LAS PAREJAS E HIJOS QUE TUVO ARNOLD KRUMM-HELLER

 

 
Arnold Krumm-Heller tuvo cuatro parejas y procreó seis hijos (hasta donde he descubierto).
 
 
 
Primera pareja
 
Su afán por viajar lo llevó a Chile en donde ahí contrajo matrimonio el 7 de febrero de 1897 en la ciudad de Concepción con Rita Aguirre Valera, hija de una familia de terratenientes; dos meses antes de cumplir los 21 años.
 
Un año después nació su hijo primogénito llamado Hiram Krumm Aguirre.
 
Probablemente Krumm-Heller le puso ese nombre a su hijo en homenaje al legendario Maestro de la Masonería, quien según el Antiguo Testamento fue designado por el Rey Salomón para la construcción del Templo de Jerusalén (1 Reyes, 7:13-14).
 
Krumm-Heller se dedicó a los estudios no formales, y eso escandalizó a la familia de su esposa. Él estudiaba espiritismo, teosofía, indigenismo, lo veían como un iluso soñador, ¡un loco!
 
La vida matrimonial fue interferida por los familiares y su paternidad se vio frustrada por la ruptura del hogar. Esa unión se terminó por discordias con esa familia cuando apenas comenzaba a consolidarse.
 
 
Krumm-Heller se mantuvo en contacto con Hiram por cartas. Así tenemos que el 11 de enero de 1949, cuatro meses antes de su muerte, le escribió desde Alemania, a un senador amigo en Chile, para que respaldara a Hiram en la procura de un cargo en la policía secreta. Desconocemos si las diligencias resultaron efectivas, aunque tenemos referencias, no confirmadas por documentos, de que Hiram llegó a ser Oficial de la Guardia Especial de la policía chilena.
 
Tenemos noticias sobre dos hijos de Hiram: Heriberto Moisés Krumm Ahumada, quien residió en Stuttgart, Alemania; y Matilde Krumm Ahumada, quien residió en Chillán, Chile.
 
 
 
 
 
Segunda pareja
 
El segundo hijo de Krumm-Heller fue otro varón llamado Arnoldo Krumm Heller Mejía, quien nació el 2 de junio de 1913 en la ciudad de Celaya, Guanajuato, México; cuando su papá tenía 32 años y su mamá María Gilda Mejía Ávila tenía 27 años.
 
María Mejía era su asistente personal en la clínica y compañera permanente durante el tiempo en que Krumm-Heller vivió en la Ciudad de México, antes de la revolución. Ella no había tenido hijos, y cuando a la muerte de Madero, Krumm-Heller se iba a retirar de la capital, dejándole a ella la propiedad de la casa donde vivía, ella le expresó que el único regalo que quería de él era un hijo.
 
Krumm-Heller pudo posteriormente tuvo la ocasión de conocer a su segundo hijo.
 
 
 
 
 
Tercera pareja
 
Al terminar la revolución mexicana en 1917, Krumm-Heller se casó con Carlota Neuman con quien vivió el proceso itinerante de la actividad diplomática.
 
Procrearon cuatro hijos: Cuauhtémoc, Guadalupe, Parsival y Sieglinde, nacidos entre  México, España y Alemania.
 
Krumm-Heller fundó en México en 1927 La Fraternidad Rosacruz Antigua (FRA).
 
Dentro de esa organización Carlota era conocida como la Hermana Weleda, ella acompañó a Krumm-Heller durante su gira por Latinoamérica de 1929 a 1930; junto con su hijo Parsival, entonces de cuatro años de edad.
 
Poco después Krumm-Heller se fue con su familia a Europa de manera definitiva.
 
 
 
Cuauhtémoc Ernesto
 
Nació en México el 12 de Febrero de 1922.
 
Seguramente Krumm-Heller le puso ese nombre a su hijo en honor al último rey-sacerdote de los aztecas que así se nombraba.
 
Cuando Krumm-Heller falleció en mayo de 1949, Cuauhtémoc vivía en París, era fotógrafo de profesión y también trabajaba en una empresa farmacéutica en el departamento de fisiología.
 
Por curiosa coincidencia, después de vivir en Cataluña, Berlín, Marburgo, París, y otras ciudades, falleció de vuelta en México, víctima de un ataque cardiaco cuando estaba nadando en Acapulco, el 24 de enero de 1965. Diecinueve días después habría cumplido los 43 años de edad.
 
Cuauhtémoc conservó su nacionalidad mexicana y allí pervivieron, su esposa Eva-Ingeborg Krumm Heller, nacida Behrend y su hija Inés, quien vino al mundo el 30 de diciembre de 1953. Después ellas se fueron a Norteamérica donde vivían en Palo Alto, California.
 
 
 
Guadalupe
 
Cuando a Krumm-Heller tuvo por fin una hija, le puso el nombre de la virgen mexicana: Guadalupe.
 
Ella se casó muy joven con Ernst Schiffling. Tenemos conocimiento respecto a tres hijos de ella:
 
   -  Heide Henneike, nacida Schiffling.
   -  Wolfgang Schiffling.
   -  Karsten  Schiffling.
 
Todos ellos viviendo en Alemania.
 
Guadalupe murió en Berlín el 25 de Febrero de 1960.
 
 
 
Parsival
 
A veces lo escriben Pacifal.
 
Algunos informantes nos dan referencias de que Parsival aprobó, a los 18 años de edad los exámenes como intérprete público Alemán-Español. Evidentemente, dominaba también el inglés, antes de cumplir los veinte años.
 
Ninguno de los hijos y nietos de Krumm Heller –excepto Parsival– tuvo conexiones con la Fraternitas Rosicruciana Antiqua ni con la Iglesia Gnóstica Católica.
 
Al deceso de su padre, Parsival asumió la directiva de la FRA, y en la producción y venta de los medicamentos, perfumes y talismanes, pero después de seis años de actividad muy promisoria, se retiró sin dar explicaciones.
 
Se fue a vivir a Sídney, Australia.
 
Tenemos información de un hijo único de Parsival, llamado Jörg-Rainer Krumm Heller, nacido el 10 de noviembre de 1948. Tenía seis meses cuando falleció su abuelo.
 
 
 
Sieglinde
 
Sieglinde se casó con un argelino residente en Francia. Tiene siete hijos: Hamed, Malika, Machid, Chema, Hauria, Nora y Dalila. El mayor de sus hijos, Hamed Saidi, nació el 27 de Julio de 1963.
 
 
 
 
 
Cuarta pareja
 
Pocos meses antes de morir, Krumm-Heller se casó con Marie Luise Diringshofe, quien era la cuidadora de la pequeña Sieglinde desde la desaparición de su madre Carlota.
 
En su testamento le dejó la casa donde vivía para que se ocupara de atender sin problemas a la niña.
 
“La casa en la calle Liebigstrasse 29, pertenece por la mitad a Sieglinde y por la otra a mi mujer Marie Luise Diringshofen. El menaje de casa queda bajo custodia de Marie Luise.”
 
Pero cuando Sieglinde tenía nueve años de edad, fue enviada por su madrastra a un instituto de niños indigentes, con la queja de que no podían entenderse bien.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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