EL
DESDOBLAMIENTO QUE CONOCEMOS
El
periodista inglés Alfred Sinnett comentó que en la noche del 19 de octubre de 1880 él se desdobló astralmente:
« Vi a Kuthumi en su forma astral en la noche del 19 de
octubre de 1880 al despertarme por un momento, pero inmediatamente volví a la inconsciencia
otra vez en mi cuerpo físico, pero entonces yo salí fuera de mi cuerpo físico
con mi cuerpo astral, y me encontré en el cuarto de vestir adyacente en donde
vi a otro de los Hermanos, a quien posteriormente el coronel Olcott me informó
que el nombre de ese otro Adepto es “Serapis” y que “él es el más joven de los
chohanes” [jefes].
Una nota de Kuthumi sobre esa visión
que tuve en la noche, llegó a la mañana siguiente, y durante ese día, el 20 de
octubre, fuimos de paseo de campo a la colina Prospect cuando ocurrió el
“incidente del cojín”. »
(CM 3A, p.10)
Esa nota del maestro Kuthumi decía
lo siguiente:
« Mi buen hermano,
En sueños y visiones, al menos
cuando estas se interpretan correctamente, difícilmente puede haber un
“elemento de duda”.
Espero probarte que yo si estuve cerca
de ti la noche pasada, por medio de algo que me llevé conmigo y que tu esposa
lo recibirá de vuelta en la colina.
No llevo esta vez papel color de
rosa para escribir, pero confío en que el modesto papel blanco servirá
igualmente para lo que tengo que decir. »
(CM 3A, p.10)
El objeto que el maestro Kuthumi se
llevó consigo fue un alfiler de pecho perteneciente a la señora Sinnett y que
ella había dejado en su tocador. Y en su libro “El Mundo Oculto” el señor Sinnett relató lo que sucedió al día
siguiente:
« Por la mañana, después de haber discutido acerca del
acontecimiento particular que yo había vivido, hallé sobre la mesa del
escritorio una nota de Kuthumi, en la cual él se comprometía a darme en el
campo, algo que sería una confirmación de su presencia astral junto a mí, en la
noche anterior.
Salimos pues a acampar sobre la cima
de un sitio muy pintoresco y ya habíamos comenzado nuestro almuerzo, cuando
Madame Blavatsky nos dijo que Kuthumi preguntaba donde queríamos que él
depositara el objeto que iba a enviarnos.
Y es preciso notar que hasta
entonces, no nos habíamos ocupado de reflexionar sobre eso y la interrupción
del almuerzo por el aviso misterioso de Kuthumi, había sido provocada de una
manera incidental.
El hecho es que durante una
conversación que estábamos teniendo con Madame Blavatsky, ella prestó atención
de pronto y escuchó la voz de Kuthumi, que le hablaba desde su misterioso
retiro, y a través del espacio le preguntaba dónde yo quería que depositase el
objeto que él quería enviarme como una prueba del poder oculto que poseen los
Adeptos.
Madame Blavatsky me comunicó
enseguida la pregunta y el deseo de nuestro comunicante, pero debo precisar que
ella no influyó para nada en mi decisión, ni tampoco hubo discusión alguna al
respecto, puesto que de una manera espontánea exclamé:
- “En el cojín.”
Y señalé al mismo tiempo, un cojín
de terciopelo y seda que veía en frente de mí y en donde se estaba apoyando en
aquel momento una de las damas allí presentes.
Pero tan pronto como yo había
expresado mi deseo en voz alta, mi mujer se exclamó:
-
“¡Oh,
no, que sea mejor en el mío!” o algo así, porque no me acuerdo muy bien de sus
palabras.
Y entonces yo dije:
- “Pues muy bien, que sea en el
cojín de mi mujer.”
Y entonces Madame Blavatsky le
preguntó a Kuthumi (como si éste se hallara presente y no a muchas leguas de
distancia), si lo que yo le pedía era cosa factible de hacer, y la contestación
fue favorable.
¡Por lo tanto
mi libertad de decisión fue absoluta y no estuvo limitada por ninguna condición
y además fue modificada por la imprevista solitud de mi mujer!
Tal vez, reflexionándolo antes,
hubiera elegido cualquier otro sitio, como un árbol, dentro del suelo, etc.,
etc., pero no; fue tan espontánea mi determinación, que precisamente elegí
aquello que tenía delante de mí y ante mi vista.
Y resulta que el cojín que estaba
usando mi mujer, ella no se había separado de él en toda la mañana, pues lo había
subido hasta la colina donde estábamos, y en dicho almohadón, el cual estaba
bordado en terciopelo y sedas de colores, también se encontraba tremendamente
cosido y cerrado por todas partes para evitar que las plumas se salieran, y en
ese momento era en el que ella apoyaba su cabeza por hallarse recostada.
Este cojín, hacía muchos años que
estaba en nuestra posesión, es un cojín que está muy bien cosido en todo su
alrededor, y el cual ella lo dejaba por lo regular en el salón de nuestra casa
y siempre a la vista, junto a uno de los ángulos del sofá. Y en cuanto mi mujer
salía de casa, ella ordenaba que se lo llevasen, y al regresar, ella lo volvía
a poner en su sitio.
Pues bien, con la elección del cojín
de mi mujer una vez aprobado, Madame Blavatsky le pidió a mi esposa que lo
colocase bajo el tapiz, lo que ella hizo en su propio djampane (nombre indio de
un palanquín). Y apenas había pasado un minuto, cuando Madame Blavatsky nos
dijo que podíamos empezar a abrir el cojín.
Me valí de un cortaplumas que tenía
en ese momento para abrirlo, y fue un trabajo de cierto tiempo, porque el
almohadón estaba de manera muy fuerte cocido todo a su alrededor, por lo que no
era fácil descoserlo, y fue menester cortar el hilo punto por punto.
Cuando por fin un lado estuvo
completamente abierto, descubrimos que las plumas de dentro estaban encerradas
en una envoltura interior, la cual igualmente estaba muy cosida. Y como nada
había ni entre la primera ni en la segunda envoltura, continuamos descociéndolo.
Pero en cuanto mi mujer descosió ésta segunda envoltura, ella encontró entre
las plumas, una nota en tres dobleces, dirigida hacia mí y escrita por Kuthumi,
en donde él decía lo siguiente:
“Mi querido hermano.
Este broche N°2 que está colocado en un sitio
tan particular porque así tú lo decidiste, es simplemente para mostrarte qué
tan fácilmente puede producirse un fenómeno verdadero, y cuanto más fácil es
todavía dudar de su autenticidad.
Válgase de este fenómeno como le parezca, y
sírvase también de él para probarle que soy su amigo. Voy a tratar de evitar
las dificultades de las que hablasteis la noche anterior respecto al
intercambio de nuestras cartas.
En breve, uno de nuestros alumnos visitará
Lahore y las provincias Nord occidentales, y se os dará una dirección que
podréis usar, a menos que prefiráis que la correspondencia sea por medio de…
cojines.
Y le ruego constatar que la presente nota no
está fechada desde una Logia sino desde un valle de Cachemira.”
Mientras yo leía esta nota, mi mujer,
continuaba inspeccionando dentro del cojín, y revolviendo más entre las plumas,
ella descubrió el broche en cuestión. Era un broche ya usado que ella solía
llevar colgado al cuello, y que ella tenía la costumbre de dejarlo encima de su
tocador, cuando se peinaba.
Hubiera sido imposible inventar
entre las pruebas fehacientes, una prueba más irrefutable y más convincente que
la que nos fue dada en esas circunstancias tan especiales para nosotros. »
(p.108-115, 2ed)
OTRO
DESDOBLAMIENTO PERO INCOMPLETO
En otra carta enviada por marzo de
1883, el maestro Kuthumi le reveló al señor Sinnett que en una ocasión Djwal Khul
(quien es uno de sus discípulos) intentó desdoblar a Sinnett, y lo logró parcialmente:
« Djwal Khul que está extremadamente interesado en tu progreso, aunque logró
sacar tu cuerpo astral fuera de tu cuerpo físico, fracasó completamente en su
esfuerzo por abrir tu visión interna [o sea que Sinnett se diera cuenta de
ello]. »
(CM
58, p.336)
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