Blavatsky
se naturalizó estadounidense por las ventajas que esa nacionalidad le confería,
pero en una carta que ella le escribió a su tía, Madame
Fadeef, ella le comentó lo siguiente:
« Querida
mía,
Te escribo porque de lo contrario
estallaría con una extraña sensación que positivamente me está asfixiando. Hoy
es 8 de julio, y fue un día siniestro para mí, pero solo Dios sabe si el
presagio es bueno o malo. Hoy Hace exactamente cinco años y un día que vine a
los Estados Unidos, y en este momento acabo de regresar de la Corte Suprema
donde presté mi juramento de lealtad a la República y la Constitución de los
Estados Unidos.
Ahora, durante una hora entera, he
sido un ciudadano con igualdad de derechos que el propio presidente. Hasta
ahora todo bien: el funcionamiento de mi destino original me ha obligado a esta
naturalización pero para mi total asombro y disgusto me vi obligado a repetir
públicamente ante el juez, como un simple loro, la siguiente diatriba:
-
“Que
renunciaría para siempre e incluso hasta mi muerte a todo tipo de sumisión y
obediencia al emperador de Rusia; que renunciaría a toda obediencia a los
poderes establecidos por él y el gobierno de Rusia, y que aceptaría el deber de
defender, amar y servir únicamente a la Constitución de los Estados Unidos.
¡Así que ayúdame Dios en quien yo creo!”
Estaba terriblemente asustada al
pronunciar esta retractación desvergonzada de Rusia y el emperador. Y así, no
solo soy un apóstata de nuestra amada Iglesia rusa, sino también una renegada
política. Un buen lío en el que meterse, pero ¿cómo voy a lograr dejar de amar
a Rusia o respetar al emperador? Es más fácil decir una cosa que actuar en
consecuencia. »
(The Path, febrero de
1895)
Posteriormente
cuando el zar fue asesinado, la hermana de Blavatsky, Vera Petrovna
Zhelikhovsky, señaló lo siguiente:
« En
la primavera de 1881, H. P. Blavatsky cayó gravemente enferma al recibir las
fatales noticias de lo que había sucedido en Rusia el 13 de Marzo de aquel año.
Ella de inmediato nos escribió:
-
“¡Dios,
Señor de misericordia! ¡Qué horror tan sangriento! ¿Van a venir los últimos
días de Rusia. . . o es que el mismo Satán ha encarnado en sus hijos, en el
miserable aborto de mi pobre país? Después de este crimen sin precedentes, ¿qué
podemos esperar? ¿Dónde están los rusos de antaño? ¿Adónde va a parar mi Rusia
querida?
Sí, ya sé lo que dicen de mí, que soy una
renegada, que soy una budista, una atea, y hasta una republicana, según
vosotros, ¡pero me siento profundamente desgraciada por esta monstruosidad!
¡Oh, cómo los compadezco a todos: a nuestro
Zar martirizado, a su infortunada familia y a toda Rusia! ¡Maldición a esos
monstruos, a esos nihilistas, a esos tontos inconscientes!
Cómo os reiréis de mí, ‘la ciudadana
republicana’, el espíritu fuerte que se había liberado de las preocupaciones de
su país; pero en este momento de profundo estupor, siento una vergüenza tan
intensa por mis compatriotas, una lástima tan profunda por la víctima de sus
cruel locura, una desesperación tan grande, que desafío a los súbditos más
fieles de nuestros zares, sin haber dejado nunca el corazón de nuestro país,
para sufrir más que yo.”
Y
lo demostró cayendo enferma por el dolor que esa noticia le causó.
En ese mes, su revista Theosophist apareció en márgenes negros,
y fue un gran detalle por parte del presidente de la Sociedad Teosófica, pues
ella estaba tan afectada que no podía pensar en tales cosas
Apenas se recuperó de su primera
estupefacción, que comenzó a escribir un bello artículo para el periódico Pioneer, contando todos los actos de
valor, humanidad y amabilidad realizados por Alejandro II, y sintió una gran
satisfacción cuando toda la prensa anglo-india se hizo eco de lo que ella
decía.
En respuesta a algunos comentarios
maliciosos de dos órganos clericales que cuestionaban por qué tanto alboroto
por parte de "una ciudadana americana y su periódico, vestida de luto por
la muerte de un autócrata", Blavatsky envió una respuesta colectiva a la Gaceta de Bombay y otros periódicos se
apresuraron en retomarlo.
Ella escribió:
-
“Mis
buenos amigos cometen un error, porque no es como una súbdita del Zar de todas
las Rusias que me he vestido de luto, sino como una rusa de nacimiento, como
una unidad entre los millones de mis compatriotas, a quienes este hombre bueno
y misericordioso ha cubierto de beneficios, y a quienes su muerte ha dejado
sumidos en profundo luto. Hago esto porque quiero expresar mi simpatía, mi
respeto y mi sincera tristeza por la muerte del zar, a mi padre, a mis hermanos
y a mis hermanas en Rusia, que siempre me serán queridos, ¡hasta mi último aliento!”
»
(HPB, un esbozo biográfico)
OBSERVACIONES
Alejandro
II también tenía su lado oscuro, por ejemplo en Wikipedia se indica que:
“Durante
los treinta y seis años en los que fue heredero, el ambiente de San Petersburgo
era desfavorable para el desarrollo de cualquier innovación política o
intelectual. Todos los principios de libertad de pensamiento y de iniciativa
privada eran, en la medida de lo posible, reprimidos enérgicamente por el
gobierno zarista. La censura personal y oficial era moneda corriente; las
críticas a las autoridades eran consideradas como un delito grave. Esto también
fue considerado como una de las razones que llevaron a su asesinato. De hecho,
en sus años de príncipe heredero, Alejandro nunca manifestó oposición alguna a
la autocracia practicada por su padre, ni cuestionó sus políticas
ultraconservadoras.”
Desconcierta
por lo tanto que Blavatsky mostrara tanta veneración hacia un hombre que fue tan
intransigente, así como el apasionado lamento que ella sintió cuando éste hombre
murió. Y esto les muestra que el patriotismo que Blavatsky sentía hacia la Rusia
Imperial y su Zar le nubló el discernimiento en ese aspecto.
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