El
Dr. Franz Harmann fue un prestigioso médico y esoterista que se interesó por la
Teosofía, y es por eso que él se fue a vivir por un tiempo a la Sede Central de
la Sociedad Teosófica ubicada en Adyar, India,
para descubrir más sobre la Teosofía y los Maestros. Y ahí él residió durante 16 meses, de diciembre de 1883 a mayo de 1885.
Y en ese plazo Hartmann tuvo varios
encuentros con el maestro Morya, incluyendo un encuentro cara a cara donde el
maestro se le apareció en su cuerpo astral acompañado por dos discípulos suyos.
Y también Hartmann fue testigo de
varios fenómenos que le produjo el maestro Kuthumi:
Y
también Hartmann recibió numerosas
cartas de estos dos maestros:
Y en los artículos que Harmann escribió sobre estos eventos, él dio varios argumentos
por los que él considera que las cartas que recibió si fueron escritas por esos
dos maestros.
En un texto que Harmann elaboró en febrero de 1884, él comentó lo siguiente:
« El
21 de septiembre de 1883, salí de mi casa en Colorado, en los Estados Unidos,
para ir a la India; en parte con el propósito de representar a las Sociedades
Teosóficas de América para el octavo aniversario de la fundación de la Sociedad
Teosófica que se iba a celebrar en la sede central en Adyar, y en parte porque
siendo de una naturaleza muy escéptica, estaba ansioso por investigar más a
fondo el tema del Ocultismo y eliminar mis dudas. ¿Y cómo podría esperar hacer
eso mejor que yendo a la Sede Central?
Una o dos semanas después de mi
llegada a Adyar, viendo que otras personas (tanto extraños como miembros de la
Sociedad Teosófica) recibían ocasionalmente cartas de los Maestros, las cuales
aparecían milagrosamente cayendo del aire, o a través de paredes sólidas, o
enviadas por medio de un armario conocido como ‘El Relicario’, le escribí una
carta al Maestro.
Entonces le di mi carta al coronel
Olcott y él la colocó en el Relicario.
Un par de días después, reflexioné
sobre este asunto y concluí que si los Maestros consideraban que valía la pena
comunicarse conmigo, indudablemente lo harían sin que yo se los pidiera, y por
lo tanto le pedí al coronel Olcott que mejor me regresara mi carta.
Y el coronel Olcott lo iba a hacer,
pero cuando abrió las puertas del Relicario mi carta misteriosamente había
desaparecido (y esto a pesar que el Relicario se encontraba cerrado con llave y
cerradura) y en lugar de mi carta recibí otra carta con la letra bien conocida
del maestro Morya, y cuyo contenido mostraba que no solo el Maestro tenía un
conocimiento completo de mí y de algunos de los eventos de mi vida pasada, sino
que también decía:
-
"Usted
ha cometido un acto de gran imprudencia mientras estuvo en San Francisco."
Y luego entró en detalles acerca de
ese negocio tan privado y delicado al que me referí anteriormente, a pesar de
que nadie en Adyar sabía al respecto!!!
Ahora bien, aunque tal prueba
debería de ser satisfactoria para cualquiera, en mi caso dado que yo llevaba
veinte años de experiencia con el espiritismo, sabía que algunos médiums tienen
la capacidad de obtener información de los demás por medio de los espíritus, y
por ello mis dudas aún no habían sido conquistadas por completo.
¿Podría el
coronel Olcott haber escrito esta carta?
¿Pero cómo
podría saber lo de mis asuntos privados ya que él no era un médium e incluso
rechazaba el espiritismo desde que había aceptado la teosofía?
¿Entonces cómo
podría saber algo al respecto ya que yo no se lo había mencionado a nadie y
tampoco había recibido ningún correo de San Francisco desde mi llegada?
¿Y quién en
América se tomaría la molestia de escribir o telegrafiar hasta la India sobre
mi asunto privado?
¿Y quién podría
hacerlo, ya que en San Francisco me conocían aún menos que en Adyar?
Y así estuve cuestionándome sobre la
autenticidad de esa carta hasta que tuve la suerte de ver al Maestro con mis
propios ojos en su cuerpo astral, y con ello mis dudas fueron silenciadas para
siempre.
Pero algo más maravilloso estaba
reservado para mí, y aunque no me sorprendió en absoluto después de todo lo que
ya había presenciado, será interesante para aquellos que no tienen experiencia
personal en tales asuntos.
Esta mañana, a las once y media, subí
a la habitación de la señora Blavatsky y tuve una conversación con ella sobre
asuntos relacionados con la Sociedad Teosófica. Y después de esa conversación,
pensé en preguntarle su opinión con respecto a cierto tema del que había estado
pensando.
Madame Blavatsky me aconsejó que yo
personalmente le presentara esa proposición al Maestro, y que para ello se lo
preguntara mentalmente, y que el propio Maestro seguramente respondería a mi
pregunta.
Pues bien, así lo hice y unos
minutos más tarde ella me mencionó que ella había sentido la presencia del
Maestro, y que lo había visto escribiendo. Y debo precisar que yo también sentí
su influencia e incluso me pareció haber visto su rostro, pero esta
circunstancia, por supuesto, no conllevará convicción a nadie más que a mí
mismo.
Desafortunadamente y para mi gran
molestia en ese momento entró la señora Coulomb que era la encargada de hacer
la limpieza y expresó su deseo de tener un par de pinzas que necesitaba para
algún propósito, y recordando que yo tenía unas pinzas de ese tipo en el cajón
de mi escritorio, fui abajo en mi habitación para dárselas.
Cuando llegué, abrí el cajón, vi las
pinzas y algunas otras cosas que estaban allí, pero no había ningún vestigio de
ninguna carta, ya que yo había quitado mis documentos el día anterior y los
había puesto en otro lugar. Entonces tomé las pinzas y estaba a punto de cerrar
el cajón, cuando percibí que dentro del cajón había un gran sobre dirigido
hacía mí con la conocida letra del Maestro y sellado con un sello con sus
iníciales en caracteres tibetanos.
Y al abrirlo encontré una larga
carta la cual de manera muy amable trataba exactamente sobre las preguntas que
acababa de hablar con Madame Blavatsky, y daba una respuesta tan detallada y
satisfactoria a dichas preguntas que me dejó completamente perplejo, porque
además también me dio una explicación satisfactoria de ciertos asuntos que
durante algún tiempo habían sido los más importantes en mi mente, pero de los
cuales no había dicho nada en absoluto.
Y como un premio extra había en el
mismo sobre una fotografía del rostro del Maestro con una dedicación en la
parte posterior.
Y yo estoy seguro que mi gaveta no
contenía ninguna carta cuando la abrí y que no había nadie visible en mi
habitación en ese momento. Además que esa carta que daba una respuesta
detallada a mi pregunta debió de haber sido escrita, sellada y guardada en el
cajón en menos de cuatro minutos, mientras que yo tardé exactamente cuarenta
minutos en copiarla al día siguiente; y finalmente abordó un problema muy
difícil de una manera tan elaborada y concisa, que solo una inteligencia de un
nivel superior podría haberla escrito.
Por lo que cualquier otro argumento
para demostrar la existencia de los Maestros me parece innecesario. »
(Extractos de una carta
de Franz Hartmann que fue publicada en el suplemento de la revista Theosophist
de marzo de 1884, p.52-53)
Y sobre esa segunda carta que
Harmann recibió del maestro Morya, en otro texto él añadió:
« Allí estaba, en el cajón, un gran sobre
dirigido a mí con la conocida letra del maestro Morya y con el sello con sus
iniciales en caracteres tibetanos.
Al abrirlo,
encontré una carta larga y muy amable en la que trataba las preguntas idénticas
sobre las que acababa de hablar con Madame Blavatsky, además de dar una
respuesta detallada y satisfactoria a la pregunta que había dejado perpleja mi
mente, y además una explicación detallada de ciertos asuntos que durante algún
tiempo había estado asiduamente reflexionando, pero de los cuales no había dicho
nada en absoluto.
Y también había
en el mismo sobre una fotografía, del tamaño de un gabinete, del rostro del
Maestro, con una dedicación en la parte posterior.
Ahora, yo sé
muy bien que mi gaveta no contenía ninguna carta cuando la abrí y que no había
nadie visible en mi habitación en ese momento.
Además la carta
dando una respuesta detallada a mi pregunta debe haber sido escrita, sellada y
guardada en el cajón en menos de cuatro minutos, mientras que yo tardé
exactamente cuarenta minutos en copiarla al día siguiente; y finalmente el
texto trató un problema muy difícil de una manera tan elaborada y concisa, que
solo una inteligencia de primer orden podría haber hecho lo mismo. »
(Extracto
del informe de las observaciones realizadas por Franz Hartmann durante su
estancia de nueve meses en la sede de la Sociedad Teosófica en Adyar, Madras,
India. Impreso en la prensa escocesa por Graves, Cookson, and Co., 1884,
p.11-15, 28-30)
OBSERVACIONES
Como el propio Franz Hartmann lo
señaló, el hecho que el autor de la primera carta supiera lo que Hartmann había
efectuado en San Francisco (a pesar que eso era algo muy secreto) no es una
prueba suficiente que haya sido escrita por el maestro Morya debido a que
algunas pocas personas tienen la capacidad de ver a través de la luz astral los
eventos ocurridos en otras partes.
Y la manera extraordinaria como se
escribieron y aparecieron esas cartas tampoco es una prueba suficiente porque
hay algunas personas (muy pocas) que tienen la capacidad de materializar
pequeños objetos y escribir las cartas de esa manera paranormal.
Y el hecho de que Harmann haya conoció
personalmente al maestro Morya en su forma astral, tampoco es una prueba
suficiente porque hay personas que tienen la capacidad de proyectar la imagen
astral de alguien más (los instructores teosóficos explicaron que los
elementarios seguido hacen eso en las sesiones espiritistas).
Y por
los testimonios que he leído, Blavatsky tenía la capacidad de hacer esas tres
cosas.
Pero
hay otros argumentos que me hacen considerar que el encuentro que Franz Hartmann tuvo si se
trató del maestro Morya.
1) Primero
porque Franz Hartmann indicó que cuando él se
encontró con el maestro Morya, la elevada vibración de ese maestro tuvo un intenso
efecto positivo y prologando sobre él:
En
su segundo texto Hartmann precisó que:
-
“Yo
vi al maestro Morya en su forma astral. Él se me apareció, acompañado por las
formas astrales de dos chelas. Y su presencia dejó una influencia estimulante y
elevadora en mí que no se desvaneció hasta varios días después.
. . .
Y en otra ocasión Blavatsky mencionó que ella
sintió la presencia del Maestro y lo vio escribiendo. Y debo decir que yo
también sentí su influencia y que en un momento creí ver su cara.”
Y
en su autobiografía, el Doctor Franz Hartmann añadió:
-
“Yo
estuve presente en ciertas ocasiones cuando el Maestro se le apareció a
Blavatsky y ella habló con él. Y aunque no pude verlo con mis ojos, en cambio
sí sentí su presencia. Y su influencia invadió todo mi ser y me llenó con una
sensación de dicha indescriptible que duró varios días.”
2) Franz Hartmann no mostró al público
las cartas que él recibió, pero con el tiempo hemos tenido acceso a algunas de
ellas, por ejemplo:
Facsímil de una
porción de la primera carta que recibió Hartmann
del maestro Morya
Facsímil de la carta
que recibió Hartmann el
22 de marzo de 1884
del maestro Kuthumi
Y podemos constatar que efectivamente
la caligrafía con la que están escritas estas cartas corresponde con la
caligrafía de otras cartas que también fueron escritas por esos maestros. Y también la
manera como están redactadas corresponde a las personalidades de
esos dos maestros.
Pero además el contenido que hay en
esas cartas corresponde a los eventos que se estaban produciendo en esos
momentos en Adyar, por lo que tiene mucho sentido que los maestros contestarán de
esa manera.
3) Y en tercer lugar porque William Brown, quien
fue un joven escocés que también residió en Adyar, comentó que los maestros
siguieron enviando cartas a pesar que Blavatsky y el coronel Olcott se habían ido
de gira a Europa:
« El 2 de agosto de 1884 se recibieron dos cartas con la letra
bien conocida de Kuthumi, la primera era para el Dr. Hartmann y el Sr. Lane Fox
conjuntamente, y la segunda era solo para el Sr. Lane Fox. Y copias de estas
cartas efectuadas por mí en ese momento están en mis manos.
La carta para el Dr. Hartmann y el
Sr. Lane Fox se refiere a una disputa que había surgido entre Damodar y yo, y
lo que escribió el maestro fue lo siguiente:
« Damodar tiene indudablemente muchos defectos y
debilidades como los demás. Pero él está desinteresadamente dedicado a nosotros
y a la causa y se ha vuelto extremadamente útil para Upasika (Blavatsky).
Su presencia y asistencia son
indispensablemente necesarias en el Cuartel General. Su yo interior no tiene el
deseo de dominar, aunque el exterior actúa de vez en cuando por ese exceso de
celo que ejerce indiscriminadamente sobre todo su entorno, ya sea pequeño o
grande.
Sin embargo, debe recordarse que por
inadecuados que sean nuestros "instrumentos" para nuestro propósito
total, aún así son los mejores disponibles ya que no son más que las
evoluciones de sus tiempos. Y aunque sería más deseable tener mejores
"medios" para que actuemos, pero eso solo depende de los
simpatizantes por la causa teosófica y de qué tan lejos estén dispuestos a
trabajar desinteresadamente para ayudarla en su trabajo superior, y así
acelerar el enfoque hacía un día lleno de acontecimientos.
Bendiciones a todos los trabajadores
fieles en la Sede.
K.H. »
Y el siguiente pasaje es de la carta
al Sr. Lane Fox:
« Sí, tienes razón en tu suposición. Dejamos que cada
humano ejerza su propio juicio y gestione sus asuntos como lo considere
conveniente. Cada humano es el creador de su propio karma y el maestro de su
propio destino. Cada humano tiene que superar sus propias pruebas y sus propias
dificultades en este mundo; y estas mismas pruebas y dificultades ayudan a su
autodesarrollo al llamar sus energías hacia la acción, y finalmente es él mismo
quien determina el curso de su evolución superior. »
Ahora bien, es interesante
preguntar:
¿Dónde estaba
Madame Blavatsky cuando se recibieron estas cartas?
Y la respuesta
es que ella estaba en Europa.
¿Y dónde estaba
el coronel Olcott?
Él también
estaba en Europa.
¿Y dónde
estaban los Coulomb?
Los Coulomb ya
habían sido expulsados.
¿Pudo Damodar
haberlas escrito?
Damodar no es
capaz de admitir que él tiene "fallas y debilidades".
Así es que todas esas acusaciones
que se han hecho de que ellos escribieron las cartas de los maestros son
falsas.
_ _ _
Permanecí en la India hasta enero de
1885, y junto con otros investigadores recibí la mayor satisfacción. Y de la
existencia del Adepto Kuthumi obtuve todas las pruebas deseables, y estoy
convencido de la solidez de la enseñanza teosófica.
Solo resta agregar que me fui de la
India casi al mismo tiempo que el Sr. Hodgson, el investigador de la English
Psychical Research Society. Pienso que el Sr. Hodgson cree sinceramente en el
informe que él preparó sobre los fenómenos de la Sociedad Teosófica, pero debido
a su incompetencia para tratar sobre temas ocultos y psíquicos (probablemente
derivado de un entrenamiento materialista), me temo que va engañar a un muy
importante grupo de pensadores. »
(Extractos de un
artículo publicado en The Religio-Philosophical Journal
del 29 de enero de 1887, p.2, con el título “Ocultismo en la India”)
CONCLUSIÓN
Por todos estos motivos considero que las cartas que
recibió Franz Hartmann si fueron escritas por los maestros Kuthumi y Morya.
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