Violet Tweedale fue una poeta escocesa que se
interesó por el espiritismo y la teosofía, y sobre este asunto ella escribió lo
siguiente:
« Alguien
me mencionó que cierta Madame Blavatsky acababa de llegar a Londres, trayendo
consigo una nueva religión, lo que inmediatamente despertó en mí la curiosidad
y es por eso que me puse en camino para contactarla.
Nunca
olvidaré esa primera entrevista con una mujer que había sido muy calumniada, y a
quien rápidamente llegué a conocer íntimamente y a amar mucho.
. . .
A
menudo escuché que llamaban a Blavatsky ser una impostora, y estoy obligada a
decir que su comportamiento pícaro a menudo dio motivos para esa descripción. Por
ejemplo ella era muy intolerante con las numerosas damas elegantes del West End
que llegaban en bandadas a visitarla, exigiendo ver fantasmas, maestros, elementales,
y todo tipo de fenómenos paranormales, como si se tratara de un espectáculo.
Madame
Blavatsky nació con poderes sobrenaturales, pero también sus maravillosos
dedos estaban hechos para los trucos de los malabaristas, y la he visto usarlos
a menudo con ese propósito, y recuerdo bien mi asombro en las ocasiones en que ella
exhibió sus poderes ocultos, tanto los espurios como los genuinos.
Por
ejemplo, una tarde, yo estaba sentada a solas con ella, cuando la Señora Jessica
Lady Sykes, la difunta duquesa de Montrose y otra señora que no mencionaré su
nombre porque todavía está viva, solicitaron ser recibidas de inmediato por
Madame Blavatsky. Ellas explicaron que habían oído hablar de su nueva religión
y de sus maravillosos poderes ocultos, y deseaban que se les permitiera ver una
pequeña exhibición de lo que Blavatsky podía hacer.
Madame
Blavatsky no se levantó de su silla, y mientras conversaba ella
enrolló cigarrillos también para sus visitantes y las invitó a fumar. Y después
de escucharlas, concluyó que a esas damas no les interesaba la enseñanza, sino
que solamente estaban interesadas en ver los fenómenos
paranormales.
La
duquesa le preguntó a Blavatsky si alguna vez dio consejos para ganar en las
carreras de caballos o números de la suerte para ganar en los casinos. Y
Blavatsky le respondió no poseer un tal conocimiento, pero como en esa ocasión
ella estaba de buen humor, si estaba dispuesta a permitirles un momento de
diversión, así que les comentó:
- “¿Sugeriría una de
las damas algo que le gustaría hacer?”
Lady
Sykes sacó un paquete de tarjetas de su bolsillo y se las tendió a Madame Blavatsky,
quien sacudió la cabeza diciendo:
- "Primero retire
las tarjetas marcadas, mi Lady".
Lady
Sykes se rió y respondió:
- "¿Cuáles
son?"
Y
Madame Blavatsky se las indicó sin dudarlo un segundo y esto encantó a las
damas. Parecía un buen comienzo. Luego una de ellas sugirió:
- "Haga mover esa
canasta de tabaco que tiene a su lado sin tocarla."
Al
momento siguiente, la canasta había desaparecido. No sé a dónde se fue, solo sé
que desapareció y que las damas la buscaron por todas partes, incluso debajo de
las amplias faldas de Madame Blavatsky, y que de repente reapareció en su mesa
habitual.
Siguió
un poco más de malabarismo y algo de psicometría, que fue excelente, y luego
las damas se marcharon, aparentemente muy satisfechas con el entretenimiento.
Cuando
estuve una vez más a solas con Madame Blavatsky, ella se volteó hacia mí con
una sonrisa irónica y me dijo:
- "¿Quieres que
arroje perlas a los cerdos?"
Le
pregunté si todo lo que había hecho había sido puro engaño, y ella me respondió
sin ruborizarse:
- "No todo, pero si
la mayor parte, pero ahora te daré algo especial y real a ti."
Por
un momento ella permaneció en silencio, cubriéndose los ojos con la mano, y
luego un sonido me llamó la atención. Y solo puedo describir que lo que escuché
era como música de hadas, exquisitamente original y delicada. Parecía proceder
de algún lugar justo entre el piso y el techo, y se movía a diferentes rincones
de la habitación. Había una inocencia cristalina en la música que sugería el
baile de niños alegres divirtiéndose.
- "Ahora te daré
la música de la vida", dijo Madame Blavatsky.
Y
por un segundo o dos se produjo un silencio de trance. El crepúsculo entraba
sigilosamente en la habitación, y parecía traer consigo un hormigueo expectante.
Entonces me pareció que algo entró desde afuera y trajo consigo condiciones
completamente nuevas, algo increíble, inimaginable y más allá de los límites de
la razón.
Alguien
cantaba y una melodía distante se acercaba sigilosamente, pero sabía que nunca la
melodía había sido distante, sino que solo se estaba volviendo cada vez más
fuerte.
Y
de repente sentí miedo porque el aire a mi alrededor estaba sonando con
vibraciones de música extraña y sobrenaturales, aparentemente tanto a mi
alrededor como por encima y detrás de mí. No tenía paradero, no se podía
ubicar, y mientras escuchaba, todo mi cuerpo temblaba de euforia, pero también
una sensación de temor ante lo desconocido.
Había
un ritmo en la música, pero era diferente a todo lo que yo había escuchado antes.
Sonaba como una pastoral y contenía una llamada a la que respondía salvajemente
todo mi ser.
¿Quién era el misterioso
músico que tocaba y cuál era su instrumento?
Me
daba la impresión que podía haber sido un flautista que jugaba con una melodía
atrayente, un lujoso abandono que era una encarnación de la naturaleza, ya que
su melodía de repente me atrapó hacia las verdes colinas sicilianas, donde los
sonidos de los seres invisibles resuenan en las laderas de las montañas, como
la flauta de Pan que una vez resonó a través de las escarpadas gargantas y
valles morados del Hellas y Tracia.
Y
aunque la música era fascinante y llena de la vibración de la vida, también traía
consigo una emoción de temor. Su dulzura era empalagosa, su ternura era sensual.
Y un suave aroma comenzó a sentirse en la habitación, olía a tomillo silvestre,
a hierbas de asfódelo y a muscarina. Y el aroma me envolvió como un vapor
oloroso.
Los
sonidos comenzaron a tomar forma y gradualmente se moldearon en palabras. Sabía
que estaba siendo cortejada con sutileza, y una fuerza invisible me instaba a
volar fuera de mi cuerpo y unirme a la Saturnalia
Regna.
El
jugador hablaba un idioma que entendí, ya que era mi verdadera lengua nativa la
que hablaba en el zumbido salvaje, y no pude dejar de escuchar sus
encantamientos y el éxtasis de su alegría. Mi alma parecía tensarse con la
correa.
¿Debía dejarme ir?
Como
un poderoso opiáceo, el encanto me envolvió, pero desde mi interior una pequeña
voz insistente susurró:
- "¡Precaución! ¿A
dónde te llevará? Suponiendo que rindas tu voluntad, ¿volvería a recuperarla
después?"
Ahora
mi cerebro estaba invadido por una sensación de debilidad y pánico. La música
de repente parecía repleta de pecaminosidad y de conquista insolente. Ella
revelaba los secretos que el mito de la naturaleza a menudo murmura a quienes
viven en medio de los grandes silencios, de esos temibles misterios del
espíritu que aún lo impresionan a uno con tanta gloria y asombro.
Y
con una violenta reacción de miedo, me levanté de repente, y mientras lo hacía,
toda la escena desapareció del alcance de mis sentidos. Mi conciencia volvió
una vez más a la habitación de Blavatsky, con el cielo ya encontrándose en el crepúsculo
y el ronco rugido lejano de Londres entrando por la ventana abierta.
Miré
a Madame Blavatsky, y ella se encontraba acurrucada en un profundo sueño hundida
en su sillón. Ella había flotado con la música en un mar de olvido terrenal y entre
sus dedos sostenía una pequeña cruz rusa.
Sabía
que ella me había devuelto de regreso al mundo, el cual todavía me reclamaba, y
salí silenciosamente de la casa hacia las calles de Londres. »
(Esto se encuentra en
el capítulo 4 de su libro “Fantasmas que he visto y otras experiencias
psíquicas que he tenido”, p.51-61)
OBSERVACIÓN
Vemos que Violet Tweedale atestiguó que en ocasiones Blavatsky hizo
trucos de prestidigitación, pero que también Blavatsky poseía verdaderos poderes
sobrenaturales.
Cid, me eh leído esté artículo: 'Como es la vida en el paraíso (Devachan)' y me extraje éste párrafo de los últimos comentarios que escribiste;
ResponderBorrar(Pero ten en cuenta que son miles de reencarnaciones por las que tenemos que pasar y por lo tanto el viaje no lo vas a efectuar eternamente con la misma persona, porque tienes que aprender también a AMAR de ¿manera universal?)
Sí lo edite un poco, que no se note extraño....
Mi cuestión,duda mundana y caprichoso:¿ Algo me podría suceder sí yo me niego a realizar tal obligación [NO me agrada saber y ahora me siento bicho raro] O sea no quiero ''amar" y pues me eh familiarizado con el "amor" hacía la tecnología. Agregó esto sólo para aclarar sobre mis preferencias "amorosas". Por favor Cid te pido respuestas.
También puedes evolucionar sin la necesidad de amar a los demás, es lo que se conoce como el sendero del Buda egoísta.
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