñas en Beechwood Drive.
Hollywood
no estaba entonces tan corrompida. La industria cinematográfica era por
supuesto la más importante, pero en esa época la ciudad era muy sencilla. Las
calles principales estaban bordeadas por árboles de pimienta y no había la
inquietud, el impetuoso impulso ni el falso brillo y fulgor de la moderna Hollywood
de hoy. En esos días era un lugar mucho más apacible y reposado.
La
vida en Hollywood se me hizo fácil. Mis niñas estaban en edad para asistir a la
escuela y al jardín de infantes. Hice muchos amigos, y en Crotona los jardines
de la Sede Teosófica, eran hermosos.
La
comunidad consistía de más o menos quinientas personas, algunas de las cuales vivían
allí y otras en Hollywood o Los Ángeles. Había salones para conferencias, aulas,
un santuario donde se reunían los miembros de la sección esotérica, y una
cafetería. El lugar era muy bien administrado y al llegar me pareció un paraíso
terrenal, considerando a todos profundamente espirituales.
Creí
que los dirigentes e instructores eran por lo menos iniciados de alto grado.
Asistí a reuniones y clases y aprendí mucho, por lo que estoy muy agradecida.
Después
de poco tiempo, se me pidió encargarme de la cafetería y, bendita ignorancia,
acepté muy regocijada la responsabilidad. Por supuesto era un establecimiento
estrictamente vegetariano, y me había hecho vegetariana desde que conocí las
enseñanzas teosóficas. Mis hijas nunca habían probado carne, pollo ni pescado,
y yo sufría del común complejo de superioridad que tan a menudo caracteriza en
forma destacada al vegetariano.
Me
hice cargo de la cafetería y aprendí a ser una buena cocinera vegetariana. Mi
primer quehacer en Crotona fue vaciar los recipientes de desperdicios. Como
verán, comencé desde abajo. Observaba con mucho interés a la gente, la mayoría
desconocida para mí. Francamente muchos de ellos me agradaban y muy pocos me
disgustaban.
En
1918 yo había sido admitida en la sección esotérica de la Sociedad Teosófica, y
asistía a las reuniones.
(Nota
de Cid: la sección esotérica fue inicialmente una sección que estaba reservada
para las personas que se querían comprometer más en su desarrollo espiritual y
esotérico, pero posteriormente Annie Besant transformó la sección esotérica de
la Sociedad Teosófica de Adyar en una farsa que estaba a su servicio.)
La
primera vez que entré en el santuario vi los conocidos retratos de Cristo y de
los Maestros de Sabiduría, como los denominan los teósofos. Me sorprendió ver
el retrato de mi visitante mirándome directamente. No había error posible. Era
el hombre que había entrado en la sala de la casa de mi tía, y no el Maestro
Jesús.
Siendo
muy inexperta, salí en busca de uno de los antiguos pobladores de Crotona y
pregunté el nombre de ese Maestro. Él me dijo que era el maestro K.H.
Luego
cometí un error fundamental, y desde entonces tuve que pagarlo. Creyendo que
les agradaría, y sin la más mínima intención de ser jactanciosa, con toda
inocencia dije:
-
“Oh, ha de ser mi Maestro, porque he
conversado con él y he estado bajo su guía desde entonces.”
La
persona a quien me dirigí me miró y dijo con tono cortante:
-
“¿Debo entender que usted se considera un
discípulo?”
Por
primera vez en mi vida enfrenté la técnica de la rivalidad en la Sociedad
Teosófica. No obstante fue una lección saludable que me resultó benéfica.
Aprender a callar es algo esencial en el trabajo grupal, y constituye una de
las primeras lecciones que todo afiliado a la Jerarquía debe aprender.
Durante
todo ese tiempo las niñas crecían y aprendían, y eso me deleitaba. En las breves
y ocasionales cartas de Walter Evans nada había que indicara un cambio, y
empecé a considerar nuevamente la necesidad de obtener el divorcio. A medida
que se aproximaba el fin de la guerra, consulté a un abogado, quien me dijo que
no habría dificultades.
En
enero de 1919 conocí a Foster Bailey, y después que se me acordó el divorcio
con Walter Evans, nos comprometimos para casarnos.
En
el trascurso del año 1919 Foster Bailey y yo estuvimos cada vez más activos en
la obra teosófica, e íntimamente unidos a nosotros estaba el doctor Woodruff
Shepherd. Entonces yo vivía en Beechwood Drive con las tres niñas, y Foster
Bailey vivía en una carpa en Crotona.
Había
sido desmovilizado después del armisticio, pero tuvo licencia varios meses por
enfermedad pues el avión que piloteaba se estrelló mientras entrenaba
observadores del ejército. Me fue presentado por Dot Weatherhead, después de
una conferencia que yo había dado en Crotona, y también me introdujo en la
verdad esotérica y me hizo conocer dicho lugar.
Hacia
fines de 1919, el señor Bailey fue elegido Secretario Nacional de la Sociedad
Teosófica, al señor Shepherd lo nombraron director de publicidad y yo fui
designada editora de la revista “The
Messenger”, de esa sección, y presidenta del comité que dirigía en Crotona.
Todos los aspectos del trabajo y los distintos reglamentos y principios que
regían la administración quedaron a nuestra disposición.
El
Secretario General, A.P. Warrington era íntimo amigo nuestro y todos los
trabajadores más antiguos también lo eran, por lo cual parecía reinar la más
completa armonía y verdadero espíritu de colaboración. Poco a poco, sin
embargo, empezamos a descubrir cuán superficial era esa armonía. Lentamente nos
introdujimos en un período muy difícil y deprimente.
Dedicábamos
nuestro afecto y lealtad personal a nuestros amigos y miembros de la comisión
ejecutiva; pero nuestro sentido de justicia y nuestra adhesión a los
reglamentos eran constantemente traicionados.
La
verdad de las cosas es que, en la administración de la Sociedad Teosófica en
los Estados Unidos, y en mayor grado en Adyar (que es la sede internacional)
eran entonces reaccionarios y anticuados en cuanto a un nuevo acercamiento hacia
la vida y hacia la verdad; la libertad de interpretación y la impersonalidad
constituían las características que debían regir los principios y métodos, pero
no sucedía así.
La
Sociedad Teosófica se había fundado para establecer la fraternidad universal,
pero estaba degenerando en un grupo sectario que se preocupaba más en fundar y
sostener logias y aumentar el número de miembros, que en difundir entre el
público las verdades de la Sabiduría Eterna.
La
norma de no admitir a nadie en la sección esotérica, para recibir enseñanza
espiritual, a no ser que fuera miembro de la Sociedad Teosófica durante dos
años prueba lo antes dicho.
¿Por
qué no debía darse enseñanza espiritual a una persona, hasta no haber
demostrado durante dos años su lealtad a la organización?
¿Por
qué debía exigirse a los miembros romper sus vínculos con otros grupos y
organizaciones y prometer lealtad a lo que se denominaba el “Guía Externo” de
la sección exotérica [probablemente se refiera a Krishnamurti] cuando la única
expresión de lealtad debería ser dedicación y servicio al semejante, a la
Jerarquía espiritual y ante todo a la propia alma?
Ninguna
persona tiene el derecho de exigir hacia ella lealtad espiritual. Lo único que
se le puede exigir al ser humano es, ante todo, lealtad a su propia divinidad interna,
el alma, y más tarde al Maestro, bajo cuya guía puede servir más eficazmente a
sus semejantes.
Recuerdo
que en una de las primeras reuniones de la sección esotérica a la que asistí,
la señorita Poutz, secretaria entonces de esa sección, hizo la asombrosa
declaración de que nadie en el mundo podía ser discípulo de los Maestros de
Sabiduría, a no ser que la señora Besant se lo notificara.
Esa
afirmación destruyó mi espejismo, aunque no hablé con nadie sobre ello, excepto
con Foster Bailey. Yo sabía que era discípula del Maestro K.H. y que lo había
sido hasta donde podía recordarlo. Evidentemente la señora Besant me había
pasado por alto.
No
podía entender por qué los Maestros, que se suponen poseen conciencia
universal, habrían de buscar sus discípulos únicamente en las filas de la
Sociedad Teosófica. Yo sabía que eso no podía ser, y también que los Maestros no
podían tener una conciencia tan limitada
Posteriormente
conocí a muchos discípulos de los Maestros que jamás habían estado en contacto
con la Sociedad Teosófica ni oído hablar de ella. Justamente cuando creí haber
hallado un centro de luz y comprensión espirituales, descubrí que me había
metido en una secta.
Entonces
nos dimos cuenta que la sección esotérica ejercía un dominio absoluto sobre la
Sociedad Teosófica. Los miembros eran buenos únicamente si aceptaban la
autoridad de la sección esotérica y estaban de acuerdo con todos los dictámenes
del “Guía Externo”, y si eran leales a las personas recomendadas por los
dirigentes de la sección esotérica de cada país.
Algunos
de los dictámenes eran ridículos. Muchos de los recomendados eran mediocres,
hasta la enésima potencia. Otros considerados iniciados, no eran
particularmente inteligentes ni amorosos, porque el amor y la inteligencia en
su máxima medida es la característica del iniciado.
Siempre
había rivalidades y pretensiones entre los miembros más avanzados, y por lo
tanto una lucha constante entre personalidades, lucha que no se limitaba a
batallas orales, sino que se expresaba también en artículos aparecidos en revistas.
Nunca olvidaré el espanto que me causó lo que me dijo alguien en Los Ángeles:
-
“Si quiere saber lo que no es la fraternidad,
vaya a vivir a Crotona.”
Esa
persona ignoraba que yo vivía allí.
La
situación era muy seria, y tan grande la separación en la sección que defendía
la fraternidad, la impersonalidad, la sencillez y la dedicación al servicio de
la humanidad, que Foster cablegrafió a la señora Besant comunicándole que si la
sección esotérica seguía dominando a la Sociedad Teosófica, dicha sección sería
atacada muy seriamente a corto plazo.
Fue
entonces que la señora Besant envió a B.P. Wadia a los Estados Unidos para
investigar y averiguar qué pasaba; en consecuencia se hicieron reuniones
oficiales, actuando como árbitro Wadia. Foster, el doctor Shepherd, yo y muchos
otros, representábamos al sector democrático.
Mientras
que por el otro lado el señor Wárrigton, la señorita Poutz y sus adherentes representaban
la parte autoritaria y dominante de la sección esotérica. Nunca en mi vida
había estado mezclada en las querellas de una organización, siendo un período
no muy grato. Apreciaba a algunas de las personas del sector opuesto, lo cual
me perturbaba excesivamente.
Con
el tiempo la dificultad se extendió a toda la sección y los miembros iban
renunciando. Mientras tanto trabajábamos intensamente en nuestras oficinas de
la Sociedad Teosófica; las niñas estaban bien, teníamos proyectado casarnos en
cuanto las cosas estuvieran más o menos estabilizadas.
Nuestra
renta se había reducido seriamente. Los salarios de Crotona ascendían a diez
dólares semanales. Después del divorcio Walter Evans no me remitía dinero.
Foster no poseía nada en esa época. Había abandonado su trabajo de abogado
durante la guerra, aunque intentaba retomarlo.
La
situación de la Sociedad Teosófica era cada vez más difícil; se estaban
haciendo preparativos para la convención de 1920, cuando la situación hizo
crisis.
Respecto
a mi experiencia interna, debo decir que la Sociedad Teosófica me había
desilusionado, lo mismo que el cristianismo ortodoxo, aunque la situación no
era tan aguda, porque grandes y fundamentales verdades básicas habían llegado a
tener significado para mí, pues Foster y yo teníamos planeado casarnos y ya no
me encontraba sola.
Durante
todo este tiempo las cosas iban empeorando en Crotona. Wadia acababa de llegar
(como representante de la señora Besant) y promovía dificultades; nosotros
colaboramos plenamente con él a fin de devolver a la Sociedad Teosófica su
impulso original de fraternidad universal.
Colaboramos
porque en esa época Wadia parecía que, sensata y sinceramente, se interesaba en
realidad por la Sociedad Teosófica.
(Foto tomada el 1ro de febrero de 1920 en un parque de Krotona, Hollywood, donde aparecen B.P.
Wadia, Alice y Foster Bailey.)
Sin
embargo la brecha producida allí se ensanchaba progresivamente y la línea de
demarcación se hacía cada vez más evidente entre quienes mantenían un punto de
vista democrático y los que apoyaban la autoridad y el control absoluto de la
Sociedad Teosófica por la sección esotérica.
El
postulado original de la Sociedad Teosófica se fundaba en la autonomía de las
logias dentro de las diversas secciones nacionales, pero en la época en que
Foster Bailey y yo comenzamos a trabajar, la situación había cambiado profundamente.
Las
personas que se hacían cargo de cualquier logia eran miembros de la sección
esotérica, y por su intermedio la señora Besant y los dirigentes de Adyar,
controlaban todas las secciones y logias. Y si alguien no aceptaba los
dictámenes de los miembros de la sección esotérica de cada logia, entonces caía
en desgracia, resultando casi imposible trabajar en ella.
Las
revistas de las distintas secciones, así como la revista internacional “The Theosophist”, sólo se ocupaban de
querellas personales. Se publicaban artículos para atacar o defender a
determinado individuo.
Además
que la Sociedad Teosófica estaba siendo invadida por una fuerte oleada de
psiquismo, debido a las manifestaciones sobre psiquismo de Charles Leadbeater y al extraordinario control
que él ejercía sobre la señora Besant.
Y
por si eso fuera poco, el corolario del escándalo, conectado con Leadbeater,
daba mucho de qué hablar.
Finalmente
las declaraciones de la señora Besant sobre Krishnamurti causaron la total
escisión de la Sociedad Teosófica.
Desde
Adyar se impartían órdenes que pretendían provenir de uno de los Maestros para
el Guía externo, y decían que todo miembro de la Sociedad Teosófica debía
interesarse por cada uno de los tres sistemas de trabajo (la orden
francmasónica, la orden de servicio y el movimiento educativo). Y si uno no lo
hacía entonces era considerado desleal y un mal teósofo que no obedecía las
demandas de los Maestros.
Los
libros que Leadbeater publicaba en Adyar contenían implicaciones síquicas
imposibles de verificar y poseían una fuerte dosis de astralismo. Una de sus
obras más importantes: “El Hombre, ¿de
Dónde y Cómo Vino, y a Dónde Va?” comprueba, para mí, la deshonestidad
fundamental de lo que él escribió.
En
ese libro Leadbeater describe el futuro y el venidero trabajo de la Jerarquía,
y lo curioso y llamativo es que la mayoría de las personas, destinadas a
desempeñar altos cargos en la Jerarquía y en la próxima civilización eran todos
amigos personales de Leadbeater.
Conocí
a algunos de ellos personas dignas, amables, mediocres, pero ninguna era
intelectualmente un gigante y la mayoría eran nulidades. He viajado mucho, he
encontrado tanta gente más eficaz para el servicio mundial, con mayor
inteligencia para servir al Cristo y reales exponentes de la fraternidad, que
me di cuenta de la futilidad e inutilidad de este tipo de literatura.
Por
estas causas los miembros abandonaban a la Sociedad Teosófica disgustados y
perplejos. Muchas veces he pensado cuál habría sido el futuro de la Sociedad Teosófica
si hubieran tenido la entereza suficiente de quedarse, negándose a ser
expulsados y luchando por mantener la base espiritual del movimiento. Pero no
lo hicieron, y un gran número de personas dignas se retiraron, sintiéndose
frustradas, impedidas e incapaces de trabajar.
Personalmente
nunca renuncié, y sólo dejé de abonar mis cuotas anuales estos últimos años. Escribo
esto detalladamente porque tal situación hizo necesarios los cambios que sobrevinieron,
y debido a ello fue adquiriendo forma nuestro trabajo para los veinte años
siguientes.
Los
discípulos de los Maestros residen en todas partes del mundo, y trabajan en muy
diversos aspectos, a fin de llevar a la humanidad hacia la luz y materializar
el reino de Dios sobre la tierra. La actitud de la Sociedad Teosófica al
considerarse el único canal y rehusar el reconocimiento de otros grupos y
organizaciones, como partes integrantes e igualmente importantes del Movimiento
Teosófico mundial (no de la Sociedad Teosófica), es la verdadera causante y
responsable de su pérdida de prestigio.
Parece
ser un poco tarde para corregir sus métodos, salir del aislamiento y la separatividad,
y formar parte de un Gran Movimiento Teosófico que está difundiéndose
actualmente por el mundo.
Este
movimiento no sólo se expresa por medio de los diversos grupos ocultistas y
esotéricos que existen, sino también mediante los sindicatos laborales, los
planes que se han hecho para lograr la unidad mundial y la rehabilitación de
posguerra, la nueva visión del sector político y el reconocimiento de las
necesidades de la humanidad en todas partes. Es realmente desalentador, para
quienes hemos amado los principios y verdades sostenidos originalmente por la
teosofía, comprobar la degeneración del hermoso impulso inicial.
No
cabe la menor duda de que el movimiento iniciado por Helena Petrovna Blavatsky
fue parte integrante de un plan jerárquico. Siempre han existido sociedades
teosóficas a través de las edades —el nombre del movimiento no es nuevo—, pero
HPB le dio una luz y publicidad que proporcionó una nueva nota e hizo surgir a
la superficie un grupo, olvidado y secreto, haciendo posible que el público de
todas partes respondiera a esta tan antigua enseñanza.
La
deuda que el mundo ha contraído con la señora Besant por el trabajo realizado,
que puso a disposición de las masas de todos los países, los principios básicos
de la enseñanza teosófica, es algo que nunca podrá pagarse. No existe razón
alguna valedera que haga olvidar la estupenda y magnífica tarea que ella realizó
para los Maestros y la humanidad. Quienes en estos últimos cinco años la han
atacado violentamente, constituyen un puñado de pulgas atacando a un elefante.
En
1920 esta situación llegó a su culminación. La brecha entre la autoritaria
sección esotérica y las mentes democráticas de la Sociedad Teosófica, se ha
ampliado constantemente. El señor Wárrington y los dirigentes y asistentes de
la sección esotérica, en Norteamérica, representaban un grupo; mientras que el
otro grupo era dirigido por Foster Bailey y B.P.Wadia.
Esta
situación prevalecía cuando se realizó la famosa convención de 1920, en
Chicago. Yo nunca había asistido yo a una convención, y decir que me
desilusionó, me desagradó y me resultó chocante, sería expresarlo con suavidad.
Se
había reunido un grupo de hombres y mujeres provenientes de todos los lugares
de los Estados Unidos, que presumiblemente se ocupaban de impartir enseñanza y
difundir la fraternidad. Pero el odio y el rencor, la animadversión personal,
las maniobras políticas, resultaban tan afrentosas y chocantes, que hice la
promesa de no asistir jamás en mi vida a otra Convención Teosófica.
Después
del señor Warrington, éramos las autoridades más altas de la comisión directiva
de la Sociedad Teosófica, pero constituíamos una minoría. Desde el primer
momento de la convención se evidenció que la sección esotérica ejercía el
control, y como los que representaban la fraternidad y la democracia eran
numéricamente inferiores, fueron por lo tanto derrotados.
Entre
las autoridades había teósofos muy descontentos, pues eran controlados por la
sección esotérica y reconocían que sus dirigentes empleaban métodos abusivos.
Muchos hicieron todo lo posible por demostrarnos un espíritu amistoso. Algunos,
al término de la Convención, se convencieron de la rectitud de nuestra posición
y nos lo comunicaron. Otros, que asistieron a la Convención sin prevenciones, pusieron
todo su interés en nuestro sector y dieron su apoyo.
Sin
embargo fuimos vencidos a pesar de todo, y la sección esotérica se mostró
agresivamente triunfante. No nos quedó otro remedio que volver a Crotona, y la
situación era tal que eventualmente Wárrington tuvo que renunciar como
presidente de la Sociedad Teosófica en Norteamérica, pero retuvo su cargo en la
sección esotérica.
Fue
remplazado por el señor Rogers, que demostraba una oposición mucho más personal
que el señor Wárrington, que se daba cuenta de nuestra sinceridad, y aparte de
las diferencias de la organización, existía un fuerte afecto entre él, Foster y
yo.
Pero
el señor Rogers era de menor envergadura y nos expulsó de los cargos que
ocupábamos, en cuanto entró en el poder, y así terminó nuestra época en Crotona
y finalizó nuestro esfuerzo por servir lealmente a la Sociedad Teosófica.
(Extractos
del capítulo 4)
OBSERVACIONES
En
resumen Alice Bailey y su segundo marido, Foster Bailey, se alejaron de la
Sociedad Teosófica de Adyar a causa que ellos no estuvieron de acuerdo con la manera
tan autoritaria y dogmática que la Sra. Besant y sus lacayos de la sección
esotérica dirigían a esa organización.
Y
es falso que Alice Bailey haya sido discípula del maestro Kuthumi, y también es
falso que ella haya conocido a muchos discípulos de los Maestros, porque la
cantidad descomunal de falsedades que ella puso en sus libros desacredita esa
afirmación.
Estimado CId.
ResponderBorrarLeo su blog diariamente y respeto profundamente su trabajo. Desearia mandarle un Mail; para compartirle los conocimientos de una terapia muy interesante denominada "Terapia Somatica". Aquí le dejo un link, haber si le interesa: https://blogs.upm.es/culturafisicaoriental/2020/05/12/experiencia-somatica-de-peter-a-levine/
Mi correo electrónico ya no me está funcionando, pero gracias por el enlace y si quieres mandarme más información aquí me la puedes enviar.
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