Godolphin Mitford
fue un miembro de la Sociedad Teosófica (F.T.S.) y durante un periodo él estuvo
en probación para volverse un discípulo de los maestros, pero falló; y en ese
tiempo él escribió el siguiente artículo en donde da algunos indicios de las
técnicas que se utilizan en el ocultismo para prolongar la vida física.
EL
“ELIXIR DE LA VIDA”
DEL DIARIO DE UN CHELA (1)
De G __ M __, F.S.T.
“Y
Enoch caminó con los Elohím y los Elohím se lo llevaron.”
(Génesis)
Introducción
[La
insólita información —pues cualquier otra cosa que el mundo pueda pensar al
respecto, sin duda será reconocida como tal— contenida en el siguiente artículo
merece unas cuantas palabras a manera de introducción.
Los
detalles dados con relación a un tema que siempre ha sido considerado como uno
de los más oscuros y celosamente guardado por parte de los misterios de la
iniciación en el ocultismo —desde los días de los Rishis [o sea los Maestros de
los tiempos antiguos] hasta los de la Sociedad Teosófica— han llegado a ser del
conocimiento del autor, de una manera que parecerá extraña y sobrenatural de
acuerdo a la opinión profana de los europeos.
Sin
embargo podemos asegurar al lector que él es el más apasionado no creyente en
lo sobrenatural, si bien él ha aprendido de sobra a limitar las facultades de
lo natural, como algunos lo hacen.
Posteriormente,
él tendrá que manifestar oportunamente su propia opinión, y quedará claro, a
partir de una cuidadosa lectura de los hechos, que si el tema es fidedigno tal
como ahí se expone, el autor no puede ser un discípulo de alto grado, puesto
que el artículo en tal caso jamás hubiera sido escrito. Y tampoco él pretende
serlo. Él es, o más bien dicho fue durante algunos años un simple chela.
De
ahí que en consecuencia el relato también es fidedigno, aunque de acuerdo con
los altos grados del misterio, él no puede tener experiencia personal alguna,
sino que habla de ello solo como un cercano observador dejado a sus propias
conjeturas — nada más.
No
obstante se atreve a asegurar que durante, y desafortunadamente para él —a
pesar de— su muy corta estancia con algunos Adeptos, él de hecho experimentó y
comprobó información de algunas de las etapas menos trascendentales o
elementales del “sendero”.
Y
a pesar de que le sería imposible proporcionar pruebas serias acerca de lo que
hay más allá, aún así él sostiene que todos sus estudios cursados, su
entrenamiento y experiencia, constante, estricta y peligrosa como lo ha sido
siempre, lo llevaron a la convicción de que todo es tal como lo dijo, dejando
algunos detalles ocultos a propósito por razones de secretismo.
Ya
que no pueden revelarse al público, y por eso él es incapaz o no está dispuesto
a revelar el secreto al que ha tenido acceso. Sin embargo tiene permiso por
parte de a quién debe todo su respetuoso afecto y gratitud —su actual Gurú— para
divulgar en beneficio de la ciencia y del hombre, y especialmente en beneficio
de quienes tengan el valor suficiente como para hacer el experimento
personalmente, los siguientes increíbles detalles de los procedimientos ocultos
para prolongar la vida por un período más allá de lo común. — G.M.]
La
realidad detrás de las leyendas
Probablemente
una de las primeras consideraciones que actualmente mueven al profano a
solicitar la iniciación en la Teosofía, es la creencia o la ilusión de que en
cuanto ingrese, le será conferida al candidato cierta superioridad
extraordinaria por sobre el resto de la humanidad. Algunos incluso creen que el
resultado final de su iniciación será quizás la sustracción de la llamada masa
común y corriente de la humanidad.
Los
secretos de “El Elixir de la Vida” se dice que están en posesión de los Cabalistas
y de los Alquimistas, aunque también son conservados por los estudiosos de
Ocultismo que existieron en la Europa Medieval. Y la leyenda del Ab-è Hyat o
Agua de la Vida, todavía es considerada como un hecho por los remanentes
dispersos de las sectas esotéricas asiáticas ignorantes del verdadero Gran
Secreto.
La
“esencia picante y ardiente” por medio de la cual Zanoni transformó a su ser,
todavía dispara la imaginación de los modernos visionarios, como un posible
descubrimiento científico futuro.
De
acuerdo con la Teosofía, aunque el hecho es diferente a lo que se ha revelado
como verdad, ahora se sabe que las ideas antes mencionadas respecto a la forma
de proceder para llegar a realizar ese hecho, son falsas. El lector puede o no
creerlo; pero de hecho, los teósofos ocultistas aseguran tener comunicación con
Inteligencias (vivientes) que poseen un panorama infinitamente más amplio de
observación que lo contemplado incluso por las aspiraciones más altas de la
ciencia moderna, y por todos los actuales “Adeptos” de Europa y América —aficionados
a la cábala—.
Pero
más allá de todo lo que estos intelectos superiores han investigado (o si se
prefiere, “se dice” que han investigado), y remotamente más allá de lo que
pueden haber investigado con la ayuda de la inferencia y la analogía, aún así ellos
han fracasado en descubrir en lo infinito otra cosa permanente que no sea — el
Espacio.
Todo
está sujeto al cambio, por lo tanto la reflexión sugerirá fácilmente al lector
la profunda conclusión lógica de que en un Universo que es básicamente efímero
en sus circunstancias, no hay nada que pueda conceder la permanencia. Y por consiguiente
no es posible que ningún elemento, aun cuando proviniera de las profundidades
de lo Infinito; ninguna combinación imaginable de substancias, sea de nuestra tierra
o de cualquier otra aunque hubiera sido compuesta por la Inteligencia más Alta;
ninguna forma de vida o incluso de cualquier disciplina dirigida por la
voluntad y la práctica más perseverante, podría hacer posible la Inmutabilidad.
Puesto
que en el universo de los sistemas solares, dondequiera y como sea que se investigue,
la Inmutabilidad necesitaría “No-ser” en el sentido físico dado por los teólogos
—No-ser, significa nada para las mentes estrechas de los religiosos
occidentales— un reductio ad absurdum.
Pero esto es un burlesco insulto incluso al atribuírselo a los seudo-cristianos
o a la idea religiosa de un Dios tipo Jehová.
En
consecuencia se comprenderá que la idea general de la “inmortalidad” no sólo
está en principio equivocada, sino que es una imposibilidad física y
metafísica. La idea, sea sostenida por teósofos o por no-teósofos, por
cristianos o espiritualistas, por materialistas o idealistas, es una ilusión
quimérica.
Sin
embargo, actualmente la prolongación de la vida humana, de hecho es posible
durante un tiempo tan largo que parecería milagrosa e increíble a quienes
consideran que nuestra vida productiva necesariamente está limitada a lo sumo a
un par de cientos años.
Podemos
fraccionar por así decirlo, el trauma que provoca la muerte, y en lugar de
morir, transformar una súbita inmersión en la oscuridad en una transición hacia
una luz más clara. Y esto puede hacerse tan gradualmente que el paso de un
estado de existencia hacia el otro vería reducida su consunción al mínimo,
hasta ser prácticamente imperceptible.
Explicación
preliminar
Este
es un tema muy diferente, y de hecho trascendente para la Ciencia Oculta. En
este, como en otros casos, las voluntades disciplinadas adecuadamente pueden
lograr ese propósito, y las causas producir los efectos deseados. Por supuesto
la pregunta es ¿cuáles son estas causas?, y cómo a su vez pueden ser
originadas.
Pues
bien, levantar hasta donde se puede permitir, el velo de este aspecto del Ocultismo,
es el objeto del presente artículo. Y para ello debemos establecer como premisa
inicial, recordarle al lector dos enseñanzas teosóficas constantemente dadas en
la obra de “Isis Develada” y en otros
trabajos místicos, a saber:
1) Que finalmente el Kosmos
es Uno — Uno bajo infinitas variaciones y manifestaciones, y
2) Que el humano es un
ser “compuesto” — compuesto no sólo en el sentido exotérico científico de ser un
conjunto de las llamadas unidades de densa vida material, sino también en el
sentido esotérico de ser una sucesión de siete formas o partes de sí mismo,
interconectadas entre sí.
Para
ponerlo más claro, diremos que las formas más etéreas no son sino duplicados
del mismo físico — cada una más sutil, ubicándose entre los espacios
inter-atómicos más densos de la siguiente. Y el lector tendrá que tomar
conciencia que éstas no son en absoluto sutilezas, ni “espiritualidades” en el
sentido de la espiritualidad cristiana.
En
la persona que uno ve reflejado en su espejo, en realidad se encuentran varios seres,
o dicho de otra forma, el humano está compuesto de varias partes; cada una
siendo la contraparte de la otra, sólo que la “configuración atómica” (a falta
de mejores palabras) de cada una, está distribuida de manera tal que su
substancia se inter-penetran a la de la forma “más densa” que le sigue.
No
importa, para nuestro presente propósito, cómo los teósofos, los
espiritualistas, los budistas, los cabalistas, o los vedantistas, cuentan,
separan, clasifican, ubican y llaman a estas diferentes partes que componen al
humano (esa guerra de palabras la dejamos para otra ocasión). Ni tampoco
importa qué relación tiene cada una de estas partes con respecto a los “elementos”
del Kosmos del que forman parte.
Ese
conocimiento, aunque de vital importancia en otros aspectos, no necesita
explicaciones o discusiones para este artículo. Y tampoco nos interesa que los científicos
nieguen la existencia de dicha configuración, ya que sus instrumentos resultan
inadecuados para hacer que sus sentidos las perciban. Y a los científicos simplemente
les respondemos: “inventen mejores y más sensibles instrumentos, y entonces lo
lograrán”.
Todo
lo que tenemos que decir en este asunto es que si están impacientes por beber
del “Elixir de la Vida,” y vivir mil años o más, entonces tomen nota de lo aquí
dicho por nosotros con respecto al tema, y saquen sus propias conclusiones.
Pues la ciencia esotérica no dará la más mínima esperanza de lograr ese
objetivo deseado de ninguna otra manera; aunque la ciencia moderna o exacta,
como se le llama — se ría de ello.
El
procedimiento inicial que se requiere efectuar
Así
pues, hemos llegado al punto dónde tenemos que decidirnos —literalmente, no
metafóricamente— a romper el cascarón exterior conocido como envoltura o cuerpo
mortal, y salir de él, vistiéndonos con el siguiente.
El
“siguiente” no es espiritual, sino sólo una forma más etérea [se refiere al
cuerpo astral]. Y mediante un largo período de instrucción y práctica nos
adaptaremos para poder vivir en ese cuerpo sutil, período durante el cual
iremos gradualmente eliminando el cascarón exterior [el cuerpo físico]. A
través de cierto procedimiento nos iremos preparando para esta transformación fisiológica
(y las indicaciones al respecto se encuentran más adelante).
¿Cómo lo haremos?
En
primer lugar, dispondremos de nuestro cuerpo actual, visible, material, — “nuestro
cuerpo” como se le suele llamar; aunque de hecho es su cascarón — para proceder
con esa transformación primero a partir de él.
Permítasenos
tener presente que la ciencia nos enseña que aproximadamente cada siete años
cambiamos de piel tan efectivamente como cualquier serpiente; y lo hacemos de
manera tan gradual e imperceptible que si la ciencia después de años de incansable estudio y observación no nos lo
hubiera asegurado, nadie habría tenido la menor sospecha de este hecho.
Es
más, podemos comprobar que después de un período de tiempo, cualquier corte o
herida en el cuerpo aunque sea profunda, muestra una tendencia a repararse y a
renovar esa área dañada; un pedazo de piel perdida es muy pronto reemplazado
por otro. Por eso si un hombre es desollado vivo parcialmente, en ocasiones
puede sobrevivir y cubrirse con una nueva piel. Asimismo nuestro astral, cuerpo
vital — el cuarto de los siete (toda vez que ha atraído e integrado a sí mismo
al segundo) es mucho más etéreo que el físico — y está hecho para adaptar sus
partículas a los cambios atmosféricos.
Pues
bien, todo el secreto consiste en lograr evolucionarlo y separarlo de lo
visible; y mientras sus átomos generalmente invisibles proceden a concretarse
en una masa compacta, para deshacerse gradualmente de las viejas partículas de
nuestra envoltura visible para hacerlas morir y dispersarlas antes de que el nuevo
conjunto similar haya tenido tiempo de desarrollarse y reemplazarlas.
(Observación
de Cid: aquí Godolphin Mitford mezcla el cuerpo astral con el cuerpo de
vitalidad, pero en realidad él se está refiriendo a la elaboración del astral
permanente, el cual se los detallo en este otro capítulo link.)
Desafortunadamente
no podemos decir nada más en ese aspecto. Magdalena no es la única que puede ser acusada por tener “siete espíritus” en su interior, aunque hay
hombres que tienen un número menor de espíritus (¡qué término más equivocado,
esa palabra!) en su interior, y no son una minoría o la excepción; son fallas
de la naturaleza — hombres y mujeres incompletos. (2)
Cada
uno de ellos tiene que subsistir al más denso que le antecede, y consecutivamente
morir. La excepción es el sexto que es asimilado e incorporado por el séptimo.
El
“Dhâtu” (3) del antiguo
fisiólogo hindú tiene un doble sentido, el esotérico se corresponde con el “Zung”
tibetano (los siete principios del cuerpo).
La
voluntad que hay que desarrollar
Los
asiáticos tenemos un proverbio, el cual probablemente nos fue transmitido, y los
hindúes lo han seguido repitiendo, pero estando ignorantes de su significado
esotérico. Este proverbio ha sido conocido desde siempre por los antiguos
Rishis quienes lo incorporaron familiarmente entre las personas humildes y los
nobles a quienes instruyeron y guiaron. Los
Devas se le habían susurrado al oído de todo humano, y este proverbio
es:
« Tú
solo — si lo deseas — serás “inmortal”. »
Agreguen
a esto lo dicho por un autor occidental, quien
señaló que si un hombre pudiera darse cuenta totalmente por un instante de que
tendrá que morir algún día, moriría en ese mismo instante.
Y
el Iluminado percibirá que en estos dos refranes, sabiéndolos adecuadamente entender,
se encuentra revelado todo el secreto de la longevidad. Nosotros morimos cuando
nuestra voluntad deja de ser lo suficientemente fuerte para hacernos vivir.
En
la mayoría de casos, la muerte llega cuando el sufrimiento y el agotamiento de
la fuerza vital, acompañados por un súbito cambio de nuestra condición física
se vuelven tan intensos como para debilitar, por un solo instante, nuestra “conexión
con la vida” o fuerza de voluntad para vivir.
Hasta
entonces, no importa cuán grave pueda ser la enfermedad, o cuán agudo pueda ser
el dolor, ya que en esos casos aunque estaremos muy enfermos o lastimados (según
sea el caso) nuestra fuerza de voluntad para vivir seguirá sosteniéndonos.
Y
esto explica los casos de muerte súbita, ya sea por alegría, miedo, dolor, pena
u otras causas, debido a que el sentimiento de una tarea de vida consumada, o de
la inutilidad de la existencia de uno después de ciertos eventos, aún si se
cumplió con determinación, produce la muerte tan cierto como lo hace el veneno
o la bala de un rifle.
Por
otro lado, una fuerte determinación para seguir con vida, ha llevado a muchos a
pasar por las crisis más severas.
Ante
todo, en tal caso, se debe tener el valor — la Voluntad — la absoluta convicción
de estar en lo cierto, para sobrevivir y seguir adelante. (4) Porque sin eso, todo
lo demás es en vano. Y para tener firmeza en la intención se debe poseer no
sólo una resolución momentánea, no sólo un gran deseo de corta duración, sino
un esfuerzo firme y perseverante, tanto como pueda prolongarse y mantenerse
concentrado sin distraerse un solo momento.
La
elección que se debe de tomar
En
una palabra, el supuesto “inmortal” debe mantenerse alerta noche y día,
consciente de sí mismo. Vivir — vivir — vivir — debe ser su inquebrantable determinación.
Debe permitirse lo menos posible ser desplazado fuera de sí mismo. Y podrá
objetarse que esta es la forma más recalcitrante de egoísmo, que es absolutamente
contrario a nuestras tareas teosóficas de benevolencia, y desinterés, y a
nuestras consideraciones en favor de la humanidad.
Y
visto desde una perspectiva miope, así es. Pero para hacer el bien, como en
todo lo demás, un humano debe tener el tiempo y los materiales con qué
trabajar, pues son los medios indispensables para adquirir poderes a través de
los cuales hacer mucho mayor bien que sin ellos.
Cuando
éstos por fin se llegan a dominar, las oportunidades de emplearlos se
presentan, pues llega el momento en que ya no son precisos la consciencia y el
esfuerzo extras — y ese es el momento en que se rebasa el punto de retorno con
seguridad.
Pero
por supuesto, dado que aquí estamos tratando con aspirantes y no con chelas
avanzados, se debe señalar que en un primer grado son absolutamente indispensables
una voluntad férrea, y una clara consciencia de sí mismo. Sin embargo al
decirles esto, no debe creerse que al candidato se le exija que sea inhumano o
insociable en su despreocupación por los demás, ya que semejante imprudente
conducta egoísta sería tan perjudicial para él, como lo contrario que es
derrochar su fuerza vital en la satisfacción de sus deseos físicos.
Todo
lo que se le pide es una mera actitud introspectiva hasta que el punto sin
retorno se alcance. No debe “disponer” su energía en un excesivo o apasionado
apego por cualquier causa, sin importar cuán noble, buena o elevada esta pueda
ser. (5)
Podemos asegurar solemnemente al lector
que dedicarse por una causa noble le traerá su recompensa de muchas maneras,
quizás en este mundo, quizás en otra vida, pero eso tenderá a acortar la
existencia que se desea preservar, con tanta seguridad como la autocomplacencia
y el despilfarro. (Y va sin más decir que los vividores sin moral que han empleado
grandes poderes en malos usos, quedan por supuesto excluidos de este asunto.)
Y es por eso que muy pocos de los
verdaderamente grandes personajes del mundo, me refiero a los mártires, los héroes, los
libertadores de naciones, los líderes de las revoluciones — se convirtieron en miembros de la longeva "Hermandad de
Adeptos"
“Hermandad de Adeptos”, la cual fue acusada por algunos y durante muchos años
de egoísmo.
Igual
que a los yoguis, y faquires de la India moderna — la mayoría de los cuales
están laborando actualmente, pero a quienes la tradición de la letra muerta,
les exige que mantengan los principios de su tarea mostrándose desapegados a
cualquier sentimiento o emoción.
A
pesar de la pureza de sus corazones, de la grandeza de sus aspiraciones, del
desinterés de su auto-sacrificio, ellos no pueden “llevar una vida” porque en
tal caso estarían desperdiciando el tiempo.
[En
cambio, aquellos que han decidido dedicarse por una noble causa] Ellos podrán
ejercer poderes que el mundo ha llamado en ocasiones milagros; podrán
electrizar y subyugar a la Naturaleza humana mediante una Voluntad
inquebrantable y siendo honestos consigo mismos; también podrán poseer una, así
llamada, inteligencia sobrehumana; incluso tener conocimiento de, y estar en
comunión con miembros de la Hermandad oculta.
Pero
habiendo decidido voluntariamente consagrar su energía vital en beneficio de
otros, en lugar de a ellos, ellos han renunciado a la vida; y al morir en la
cruz o en el cadalso, o abatidos espada en mano en el campo de batalla, o
desplomándose agotados después de consumar exitosamente el propósito de su
vida, en el lecho de muerte de sus cámaras, todos ellos han gritado al final:
“¡Eli, Eli, lama
sabactani!”
Explicación
de casos que parecen contradecir esto
Hasta
aquí todo bien. Pero también se ha constatado que la voluntad de vivir, por muy
poderosa que sea, se ha comprobado en el transcurso rutinario de la vida
mundana que no puede vencer a la agonía de la muerte.
La lucha desesperada, y una y otra
vez renovada, de los elementos kósmicos para continuar con una proceso de
cambio a pesar de la voluntad de quien lo está frenando (como un par de
caballos fugitivos que luchan contra el conductor decidido que los retiene) es
tan acumulativamente poderosa, que los mayores esfuerzos de la voluntad humana no
entrenada que actúa dentro de un cuerpo no preparado se vuelven finalmente inútiles.
El
máximo heroísmo del soldado más valiente; el sincero deseo por la anhelada
amada; el hambre de codicia del insaciable avaro; la más incuestionable fe del
más recalcitrante fanático; la insensibilidad al dolor practicada por el piel
roja, la resistencia del entrenado yogui hindú; la filosofía más madura del más
ilustre pensador — todos finalmente fracasan por igual.
De
hecho, los escépticos argumentarán en contra de la verdad del presente
artículo, que en base a la experiencia, se observa a menudo cómo las mentes más
apacibles y más irresolutas y los más débiles de envoltura física se resisten a
“la muerte” en mayor medida que los hombres de elevada espiritualidad poseedores
de una voluntad inquebrantable, o que los egoístas más inflexibles e
intransigentes, y que el jornalero, el guerrero y el atleta con cuerpo de
acero.
Sin
embargo la clave de estos fenómenos aparentemente contradictorios está en lo
mismo que ya hemos expuesto. Si el desarrollo físico del denso “cascarón
exterior” se da paralelamente y en la misma proporción que la voluntad, es lógico
pensar que ninguna ventaja se obtendrá al final, con el propósito de superarlo.
Si
un ejército moderno adquiere las mejores armas, no tendrá la superioridad absoluta
si el enemigo también las obtiene. En
consecuencia, será evidente de inmediato, para aquellos que piensen en el tema,
que gran parte del entrenamiento mediante el cual lo que se conoce como
"una naturaleza poderosa y determinada" se perfecciona para su propio
propósito en el escenario del mundo visible, pero también necesitando, porque si
no siendo inútil sin un desarrollo paralelo de la llamada “densa”
envoltura animal, resultando en neutralizar dicha
naturaleza para el propósito del tema que tratamos, por el hecho de que sus
propias acciones dan al enemigo armas iguales a las suyas.
La
fuerza de la propensión a morir es devuelta en la misma proporción a la
voluntad que se le opone, pero como es acumulativa, subyuga a la fuerza de
voluntad y finalmente triunfa.
Por
otro lado, puede suceder que una fuerza de voluntad débil y vacilante que
reside en una envoltura física débil y poco desarrollada, se vea reforzada por
algún deseo insatisfecho —Ichcha (deseo)—
como es llamado por los Ocultistas indios (por ejemplo una madre que anhela con
todo su corazón sobrevivir para proteger a su hijo huérfano) — como para controlar
y vencer durante un breve lapso, los estertores físicos de un cuerpo que se ha
vuelto temporalmente superior.
En resumen
Entonces
todo el razonamiento de la primera condición para prolongar la vida en este
mundo es:
a) Desarrollar una
Voluntad tan poderosa como para superar la tendencia hereditaria (en un sentido
darwiniano) de los átomos que componen la “densa” y visible envoltura animal,
iniciando así una etapa individual de cierto proceso de transformación Kósmica;
y
b) Debilitar de esa
manera la acción concreta de la envoltura animal como para hacerla más dócil a
la fuerza de Voluntad. Y para derrotar a un ejército, debe desmoralizársele,
introduciendo en él la desorganización.
Y
lograr esto es el propósito real de todos los ritos, ceremonias, ayunos, “oraciones”,
meditaciones, iniciaciones y procedimientos de autodisciplina impuestos por
varias escuelas orientales esotéricas, desde el sendero de la aspiración pura y
elevada que lleva a las etapas superiores del Adeptado real, hasta las temibles
y desagradables pruebas por las que tiene que pasar el Adepto del “Sendero de
la mano Izquierda”.
Se
debe conservar en todo momento la ecuanimidad. Los procedimientos tienen sus ventajas
y sus desventajas, sus usos específicos y abusos, sus partes esenciales y no
esenciales, sus variados velos, mascaradas, y laberintos.
Pero
en todos ellos el resultado esperado finalmente se logra, aunque por diferentes
procedimientos. La Voluntad se fortalece, se reanima y se dirige, y los elementos
que se oponen a su acción se desmoralizan de inmediato.
El
fenómeno del hábito
Ahora
bien, para cualquiera que piense un poco más y relacione las diversas teorías
de la evolución tomadas no de cualquier fuente ocultista, sino del conocido
manual científico accesible a cualquiera — desde la hipótesis de la última
variación en los hábitos de las especies — digamos, la adquisición de hábitos
carnívoros por el loro de Nueva Zelanda, por ejemplo — hasta los más lejanos
vislumbres del espacio exterior y la Eternidad enunciados en la doctrina de “la
Nube de Fuego”, le resultará claro que todos ellos se basan en un solo
postulado.
Y
dicho postulado es que el impulso una vez dado a la hipotética Unidad tiende a
repetirse, y por lo tanto que cualquier cosa “hecha” por algo en determinado
tiempo y lugar, tiende a repetirse en otros tiempos y lugares.
Tal
es el razonamiento admitido por la herencia y el atavismo. Y de eso mismo
aplicado a nuestra conducta ordinaria se desprende la notoria facilidad con la que
los “hábitos” —malos o buenos, según sea el caso— se adquieren, y no se dudará
que esto aplica, como regla, tanto a lo moral e intelectual, como al mundo
físico.
Más
aún, la Historia y la Ciencia nos comprueban claramente que hábitos físicos
bien definidos conducen a resultados morales e intelectuales bien definidos. Y
de ahí que jamás ha habido una nación conquistadora conformada por
vegetarianos.
Ni
siquiera en los viejos tiempos arios aprendimos que los mismos Rishis, de cuya
erudición y practica hemos obtenido los conocimientos del Ocultismo, jamás
prohibieron a la casta Kshetriya (el ejército) cazar o la dieta carnívora.
Ocupando, como ellos lo hicieron, un lugar predominante en el ente político en
el contexto del mundo actual. Los Rishis jamás tuvieron la más mínima idea de
interferir con ellos, ni de restringir los hábitos de los tigres de la selva.
Lo cual no afectó la labor de los Rishis.
Aspectos
prácticos
El
aspirante a la longevidad debe entonces mantenerse en guardia contra dos
peligros. Debe tener cuidado sobre todo de los pensamientos animales e impuros (6), pues la ciencia ha
demostrado que el pensamiento es dinámico, por lo que la fuerza de un
pensamiento pone en acción a los nervios hasta manifestarse exteriormente,
afectando los enlaces moleculares del hombre físico.
Y
aunque el ser interno (7) logre sublimar su
organismo, éste todavía está compuesto por partículas, y todavía están sujetos
a la ley de que toda “acción” tiende a repetirse; por lo que tienden a
emprender una acción similar a la de la “envoltura” más densa con la que están
en contacto y se oculta en su interior.
Y
por otra parte, ciertas acciones tienden a producir condiciones físicas
adversas a los pensamientos puros, por ende, a las condiciones requeridas para
desarrollar el predominio del hombre interno.
Para
regresar al aspecto práctico. Una mente saludable normal, en un cuerpo
saludable normal, resulta un excelente punto de partida. Aunque una naturaleza
excepcionalmente fuerte y sincera consigo misma puede ocasionalmente recuperar
el terreno perdido por la degradación mental o el mal uso físico, empleando los
medios apropiados bajo la dirección de una firme resolución.
Sin
embargo, a menudo las cosas han ido tan lejos que ya no queda energía
suficiente para seguir luchando para prolongar la vida; aunque lo que en
lenguaje oriental se llama el “mérito” del esfuerzo, contribuye en algunas
ocasiones a suavizarlas y en otras a mejorarlas.
Como
quiera que sea, el mencionado sendero de la autodisciplina comienza ahí, y puede
establecerse brevemente que en esencia es un sendero de desarrollo moral,
mental y físico, que se debe recorrer en paralelo esos tres aspectos, ya que uno
es inútil sin los otros.
La
parte física del hombre debe volverse más pura y sensible; su parte mental más
penetrante y profunda; su parte moral más bondadosa y filosófica. Y puede
afirmarse que todo el sentido de la abstinencia — aunque sea auto-infligida — es
indispensable.
Pero
no todo resulta exclusivamente “bien” cuando se impone mediante la fuerza
física, las amenazas o los sobornos (sean de naturaleza física o de la llamada “espiritual”).
Estos le son absolutamente inútiles a la persona que hace alarde de ellos, su
hipocresía tiende a envenenar la atmósfera moral del mundo.
Por
lo tanto el deseo de ser “bueno” o “puro,” para que sea fructífero debe ser
espontáneo. Debe ser un auto-impulso nacido desde dentro, una verdadera
preferencia para algo superior, no una abstención del vicio por temor a la ley,
y tampoco una castidad forzada por miedo al qué dirán, ni una benevolencia
ejercida a través del amor a la alabanza, o el temor a las consecuencias en una
supuesta vida futura. (8)
Se
comprenderá enseguida, en relación con la doctrina de la tendencia a la repetición
de los actos que acabamos de mencionar, que el sendero de la autodisciplina
recomendado como el único camino hacia la longevidad por medio del Ocultismo,
no es una teoría “visionaria” que plantea “ideas” vagas, sino que hoy por hoy
es un sistema científicamente diseñado de ejercicios.
Es
un sistema por medio del cual cada partícula de las diferentes partes que componen
al individuo septenario recibe un estímulo en ese sentido, y la persona
desarrolla el hábito de hacer lo necesario para lograr ciertos propósitos de su
propio libre albedrío y con “agrado”.
Debe
practicar y perfeccionar cada uno de estos ejercicios con la intención de hacerlo
de buen talante. Y esta regla aplica sobre todo en el caso del desarrollo del
Hombre. La “virtud” puede resultarle muy fructífera en su sendero — puede
llevarlo a alcanzar los más grandes resultados. Pero para que sea eficaz tiene
que practicarla con alegría no con desgano o desagrado.
Como
consecuencia de la consideración anterior, el candidato a la longevidad, al
iniciar el sendero debe empezar por evitar sus deseos físicos, más no basándose
en ninguna teoría sentimental de “bueno” o “malo”, sino por la buena siguiente razón:
Dado
que según una muy conocida y actualmente en boga teoría científica, su
envoltura material visible está constantemente renovando sus partículas; al
abstenerse de satisfacer sus deseos, el buscará llegar al final de cierta etapa
durante la cual las partículas que conformaron al hombre vicioso, y que lo
predispusieron a esas malas tendencias, son eliminadas.
Ya
que simultáneamente, el cese de dichas funciones tiende a obstruir la entrada
de nuevas partículas en reemplazo de las viejas, que conlleven la tendencia a
repetir esos actos. Y mientras éste será el resultado particular en lo
referente a ciertos “vicios,” el resultado general de la abstinencia de todos
los actos bajos será (mediante una modificación de la muy conocida ley darwiniana
de la atrofia por falta de uso) la disminución de lo que podemos llamar “densidad
relativa” del cascarón exterior y de su conexión con él (como resultado de no
poner en acción sus moléculas); en tanto que la disminución en la cantidad de
sus actuales constituyentes estará dada (como cuando se utilizan pesos en una
balanza) por el incremento en la introducción de partículas más etéreas.
¿Cuáles
deseos físicos se deben descartar y en qué orden?
1.
Primero que nada, se debe dejar el alcohol en todas sus formas; porque no proporciona
nutrición, ni placer directo alguno (más allá de la dulzura o la fragancia que puede
obtenerse al catar el vino, etc., pero el alcohol, en sí mismo, no es esencial)
ni siquiera para los elementos más densos de la envoltura “física”.
Mientras
que en su lado negativo induce a actos de violencia, a tener prisa por hablar,
por vivir la vida, tensión que sólo puede ser tolerada por elementos muy pesados,
burdos y densos, los cuales, por acción de la muy conocida ley de reacción
tiende a tomarlos del medio ambiente exterior, y por ende, neutralizando
directamente el objetivo que tenemos en perspectiva.
2.
Luego viene el comer carne, y por las mismas razones, aunque en menor grado, ya
que también aumenta la prisa por vivir la vida, las ganas de hacer las cosas,
la violencia de las pasiones. Esto puede ser bueno para un héroe que tiene que
luchar hasta morir, pero no para el sabio en cierne que tiene que prolongar su
vida.
3.
El siguiente en el orden es el deseo sexual; pues éste, además de la gran derrama
de energía (fuerza vital) en otros lechos, de muchas maneras diferentes, más
allá de lo primario (como por ejemplo, la pérdida de energía por la
concupiscencia, los celos, etc.), conlleva también a una atracción directa por
cierta materia original del Universo de calidad inmoral, simplemente porque las
sensaciones físicas más atrayentes sólo son posibles en ese grado de densidad.
Junto
con y aún más allá de todas éstas y de otras formas de satisfacer los sentidos
(incluyendo no sólo las que generalmente son conocidas como “perversiones”,
sino también todas aquellas que aunque comúnmente se consideran como “inocentes”)
También
deben ser descartadas para poder alcanzar la purificación moral.
Pero
tampoco debe imaginarse que en la mayoría de casos la “abstinencia”, como
generalmente es entendida, puede resultar de mucha utilidad para acelerar el
proceso de “elevación”. Ésa es la piedra en que muchas de las sectas esotéricas
Orientales han tropezado, y la razón por la cual han caído en meras
supersticiones.
Los
monjes Occidentales y los yoguis Orientales, que piensan que alcanzarán la
cúspide de los poderes por medio de la concentración de su pensamiento en su
ombligo, o permaneciendo de pie en una pierna, practican ejercicios que no
sirven para otra cosa que no sea fortalecer la fuerza de voluntad, la cual a
veces se aplica para satisfacer los más bajos deseos.
Y
estos son ejemplos de un desarrollo unilateral e insignificante, ya que de nada
sirve el ayuno mientras apetezca la comida. El cese del deseo de comida sin que
se deteriore la salud es la señal que indica que puede tomarse alimentos en
menores y en cada vez decrecientes cantidades hasta llegar el límite extremo
compatible con la vida. Entonces se habrá concluido la etapa cuando sólo se requiera
agua.
Tampoco
resulta de utilidad alguna, para lograr el propósito particular de la
longevidad, reprimir la inmoralidad mientras siga anhelándola en su corazón; y
así sucesivamente con todo los demás deseos interiores insatisfechos. Lo más
esencial es librarse del deseo interiormente, para enseguida asemejarse a lo
real, ya sin su descarada hipocresía e inútil esclavitud.
4.
Esto debe hacerse a través de la purificación moral del corazón. Las “más bajas”
inclinaciones deben ser las primeras — luego las demás. Primero la avaricia,
luego el miedo, enseguida la envidia, el orgullo mundano, la falta de caridad,
el odio; detrás de ellos, la ambición y la curiosidad deben descartarse
consecutivamente.
Lo que se
tiene que cultivar
Paralelamente
deben fortalecerse las partes más elevadas y llamadas “espirituales” del
hombre. Razonando de lo conocido a lo desconocido, debe procurarse y
practicarse la meditación.
La
meditación es el anhelo inexpresable del Hombre interno que “viaja rumbo a lo infinito”
y que en tiempos antiguos era el verdadero significado de la adoración, pero en
la actualidad carece de sinónimo alguno entre los idiomas europeos, porque ya
no existe en Occidente, aunque su noción se ha popularizado a través de las
farsas inventadas conocidas como oración, celebración, y contrición.
A
lo largo de todas las etapas de entrenamiento, el equilibrio de la consciencia (la
certeza de que todo está bien en el Kosmos, y por tanto en ustedes mismos) debe
mantenerse. El proceso de vivir la vida no debe apresurarse sino retardarse en
lo posible; hacer lo contrario puede ser bueno para los demás — quizá incluso
para ustedes mismos en otras esferas, pero eso acelerará vuestra muerte en esta vida.
Tampoco
deben descuidarse las circunstancias exteriores en esta primera etapa.
Recuerden que un Adepto, aunque “vive” para inspirar en las mentes ordinarias
la idea de su ser inmortal, no es invulnerable a las influencias del exterior.
La
importancia de cuidarse
El
entrenamiento para prolongar la vida, por sí mismo, no es un seguro contra
accidentes. Hasta donde llega la preparación física, la espada aún puede
cortar, la enfermedad entrar, el veneno afectar. Y este caso es muy claro y ha
sido maravillosamente expuesto en el libro “Zanoni” y ha sido bien descrito tal
como es, a menos que el “adeptado” en general resulte una mentira sin
fundamento.
El
Adepto podrá estar más a salvo de los peligros ordinarios que el mortal común,
pero lo está en virtud del conocimiento superior, la calma, la frialdad y la
penetración que su prolongada existencia y sus necesidades afines le han
permitido adquirir; no en virtud de algún poder para sobrevivir al proceso en
sí.
Él
está a salvo como un hombre armado con un rifle está más a salvo que un simio
sin nada; aunque todavía no a salvo en el sentido en que el Deva (un ser divino)
se supone que está más a salvo que un hombre.
¡Si
este es el caso del alto Adepto, cuánto más resulta indispensable que el neófito
no sólo se proteja sino que recurra a todos los medios posibles para asegurarse
la duración de vida necesaria para completar el proceso de dominar los
fenómenos que llamamos muerte!
Podrá
cuestionarse,
¿Por qué los Adeptos
superiores no lo protegen?
Quizás
lo hacen en cierta medida, pero un niño debe aprender a caminar solo; pues
eximirlo de sus propios esfuerzos en cuanto a su seguridad, sería destruir un
elemento indispensable para su desarrollo — el sentido de la responsabilidad.
¿Qué clase de valor o
conducta se le podría pedir a un hombre enviado a luchar, si va provisto con
armas insuperables y vestido con una armadura impenetrable?
Por
tanto, el neófito debe procurar, hasta donde sea posible, cumplir al pie de la
letra con cada norma dispuesta por la ley sanitaria tal como ha sido establecida
por los científicos modernos.
Aire
puro, agua pura, comida pura, ejercicio moderado, horario regular, ocupaciones
y ambientes agradables. Todos estos son, si no indispensables, al menos útiles
para su desarrollo.
Y
es para asegurar éstos, al menos tanto el silencio como la soledad, que los
Dioses, las Sagas, los Ocultistas de todas las edades se han retirado tanto
como ha sido posible, a la quietud de algún lejano país, a la frescura de una
cueva, a lo profundo de un bosque, a lo extenso de un desierto, o la cima de
las montañas.
¿No es sugestivo que
los Dioses siempre han preferido los “lugares altos” y que hasta hoy día la
sección más prominente de la Hermandad Oculta en la Tierra habita en una meseta
de la montaña más alta del planeta? (9)
Tampoco
debe desdeñar el principiante la ayuda de la medicina y de un buen régimen
médico, ya que todavía es un simple mortal, y requiere toda la ayuda que pueda
servir.
Lo que
sucede después
Supóngase,
sin embargo, que todas las condiciones requeridas, o que se considera se
requieren (pues los detalles y las múltiples formas de lo requerido es
demasiado numeroso para ser detallado aquí) se cumplan.
- “¿Cuál
es el siguiente paso?” se preguntará el lector.
Pues
bien, si no ha habido ningún retroceso o negligencia en el procedimiento
indicado, los próximos resultados físicos serán los siguientes:
Al
principio, el neófito tendrá que poner más empeño en las cosas espirituales y
puras. Gradualmente las tareas burdas y las ocupaciones materiales no sólo le
resultarán triviales o un estorbo, sino simple y literalmente intolerables. Él
se ocupará con más agrado con las sensaciones simples de la Naturaleza — la
clase de sentimiento que uno puede recordar haber experimentado de niño. Se sentirá
más enardecido de corazón, seguro y feliz.
Pero
debe tener cuidado de que la sensación de juventud renovada no lo desencamine,
o se arriesgará a caer en su misma vida más degradante de antes e incluso en
las más bajas profundidades. “La acción y la Re-acción son equivalentes”.
En
este momento el deseo de comida comenzará a aminorar. Hay que dejar que suceda
gradualmente — no es necesario ayunar. Debe tomar lo que sienta que necesita.
La comida que apetezca debe ser lo más frugal y natural. La fruta y la leche
generalmente son lo mejor.
Enseguida,
como hasta ese momento, irá simplificando la calidad de su comida, gradual — pero
muy gradualmente — en la medida en que sea capaz de disminuir la cantidad.
Y
al decirles esto seguramente se preguntarán:
¿Puede un hombre
vivir sin comida?
Y
la respuesta es si, pero antes de que se burlen, consideren la clase de proceso
al que nos estamos refiriendo. Es un hecho notorio que muchos de los organismos
más bajos y más simples carecen de sistema excretor. El gusano común de Guinea
es un excelente ejemplo. Tiene un organismo algo complicado, pero carece de
conducto excretor. Todo lo que consume — las substancias más despreciables del
cuerpo humano — las aprovecha para
crecer y reproducirse. Y viviendo, como lo hace, entre las capas de tejidos
humanos, no excreta comida sin digerir.
Y
el neófito humano, en cierta etapa de su desarrollo, pasa por una situación en
cierto sentido análoga, con la diferencia o diferencias de que él sí excreta,
pero a través de los poros de su piel, y por los cuales también entran otras partículas
de materia etérea que contribuyen a su sustento. (10)
Por
lo demás, toda la comida y la bebida apenas le son suficientes para mantener en
equilibrio las partes “densas” de su cuerpo físico que aún quedan luego de reparar
su gastada piel a través de la sangre.
Más
tarde, el proceso de desarrollo celular en su cuerpo sufrirá una
transformación; una transformación para bien, al contrario de lo que sucede con
la enfermedad — él se volverá completamente vida y sensibilidad y se alimentará
del Éther (Âkâsha). Pero para nuestro neófito esa etapa está aún muy lejana.
Probablemente,
mucho antes de que esa etapa haya llegado, otros resultados, no menos
sorprendentes e increíbles para el no iniciado, habrán surtido efecto para dar
a nuestro neófito valor y consuelo en su difícil tarea. No sería sino una
trivialidad repetir lo que han dicho una y otra vez (al ignorar su verdadera
razón) cientos y cientos de escritores acerca de la felicidad y la satisfacción
que da una vida sencilla y pura.
Pero
a menudo, al comienzo mismo del proceso ocurre algún resultado físico real,
inesperado e impensado por el neófito. Alguna enfermedad crónica, hasta ahora considerada
incurable, puede dar un giro favorable; o él mismo puede desarrollar poderes
curativos mesmerianos; o la agudización hasta ahora desconocida de algunos de sus
sentidos puede sorprenderlo.
La
razón de estas cosas es, como hemos dicho, ni milagrosa ni difícil de
comprender. En primer lugar, el súbito cambio en la dirección de la energía
vital (que a pesar de la opinión que tengamos de ella y de su origen, es
reconocida por todas las escuelas de filosofía como la fuerza más oculta y como
la fuerza motriz) produce resultados de cierta naturaleza.
En
segundo lugar, la Teosofía enseña como dijimos anteriormente, que un hombre
está constituido por varias partes que nos interpenetran, y desde este punto de
vista (aunque es muy difícil expresar la idea en palabras), resulta natural que
la “eterilización” progresiva del más denso y más burdo de todas esas partes
[el cuerpo físico], literalmente da más libertad a las demás.
Un
tropel de caballos puede ser obstaculizado por una multitud y tendrán mucha
dificultad para abrirse paso, pero si cada uno de los individuos que constituye
esa multitud pudiera transformarse de repente en un fantasma, entonces habría
muy poco que frenara a esos caballos.
Y
puesto que cada entidad interior es más tenue, activa, y volátil que la
exterior, y como cada una mantiene una relación con elementos, espacios, y
propiedades diferentes del Kosmos, de los cuales trataremos en otros artículos
de Ocultismo, la mente del lector comprenderá que — aunque la pluma del escritor
no logre expresarlo en una docena de volúmenes — se despliegan extraordinarias
posibilidades ante el neófito.
Muchas
de las posibilidades hasta aquí sugeridas pueden ser aprovechadas por el
neófito para su propia seguridad, pasatiempo, y para beneficiar a quienes se
encuentren a su alrededor; pero la manera en que lo haga, irá en proporción a
su aptitud — es una prueba por la cual tendrá que pasar, y el mal uso de estos
poderes ciertamente lo llevarán a la pérdida de ellos como resultado natural.
El Itchcha (o deseo) evocado de nuevo por las perspectivas que se abren puede
retrasar o detener su progreso.
Sobrepasar
los límites genéticos
Pero
hay otra parte del Gran Secreto a la que debemos referirnos, y en este mismo
instante podemos hacerlo, pues la primera de una larga serie de edades, ha permitido
revelarla al mundo.
El
lector ilustrado no necesitará que se le recuerde de nuevo que uno de los más
grandes descubrimientos que inmortalizaron el nombre de Darwin es la ley de que
un organismo siempre tiende a repetir, en una etapa de vida similar, las cosas
que hicieron sus progenitores, lo más seguro en absoluta proporción a dicha
etapa de vida similar.
Un
resultado de esto es que en general los seres organizados mueren a una edad (en
promedio) igual a la de sus progenitores. Aunque es verdad que existe una gran
diferencia entre las edades actuales en las que los individuos de una especie
dada mueren. La enfermedad, los accidentes y el hambre son los principales
agentes causantes de esto. Pero cada especie tiene un límite plenamente
reconocido dentro del cual se ubica la existencia de una Raza y no se conoce a
alguno que sobreviva más allá.
Esto
también aplica a la especie humana, como a cualquier otra. Ahora bien,
suponiendo que se lograra superar cada circunstancia posible relacionada con la
salud, y evitar cada accidente y enfermedad que pudiese padecer un hombre de
complexión normal, en algún caso particular. Aún así, como es sabido por los
médicos, llegará un momento en que las partículas del cuerpo sentirán la
tendencia hereditaria a hacer lo que les producirá inevitablemente la muerte, y
estas obedecerán.
Será
obvio para cualquier persona que lo analice que si por algún procedimiento,
este climaterio crítico pudiera superarse por completo, entonces el peligro
subsecuente de la “muerte” sería proporcionalmente menor, conforme pasaran los
años.
Y
esto que ninguna mente y cuerpo normales e impreparados han podido hacer, es
posible en determinadas circunstancias para la voluntad y complexión de quien
se ha preparado especialmente. Debido a que tiene menos partículas densas
sensibles a la tendencia hereditaria — pues cuenta con la ayuda de sus
fortalecidos “cuerpos interiores” (cuya duración normal siempre es mayor,
incluso a la muerte natural, que la envoltura exterior visible) y cuenta con la
ejercitada e indomable Voluntad para dirigir y hacerse cargo de todo. (11)
De
aquí en adelante el sendero del aspirante estará más despejado. Habrá conquistado
al “Morador del Umbral” — el enemigo por herencia de su raza, y aunque todavía
estará expuesto a los peligros siempre nuevos en su avance hacia el Nirvana, él
se verá colmado con la victoria y con renovada confianza y nuevos poderes para
secundarlo, pudiendo lanzarse en pos de la perfección.
Pues
debe recordarse que la naturaleza actúa por doquier a través de la Ley, y que
el proceso de purificación en el cuerpo material visible que hemos descrito,
también se lleva a cabo en los cuerpos interiores e invisibles, debido a las
modificaciones del proceso mismo.
Todo
radica en el cambio, y el desarrollo que los cuerpos más etéreos repiten en base
a los progresos del más denso, pues aunque multiplican sucesivamente su
duración, van adquiriendo una calidad cada vez mayor en sus relaciones con el Kosmos
que los rodea, hasta llegar al Nirvana donde la individualidad más expandida se
une por fin al Absoluto Infinito.
Este
proceso en los Adeptos
De
la descripción anterior del proceso se deducirá por qué es tan raro ver a un “Adepto”
en la vida común y corriente; pues con la “elevación” de sus cuerpos y el
desarrollo de sus capacidades, él experimenta una desilusión cada vez mayor, y
por decirlo así, un “desinterés” por las cosas de nuestra vida común y
corriente.
Como
el fugitivo que en su huída va arrojando a lo lejos los artículos que le
impiden avanzar, comenzando con el más pesado. Y asimismo quien aspira a burlar
a la “muerte” abandona todo lo que ésta última le puede arrebatar. Y en el progreso
de la Negación se puede prescindir de todo excepto de la ayuda.
Como
dijimos antes, el Adepto no se vuelve “inmortal” como generalmente se entiende
la palabra. Al llegar a la edad límite de muerte de aquellos de su raza, o cuando
la ha rebasado, en realidad él ya está muerto, en el sentido ordinario, es
decir que él ya se ha liberado de todas o casi todas las partículas materiales como
lo hubiera hecho necesariamente al entrar en la agonía de la muerte.
Él
ha ido muriendo gradualmente a lo largo de todas las etapas de su Iniciación.
La catástrofe no puede pasarle por encima dos veces. Ha ido extendiendo a lo
largo de varios años un proceso apacible de disolución que a otros les sucede
desde en un breve lapso hasta en unas cuantas horas.
El
Adepto superior está, de hecho, muerto para el mundo, y está completamente
inconsciente del mismo; él se ha olvidado de sus placeres y despreocupado por
sus miserias en la medida en que esto involucra al sentimentalismo, pues el
estricto sentido del Deber jamás le impide percatarse de su propia existencia.
Sus
nuevos sentidos sutiles activados lo llevan a esferas más vastas. Esos sentidos
son para nosotros superiores, en relación a los nuestros. Nuevos deseos y
satisfacciones, nuevos peligros y nuevos obstáculos van surgiendo ante los
nuevos sentidos y las nuevas percepciones; y muy allá, en lo profundo de la
bruma — tanto literal como metafóricamente — se queda nuestra descuidada y
pequeña Tierra abandonada por aquéllos que sin pretextos “se marchan para
reunirse con los dioses.”
(Observación
de Cid: aquí Mitford está haciendo
referencia a los Budas egoístas, ya que este proceso de prolongar la vida
también sirve para acelerar nuestra entrada en el Nirvana. Pero una vez que
entras en el Nirvana ya no puedes ayudar a la humanidad, y es por eso que los Budas
de Compasión renuncian por un larguísimo periodo al Nirvana para poder seguir
ayudando a los humanos.
Pero los Budas de Compasión no atienden directamente
a las personas porque aunque ellos aman tanto a la humanidad que estarían
dispuestos a sacrificarse para salvar a cada uno de sus miembros, ellos saben
que producen un efecto beneficioso mucho mayor si trabajan para la humanidad en
su conjunto, que si trabajan para ayudar a los humanos de manera individual.)
A
partir de lo ya descrito, quedará en claro que es una gran tontería el que las
personas le pidan a un Teósofo que “les consiga ponerse en contacto con los
Adeptos más elevados”.
Es
sumamente difícil que pueda convencerse a uno o dos, incluso ante la agonía del
mundo, a perjudicar su propio perfeccionamiento por entrometerse en asuntos
mundanos.
Y
el lector ordinario dirá: “esto no es asemejarse a dios. Esto es el colmo del egoísmo.”
Pero
deben de comprender que un Adepto muy alto al comprometerse a redimir un lugar,
necesariamente tiene que exponerse una vez más a encarnar. ¿Y acaso los resultados
anteriores, a ese respecto han sido lo suficientemente alentadores como para
motivarlos a un nuevo intento?
Los
poderes y las facultades paranormales
Una
profunda consideración de todo lo que hemos escrito dará a la gente una idea de
lo que pretenden cuando piden que se les ponga en camino para obtener los “poderes
superiores”.
Pues
bien, tan claro como se puede poner en palabras, ahí está el Sendero…
¿Lograrán recorrerlo?
Y
tampoco debe ocultarse que lo que para un simple mortal son peligros inesperados,
tentaciones y enemigos. También lo son en el sendero del neófito. Además que
por ninguna otra razón imaginable, sino por la sencilla razón de que al disponer
de nuevos sentidos, aún no tiene práctica en su uso, y nunca antes ha sido
testigo de las cosas que ve.
Por
ejemplo un hombre que nace ciego y que súbitamente recobra la visión no domina de
inmediato el sentido de la perspectiva, sino que, como un bebé, creerá en algunos
casos que la luna está a su alcance, o en otros tomará un carbón encendido con
la confianza más imprudente. Y lo mismo sucede con el humano que activa sus
sentidos sutiles.
Conclusión
Y
después de haberles dicho todo esto, la gente puede cuestionarse:
¿Y cuál es la recompensa
de renunciar a todos los placeres de la vida, a todos los intereses profanos, a
ir en pos de una meta desconocida que parece cada vez más inalcanzable?
Puesto
que al contrario de algunos credos religiosos antropomórficos, el Ocultismo no
ofrece a sus seguidores la permanencia eterna en un cielo lleno de placeres,
tras haberlo ganado por el sólo hecho de haber seguido el dogma de esa iglesia.
Aunque, de hecho, a menudo se da el caso de que muchos estarían dispuestos con
agrado a morir ahora mismo para ir a semejante paraíso.
Y
el Ocultismo tampoco ofrece la posibilidad de obtener fácilmente y de manera
rápida placeres, sabiduría y vida eterna. Sólo promete desarrollarlos, en cada
vez más espaciosas vueltas espirales ocultas tras velos sucesivos, en una
perpetua sucesión de posibilidades cada vez más amplias que conducen hacia el
Nirvana.
Asimismo,
esto necesariamente da paso a las nuevas responsabilidades que los nuevos poderes
traen consigo, y a que el incremento en la capacidad de sentir placer trae
consigo una mayor sensibilidad al dolor.
A
esto, la única respuesta que puede darse es doble:
1) la conciencia de
Poder, por sí misma, es el más exquisito de los placeres, y se satisface
incesantemente al desarrollar nuevos medios para su empleo, y
2) como ya se ha dicho —
éste es el único sendero por el cual se encuentra una mínima probabilidad científica
de evitar la “muerte”, de asegurar una memoria perpetua, de obtener sabiduría
infinita, y por lo tanto de ayudar grandemente a la humanidad, toda vez que el
Adepto pase con seguridad el punto de retorno.
Es
indispensable una lógica, tanto física como metafísica, para respaldar el hecho
de que sólo por medio de una absorción gradual en lo Infinito puede el humano
integrarse al Todo, y que por ahora sólo se puede sentir, saber, y disfrutar de
Todo, cuando se pierde en el Todo Absoluto, en el vórtice de ese Círculo
Inalterable donde nuestro Conocimiento se vuelve Ignorancia, y el Todo mismo se
identifica con la Nada.
Notas
1.
Un Chela es al aprendiz y discípulo de un Gurú o Maestro. (Editor)
2.
Esto no debe ser tomado como queriendo decir que dichas personas están
totalmente privadas de uno o de algunos de los siete principios, ya que un
hombre que ha nacido sin un brazo todavía tiene su contraparte etérea; pero son
tan latentes que no pueden desarrollarse, y por lo tanto se consideran como no
existentes. (Editor del Theosophist)
3.
Dhâtu: las siete principales substancias del cuerpo humano: quilo, carne,
sangre, grasa, huesos, médula y semen.
4.
El Coronel Olcott ha explicado irónicamente la fuerza creativa o re-creativa de
la Voluntad, en su libro “Catecismo Budista”.
Allí demuestra — por supuesto, hablando en nombre de los Buddhistas del Sur — que
dicha Voluntad para vivir, si no se extingue en la vida presente, salta por
sobre el abismo de la muerte corporal, y se vuelve a combinar con las skandhas,
o serie de cualidades que conformaron al individuo en una nueva personalidad.
Por lo tanto el hombre renace como resultado de su propio anhelo insatisfecho
de existencia objetiva. El Coronel Olcott lo establece de la siguiente manera:
P.
123 ¿Qué es lo que en el hombre le da la ilusión de tener una individualidad
permanente?
R.
Tanhâ, o el deseo insatisfecho de vivir. El ser que ha hecho aquello por lo que
debe premiársele o castigársele en el futuro, y que tiene Tanhâ, renacerá por
influencia del Karma.
P.
124. ¿Qué es lo que renace?
R.
Un nuevo agregado de Skandhas, o individualidad, generada por lo más
recientemente logrado por la persona que acaba de morir.
P.
128. ¿A qué causa debemos atribuir las diferencias que hay en la combinación de
los
Cinco
Skandhas, lo cual hace a cada individuo diferente de otro?
R.
Al Karma del individuo en su anterior nacimiento.
P.
129. ¿Cuál es la fuerza o energía que estando en acción, bajo la guía del
Karma, produce al nuevo ser?
R.
Tanhâ — la “Voluntad de vivir.”
5.
En el capítulo XI titulado “Consideraciones Cósmicas Sociales” del libro El Mundo Oculto del Sr. Sinnett, el muy
explotado por el autor, y aún más dudoso cronista asegura que todavía nadie de
su “grado es como el rudo héroe de Bulwer”, Zanoni... “nos hallamos lejos de
ser momias sin corazón, desprovistos de moral” y agrega que pocos de ellos “querrían
desempeñar en la vida el papel de una flor seca entre las hojas de un libro de
rimbombante poesía”. Pero nuestro Adepto omite mencionar que uno o dos grados
más altos, y tendrá que someterse durante un período de años a dicho proceso de
momificación, a menos que, de hecho, abandone voluntariamente una tarea de toda
la vida y — Muera. (Editor)
6.
En otras palabras, el pensamiento tiende a provocar el hecho. (G. M.)
7.
Usamos la palabra en plural, pero recordamos al lector que, según nuestra
doctrina, el hombre es septenario. (G. M.)
8.
El Coronel Olcott explica al Budista de manera clara y concisa; la doctrina del
Mérito o Karma, en su “Catecismo Budista”, pregunta 83. (G. M.)
9.
La estricta prohibición a los judíos de servir a “sus dioses encima de las
altas montañas y encima de las colinas” se remonta hasta la renuencia de sus
antiguos ancestros a permitir que las personas, en la mayoría de los casos no
aptos para ser Adeptos, eligieran una vida de celibato y ascetismo, o en otras
palabras, siguieran el adeptado. Esta prohibición tenía un significado
esotérico antes de que se convirtiera en una prohibición incomprensible, en el
sentido de la letra muerta: por eso no sólo India, cuyos hijos otorgaron
honores divinos a los Sabios, sino todas las naciones consideraron a sus
Adeptos e iniciados como divinos. (G. M.)
10.
Él se encontrará en un estado similar al estado físico de un feto antes de
nacer en el mundo. (G. M.)
11.
En relación con esto, podemos dejar bien establecido lo que la ciencia moderna,
y en especial la fisiología tiene que decir acerca del poder de la voluntad
humana. “La fuerza de voluntad es un poderoso elemento que determina la
longevidad. Este solo punto debe concederse sin discusión, que de dos hombres
en igualdad de circunstancias, el que tenga más valor y agallas será quien más
viva. Uno no necesita estudiar mucha medicina para aprender que los hombres que
mueren podrían igual vivir si se decidieran a vivir, y que miles de inválidos
podrían recuperar las fuerzas si tuvieran la voluntad natural o adquirida para
hacerlo. Aquéllos que no tienen otra calidad de vida favorable, cuyos órganos
corporales casi todos están enfermos, para quienes cada día es un día más de
dolor, asediados por influencias que les acortan la vida, aún ellos, viven sólo
por la voluntad”. (Dr. George M. Beard)
(Theosophist, marzo y abril de 1882, p.140-142 y 168-171)
OBSERVACIONES
Los
maestros explicaron que por medio de técnicas ocultas y un desarrollo especial
de la persona, se puede prolongar la vida física durante varios siglos. Pero
aún así este procedimiento tiene sus limitaciones, y es por eso que William
Judge indicó que los más grandes Adeptos pueden prolongar su vida solamente hasta
casi los 400 años, pero ya estamos hablando de niveles muy elevados de
desarrollo.
Y
por lo que el coronel Olcott mencionó en sus recuerdos, Blavatsky estuvo
psíquicamente guiando al señor Mitford durante
la elaboración de este artículo, en el cual él dio algunos indicios de cómo se
procede para alargar la vida física, pero como era de esperarse, él no reveló
la información más avanzada debido a que esta se mantiene secreta (de hecho lo
más probable es que el señor Mitford no la conociera).
Blavatsky posteriormente escribió un artículo en
donde ella esclareció más sobre este tema, y la explicación que ella dio la
pueden leer en este otro capítulo (ver link).
Y en las Cartas Mahatma, el maestro Kuthumi mencionó
en dos ocasiones este artículo de Mitford.
En
marzo de 1882, el maestro le escribió al señor Sinnett:
« Encontrarás
en el próximo número de la revista Theosophist, dos artículos que debes leer,
no necesito decirte por qué, ya que lo dejo a tu intuición. Como de
costumbre es una indiscreción [de nuestros conocimientos ocultos] la que sin
embargo he permitido que aparezca porque hay pocos, si es que a caso alguno,
que entenderá las alusiones contenidas en ellos, aunque hay más
de una pista; tal ves tú si, y por lo tanto te pido que pongas atención al "Elixir de la
Vida" [de G.M.] y a la "Filosofía del Espíritu" de W. Oxley.
El primero contiene referencias y explicaciones cuya nebulosidad te podría
recordar a un hombre que acercándose sigilosamente, te da un golpe por la
espalda y luego huye, porque innegablemente ellas pertenecen al género de esas
“Fortunas” que le llegan a uno como el ladrón en la noche y cuando uno está
dormido, y que se retira no encontrando a nadie que responda a su oferta — de
lo cual te lamentas en tu carta al Hermano. Pero esta vez estás advertido, buen
amigo, así que no te quejes más. »
(CM 48, p.274)
El señor Sinnett se quejaba que él
quería volverse un chela aceptado, pero el maestro Kuthumi le explicó que eso
no era posible porqué implicaba sacrificios que el señor Sinnett no podía
hacer.
Y
unos meses después el señor Sinnett se volvió a quejar diciendo que el maestro
Morya era muy rudo con él, a lo que el maestro Kuthumi le escribió en agosto de
1882 lo siguiente:
« ¿Pensarías mejor de él, si él ocultara
su enojo, si se mintiera si mismo y a los extraños, y así permitir a estos
atribuirle una virtud que él no tiene?
Si
es un acto meritorio extirpar de raíz todo sentimiento de ira, hasta no sentir
nunca el más leve paroxismo de pasión que nosotros consideramos fulguroso, es
todavía mayor pecado para nosotros [los adeptos] pretender que este ya se
encuentra extirpado.
Por
favor lee de nuevo el “Elixir de la Vida”, N°2
(de abril, página 169, columna 1, párrafos 2, 3, 4, 5 y 6). [Para nosotros la
honestidad es más importante que la imagen que presentamos a los demás],
mientras que en las ideas de Occidente, por el contrario todo se reduce a las
apariencias. »
(CM 30, p.233)
Los
párrafos que señala el maestro Kuthumi corresponden al texto que inicia diciendo
“luego viene el comer carne” y termina diciendo “quizá incluso para ustedes
mismos en otras esferas, pero eso acelerará vuestra muerte en esta vida”.
Excelente artículo. Cid. Gracias por el trabajo. Saludos.
ResponderBorrarVidya (No es facultad paranormal)
ResponderBorrarVidya es una palabra sánscrita que significa "conocimiento", "claridad" o "aprendizaje superior". Lo opuesto a vidya es avidya ("malentendido" o "ignorancia")