(Este es el primer capítulo del libro "El Mundo Oculto" de Alfred Sinnett, añadí subtítulos para facilitar la lectura, y hay que precisar que en el movimiento teosófico el término Adepto se emplea para designar a los miembros de la Logia Blanca, mientras que el termino Maestro se emplea para designar los adeptos que son de un grado mayor.)
EL OCULTISMO Y SUS ADEPTOS
I
Las facultades paranormales que poseen los adeptos
Antes de empezar debo decir que los poderes que el ocultismo confiere a sus adeptos, guardan cierta conformidad con las fuerzas de la naturaleza, algo de lo que la ciencia todavía no conoce nada absolutamente, y a la sola idea de pensar que un adepto pueda hablar con otro, sin importar la distancia que los separe sobre la superficie terrestre, le haría creer a quien tal cosa aseverara de que está loco y que un tal loco no debería andar con los cuerdos.
Sin embargo tal hecho existe y ya el abate Hue presenció en una Lamasería del Tíbet un suceso semejante (ver link).
Esta telegrafía psicológica es completamente independiente de todo mecanismo y agente material, y las facultades clarividentes del adepto son tan perfectas que ellas le dan una especie de omnisciencia en lo que respecta a los asuntos mundanos.
El cuerpo es la cárcel del alma para el hombre ordinario. Nosotros no podemos ver sino lo que tenemos ante los ojos y eso a través de los hierros de la prisión. Mientras que en cambio el adepto posee la llave de su encierro y puede salir cuando él quiera. Por consiguiente el cuerpo físico no es una prisión para el adepto, sino que sencillamente es una habitación que él ocupa temporalmente.
En otros términos, el adepto puede proyectar su alma fuera de su cuerpo a cualquier lugar que le plazca y esto con la rapidez del pensamiento.
Los adeptos manejan técnicas actualmente desconocidas por el resto de los humanos
La manera de ser del ocultismo, la base de los hechos y la forma en que opera, se halla fuera del alcance de la concepción ordinaria y por lo tanto difícil de saber y explicar.
Es como si se describiese el funcionamiento de una máquina a un auditorio que ignorase no solamente lo más rudimentario del arte mecánico, sino que desconociera lo más elemental de las matemáticas.
Por efecto de una mala educación literaria recibida en los centros de enseñanza respecto a las ciencias, los que a ellas se dedican, cuando llegan a ocuparse de las llamadas ciencias ocultas u ocultismo, se hallan en una ignorancia completa desconociendo hasta el A B C de lo que tratan de investigar, desconociendo hasta las facultades del alma en sus muchas y varias manifestaciones y más aún cuando se trata del alma y el cuerpo unidos.
Los ocultistas de todas las edades si son admitidos por sus aficiones a estos estudios, suelen llegar a conseguir resultados maravillosos, pero no así aquellos que son pobres en inteligencia y conocimientos, pues esto les parecerá entrar en un mundo de milagros y encantamientos.
Si se echa una mirada sobre una carta histórica, pueden verse los sucesos mezclados, más o menos unos con otros (si se exceptúa a China) y esfumarse y perderse en las lejanías de los tiempos pasando y confundirse todos.
Supongamos que Europa hubiera entrado algo más tarde en contacto con los chinos mucho más adelantados o inteligentes de lo que en realidad son, y hubiesen desarrollado una rama de las ciencias físicas hasta nuestro nivel de hoy día y que esta rama del saber chino hubiera sido para nosotros completamente desconocida; la sorpresa nuestra hubiera sido inmensa a la vista de los adelantos chinos, desconocidos para nosotros.
Pues bien, algo parecido es nuestra expectación ante las ciencias ocultas.
Los adeptos son humanos normales pero con un mayor desarrollo
Los ocultistas han formado y constituido una casta aparte, desde la antigüedad más remota, desde un tiempo que nosotros no podemos calcular, pero no son una raza especial bajo el punto de vista físico, ni tampoco uniforme en sus composiciones y menos aun se les pudiera calificar como constituyendo una nación o pueblo, asociación de hombres de una inteligencia superior.
Los ocultistas vienen a ser solamente que unidos por el fuerte lazo de las experiencias ocultas, ellos continúan perpetuando las vidas, las tradiciones y los misterios del desarrollo interno en el hombre y cuya herencia sus antepasados les han legado.
Durante ese tiempo, la civilización ha avanzado a la par que la ciencia en Europa, pero la ciencia descuidando, o mejor dicho, desocupándose del único estudio al que los ocultistas han venido dedicando su atención.
No es extraño por lo tanto si las líneas de demarcación en las dos civilizaciones, la Oriental y la Occidental, han divergido hasta el punto de no entenderse hoy en día.
Quedamos por ver si se aceptará el intento de reunir en uno, dos cuerpos de doctrina largo tiempo divorciados entre sí (aun siendo hermanos) cual hijos de una madre común a ambos, o si se la considerará como un imprudente impostor que trata le sea reconocido el parentesco.
La parte sutil del humano
Ya hemos dicho que el ocultista disfruta el poder de alejar su alma del cuerpo [la proyección astral]. Y debe observarse que por este solo hecho, él obtiene sin ninguna sombra de duda la certeza de que tiene un alma.
Al estudio comparativo de las mitologías se le ha llamado siempre, la ciencia de la religión; si existe pues, una ciencia de la religión, esa ciencia no puede ser otra que el ocultismo.
Un observador superficial pudiera imaginar que la verdadera religión no puede manifestarse con mayor claridad a el alma desprendida temporalmente del cuerpo sino cuando lo hace por mediación de los sentidos físicos.
Pero es evidente que el hombre que se eleva hacia el reino de lo inmaterial goza de una más vasta comprensión en la verdadera religión, puesto que por su conocimiento, la pura percepción y facultades intelectuales del alma cuando se halla libre, las concentra en el hombre inmaterial.
Hemos hablado del hombre inmaterial separado del cuerpo físico, pero la exposición de doctrinas que examinamos es tan compleja que no hay que dejar pasar una expresión que pueda el lector juzgar propia.
Es una de las verdades incontestables en la filosofía oculta que el ego interior etéreo y el hombre aun cuando esté separado del cuerpo, es uno mismo. Solo que se halla revestido de una envoltura más etérea, pero material, aunque en el sentido de ser más sutil.
Es creencia general en los países civilizados que el hombre posee un alma que sobrevive al cuerpo en una u otra forma que sea, pero se ven obligados a confesar que ellos no saben acerca de eso.
Una gran parte de los seres que figuran a la cabeza de nuestra civilización, abrigan graves dudas acerca de esta cuestión; sugiriendo a algunos la idea, investigando la física de que después de todo, el pensamiento pudiera muy bien ser uno de los modos de movimiento; tendiendo a establecer la probabilidad hipotética siguiente, y es que al morir el cuerpo y destruirse: nada queda.
La filosofía oculta no especula en esto, ella sabe y conoce lo que son los hechos.
San Pablo que era seguramente un ocultista, consideraba al hombre como compuesto de cuerpo, alma y espíritu.
Esta distinción no se halla acordes con la teoría corriente de que cuando un hombre muere su alma pasa al cielo o al infierno.
¿Qué viene a ser entonces el espíritu y cuál es su diferencia con el alma?
Los filósofos ortodoxos se han creado cada uno de por sí, su teoría acerca de esto.
El alma es el lugar donde se cobijan todas las emociones que agitan la vida, y el espíritu de donde parten las facultades intelectuales o vice-versa.
No se puede encontrar fundamento sólido para tales conjeturas, ni menos una base en que sostenerse, ni menos una revelación en que apoyarse.
Pero San Pablo cuando empleaba esta palabra, no lo hacia como una vaga y fantástica inspiración, pues parecía considerar el espíritu como el alma de el alma.
Por de pronto, dejemos que diluciden esta cuestión en la mejor forma los que la plantean en sus términos, y vengamos al punto en que el ocultismo dice que el alma del hombre es considerablemente más sutil y más permanente que lo es el cuerpo, siendo sin embargo una realidad material.
No material en el concepto de la química, sino como podría: comprenderse todo lo físico en bloque; si los tentáculos de cada una de las partes de la ciencia se hallasen en fino contacto y trabajasen en armonía los unos con los otros.
Esto no es negar la materialidad de una substancia hipotética, aun cuando no pueda determinarse el peso atómico y sus afinidades.
El éter que transmite la luz es material para aquel que admite su existencia, pero hay una gamma que recorrer entre la diferencia que existe entre él y el gas más sutil.
No se llega a una verdad científica siempre por el mismo camino. Unas son percibidas directamente, otras se deducen de una manera indirecta y no por eso estas últimas dejan de ser menos ciertas.
La materialidad del éter dimana, del modo como se examinan las modificaciones de la luz: la materialidad del alma puede ser deducida de lo que ella sufre por la acción de fuerzas exteriores.
La influencia magnética es una emanación inherente a cierta función física del magnetizador.
Esta emanación afecta el alma del sujeto a distancia y produce un efecto perceptible para él, y demostrable para los otros.
Naturalmente esto es un ejemplo y no una prueba.
Exponemos de la mejor manera posible, aunque imperfecta, los descubrimientos del ocultismo, sin abordar de una vez las pruebas de las manifestaciones.
Lejos de esto se darán paulatinamente, escogiendo entre ellas otras que vendrán más tarde como consecuencia lógica.
El alma es material sutil y por lo general se halla unido al cuerpo que está formado de materia más densa, y es en este estado de cosas, que permite al ocultista hablar de una manera positiva con la persona que desea, y transportarse a distancia con esa alma menos material, teniendo por el solo ejercicio de tal facultad la certeza de que dicha alma al poder vivir separada del cuerpo, puede y debe sobrevivirle cuando quiera.
El adepto no se apoya en la fe o especula metafísicamente, para establecer posibilidades acerca de la supervivencia y existencia real cuando se halla fuera del cuerpo, pues verifica esta experiencia cuando le place.
Ciertamente la simple facultad con que obra al verificar temporalmente la separación de que se habla, no por eso proporciona al que lo ejecuta, dones y conocimientos sobre los destinos futuros después de la finalidad o muerte real del sujeto: únicamente adquiere la reseña exacta de las condiciones con que pasa al otro mundo.
En tanto viva, su alma se halla unida al cuerpo como un globo cautivo, por decirlo así, y sujeto por un cable largo, flexible e imponderable.
Las ascensiones estando en cautividad, no le dirán ni le enseñarán si el globo flotara lo mismo cuando la máquina que lo sostiene se vea destruida, o si él se encontrará sin dirección yéndose a la deriva sin rumbo conocido; pero esto depende del aeronáuta y de los globos con que navegue en determinadas circunstancias.
La facultad de que venimos hablando, es de un infinito resultado; por ser al parecer, casi el final de la enseñanza en el adeptado; pero en realidad puede decirse que en vez de ser el fin, es solamente el principio.
Lord Lytton
Las operaciones, en apariencia mágicas, que pueden ejecutar los adeptos en ocultismo, son hijas del conocimiento de una fuerza de la naturaleza denominada en los libros sanscritos: akasha.
En la novela "La Raza Futura" de lord Lytton, que sabía de ocultismo más de lo que se creía generalmente, hace una referencia imaginaria y maravillosa de las condiciones que afectan a la fuerza que él denomina vril, en el centro de la Tierra a donde hace penetrar a su héroe.
Al escribir sobre el vril, lord Lytton tuvo evidentemente la idea de poetizar el akasha.
En "La Raza Futura" el autor describe a una comunidad poseyendo parte de los poderes asequibles a los adeptos; pero difiere esencialmente en absoluto de la congragación de que forman parte los adeptos en muchos puntos esenciales y entre otros, el que sus moradores en ese pueblo disfrutan, desde su infancia sean mujeres ú hombres, de los mismos poderes.
Esto solo, está en oposición a los poderes que los adeptos llegan a obtener.
De cualquiera manera que sea, cualquiera que estudie esta ciencia reconocerá que el autor de "La Raza Futura" debía estar familiarizado con las ideas principales que sustenta el ocultismo.
Esto resulta así mismo con la lectura de sus otras novelas misteriosas "Zanoni" y "Una Extraña Historia".
En "Zanoni" el personaje Mejnour representa justamente un gran adepto en ocultismo oriental, parecido a aquellos de que ya hemos hablado.
Es difícil explicar el por qué lord Lytton con la intención manifiesta en su novela, de seguir exponiendo hechos reales de ocultismo, presenta a Mejnour como al último superviviente de la fraternidad de los Rosa-Cruces.
Los guardianes de la ciencia oculta, se contentan con ser un grupo pequeño, relativamente a la importancia grande de los conocimientos que ellos procuran salvar de un naufragio, siendo igualmente difícil comprender porque lord Lytton instruido como él estaba, se ha complacido en fingir y presentar como una ficción literaria lo que presentado al público bajo su verdadera forma, hubiera merecido una más seria atención.
Mucho pudiera decirse sobre esto, pero no sería imposible conjeturar que lord Lytton penetrado de los inconvenientes que esto último traería, prefirió presentar al público los secretos de ocultismo bajo una forma semi-velada, y sobre todo agradablemente mística.
De esta manera, las teorías embargando la atención del lector, se harían simpatizar con ellas pasando desapercibidas para aquellas inteligencias ligeras que no se fijan más al leer que en las galas literarias o externas, evitando también de este modo que sus libros sean destinados a fijar la atención de los santurrones de la ciencia, de la religión y de la gran filosofía vulgar.
El akasha es pues una fuerza para la cual no tenemos nombre adecuado y que por falta de conocimiento y práctica, no nos puede dar idea de su clase.
Tal vez pueda formarse esa idea, imaginándose que es un agente más sutil, más prepotente y más extraordinario que la electricidad, lo mismo que la electricidad viene siendo superior a la fuerza del vapor por su sutileza y variedad en sus efectos.
Es por el conocimiento de las propiedades de esta fuerza, que el adepto produce los fenómenos físicos, como demostraremos de una manera aun más concluyente.
II
La Fraternidad Blanca
¿Quiénes son los adeptos que disponen de esas fuerzas tremendas e imponderables de las que hemos hablamos?
Hay razones para creer que ellos han existido en todas las épocas de la historia y que aún existen hoy en día en la misma India.
La identidad de la ciencia que les fue legada por los antiguos iniciados en el ocultismo de los templos, es en verdad innegable y manifiesta por el examen de las doctrinas que conservan, y por las facultades de que ellos manejan.
Esto parece resultar del estudio de una literatura inmensa que nos abstenemos de mencionar por ahora, reservándonos para más adelante indicar las mejores opiniones acerca del particular.
Examinemos en tanto la situación actual de los adeptos.
Ellos constituyen una fraternidad o asociación secreta que extiende sus ramificaciones por todo el Oriente, pero cuyo asiento principalmente se encuentra, según se cree actualmente en el Tíbet.
La India no ha estado jamás sin estos seres, pues han recibido siempre nuevos neófitos del país. Pues la gran Fraternidad es la menos exclusivista del mundo para admitir discípulos, sin importarles de qué raza son ni a qué escuela pertenecen, siempre que ellos reúnan las condiciones requeridas.
Un adepto ha dicho que la puerta se abre siempre para el hombre justo que llama y quiere entrar; pero actualmente los muy determinados pueden esperar andar el camino que a esta puerta conduce.
Es absolutamente imposible describir los peligros de este camino, sino en sus términos generales. Para ello no es necesario poseer ninguno de los secretos de los iniciados para comprender la clase de pruebas por las que debe pasar un neófito antes de llegar a la dignidad de maestro en ocultismo.
No parece nacer siendo un adepto, pues este se hace a sí mismo con sus virtudes y estudio, pues él tiene en sus manos y verifica en sí su propio adelantamiento.
Los discípulos
Se cree por lo general que nunca es menor de siete años el tiempo que el discípulo emplea en su primera enseñanza, a partir del día en que es admitido como tal discípulo a la nueva escuela.
Este tiempo sin duda que es prorrogable cuando el candidato no adelanta en su estudio lo bastante, no sabiendo el mismo si estos años prorrogables lo serán según su voluntad.
Él no sabe nunca si será o no admitido a la iniciación.
Este es un punto no menos terrible, pues esta incerteza hace qué la mayoría de los europeos que prueban dar los primeros pasos en ese camino, se consideren juguetes del capricho de una Fraternidad despótica que se complace en jugar con el ardor de los más perseverantes.
Las pruebas por las que tiene que pasar el neófito, no son pantomimas fantásticas ni actos de comedia estudiados.
Los maestros en ocultismo no oponen obstáculos, ni barreras artificiales para ensayar la resistencia de los nervios de los más aventajados, como haría un profesor de equitación en una carrera de obstáculos en un picadero o circo.
Es en la naturaleza de la ciencia explorada donde deben ejercitar su juicio y descubrir sus secretos, probando así sus fuerzas y resolución.
Es en lo interno del candidato donde se entablan las pruebas a que se halla sometido y que una vez vencidas con perseverancia extremada en sus principios, con su moralidad y aún por decirlo también, con sus cualidades físicas e intelectuales; entonces le es permitido dar la zambullida final dentro del mar de sensaciones extrañas que él debe vencer con la fuerza de sus propios esfuerzos o perecer.
En cuanto a la clase de pruebas a que se sujetan durante el tiempo que dura su desenvolvimiento interior, no poseemos un conocimiento exacto, y las conjeturas que pudiéramos hacer estando basadas en fragmentarias revelaciones, tendrían que ser erróneas o confusas y no vale la pena aquí hacerlas.
Más es cierto de todas maneras que no existe secreto para el candidato en cuanto se refiere al género de vida que debe observar.
El completo desarrollo de un adepto demanda entre otras cosas, una vida absolutamente pura, bajo el punto de vista físico, y hace falta que el candidato muestre desde sus inicios con su conducta y firmeza de voluntad, que él se siente con fuerzas para seguir tal género de vida.
Es decir, se hace necesario que durante los años de noviciado, él sea casto, sobrio e indiferente a toda especie de vanidades y lujos.
Este régimen no lleva por lo que se ve, ninguna mortificación anormal, ningún ascetismo mortificante ni obligatorio, ni tampoco ningún alejamiento del mundo.
Nada impide a un hombre de sociedad, a un noble, observar y seguir el régimen de los candidatos para el ocultismo en medio y en completa sociedad de Londres, sin que las personas más en contacto con él se aperciban.
Pero no se alcanza un paso en el verdadero ocultismo (fin sublime de todo adepto) con el ascetismo degradante y sucio de un faquir indio, o un yogui de los bosques o del desierto, en el que se acumula la suciedad con la locura; o el fanático que clava en sus carnes garfios de hierro o mantiene sus brazos levantados, hasta que pierde el ejercicio de su movimiento.
Un conocimiento imperfecto de cualquiera de estos hechos exteriores del ocultismo indio, puede inducir al que lo ve a formar un mal entendido juicio.
Los yogas
Yoga-vidya es el nombre indio de la ciencia oculta que es útil conocer, pero no practicarla, cual lo hacen los ignorantes entusiastas que cultivan alguna de las ramas inferiores de esta ciencia, sólo con ayuda de ejercicios físicos.
Propiamente hablando, esta ciencia de desarrollo físico tiene el nombre de Hatta-yoga; tanto que el nombre de Ragi-yoga es el más elevado de la disciplina mental, y que conduce a la ciencia del ocultismo.
Ningún ocultista considerará jamás como adepto, a aquel que haya adquirido los poderes para ejercitarlos en actos ligeros a pueriles del Hatta-yoga.
No queremos con esto decir que dichos ejercicios sean completamente inútiles pues conceden indudablemente al que los tiene, facultades anormales.
Estos se hallan descritos en gran número de tratados, y todos aquellos que han vivido algún tiempo en la India pueden relatar hechos curiosos producidos por los juglares que hacen profesión de estas artes extraordinarias.
Si nosotros quisiéramos aumentar el volumen de este libro, podríamos citar casos fenomenales que no hemos tenido tiempo de escudriñar, pero que sería fácil reunir.
Y aunque desistimos de tal propósito sí insistimos en asegurar, que todo aquél que presente al yoguismo trascendental como han apellidado algunos al Ragi-yoga, el cual conduce a las soberanas cimas del verdadero adeptado.
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