El
coronel Olcott relató el siguiente acontecimiento:
« Mientras
Blavatsky estuvo escribiendo Isis Develada,
en Nueva York, ella no salió de su apartamento durante seis meses seguidos.
Desde temprano en la mañana hasta muy tarde en la noche se sentaba a su mesa a
trabajar. No era raro que ella estuviera diecisiete de las veinticuatro horas
escribiendo. Su único ejercicio consistía en ir al comedor o al baño y volver a
su mesa.
Como
entonces comía mucho, la grasa se acumuló en grandes masas en su cuerpo: su
barbilla se doblaba e incluso se y triplicaba, una grasa acuosa se formó en sus
extremidades y colgó en masa sobre sus tobillos, sus brazos desarrollaron grandes
bolsas de tejido adiposo que a menudo mostraba a los visitantes y de las que se
reía como si fuera una gran broma.
Cuando
terminó Isis Develada comenzamos a
ver adelante la certeza de nuestra partida hacia la India. Blavatsky salió un
día con mi hermana y se fue a pesar. La balanza indicó que ella pesaba 245
libras (111,1 kg), y entonces ella anunció que iba a reducir su peso hacia algo
más apropiado para viajar, lo que ella fijó en 156 libras (70.8 kg).
Su
método era simple: todos los días, diez minutos después de cada comida, le
traían una copa con agua simple; ella sostenía una palma sobre la copa, la
miraba hipnóticamente y luego la bebía.
No
recuerdo cuántas semanas continuó con este tratamiento, pero finalmente le
pidió a mi hermana que la acompañara nuevamente para que la pesaran. Y a su
regreso trajeron y me mostraron el certificado del comerciante propietario de
la balanza, atestiguando que el peso de Madame Blavatsky
en esa fecha
¡era de 156 libras!
Así
ella mantuvo ese peso hasta mucho después de que llegamos a la India, pero posteriormente
la obesidad reapareció y persistió, agravada por la hidropesía que sufría,
hasta su muerte. »
(Hojas de un viejo diario I, p.452-453)
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