El Dr. Wilhelm Hübbe-Schleiden fue
un destacado investigador y académico alemán, y él recibió una carta del
maestro Kuthumi el 1 de agosto
de 1884, cuando él y el coronel Olcott viajaban en el tren
de Elberfeld a Dresde, en Alemania.
Ese día Blavatsky se encontraba en
Londres, y al enterarse de ese acontecimiento ella le escribió una carta al Dr.
Wilhelm para pedirle que le detallara cómo había sucedido, y el Dr. Wilhelm le
envió una carta respondiéndole lo siguiente:
« Elberfeld, agosto de 1884.
Estimada Señora,
Usted me pidió que le expresara las
circunstancias particulares en las cuales recibí mi primera comunicación con el
Mahatma KH, y tengo mucho placer en hacerlo.
En la mañana del 1 de este mes, el
Coronel Olcott y yo viajábamos en un tren expreso desde Elberfeld a Dresde, y
unos días antes yo había escrito una carta a los Mahatmas que el Coronel Olcott
la incorporó junto con una carta que él le había enviado a usted, para que
usted enviara mi carta a los Maestros, pero como después supe, la carta fue
interceptada por los Maestros mientras todavía se encontraba en manos de los
funcionarios del correo. [los Maestros la sacaron del sobre].
Y en el momento en que se apareció
la carta del Mahatma KH, yo no estaba pensando al respecto, sino que estaba
relatándole al Coronel Olcott algunos eventos de mi vida, expresando también el
hecho de que desde mi sexto o séptimo año nunca había conocido la paz o la
alegría, y le preguntaba su opinión al Coronel Olcott sobre el significado de
algunas dificultades sorprendentes que he vivido.
Y estábamos en esa conversación
cuando fuimos interrumpidos por el guardia ferroviario que nos solicitaba
nuestros boletos, y cuando me moví hacia adelante y me levanté un poco del
asiento para entregar los boletos, el Coronel Olcott notó que algo blanco
estaba detrás de mi espalda del lado opuesto al que estaba sentado.
Y cuando tomé lo que había aparecido
allí, resultó ser un sobre tibetano en el que encontré una carta de Mahatma KH,
escrita con lápiz azul en su letra bien conocida e inconfundible.
Como había varias otras personas
desconocidas para nosotros en el compartimiento, supongo que el Maestro eligió
ese lugar para depositar la carta cerca de mí, donde era lo más adecuado para
no atraer la atención no deseada y la curiosidad de los extraños.
El sobre estaba claramente dirigido
a mí, y la comunicación contenida en la carta era una consoladora reflexión
sobre la opinión que había tenido solo unos cinco o diez minutos atrás sobre el
triste acontecimiento de mi vida pasada.
El Mahatma me explicó que tales
eventos y el dolor que se le atribuían estaban más allá de la vida normal, pero
que las dificultades de todo tipo serían las mismas en las que se lucharía por
un mayor desarrollo espiritual.
Y muy amablemente expresó su opinión
de que ya había logrado algún trabajo filantrópico por el bien del mundo y en
esa carta también me respondió algunas de las preguntas que había formulado en
la carta que le había escrito, y me dio la seguridad de que iba a recibir
asistencia y asesoramiento cuando lo necesitara.
Me atrevo a decir que sería
innecesario pedirle que informe al Mahatma KH del devoto agradecimiento que
siento hacia él por la gran bondad que se me muestra, ya que por lo que he
constatado, el Maestro conocerá mis sentimientos sin que yo tenga que
expresarlos con palabras.
Soy, querida Señora, en el debido
respeto, su fielmente.
HÜBBE-SCHLEIDEN. »
Y posteriormente cuando un miembro
de la Sociedad para las Investigaciones Psíquicas de Londres lo interrogó sobre
ese suceso, el Dr. Wilhelm le contestó lo siguiente:
« Elberfeld, 9.11.84.
Estimado señor,
En respuesta a su pregunta sobre la
carta de Mahatma KH que recibí en un vagón de tren expreso mientras estaba en
movimiento, le comento que me parece absolutamente imposible que la carta
pudiera haber sido traída al tren por cualquier supuesto agente de Madame
Blavatsky.
Es cierto que no habíamos cambiado
carruajes desde que salimos de Elberfeld, pero la carta no se cayó del aire,
sino que se encontró detrás de mi espalda cuando me levanté, y por lo tanto
debe de haber sido depositada entre mi espalda y el cojín del asiento contra el
cual estaba apoyado.
No había posibilidad de llegar allí
de las maneras conocidas por nuestra ciencia occidental. Además, Madame
Blavatsky no podía tener nada que ver con esta carta, que era una respuesta a
las preguntas que había escrito el martes 29 de julio ya que ella dejó
Elberfeld ese día o el siguiente para ir a Londres.
Y estas preguntas no podrían haber
sido entregadas en Londres antes del jueves o el viernes de esa semana, y una
respuesta a través del correo no habría llegado a Elberfeld antes del sábado o
el domingo.
Sin embargo, la respuesta del
Mahatma ocurrió el viernes por la mañana, el 1 de agosto, y puedo añadir que
cuando le pregunté a Madame Blavatsky de mi carta, ella me aseguró que nunca
encontró mis preguntas incluidas en la carta del Coronel Olcott, y estas deben
haber sido tomadas mientras estaban en las manos del correo.
Pero para mí, la mejor prueba de la
autenticidad de este fenómeno, es el contenido mismo de la carta, ya que no era
solo una respuesta a las preguntas que yo había escrito en mi carta, sino que
también se refería a la conversación que estaba teniendo en ese momento con el
Coronel Olcott.
No puedo dudar por lo tanto que esa
carta del Mahatma debió de haber sido precipitada por él en ese mismo instante
y transmitida a mí por un proceso mágico que está más allá del poder del hombre
ordinario.
Muy estimado señor, quedo a su disposición,
HÜBBE-SCHLEIDEN. »
(Fuente:
http://www.blavatskyarchives.com/schleidenlettersspr.htm)
* *
* * * * *
Unos años después el Dr. Wilhelm
Hübbe-Schleiden fue a visitar a Blavatsky en enero de 1886 a Würzburg, Alemania,
después de que Blavatsky había sido expulsada de la India por el coronel Olcott
y la junta directiva de Adyar, y enviada a vivir exiliada a Europa.
Y el último día de su visita, el Dr.
Wilhelm recibió dos cartas de los maestros Kuthumi y Morya, y posteriormente
cuando la Condesa Constance Wachtmeister le escribió para solicitarle que le
detallara lo que había sucedido, el Dr. Wilhelm le contestó lo siguiente:
« Cuando
visité a Blavatsky en octubre de 1885, ella apenas había comenzado a escribir La Doctrina Secreta, y en enero de 1886,
ella ya había terminado alrededor de una docena de capítulos.
Ella escribía su manuscrito casi
todo el día, desde temprano en la mañana hasta la tarde e incluso hasta la
noche, a menos de que tuviera invitados. Y en esa época también escribía
artículos para la revista The Theosophist.
Y también vi que ella escribía
frases como si las estuviese copiando de algún libro que tuviese frente a ella,
sin embargo en frente de ella ¡no había nada!
Pero no le puse mucha atención a la
manera en que realizaba su trabajo desde el punto de vista de un cazador de
fenómenos, y no los controlé con ese propósito
Sin embargo puedo asegurar que vi
una buena cantidad de la bien conocida escritura azul del Mahatma K.H. como
correcciones y anotaciones sobre sus manuscritos, al igual que en libros que
estaban ocasionalmente sobre su escritorio. Y yo noté que esto sucedía
principalmente en las mañanas antes de que ella hubiese comenzado a trabajar.
Yo dormía en el sofá en su estudio
después de que ella se retiraba por la noche, y el sofá estaba solamente a unos
cuantos pies de su escritorio. Y recuerdo muy bien mi asombro una mañana al
levantarme y al encontrar una gran cantidad de páginas tamaño doble oficio
cubiertas con esa escritura en lápiz azul descansando sobre su propio
manuscrito, en su lugar sobre su escritorio.
¿Cómo es que
esas páginas llegaron ahí?
No lo sé, pero estoy seguro que no
las vi antes de que me durmiera y nadie estuvo físicamente en el cuarto durante
la noche porque yo soy de sueño muy ligero y lo habría notado.
Sin embargo, debo decir que el punto
de vista que tomé entonces era el mismo que tengo ahora. Yo nunca juzgué ni
juzgaré el valor o el origen de cualquier obra por la forma y manera en que
haya sido producido. Y por esta razón reservé mi opinión pensando y diciendo
que: “esperaré hasta que la Doctrina
Secreta esté terminada y entonces la podré leer tranquilamente, y esa será
la prueba para mí, la única que podrá ser válida”.
Y probablemente esa es la razón por
la que en la noche de mi última despedida de Blavatsky, me fueron dados los dos
certificados que fueron impresos por primera vez en el último número de abril
de 1893 de la revista The Path, vol.
III, p.2. Y esos certificados los encontré materializados en mi copia del Reporte
S.P.R. de Hodgson después de que la había dejado. »
(Comentario de
Hübbe-Schleiden escrito en el libro Reminiscencias de H.P. Blavatsky y la
Doctrina Secreta de la Condesa Constance Wachtmeister, Apéndice 1, nota 6)
OBSERVACIONES
A menos que el Dr. Wilhelm
Hübbe-Schleiden haya mentido, su testimonio es una prueba más que los Maestros
transhimaláyicos si existen y que ellos escribieron esas cartas, debido a que
Blavatsky no pudo haber escrito la carta que el Dr. Wilhelm recibió en el tren,
y que el coronel Olcott no pudo haber escrito las cartas que el Dr. Wilhelm
recibió cuando él fue a visitar a Blavatsky a Würzburg.
Y es que los detractores de la
Teosofía aseveran que Blavatsky y/o el coronel Olcott fueron quienes
escribieron esas cartas. Pero no me da la impresión que el Dr. Wilhelm haya
sido un cómplice porque él era un respetado académico que no tenía nada que
ganar y si mucho que perder al defender la existencia de los Mahatmas.
Cuando leo su testimonio yo percibo
la firme creencia en su interior de haber recibido esas cartas por parte de los
Maestros, y no de tratar de engatusar a la gente inventando una historia.
Además que hemos tenido acceso a los
certificados que escribieron los Maestros:
Facsímil del certificado
escrito por el maestro Kuthumi
Facsímil del certificado
escrito por el maestro Morya
Y
la caligrafía con la que están escritos estos certificados corresponde con la
caligrafía de otras cartas que también fueron escritas por esos Maestros.
CONCLUSIÓN
Por todos estos
motivos considero que las cartas que recibió Wilhelm Hübbe-Schleiden si fueron
escritas por los maestros Kuthumi y Morya.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario