Helen Desmore fue una señora que conoció a Blavatsky cuando Blavatsky vivió en Nueva York, y en la siguiente carta la señora Desmore defiende a Blavatsky de las calumnias que el espiritista Emmette Coleman dijo contra Blavatsky:
« Al editor de la revista The Religio-Philosophical Journal.
En un número reciente de su revista, noté un violento ataque al carácter y los métodos sociales de Madame Blavatsky, escrito por el señor William Emmette Coleman, que estoy segura de que el autor no habría escrito de haber sabido lo falsas que son algunas de sus afirmaciones. No es mi intención defender a esta dama en este momento, solo corregir a su corresponsal en el asunto mencionado.
Conozco bien a Madame Blavatsky. La conocí íntimamente en Nueva York en 1872 y en 1873, cuando se fundó la Sociedad Teosófica y se escribió "Isis Develada".
Yo visitaba su santuario [La lamasería] a todas horas. He renovado nuestra relación este invierno en Londres, y estoy segura de poder hablar con rigor sobre al menos una de las acusaciones que su corresponsal le hace: el consumo de licores embriagantes.
Cualesquiera que sean los defectos de esta notable mujer, sin duda ese defecto no le corresponde. «Ela es más que musulmana cuando el vino aparece» [los musulmanes no toman alcohol]. Nunca bebe ningún licor, en ninguna forma, en ningún momento; ni siquiera el clarete común, tan común en el extranjero para cenar.
Su médico le recetó cerveza negra hace apenas unas semanas, tras lo cual Madame Blavatsky le explicó que no podía tomarla; y que al no haber estado acostumbrada a beber nada parecido, la hacía sentir mal.
Pero cuando el médico le instó a probarlo, ella obedeció, y el efecto fue tal que indujo al médico a abandonar la prescripción.
Escribo esto únicamente en interés de la verdad, que usted como editor, el Sr. Coleman como escritor, y todos nosotros como estudiantes, debemos cortejar con celo incansable.
Helen Densmore.
51 Beaumont St., Portland Place,
Londres, Inglaterra. »
(Esta carta apareció en The Religio-Philosophical Journal, Chicago, Illinois, del 10 de marzo de 1888, p.6)
RESPUESTA DE COLEMAN A LA SRA. DENSMORE
El Sr. Coleman le escribió a la señora Densmore la siguiente contestación:
« Veo que Helen Densmore, en la publicación del 10 de marzo niega mi afirmación de que Madame Blavatsky consume bebidas embriagantes.
Lo que dice sobre los hábitos de Madame Blavatsky parece referirse exclusivamente a su actual estilo de vida en Londres.
Si bien la Sra. Densmore menciona haber conocido a Madame en Nueva York en 1872 y 1873, no afirma específicamente que en ese momento Madame Blavatsky no consumiera bebidas embriagantes. Todo lo que dice sobre sus hábitos está en presente.
Es posible que en los últimos años Madame Blavatsky haya renunciado al consumo de cualquier tipo de bebida embriagante, y de ser así, me alegra saberlo. No tengo motivos para dudar de la veracidad de las declaraciones de la Sra. Densmore, y como ella afirma que Madame Blavatsky no consume actualmente estimulantes líquidos, probablemente sea así.
Cabe destacar que solo se niega una de las supuestas declaraciones sobre los hábitos personales de Madame Blavatsky. Al mismo tiempo que hablé de su consumo de intoxicantes, me referí a su hábito de fumar tabaco, a su uso de jerga en francés y otros idiomas, y a su uso de juramentos.
Si la Sra. Densmore la conocía tan íntimamente como afirma, debe saber si las demás afirmaciones sobre Madame son correctas o no; y su silencio al respecto constituye prácticamente una admisión de su veracidad.
Su veracidad también está implícita en su comentario: «Cualesquiera que sean los defectos de esta notable mujer, este (el consumo de intoxicantes) no es uno de ellos».
Su hábito de fumar es tan notorio que sería absurdo negarlo, y en cuanto al carácter de su conversación y lenguaje, cuento con abundante testimonio de quienes la conocieron íntimamente en diferentes momentos y lugares.
No suelo hacer acusaciones como esta sobre el consumo de bebidas estimulantes por parte de la Sra. Blavatsky, a menos que tenga pruebas sólidas y fiables de su veracidad. En este caso mi evidencia sobre los hábitos de esta señora, en los detalles mencionados, se derivó de las siguientes fuentes:
1) Mi difunta esposa residía en la misma casa que la Sra. Blavatsky en Filadelfia, en 1874 o 1875, en la calle Girard. Creo que mi esposa me contó que ayudó a la Sra. Blavatsky a escribir para la prensa el primer artículo, o uno de los primeros, que publicó en inglés.
Su ayuda consistió únicamente en examinar y revisar la fraseología, ya que el conocimiento de la Sra. Blavatsky sobre la redacción correcta en inglés era entonces algo imperfecto.
La Sra. Densmore se equivoca al decir que conoció a la Sra. Blavatsky en Nueva York en 1872-73, «en la época en que se formó la Sociedad Teosófica», ya que esta no se instituyó hasta varios años después de la fecha mencionada.
Mi esposa fue una de las personas más escrupulosamente veraces que he conocido, y estoy seguro de que sus declaraciones sobre los hábitos de la Sra. Blavatsky son totalmente fiables.
2) Varios años antes de su muerte, el Sr. D.D. Home, el célebre médium, mantuvo correspondencia conmigo en relación con Madame Blavatsky.
Él me informó de varios episodios de la vida de la Sra. Blavatsky que él conocía, todos ellos de carácter muy perjudicial. Vivía en París y estaba bien informado sobre su vida allí, cuyos detalles no se publicarían en detalle.
No tenía motivos para dudar de la veracidad de las declaraciones del Sr. Home sobre los hábitos personales de Madame, y estaba y estoy convencido de que todo lo que decía era cierto, incluido su consumo de intoxicantes.
3 y 4) Dos damas que la acompañaron íntimamente me han contado muchos detalles de la vida de la Sra. Blavatsky, tanto en París como en Nueva York.
Una de ellas la conoció en París y vivió un tiempo considerable con ella y el coronel Olcott en Nueva York. Esta dama me contó detalladamente las numerosas imposturas que la Sra. Blavatsky practicó tanto con Olcott como con otras personas en Nueva York.
Ambas me hablaron del esposo de Blavatsky, con quien creo que se casó en Filadelfia, y a quien parecía temerle mucho en Nueva York, dando instrucciones a sus sirvientes de no dejarlo entrar si alguna vez se presentaba en su residencia neoyorquina.
Yo estaba y sigo convencido de la veracidad de las declaraciones que me hicieron estas dos damas, incluyendo las relativas a sus hábitos personales.
5) Si no me equivoco, se han publicado referencias a su consumo de intoxicantes en varios periódicos estadounidenses en diferentes momentos.
Esto por sí solo no constituiría una prueba concluyente de su veracidad, pero al considerarlas confirmatorias de las declaraciones de las diversas partes mencionadas, quienes estaban en posición de conocer la verdad del asunto, las declaraciones periodísticas no carecen de valor secundario.
Solo deseo decir la verdad exacta sobre este asunto, como sobre todos los demás. No pretendo culpar a la Sra. Blavatsky de nada de lo que sea inocente.
Si se puede demostrar que todos mis informantes se equivocaron, o que me engañaron con declaraciones falsas, y que la Sra. Blavatsky no ha consumido intoxicantes desde 1874, con gusto, por supuesto, haré una enmienda honorable en este asunto. Sin embargo, en mi opinión, no hay mucho temor de que tal tarea se emprenda alguna vez.
Agradecería que cualquier persona que tenga información sobre este asunto, a favor o en contra, me escriba exponiendo los hechos tal como los conoce. Pueden dirigirse a la Oficina del Intendente Jefe, San Francisco, California. »
(Esta carta apareció en The Religio-Philosophical Journal del 7 de abril de 1888, p.6)
RESPUESTA DE HELEN DENSMORE AL SR. COLEMAN
La Sra. Densmore le escribió al señor Coleman la siguiente respuesta:
« En relación a la respuesta del Sr. Coleman en su número del 7 de abril sobre mi corrección de su equivocación respecto a los hábitos de Madame Blavatsky de beber licores embriagantes, deseo decir lo siguiente:
1. Me equivoqué al indicar que los años en que conocí a Madame Blavatsky fueron 1872 y 1873; probablemente fueron 1874 y 1875.
El Sr. William Judge afirma en su revista The Path que la Sociedad Teosófica se fundó en una casa en Irving Place, en Nueva York, en 1875.
Yo conocí a Madame Blavatsky en esa época y antes de la fundación de la Sociedad Teosófica; la visitaba con frecuencia mientras ella escribía "Isis Develada" y realizaba los preparativos para la formación de la Sociedad Teosófica.
2. Yo la visitaba con frecuencia en su casa; la veía a menudo en las comidas. Recuerdo claramente que no solo ella no bebía vino en aquella época, sino que rechazaba todas las bebidas alcohólicas y explicaba que nunca había podido beberlas.
3. Mi silencio sobre los demás cargos no pretendía implicar consentimiento, como concluye el Sr. Coleman, sino más bien, dado que esta acusación de la que yo sabía que carecía de fundamento, entonces probablemente los otros cargos que implicaban depravación moral también serían falsos.
4. Madame Blavatsky fumaba cigarrillos entonces y sigue fumando. También lo hacen el célebre reverendo Stopford Brooke, el reverendo Sr. Spurgeon, el ilustrado y no menos reverenciado defensor del libre pensamiento, el Sr. Felix Adler, y una multitud de buenas personas de todas las iglesias y nacionalidades.
Entiendo perfectamente que el consumo de tabaco, en cualquier forma, no solo es antifisiológico, venenoso y causa directa de muchas enfermedades graves, incluyendo el deterioro del sistema nervioso, sino que es, sin duda, un hábito lamentable.
Pero quiero protestar contra la vieja costumbre de arremeter contra las mujeres por hacer las mismas cosas que se consideran normales en los hombres. Fumar no es más impropio de una dama para Madame Blavatsky que de un caballero para el Sr. Adler.
Hace unos domingos, por la mañana, escuché un elocuente discurso del Sr. Stopford Brooke en Londres, y más tarde me lo encontré paseando por una callejuela con un caballero y dos damas, que se echaban delicadamente un cigarro en la cara.
Lamenté entonces, y lamento ahora, que un profesor tan eminente y un pensador liberal tan capaz tuviera una costumbre tan desafortunada; pero ¿pensaría el Sr. Coleman en difamar su reputación?
5. En cuanto a las palabrotas: Madame Blavatsky a menudo se entrega a una libertad de expresión que sin duda resultaría chocante para el religioso mecánico de la Iglesia cristiana moderna; pero recordando que solo puede haber blasfemia en un sentido real cuando hay reverencia por lo profanado, y que Madame Blavatsky no venera los objetos que la mayoría de la cristiandad suele considerar sagrados, sostengo que no es culpable de este pecado.
Si bien creo que no es de buen gusto caer en tal hábito en ningún momento, recuerdo que muchos de nuestros hábiles pensadores liberales que se han distanciado de la teología tradicional, sí hacen eso; y le pregunto al Sr. Coleman si cree que es una prueba más de inmoralidad en Madame Blavatsky que la misma indulgencia en el Coronel Ingersoll o en cualquier otro trabajador serio y competente que pudiera ser culpable del mismo hábito.
El venerado Lincoln, como es bien sabido, se entregaba a historias en sus relaciones sociales que no soportarían ser repetidas a oídos educados. ¿Alguien considera esto como una prueba de su falta de carácter moral?
Seamos justos, seamos equitativos. Madame Blavatsky, sin duda, tiene graves limitaciones; ¿quién de nosotros no las tiene?
Me gustaría protestar contra la práctica de exhibir la vida privada y personal de hombres y mujeres en las columnas de la prensa. Hablemos de principios en lugar de personas. Sería pertinente preguntar cuáles son las tendencias de las enseñanzas de Madame Blavatsky.
Me gustaría tener la opinión del Sr. Coleman sobre la carta de Madame Blavatsky al arzobispo de Canterbury, publicada en un número reciente de la revista Lucifer; le envío una copia por correo.
"Por sus frutos los conoceréis." No conozco grupo de personas más ferviente y elevado, dedicado a la búsqueda de la verdad espiritual, que los miembros de las diversas Sociedades Teosóficas que he tenido la fortuna de conocer, y estas sociedades son el resultado directo de los esfuerzos de Madame Blavatsky.
Helen Densmore. »
(Esta carta apareció en The Religio-Philosophical Journal del 5 de mayo de 1888, p.6)
OBSERVACIONES
Yo considero que los testigos que enumeró el señor Coleman para acusar a Blavatsky de embriagarse, o esos individuos están mintiendo, o de plano el señor Coleman los inventó porque varias personas que conocieron muy bien a Blavatsky, y que incluso algunas de ellas vivieron varios años con Blavatsky, aseguraron que Blavatsky no tomaba nada de alcohol (ver link).
Y sobre los otros hábitos que Coleman denuncia de Blavatsky, es bien sabido que Blavatsky fumaba mucho y seguido utilizaba palabrotas, pero eso no la vuelve una mujer indigna.
Además el señor Coleman declara que el médium Daniel Dunglas Home conoció bien a Blavatsky y éste le aseguró que Blavatsky llevó una vida de inmoralidad cuando ella vivó en Paris en 1873.
Pero el coronel Olcott posteriormente en sus "Hojas de un Viejo Diario I" desechó esa aseveración mostrando que era una calumnia:
« He encontrado una carta de una amiga de la señora Blavatsky de cuya existencia me había olvidado por completo.
La doctora Marquette conoció a Blavatsky en París, antes de que Blavatsky comenzase la larga y brillante carrera que debía continuar a pesar de las dificultades y terminar aparentemente en el horno crematorio de Woking en 1891 [cuando Blavatsky murió] pero en realidad, continuar más allá.
Las insinuaciones de quienes pretenden que Blavatsky llevó en París una vida desordenada en el año de 1873, caen ante la espontánea declaración de esta mujer médica, que personalmente conocí en Nueva York, pero que, según creo, ya ha fallecido.
He aquí lo que la doctora Marquette escribió:
"Nueva York, diciembre 26 de 1875.
Querido señor:
Respondiendo a sus preguntas, debo decirle que conocí a la señora Blavatsky en París, en 1873. Entonces ella vivía con su hermano el Sr. Hahn, y un amigo íntimo de éste, el señor Lequeux, en un piso de la calle del Palais.
Yo la veía casi todos los días, y de hecho pasaba con ella la mayor parte de mi tiempo, cuando no me encontraba en el hospital o en la clase. Por lo tanto estoy en situación de poder certificar personalmente acerca de su conducta y me siento feliz al poder decir que su conducta era perfecta y digna de todo respeto.
Ella empleaba su tiempo en pintar o en escribir, casi sin salir de su habitación. Tenía pocas relaciones, y entre ellas, el señor y la señora Leymarie.
Considero a la señora Blavatsky como una de las mujeres más interesantes y apreciables que yo haya conocido antes y después de mi vuelta de Francia; he renovado con ella las relaciones y la amistad.
Vuestra, afectuosamente,
L.M. Marquette, M.D." »
(Capítulo 2)
¿Quién de los dos dice la verdad: el coronel Olcott o el médium Home?
Pues bien, aunque el coronel Olcott tenía sus defectos, también era muy reputado por ser un hombre extraordinariamente íntegro. Mientras que en cambio el médium Home fue numerosas veces acusado de ser un embaucador.
Y el señor Coleman también menciona de una dama que conoció a Blavatsky en Paris y en Nueva York, y que le confirmó que Blavatsky cometió muchas imposturas en esas dos ciudades.
Pero yo que he estudiado profundamente la vida de Blavatsky no percibo que ella haya sido una embustera como lo aseguran los detractores de Blavatsky.
Finalmente el señor Coleman es un hipócrita porque al final de su contestación dijo que si se le demostraba que "todos sus informantes se equivocaron, o que le engañaron con declaraciones falsas, y que la Sra. Blavatsky no había consumido intoxicantes desde 1874, con gusto, por supuesto, él haría una enmienda honorable en este asunto".
Pero aunque varios teósofos le demostraron que Blavatsky no soportaba el alcohol, él nunca hizo esa enmienda y siguió atacando a Blavatsky, lo que demuestra que al señor Coleman no le interesaba conocer la verdad sino solo desprestigiar a Blavatsky.
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