LOS PLANOS DE EXISTENCIA EXPLICADOS POR WILLIAM JUDGE



(Esta es la primera parte del capítulo dos del libro "El Océano de la Teosofía" de William Judge; añadí subtítulos para facilitar su lectura, y en morado puse mis comentarios.)


Las enseñanzas de la Teosofía se centran actualmente en nuestra Tierra, aunque su ámbito se extiende a todos los mundos, ya que ninguna parte del universo manifestado queda fuera del cuerpo único de leyes que nos rigen.

Nuestro globo al ser uno de los planetas del sistema solar, está ciertamente conectado con Venus, Júpiter y otros planetas, pero como la gran familia humana debe permanecer con su vehículo material —la Tierra— hasta que todas las unidades de la raza que estén listas se perfeccionen, la evolución de dicha familia reviste mayor importancia para sus miembros.

Más adelante se darán algunos detalles sobre los demás planetas, pero primero veamos las leyes que lo rigen todo.


La estructura septenaria

El universo evoluciona desde lo desconocido, que ningún hombre ni mente, por muy elevada que sea, puede indagar, en siete planos, de siete maneras o métodos en todos los mundos.

Esta séptuple diferenciación hace que todos los mundos del universo y los seres que lo habitan tengan una constitución septenaria.




La ley de correspondencia

Como se enseñaba antaño, los mundos pequeños y los grandes son copias del todo, y el insecto más diminuto, así como el ser más desarrollado, son réplicas, en pequeño o en grande, del vasto original inclusivo.

De ahí surgió el dicho «como es arriba es abajo», usado por los filósofos herméticos.




Los diferentes planos de existencia

Las divisiones del universo séptuple pueden resumirse, a grandes rasgos como: El Absoluto, Espíritu, Mente, Materia, Voluntad, Akasha o Éter, y Vida.

En lugar de «el Absoluto», podemos usar la palabra Espacio. Pues el Espacio es aquello que siempre es, y en lo que toda manifestación debe tener lugar.

(Teosóficamente ese 'Espacio' no es el espacio que conocen los científicos, sino que es un espacio abstracto sin dimensiones ni tiempo.)

En cuanto al Absoluto, solo podemos decir ES. Ninguno de los grandes maestros de la Escuela atribuye cualidades al Absoluto, aunque todas las cualidades existen en Él.

Nuestro conocimiento comienza con la diferenciación, y todos los objetos, seres o poderes manifestados son solo diferenciaciones de lo Gran Desconocido.

Lo máximo que se puede decir es que el Absoluto se diferencia periódicamente, y periódicamente retira lo diferenciado dentro de sí.

La primera diferenciación —hablando metafísicamente en cuanto al tiempo— es el Espíritu, con el cual aparecen la Materia y la Mente.

El término Akasha, tomado del sánscrito, se usa en lugar de la palabra Éter, porque el idioma inglés aún no ha desarrollado una palabra para designar adecuadamente ese tenue estado de la materia que los científicos modernos a veces llaman Éter.

(Esta asociación del Akasha con el Éter la he leído en varias ocasiones, pero no es correcta porque los antiguos científicos teorizando sobre la hipotética existencia de una substancia invisible a la que ellos llamaron "éter", la cual consideraban que llenaba todo el espacio y constituía el medio transmisor de todas las manifestaciones de la energía.

Pero experimentos posteriores les demostraron que ese "éter" no existía. En cambio en el hinduismo Akasha es la substancia primordial y los Maestros afirman que si existe.)


El Akasha se produce a partir de la Materia y el Espíritu, la Voluntad es la fuerza del Espíritu en acción, y la Vida es el resultado de la acción del Akasha, impulsado por el Espíritu, sobre la Materia.

Pero la Materia de la que aquí se habla no es la que vulgarmente se conoce como tal. Es la Materia real, siempre invisible, y a veces llamada Materia Primordial. En el sistema brahmánico se le denomina Mulaprakriti.

La enseñanza antigua siempre sostuvo, como ahora lo admite la ciencia, que solo vemos o percibimos los fenómenos, pero no la naturaleza esencial, el cuerpo o el ser de la materia.

La Mente es la parte inteligente del Cosmos, y en el conjunto de siete diferenciaciones esbozadas anteriormente, la Mente es aquello en lo que se fija o contiene el plan del Cosmos.

Este plan proviene de un período anterior de manifestación que contribuyó a su creciente perfección, y no se pueden establecer límites a sus posibilidades evolutivas en la perfección, porque nunca hubo principio para las manifestaciones periódicas del Absoluto, nunca habrá fin, sino que la expansión y la retirada hacia lo Desconocido continuarán eternamente.

Dondequiera que un mundo o un sistema de mundos esté evolucionando, el plan ha sido establecido en la mente universal, la fuerza original viene del espíritu, la base es la materia —que de hecho es invisible—.

La Vida sustenta todas las formas que requieren vida, y Akasha es el vínculo de conexión entre la materia por un lado y el espíritu-mente por el otro.





Destrucción al final del periodo de actividad

Cuando un mundo o un sistema llega al final de ciertos grandes ciclos, se registra un cataclismo en la historia o la tradición.

Estas tradiciones abundan: entre los judíos en su diluvio; entre los babilonios en el suyo; en los papiros egipcios; en la cosmología hindú; y ninguna de ellas como una mera confirmación de la pequeña tradición judía, sino que todas apuntan a enseñanzas tempranas y también a vagos recuerdos de las periódicas destrucciones y renovaciones. La historia hebraica no es más que un pobre fragmento arrancado del pavimento del Templo de la Verdad.

Así como hay pequeños cataclismos periódicos o destrucciones parciales, así, según la doctrina, existe la evolución e involución universales.

El Gran Aliento emana y retorna eternamente. A medida que se expande, aparecen objetos, mundos y hombres; a medida que retrocede, todos desaparecen en la fuente original.

Éste es el despertar y el dormir del Gran Ser; el Día y la Noche de Brahma; el prototipo de nuestros días de vigilia y noches de sueño como hombres, de nuestra desaparición de la escena al final de una pequeña vida humana, y nuestro regreso de nuevo para retomar el trabajo inacabado en otra vida, en un nuevo día.






OBSERVACIONES

William Judge dio una explicación diferente a la explicación que usualmente los instructores de teosofía hacen acerca de los planos de existencia, quienes generalmente los clasifican de la siguiente manera:

  • El plano atmico o divino
  • El plano buddhico o espiritual
  • El plano mental
  • El plano kámico
  • El plano de vitalidad
  • El plano astral
  • El plano físico


En cambio William Judge presentó la siguiente clasificación:

  • El Absoluto o Espacio abstracto
  • El Espíritu divino
  • La Voluntad divina
  • La Mente divina
  • La Mulaprakriti o "la materia primordial"
  • El Akasha o la substancia primordial
  • La Vida


La estructura que enseña William Juge es correcta nada más que revela otros aspectos, y a continuación se las explicó de manera simplificada:

El Absoluto es la realidad más elevada que conocemos, pero es una realidad tan abstracta que para nosotros se asemeja más a la NADA.

Blavatsky explicó que el Absoluto no pude crear porque es inmutable, pero que cíclicamente irradia al Espíritu Divino (también conocido como El Logos, Atman, Brahma, El Dios Supremo Creador de todo, etc.)

Y es el Espíritu divino quien va a crear los diferentes planos de existencia a partir de su propia esencia, produciendo transformaciones de si mismo.

Primero produce la Voluntad divina ya que el Espíritu divino se encuentra en un estado pasivo, y es la Voluntad divina la que va a crear todo lo demás.

La Voluntad divina va a crear la Mente divina, la cual a su vez va a crear Mulaprakriti ("la materia primordial" que yo prefiero llamarla "la esencia primordial" para que no se confunda con la materia física).

Luego el Dios Creador transforma la esencia primordial en substancia primordial (Akasha).

Y finalmente a partir de la substancia primordial crea la vida.


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William Judge no habló tanto de los planos de existencia sino de la creación y destrucción de los planos de existencia.











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