Esta biografía de Blavatsky fue escrita por su hermana Vera Petrovna
Zhelihovsky, el título en ruso es “Radda-Bai: Un Bosquejo Biográfico”.
Radda Bai es el seudónimo que Blavatsky utilizó en la
publicación de algunos de sus artículos y libros en el Imperio ruso
Esta biografía fue
inicialmente publicada en la edición rusa del libro “Las Misteriosas Tribus
de las Colinas Azules. El Durbar en Lahorem” publicado en San Petersburgo, Rusia, por V.Y. Gubinsky,
en 1893.
Posteriormente
fue traducido al inglés por las señoras Lieven y Kirk, y publicado con el título
“Mi Hermana H.P. Blavatsky” en la revista The London Forum (que así se llamó temporalmente la revista The Occult Review), en siete secciones:
1ra parte: diciembre de 1934
2da parte: enero de 1935, p. 44-52
3ra parte: marzo de 1935, p. 187-191
4ta parte: abril de 1935, p. 262-266
5ta parte: mayo de 1935, p. 326-330
6ta parte: junio de 1935, p. 399-406
7ma parte: julio de 1935
Desafortunadamente
solo he encontrado la sexta parte la cual a continuación se las traduzco y
transcribo:
« (Estos recuerdos de
Madame Blavatsky por parte de su hermana, quien no es teósofa, arroja una nueva
y vívida luz sobre la personalidad de alguien que, confesando, era un enigma
incluso para ella misma. La traducción del ruso de Madame Jelihovsky ha sido
realizada por la Sra. Lieven, con la ayuda de la Sra. Kirk,)
IX
Enferma
de cuerpo y alma, durante sus dos últimos años HP Blavatsky pidió con
frecuencia que se le permitiera renunciar a su puesto en la Sociedad Teosófica.
Le aseguró a sus seguidores que si ella se encontraba lejos del trabajo directo
de administración de los asuntos de la Sociedad Teosófica, podría servirles más
y mejor teniendo más tiempo para escribir. . . . Pero nadie en Inglaterra,
América o la India quiso saber nada al respecto. Por el contrario, los miembros
europeos de la Sociedad Teosófica la persuadieron para que se convirtiera en la
representante exclusiva para Europa, dejando la India a Olcott.
Desde
la India llegaron ruegos para que volviera a Adyar. Esta última idea era
imposible. HPB se dirigió lentamente hacia Inglaterra, temerosa de ir demasiado
rápido debido a las condiciones climáticas. Desde Londres sus seguidores venían
cada vez con más frecuencia para recibir instrucción, y según la carta que nos
envió, tomaron medidas cada vez más enérgicas para persuadirla de que cruzara
el Canal y editara una nueva revista.
Mi
hermana pasó de nuevo el verano con sus amigos, los Gebhard, en Elberfeld,
donde yo y mi hija mayor la visitamos, y de donde luego fuimos todos juntos a
pasar el final de la temporada junto al mar en Ostende.
Allí
recibió muchas visitas de Alemania, Francia y Suiza, principalmente por
negocios; y también de Londres donde se estaba imprimiendo la primera parte de La Doctrina Secreta y donde Sinnett
estaba en ese momento escribiendo su libro sobre HP Blavatsky. Vino varias
veces a consultarla sobre este asunto. La condesa Wachtmeister vino a pasar el
invierno con ella, y desde entonces ella y Mme. Gebhard la cuidaron
alternativamente y también la ayudaron con su trabajo hasta que se fue a
Londres.
No
tuvo dificultad en encontrar ayuda para su trabajo científico ya que
constantemente hombres de ciencia, médicos y profesores venían de Londres
deseando conocer de antemano el contenido de su libro y ofreciendo sus
servicios y ayuda. Había también gente de otros países, como Suiza, Suecia y
América.
Ya
no estaba sola nunca más. Gracias a Dios había gente que la acompañaba y la
cuidaba. Poco antes de la primavera volvió a sufrir una grave enfermedad. Los
médicos de Ostende estaban dispuestos a enterrarla, pero el doctor Ashton
Ellis, de Londres, se lo impidió.
Cuando
la condesa Wachtmeister le comunicó por telegrama que HPB estaba muy enferma,
lo dejó todo y cruzó inmediatamente el Canal para pasar una semana entera
atendiéndola, acto por el que tuvo que renunciar a un espléndido puesto en el
Hospital de Westminster. Pero aún asi él no dudó en abandonar el hospital sin
obtener permiso, sólo para ayudar a una mujer a la que conocía sólo por su trabajo.
A
finales de abril de 1887, unos amigos llevaron a HPB a Inglaterra, rodeándola
durante el viaje con todos los cuidados posibles, llevándola en un sillón hasta
el barco de vapor y el tren, y buscándole de antemano una villa en el suburbio
londinense de Norwood.
Allí
comenzó el trabajo intensivo. Comenzaron una nueva revista y formaron una rama
separada de la Sociedad Teosófica de Londres bajo el nombre de "Logia
Blavatsky".
El
presidente de la Sociedad de Londres era Sinnett, pero los teósofos locales
consideraban que su cabeza debía ser la fundadora de la Sociedad Teosófica.
Sinnett mismo le pidió que aceptara ese puesto, pero ella lo rechazó
resueltamente, respondiendo con bastante razón que en tal caso tendría que
abandonar el trabajo sobre la Doctrina Secreta.
Sin embargo, pronto estuvo tan ocupada como lo había estado en Adyar.
Ella
nos escribió disculpándose por la brevedad de sus cartas:
“¡Piensen en cuánto trabajo urgente tengo que
hacer todos los días! Editar mi revista, Lucifer,
escribir artículos para la revista Le
Lotus de París, The Path de Nueva
York, The Theosophist de Madrás, que
sin mis artículos pierde tantos suscriptores, como se queja Olcott. Y también continuar
el segundo volumen de La Doctrina Secreta,
hacer varias correcciones del primer volumen, recibir a veinte o treinta
visitantes que vienen por negocios o por otras razones.
Si el día y la noche constaran de 124 horas
en lugar de veinticuatro, todavía me faltaría tiempo. ... Pero no se preocupen;
si no escribo significa que me siento relativamente bien. Si no, los demás
escribirán inmediatamente. ¿Han visto en la portada de la revista Le Lotus una sensacional nota? Anuncian
de que se edita "bajo la inspiración de Mme. HP Blavatsky".
¿Qué clase de inspiración es esta, si a veces
no tengo tiempo ni para escribir una sola palabra? Por cierto, ¿lo entiendes? Me suscribí para
los dos y compré una tercera suscripción para Katkoff. Al menos déjale que lo
vea.
Adoro a Katkoff, es decir, por su
patriotismo. ¡Qué buen tipo! Es tan franco. Sus artículos son un honor para
Rusia. Estoy seguro de que si nuestro tío viviera, encontraría en ellos el
reflejo de sus propios pensamientos.”
Y
en otra carta ella escribió:
“¿Por qué me atacan por llamar a mi revista Lucifer? ¡Qué nombre más hermoso! Lux,
Lucis-Luz; el Portador de la Luz; ¿qué puede ser mejor? Es sólo a partir del
Paraíso Perdido de Milton, Lucifer empezó a ser sinónimo de "ángel
caído".
El primer trabajo digno de mi revista será
quitarle la culpa a ese nombre que los primeros cristianos usaban para Cristo,
"Theos-phor-os" en griego; y "Lucifer" en latín, significa
"Estrella de la Mañana". Un precursor de la brillante luz del sol.
¿No dijo el mismo Cristo: "Yo soy Jesús, la estrella de la mañana"?
(Apocalipsis de San Juan, xxii. 16).
Que nuestra revista sea, pues, como la
estrella pura de la mañana y profética del brillante amanecer de la Verdad, la
unión de toda la diversidad de opiniones, de toda interpretación literaria del
espíritu.”
En
el otoño de ese mismo año abrieron una imprenta teosófica y una oficina
separada en el centro de la ciudad de Londres; comenzaron a imprimir, además de
una revista mensual, un folleto semanal, TPS.
Este
proyecto de tan gran envergadura atrajo incluso la atención de la prensa y del
público londinense, acostumbrado a manifestaciones de diversas actividades
sociales.
El
éxito de la nueva enseñanza y el rápido crecimiento de la Sociedad Teosófica en
Inglaterra atrajeron la atención del clero, pero es justo decir que el clero
inglés no se permitió llegar a los extremos que los jesuitas indo-escoceses de
Madrás si hicieron atacándola repugnantemente.
Hubo
algunas reuniones tormentosas organizadas por representantes de la Iglesia de
Inglaterra; pero una hermosa y completamente cristiana carta de HPB en su revista
Lucifer, bajo el título de
"Lucifer al Arzobispo de Canterbury", puso fin a la discusión. Ella
obtuvo en un anuncio del Primado de Inglaterra, su total simpatía y estima,
"si no por las enseñanzas de la Teosofía, al menos por su
protagonista".
Las
concurridas reuniones de la Sociedad Teosófica recibían a veces la visita del
clero e incluso de la esposa del arzobispo de Canterbury.
La
clarividencia de HP continuó.
1)
Por ejemplo a principios de julio de 1886 nos sorprendió su carta desde
Ostende en la que nos pedía que le diéramos detalles sobre la muerte de A.M.
Butleroff. Pero esta carta llegó al mismo tiempo que los periódicos publicaban
las notas necrológicas. su carta fue escrita el día de la muerte de Butleroff, ocurrida
en su finca (la del profesor) en la provincia de Kazán.
2)
En junio del año siguiente, durante mi estancia en San Petersburgo, recibí la
siguiente carta de mi hermana donde ella me decía:
“Tuve un sueño extraño. Alguien me trajo los
periódicos, los abrí y vi sólo una línea que decía: «Ahora Katkov está realmente muerto».
¿Quizás esté enfermo? Por favor infórmate y avísame. ¡Dios tenga misericordia
de nosotros!"
M.N.
Katkoff estaba en San Petersburgo en ese momento, pero no se mencionó nada sobre su salud. Al
cabo de dos o tres semanas todos los periódicos repetían su nombre. Empeoró
cada vez más hasta que se produjo la catástrofe: Katkoff estaba realmente
muerto, como estaba escrito en la carta profética de Blavatsky.
Vale
la pena repetir la carta que le envió a N.A. Fadeef. A continuación, con algunas
abreviaturas:
"Maycot",
Crown Hill,
Upper Norwood.
5 de agosto de 1887.
Estoy terriblemente apenada, mi querido
amigo. La muerte de Katkov me ha sumido en una nube de tristeza. Pienso y
pienso y no puedo llegar a ninguna conclusión. ¿Qué significaba para mí? Nunca
lo vi, era un completo desconocido para mí. Y aún tengo la sensación de que su
muerte es también la muerte de Rusia.
Sí, la muerte de este gran patriota y
valiente defensor de mi amada Rusia ha perturbado el tenor de mi vida. ¿No es
una lástima terrible que tan pronto como aparece un ruso extraordinario como
Skobeleff, o Aksakoff y otros, la muerte lo arrebata justo en el momento en que
más lo necesitamos? ¿Por qué no mueren Bismarck, Battenburg, los regentes
búlgaros o Salisbury y todos los demás en lugar de nuestros líderes?
Sólo ahora podemos comprender y ver lo que
Katkoff fue para Rusia: toda la prensa extranjera aúlla de alegría. Sólo dos periódicos,
el Pall Mall y el St. James's Gazette, escribieron
noblemente sobre él. Escribieron que "aunque su muerte le quite un peso de
encima a Inglaterra, desearían que Inglaterra tuviera algunos patriotas como
Katkoff... Dennos también a personajes como Katkoff e Inglaterra progresará
más".
Acabo de escribir una carta al editor de su
periódico. ¡Tenía que hacerlo! Durante siete años trabajé para el periódico Moskovskya Vedomosky y el periódico Russki Vestnik ... Tal vez no crean en
la sinceridad de mi dolor, pero escribí lo que sentía. Quien no reconozca que
esta pérdida es irreparable, en estos días tan graves para Rusia, no es un
patriota. Rusia tiene muchos "gobernantes" y candidatos para este
puesto; pero no tiene otro guardián tan fiel de sus intereses nacionales, ¡no!
Y probablemente no tendrá ninguno durante mucho tiempo.
Dios mío, ¿qué desgracia parece ser el destino
de Rusia? Como si estuviera implicada en las redes invisibles de algunos
poderes oscuros... y no hubiera nadie allí ahora para destruir esas mallas con
la poderosa y veraz palabra de un patriota con visión de futuro.
Para mí, que he perdido toda esperanza de
volver a ver a mi amada Rusia, todo mi amor por ella y todos los fuertes deseos
de mi corazón de verla triunfante sobre sus enemigos se concentraron y reflejaron
en los editoriales de Katkoff. ¿Quién más escribirá como él escribió? ¿Quién
más, ahora que él, su tío, Akaskoff y todos ellos se han ido, expondrá y
publicará, como él lo hizo, todas las intrigas contra ella?
¡Rusia está perdida! Ha perdido a su mejor
defensor y guía, a su líder en el terreno político. Sí, es cierto que "el
ojo vigilante del patriota está cerrado para siempre", como un dragón que
guarda los intereses de la nación, y sólo ahora el pueblo comprenderá lo que
Katkov era para Rusia y para el zar.
Debió ser peligroso y acertado, porque los
diplomáticos y la prensa extranjeros temblaron al oír su nombre, como tiemblan
ahora de alegría por haberse librado de él. Ahora tienen la oportunidad de
drogar a Rusia...
Son afortunados los cristianos ortodoxos que
saben desear sinceramente a los muertos ‘vida eterna en el cielo’. Para ti,
gran patriota, sólo puedo desearle desde lo más profundo de mi alma ‘un
recuerdo eterno en los corazones de todos los patriotas rusos’.
Rusia, nuestra patria, erige monumentos a sus
poetas, músicos y escritores. ¿Le levantará Moscú un monumento a aquel que,
según creo, hizo por Rusia con su poderosa palabra no menos que Minin y
Poyarski con sus espadas?
Sería mejor que en lugar de todos los efectos
teatrales de un funeral, con coronas de flores de la Liga Nacional de la
Francia Republicana, Rusia se ocupara de que el ‘sendero a su tumba’ nunca se
vuelva verde en los corazones de sus fieles hijos; que nuestros diplomáticos no
olviden sus enseñanzas, sino que demuestren con su trabajo que sus lecciones no
son en vano, sino que les han abierto los ojos.
No deben permitir que Rusia sea ridiculizada
por Europa a causa de los regentes porquerizos y de los esclavos austriacos de
Milán. ¡Sería una vergüenza que Rusia lo olvidara alguna vez! Eso es lo que les
escribí... Tal vez me llamen tonto. Bueno, déjenme ser tonto. Pero soy sincero
y lo he dicho todo con el corazón.
Tuya siempre, mientras viva... y si me
permiten estar allí, así que después del Nirvana, tuya igualmente.
H.P.B.”
X
A
HP Blavatsky le molestaban mucho las informaciones falsas que se publicaban
sobre ella en la prensa rusa. A veces estas informaciones eran muy
extraordinarias y llegaban tan lejos como para acusarla de asesinato y otros
crímenes capitales. Ella nunca se sintió con ánimo de responder a acusaciones
tan ofensivas, pero sus seguidores protestaron más de una vez contra tales
calumnias procedentes de su país natal, pero sin resultado; los editores
probablemente las tiraron a la papelera.
Una
o dos veces sus parientes, indignados por calumnias absurdas, tuvieron que
intervenir, pero sus justas protestas no fueron reconocidas por el órgano que
había publicado previamente esas acusaciones. 34
A mí eso me paso con el periódico Russki Vestnik donde después de haber publicado veintinueve capítulos de las calumnias del señor
Solovieff, ese periódico se negó a publicar mi refutación y por lo tanto
tuve que publicarla yo misma de manera independiente y separada.
En
cierta ocasión, la propia HPB escribió una protesta, pero el mismo periódico
que la había difamado la rechazó. Ella se sintió muy afligida por ello y
escribió lo siguiente:
“¿Qué mentira es ésta sobre mí? ¿De dónde
sacaron la idea de que pretendo abolir el cristianismo y predicar el budismo?
Si en Rusia leyeran lo que escribimos, sabrían que predicamos una teosofía
pura, cristiana, el conocimiento de Dios y la ética de la vida, tal como Cristo
mismo la entendió.
En el tercer número de mi revista Lucifer (de
noviembre de 1887) está mi artículo ‘El carácter esotérico de los Evangelios’ donde
exalto las enseñanzas de Cristo como sólo un verdadero cristiano, no infectado
por el papismo o las tonterías protestantes, puede hacerlo. ¿Qué saben ellos de
las enseñanzas de Blavatsky?
Afirman: ‘¡Ella construyó una pagoda en
Londres y puso el ídolo de Buda en ella!’
¡Qué tontería! Ellos mismos son ídolos y si
sus periodistas escriben semejantes tonterías, ellos (los editores) deberían
tener el valor de publicar las protestas. Me parece que he escrito una carta
bastante amistosa y llena de buen humor, pero aun así N___ no ha tenido la
conciencia suficiente para publicarla. Dios te salve, mi querido compatriota.”
El
trabajo de la Sociedad Teosófica de Londres aumentaba cada día, y la Sociedad
misma crecía rápidamente. Muy pronto ya no les fue posible permanecer en su
segundo cuartel, una casa bastante grande en Lansdowne Road, cerca de
Kensington Gardens, que fue alquilada por dos años.
Planeaban
alquilar una casa donde hubiera instalaciones para construir un salón separado
para reuniones, con capacidad para trescientas o cuatrocientas personas, y un
pabellón en el jardín con una puerta, sin ventanas y una cúpula de vidrio azul
en lugar de techo.
Estaba
destinado al trabajo oculto de los miembros de la Sección Esotérica, una
sección especial después de cuya apertura HPB impartía enseñanzas dos veces por
semana. Daba lecciones a los esoteristas presentes en mapas y figuras, y
supervisaba la correcta redacción de esas lecciones y figuras para los miembros
distantes que se unían a la sección.
A
principios del invierno de 1889, H.P.B. escribía muy poco y muy raramente a sus
parientes. Yo la reprendí por ello, preguntándole: “¿En qué estás tan
terriblemente ocupada que no nos escribes ni una sola palabra?”.
He
aquí una respuesta característica de Helena Petrovna:
“Mi hermana y amiga, tu imprudente pregunta
nos dejó perplejos, pues mostraba una ignorancia tan completa de las
actividades de la vida de un teósofo. Después de leer tus denuncias, reuní a mi
personal y la traduje al idioma de Shakespeare.
Mientras la traducía, Bart, Arch, Wright,
Mead (sus secretarios), la condesa y todos los demás se quedaron horrorizados
ante tus preguntas difamatorias... ¿En qué estoy tan ocupado? ¿Yo?
Si hay en este mundo una víctima del exceso
de trabajo, es tu pobre hermana. Por favor, enumera mis ocupaciones, criatura
sin corazón: cada mes escribo de cuarenta a cincuenta páginas de instrucciones
esotéricas, instrucciones sobre conocimientos secretos que no pueden
imprimirse, y cinco o seis pobres esoteristas, mártires voluntarios, deben
sentarse por la noche a dibujarlas, escribirlas y litografiarlas, 320 copias en
total... Debo volver a revisarlas, para que no haya errores y mi conocimiento
de lo oculto quede deshonrado ya que mis alumnos son hombres de ciencia de
cabello gris, cabalistas y masones, como tú mismo has visto.
Añadele la edición de la revista Lucifer es mi trabajo; desde el
editorial (un artículo conmovedor escrito bajo mi propio nombre) hasta la
corrección final de las pruebas. La Revue
Theosophique también me la envía la condesa Adhemar; ¡tengo que ayudarla
también!
Además yo tengo que comer, así que tengo que
escribir artículos de mala calidad para revistas externas.
Luego todos los sábados hacemos una recepción
y todos los jueves una reunión, con todas sus cuestiones científicas, con
taquígrafos a mis espaldas y con un par de periodistas en los rincones.
¿No lleva todo esto tiempo?
Tengo que prepararme para cada jueves, porque
la gente que asiste a las reuniones no son ignorantes, sino hombres como el
físico Kingsland, el Dr. William Bennett y el naturalista Carter Blake. Tengo
que estar lista para defender las teorías del ocultismo contra las de las
ciencias aplicadas, de modo que sea posible imprimirlas directamente a partir
de los informes taquigráficos de nuestra nueva revista mensual especial
titulada ‘Memorias de la Logia Blavatsky’.
Mis teósofos se han dado cuenta de repente de
la situación y han enviado una circular a todo el mundo: "HPB está vieja y
enferma, HPB no se quedará mucho tiempo con nosotros. Cuando HPB muera, nadie
podrá enseñarnos este conocimiento secreto. Por lo tanto, reunamos dinero para
los gastos..."
Y lo han hecho. Un taquígrafo y la edición de
mis obras les cuestan 40 libras esterlinas al mes. Y HPB, sin un centavo, debe
trabajar para todos y enseñarles. Por supuesto yo no aceptaría un solo centavo
por esta clase de trabajo. "Tu dinero perezca contigo, porque has pensado
que el don de Dios se puede comprar con dinero". Eso es lo que cito a la
gente que cree que puede comprar con dinero el conocimiento divino de los
siglos.”
Los
artículos escrutadores de HPB, como ella misma los llamaba, trataban a menudo
sobre Rusia y los rusos, y es una lástima que no hubiera nadie que los
tradujera. Sus compatriotas tendrían una mejor imagen de ella si hubieran leído
su atronador artículo sobre las estúpidas "reuniones de indignación"
británicas, sobre nuestras "crueldades en Siberia" y nuestra
"persecución de los judíos". Este artículo fue publicado en su
revista Lucifer en junio de 1890,
bajo el título: "La paja y la viga". Hubo otro artículo escrito
después de la catástrofe del 17 de octubre:
Incluso
la última palabra impresa de HPB, que apareció en el número de mayo de Lucifer, 1891, después de su muerte, se
refería a la familia real rusa. Allí, en la página 186, escribe la siguiente
breve nota bajo el título "Verdadera nobleza":
“El funeral de la señora Streeter, una
inglesa, en su día niñera de los hijos del difunto emperador Alejandro II, que
tuvo lugar hace un par de días, causó una gran impresión en los habitantes de
Petersburgo.
El emperador Alejandro III, la duquesa de
Edimburgo y todos sus hermanos, los grandes duques de la Casa Imperial de
Rusia, siguieron a pie el féretro de esta humilde mujer, y la emperatriz en el
carruaje de luto... Esta es una hermosa lección y ejemplo de la atención
sincera que la corte de la reina Victoria, esclava sin alma del formalismo, y
la etiqueta, que se deben tomar en serio y reflexionar sobre ellas.”
Es
notable que junto a estas últimas palabras de la pluma de HPB, se encuentre
pegado el primer anuncio apresurado de su muerte. . . .
Este
anuncio de duelo nos golpea con más fuerza porque en el mismo número, e incluso
en la misma página, está el final de un artículo bajo sus iniciales, HPB,
"La civilización es la muerte de la belleza y el arte", y otro
artículo con el que se abre el número, "Mis libros", en el que
critica sus libros mucho más severamente que cualquier otro de los críticos. »
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