LOS FENÓMENOS QUE BLAVATSKY PRODUJO EN LONDRES EN 1879



 
 
 
El testimonio del coronel Olcott
 
« Nuestra estancia en Londres estuvo completamente ocupada con todo tipo de asuntos relacionados con la Sociedad Teosófica, recibimiento de visitantes y visitas al Museo Británico y otros lugares; todo condimentado con los fenómenos que hacía H.P.B. y con sesiones con el guía espiritual Ski de la Sra. Hollis-Billing, cuyo nombre es conocido por todo el mundo de los espiritistas.
 
Una noche, durante la cena, H.P.B. alegró el corazón de su anfitriona extrayendo de debajo de la mesa, una tetera japonesa de una ligereza extrema, creo que a petición suya, aunque no estoy seguro al respecto.
 
Y también provocó que el señor Massey encontrara en un bolsillo de su abrigo que colgaba en el vestíbulo, un estuche incrustado para tarjetas; pero esto solo lo menciono de pasada, pues podría explicarse mediante la hipótesis del truco, si es que uno está dispuesto a desafiar su buena fe.
 
 
Trataré de la misma forma un hecho que nos sorprendió a todos debido entonces a nuestra mentalidad crítica, como algo muy sorprendente. La noche del 6 de enero, Ski me pidió que fuera a la exposición de Madame Tussaud, y dijo que bajo el pie izquierdo de la figura 1581, encontraría una nota dirigida a mí por parte de cierto personaje.
 
A la mañana siguiente, el Reverendo Aytoun, el Dr. Billing, el Sr. Wimbridge y yo fuimos a la exposición de las obras de cera y realmente encontramos la nota descrita en el lugar designado.
 
Pero en mi diario está registrado que en la mañana del 6 de enero, H.P.B. y la Sra. Billing fueron juntas al Museo Británico, y puesto que ellas estaban fuera, nada les impidió ir a lo de Madame Tussaud, si así lo habían planificado. Así pues, en tanto evidencia este evento no tiene valor, aunque entonces pensé, y aún pienso que fue un fenómeno genuino.
 
 
La noche siguiente estábamos participando de nuevo en una sesión con Ski, y nos complació mucho escucharle reconocer que era un mensajero de los Maestros, y pronunciar los nombres de algunos de ellos. También me lanzó en la oscuridad un gran pañuelo de seda, sobre el cual estaban escritos varios de sus nombres. Era cuadrado y tenía el tamaño de una yarda y un cuarto.
 
 
La siguiente noche, después de la cena, H.P.B. nos explicó la dualidad que había en su persona y la ley que la ilustraba. Ella admitió, sin hacer valoraciones, que era un hecho el que ella fuera una persona en un momento dado y otra en el siguiente, y nos ofreció una sorprendente experiencia como prueba para apoyar su afirmación.
 
Mientras estábamos sentados conversando en el crepúsculo, ella silenciosa cerca de la ventana con sus dos manos descansando sobre sus rodillas, nos llamó y dirigió su mirada hacia sus manos. Una de ellas era tan blanca, tan escultórica como de costumbre; pero la otra era la mano más grande de un hombre, cubierta con la piel oscura de un hindú, y nosotros mirando maravillados hacia su rostro, observamos que sus cabellos y cejas también habían cambiado de color, ¡y de rubio claro se habían vuelto negro azabache!
 
Consideremos que esa transformación haya sido un hechizo hipnótico, pero aun así fue espectacular, ¡producido sin pronunciar una palabra que provocara la sugestión!
 
Pero no estoy seguro que haya sido un hechizo hipnótico, pues recuerdo que a la mañana siguiente su cabello aún era más oscuro que lo natural, y sus cejas bastante negras. Ella misma se dio cuenta de esto al mirarse en el espejo del salón y mencionó que se le había olvidado eliminar todos los rastros de ese cambio; entonces ella se volteó, pasó sus manos sobre su rostro y cabello dos o tres veces, y al volverse hacia mí de nuevo, ella tenía de nuevo su apariencia normal. »
(Las Hojas de un Viejo Diario II, capítulo 1)
 
 
 
 
 
 
Testimonio de Mary Hollis-Billing
 
« Respecto a las cosas maravillosas por cuya producción Madame Blavatsky es famosa, daré el testimonio de mis propios ojos sobre los fenómenos que fueron presenciados en mi casa mientras ella era mi invitada.
 
En primer lugar intentaré dar una descripción imperfecta de lo que ocurrió una tarde mientras un caballero y yo estábamos sentados, hablando con Madame Blavatsky, entonces notamos que su rostro y cabello se oscurecían hasta que su cabello cambió de su color natural (claro) a casi negro, y su rostro al mismo tiempo se volvió tan oscuro como el de cualquier indio oriental que jamás haya visto.
 
Mientras se manifestaban estas transformaciones, ella parecía estar sumida en profundos pensamientos. Entonces me dirigí hacia ella y le dije:
 
-        "Señora, ¿se da cuenta del cambio que se ha producido en su tez y cabello?"
 
Su respuesta fue "Sí", pero no ofreció ninguna explicación.
 
En unos minutos salió al pasillo donde permaneció unos cinco minutos, y luego regresó. Su cabello y rostro tenían su color natural cuando volvió a entrar en nuestra presencia; Todo lo cual nos pareció muy notable al caballero y a mí.
 
 
Cuando ella llegó a Norwood, estaba evidentemente muy apurada por emprender su viaje a la India y manifestó su determinación de quedarse conmigo sólo unos días. Muchos de sus amigos se sintieron bastante decepcionados por esta breve visita y clamaban por tener otra oportunidad de disfrutar de su compañía. Sin embargo Madame insistió en que a menos que recibiera órdenes de sus instructores en la India para prolongar su estadía, le sería imposible hacerlo.
 
El domingo después de su llegada, fue a su dormitorio y allí recibió un mensaje escrito en un pañuelo en el que se le concedía la libertad de quedarse algunos días más con nosotros.
 
Este evento hay que confesar que fue un incidente muy curioso, pero para la mente escéptica faltaba alguna prueba de que la inscripción no hubiera sido colocada por Madame Blavatsky en el pañuelo mediante algún procedimiento que ella misma conocía.
 
Así que pensé en el asunto y llegué a la conclusión de que si ella realmente poseía el poder que yo había oído que utilizaba y que ella afirmaba tener, no podía haber mejor momento para que yo viera alguna prueba incontrovertible de ello. En consecuencia, una noche mientras estábamos cenando, le pedí al coronel Olcott que me regalara el pañuelo en el que se había escrito el mensaje que supuestamente venía de la India.
 
Su respuesta fue:
 
-        “Nunca regalo nada de este tipo.”
 
Entonces me volteé hacia Madame Blavatsky y le pregunté si me haría el favor de entregarme uno de esos mensajes escritos.
 
Ella me respondió:
 
-        “Estoy cansada de materializar esos mensajes.”
 
Luego le pidió al coronel Olcott que me preguntara qué quería que hiciera. Miré por encima de la mesa para ver qué podía pedir que fuera más difícil de traer. Pronto me decidí y pedí que me trajera una tetera, un soporte para la corteza de pan o una taza de té con platillo.
 
Apenas había dicho estas palabras cuando colocaron sobre la mesa una curiosa tetera, que ahora tengo en mi poder. Madame se limitó a poner la mano debajo de la mesa para cogerla; no puedo explicar de dónde salió, pero de una cosa estoy segura: no tenía ningún artículo de ese tipo en la casa, ni hasta ese momento se me había propuesto pedir que se produjera de esa manera.
 
 
El señor CC Massey, que estaba de pie justo detrás de Madame Blavatsky, comentó:
 
-        “Oh, ¿me van a despreciar? ¿No me dará algo?”
 
Ella le preguntó:
 
-        “¿Qué quiere?”
 
Él le respondió:
 
-        “Un tarjetero o una bolsa de tabaco, algo que pueda llevar conmigo.”
 
Ella respondió de inmediato:
 
-        “Vaya al vestíbulo y encontrará algo en el bolsillo de su abrigo.”
 
El señor Massey había entrado después de que nos habíamos sentáado a cenar y Madame Blavatsky no se había levantado de la mesa. Pero al ir al vestíbulo, el señor Massey encontró en el bolsillo de su abrigo un tarjetero que contenía la firma de un amigo.
 
Para mí ésta fue una prueba notable, una que me atrevo a decir que pone el poder de Madame Blavatsky fuera de toda duda.
 
Ella no afirma que reciba la ayuda de espíritus o de algo ajeno a su propia voluntad. Por supuesto, no puedo garantizar la exactitud de esta teoría, sólo cuento los hechos tal como los presencié. Lo que vi durante las dos semanas que Blavatsky pasó conmigo no se parecía a nada que hubiera experimentado antes; y mi conocimiento de los fenómenos de la mediumnidad moderna es profunda y abundante. »
(The Medium and Daybreak, 19 de diciembre de 1879, p.796-7)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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