Lo
siguiente fue escrito por el esoterista Franz Hartmann
LOS
PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA DE LOS ROSACRUCES Y LOS ALQUIMISTAS
Las
páginas siguientes iban a ser el fundamento de una obra titulada “Clave de los
Símbolos Secretos de los Rosa-cruces”, pero habiendo abandonado por ahora el
proyecto de publicar semejante obra, aumentamos estas páginas al presente libro
como apéndice a las notas históricas que preceden.
En
ellas podrá verse que las doctrinas que presentan, contienen secretos
profundísimos, sobre todo en lo que concierne a la “resurrección de la carne”.
El cuerpo físico no es cosa inútil y sin interés y la Materia es tan necesaria
al Espíritu como éste a aquélla. Sin la presencia de un cuerpo vivo no podría
realizarse resurrección alguna; el Espíritu no tendría existencia relativa, sin
la presencia de una forma material. El estado de Nirvana no se alcanza
dedicándose a meditar exclusivamente sobre él, y antes de que se haya elevado
el hombre sobre todas las cosas, debe haber alcanzado todo aquello a que ansía
ser superior. Solamente del alma resucitada del cuerpo carnal es de donde se
eleva el espíritu glorificado.
PRAESENTIA MUNIAMUR EJUS IN ORBITU
NOSTRO
Ex Deo nascimur. In Jesu morimur. Reviviscimus per
Spiritum Sanctum.
(Nacimos de Dios. Morimos en Jesús. Revivimos por El Espíritu Santo)
EN EL
PRONAOS DEL TEMPLO DE LA VERDADERA ROSA-CRUZ
Nuestra salvación es la vida del Cristo en
nosotros.
El
lugar o estado en que viven los Rosacruces es demasiado sublime para que
podamos descubrirlo con palabras. Cuando penetramos en el vestíbulo del templo
de la verdadera Cruz-Rosa, entramos en la región de la felicidad infinita. En
él existe una irradiación de luz supra terrena en que cesan todos los
laboriosos esfuerzos del pensamiento y el ejercicio de la imaginación, para
deducir consecuencias lógicas sobre lo desconocido, pues esta luz es la sede
del conocimiento puro. Vivir en ella es percibir, y percibir es saber. Nada
impuro puede penetrar en este paraíso de celeste consciencia, en que no hay
lugar para la carne y la sangre terrenales, puesto que los seres espirituales
que habitan en este reino están hechos con la carne y cuerpo del “Cristo”, es
decir, con la substancia del alma espiritual.
H.P.
Blavatsky dice en su libro La Clave de la Teosofía que hay seres que han llegado a un
estado tan elevado de conciencia espiritual que tienen derecho al Nirvana, pero
que, por compasión a la humanidad, permanecen en la tierra, invisibles a los
ojos mortales y viviendo en el plano astral del planeta. Con esto nos da la
definición de la verdadera Orden de la “Cruz Rosa y dorada”, constituida en
Fraternidad espiritual, y si, por alguna razón, encarnara en un cuerpo humano
uno de los seres superiores, sería un verdadero Rosacruz en forma carnal.
La
“historia” de esta “Fraternidad” es la historia de la evolución del mundo y la
de la regeneración espiritual del alma y del cuerpo humano; pues, aunque cada
uno de sus individuos tenga su historia y experiencias terrenas particulares,
sin embargo, las vidas de todos ellos coinciden en los puntos esenciales del
dominio de la naturaleza inferior y la eflorescencia de la superior. Todos han
llevado la cruz del sufrimiento; todos han tenido que crucificar a su voluntad egoísta
y personal, y morir para todo lo que atrae al alma hacia los deseos e ilusiones
terrenas, antes de alcanzar la corona de la victoria y de desplegar, como rosas
acariciadas por el sol matinal, las facultades espirituales de su alma.
LAS REGLAS
DE LOS ROSACRUCES
1. Amad a Dios sobre
todas las cosas
“Amar
a Dios” quiere decir amar a la sabiduría y a la verdad. Nosotros no podemos
amar a Dios, más que obedeciendo a su ley. Para ejecutar conscientemente esta
obediencia, debemos conocer la ley, cuyo conocimiento sólo se adquiere por
medio de la práctica.
2. Dedicad vuestra
vida entera al progreso espiritual
Así
como el sol envía, desde lejos, sus rayos a la tierra para iluminar tanto a los
puros como a los impuros e inundar de luz hasta los más míseros objetos, el
espíritu del hombre puede enviar su rayo mental a la materia para adquirir el
conocimiento de todas las cosas terrestres, sin necesidad de que pierda su
conciencia divina o sea absorbido por el objeto de su percepción.
3. Sed completamente desinteresados
El
conocimiento espiritual comienza en donde cesan todo sentimiento egoísta, y la
ilusión de creerse separado de los demás hombres. En este momento es cuando
comienza el hombre a comprender su verdadera naturaleza, es decir, su poder
divino, universal y autoconsciente que todo lo abarca.
4. Sed pacientes,
modestos, enérgicos y silenciosos
La
puerta del templo interior se llama “contentamiento”; pero por ella no puede entrar
otro animal que el que camina erguido, consciente de su dignidad de ser humano.
Sin energía no se realiza nada. Las armonías divinas penetran en el oído
interno cuando todos los pensamientos y deseos se hallan en reposo, es decir,
en completo silencio.
5. Aprended a conocer
el origen de los metales contenidos en vosotros
La
causa del sufrimiento es la ignorancia. Para que resucite lo espiritual debe
crucificarse a lo material.
6. Guardaos de los
impostores y de los charlatanes
El
que pretende poseer conocimientos no sabe nada, sólo es sabio aquel por cuya
boca habla la Palabra de Sabiduría.
7. Vivid en adoración
constante del supremo bien
Los
gusanos buscan sus delicias en la abominación y el fango; pero las águilas
libres, despliegan sus alas y se elevan hacia el sol.
8. Aprended la teoría
antes de dedicaros a la práctica
Quien
viaja conducido por un guía experimentado, va más seguro que el que se niega a
beneficiarse de las experiencias ajenas.
9. Sed caritativos
con todos los seres
Todos
los seres son uno en espíritu, y no están separados entre sí más que por la
ilusión de la forma. El que es caritativo con otra forma en que se manifiesta
la Vida Una universal, libra a su propio yo del sufrimiento.
10. Estudiad los
antiguos libros de sabiduría
Los
libros son para el espíritu no maduro, como la leche para el niño. Antes de que
hayamos adquirido las fuerzas necesarias para descender a la fuente de aguas
vivas de nuestro propio ser y beber el agua de la verdad, es preciso que
recibamos el alimento de manos ajenas.
11. Esforzaos en
comprender su oculto significado
Lo
exterior es visible a los ojos externos; pero lo espiritual sólo se puede ver
con los ojos del espíritu.
~ * ~
He
aquí las once reglas que deben seguir quienes aspiren a entrar en el templo de
la Rosa- Cruz; pero los Rosa-cruces poseen la regla doce, Arcanum, en el que
residen grandes poderes, del que no es lícito hablar aquí. Este Arcano se
comunica a los que lo merecen. Con su ayuda pueden los hombres encontrar la luz
en las tinieblas y una mano que les guíe con seguridad por el laberinto. Este
Arcano no puede traducirse a ningún idioma mortal y, por lo tanto, sólo se
puede transmitir de corazón a corazón. No existe tortura, por cruel que sea,
que obligue al Rosacruz a revelarlo; porque, aunque deseara hacerlo, no le
comprenderían los que son indignos de recibirlo.
DEBERES
DEL ROSACRUZ
Los
que están muertos en la fosa de la carne, leerán lo que sigue con el
entendimiento externo; pero los que viven en el espíritu comprenderán su
significación íntima y obrarán en consecuencia.
Los
deberes del verdadero Rosacruz, son los siguientes:
1.
Aliviar los sufrimientos y curar las enfermedades sin aceptar remuneración
alguna.
La
medicina que ellos dan vale más que el oro. Además, es invisible y no se compra
con dinero.
2.
Vestirse conforme a los usos del país en que temporalmente habita.
La
vestidura del espíritu es la forma en que habita y debe adaptarse a las
condiciones del planeta en que reside.
3.
Reunirse una vez; al año en un lugar determinado.
Los
que dejen de encontrarse en él cuando haya terminado su carrera terrestre,
verán borrados sus nombres del libro de la vida.
4.
Todo miembro deberá buscar una persona adecuada cara que sea su sucesor.
Todo
hombre es el creador del ser cuya personalidad adopta en el siguiente escalón
de la escala evolutiva.
5.
Las letras R. C. son el emblema de la Orden.
Los
que hayan entrado verdaderamente en la Orden llevarán las señales en el cuerpo,
que reconocerá fácilmente quien sea capaz de ello.
6.
La existencia de la Fraternidad debe mantenerse en secreto, durante cien años,
contados a partir de la época de su primera fundación.
Los
cien años no habrán transcurrido hasta que el hombre se haya despertado a la
conciencia de su divina naturaleza.
SIGNOS
SECRETOS DE LOS ROSACRUCES
Hay
diez y seis signos, por medio de los cuales se puede reconocer a los miembros
de la Orden de los Rosacruces. El que posee tan sólo unos cuantos no es miembro
de un grado superior, pues el verdadero Rosacruz los posee todos.
1. El Rosacruz es paciente
Su
primera y más importante victoria es la conquista de tu propio yo. Es la
victoria sobre el LEÓN que ha causado grandes destrozos en algunos de los más
celosos prosélitos de la Cruz-Rosa, al que no se le puede derribar, sino
atacándole furiosa e irreflexivamente; pero para convencerle de que se rinda,
son necesarias la paciencia y grandeza de alma. El verdadero Rosacruz trata de
vencer a sus enemigos con la bondad y a los que le odian por medio de dones. No
descarga sobre sus cabezas los rayos de las injurias, sino los ardientes fuegos
del amor. No persigue a sus enemigos con la espada y la excomunión, sino que
deja que crezca la cizaña con el trigo hasta que los separe la Naturaleza al llegar
su madurez.
2. El Rosacruz es
bueno
Jamás
se le ve sombrío o melancólico, ni aparece en su rostro un gesto ceñudo o
despectivo. Es cortés y amable con todos y está siempre dispuesto a servir al
prójimo. Aunque difiere de los demás hombres, se esfuerza por acomodarse a sus
costumbres y a su manera de ver las cosas, en cuanto su dignidad se lo permite.
Por consiguiente, es un agradable compañero y sabe adaptar su conversación,
tanto al rico como al pobre, desenvolviéndose en todas las clases sociales de
modo tal, que todos le respetan, pues ha domado a la hidra de la vulgaridad.
3. El Rosacruz no es
nada envidioso
Antes
de que le reciban en la Orden debe pasar la terrible prueba de decapitar a la
serpiente de la envidia, trabajo dificilísimo, pues la serpiente es astuta y se
esconde en todos los rincones. El verdadero Rosacruz está siempre satisfecho de
su destino, porque es el que se merece. No envidia la suerte de los demás, sino
que desea que todos sean dichosos. Sabe que obtendrá lo que se merezca y no le
duele que otro obtenga más que él. No espera favor alguno y, sin embargo,
distribuye los suyos liberal e imparcialmente.
4. El Rosacruz no es
orgulloso
Él
sabe que el hombre no es más que un instrumento en manos de Dios, incapaz de
realizar algo por su propia voluntad, ya que ésta es la voluntad de Dios
pervertida por el hombre. El Rosacruz alaba a Dios y vitupera a todo lo que es
mortal. No se apresura para hacer trabajos, sino que espera la orden del
Maestro que está por encima de él y en él. Medita cuidadosamente antes de
hablar y no emplea palabras impías.
5. El Rosacruz no es
vanidoso
Y,
al no serlo, demuestra que tiene en si algo verdadero y que no se parece a un
odre lleno de aire. Es insensible a las alabanzas y a los vituperios, y no se
siente molesto si le contradicen o le desprecian. Vive en sí mismo, gozando las
bellezas de su mundo interior, sin ansiar dar muestras de los enormes poderes
espirituales que posee. Cuanto mayor son éstos, mayor es su modestia y su deseo
de obedecer a la ley.
6. El Rosacruz no
lleva vida desarreglada
El
Rosacruz se esfuerza continuamente en cumplir su deber y obrar de acuerdo con
las leyes establecidas. No se preocupa de exterioridades ni ceremonias.
Como
la ley está escrita en su corazón, todos sus pensamientos y actos están regidos
por ella. No estriba su honradez en las apariencias externas, sino en su
verdadero yo, que es como la raíz de que nacen todos sus actos. La íntima belleza
de su alma se refleja en su cuerpo externo, imprimiendo un sello hermoso a sus
acciones. La luz que ilumina su corazón asoma por sus ojos, porque es el
reflejo de la imagen del Dios interno.
7. El Rosacruz no es
ambicioso
Nada
es más fatal y opuesto al desarrollo espiritual y a la expansión del alma que
una naturaleza mezquina y un carácter egoísta. El verdadero Rosacruz se
preocupa más del bien ajeno que del propio, porque no tiene intereses
personales que defender, busca él la ocasión de hacer bien y no pierde ninguna
oportunidad de hacerlo.
8. El Rosacruz no es
de carácter irritable
No
cabe duda de que el que trabaje por el bien de la masa será aborrecido por
aquellos a quienes no reporte beneficio alguno su trabajo, pues el egoísmo se
opone a la magnanimidad, y las necesidades de las minorías no son siempre compatibles
con los intereses de la comunidad. Las personas de carácter mezquino y rastrero
se opondrán con frecuencia a los Rosacruces, que serán calumniados e
incomprendidos. Los ignorantes no les comprenderán; los que se llaman sabios a
sí mismos les ridiculizarán, y los necios se mofarán de ellos. Sin embargo,
nada de esto puede irritar al verdadero Rosacruz, o amortiguar la divina
armonía de su alma, pues su fe tiene por base la percepción íntima de la verdad.
La
oposición de la masa ignorante, no le disuadirá de hacer lo que él considere
noble y bueno, que llevará a cabo aun cuando le ocasione la ruina o la muerte.
Acostumbrado a dirigir hacia lo divino su mirada espiritual, no se deja engañar
por la ilusión de la materia. No oye el rumor de los animales, porque lo
acallan los cánticos de las influencias angélicas. El Rosacruz vive en compañía
de esos nobles seres que antes eran hombres como los demás y que, ahora, se han
transfigurado y están por encima de todo lo bajo y vulgar.
9. El Rosacruz no
piensa mal de nadie
Quienes
piensan mal de alguien, sólo ven su propia maldad reflejada en los demás. El
Rosacruz reconoce pronto lo bueno de todas las cosas. La tolerancia es una
virtud que distingue al Rosacruz de los demás hombres, y por la que le reconocen.
Si algo le parece dudoso y ambiguo, él suspende su juicio hasta que pueda
comprender su naturaleza; pero, en tanto que no se pueda formar un juicio
exacto, se inclina más a opinar bien que mal.
10. El Rosacruz ama
la justicia
Sin
embargo, nunca se erige en juez de las faltas ajenas, ni trata de parecer sabio
al censurar las de los demás. No le gusta la crítica chismosa, y no se ocupa
tan poco de las necedades humanas como del zumbido de las moscas o las
cabriolas de un mono. No le gustan las discusiones políticas, las querellas
personales o las recriminaciones mutuas. Ignora la astucia del zorro, las
lágrimas del cocodrilo, la rapacidad del lobo y no remueve las aguas fangosas.
La nobleza de su carácter le sitúa por encinta de todas las mezquindades y absurdos
humanos y, como se mantiene por encinta del plano emocional en que encuentran
su felicidad los mortales ordinarios, vive entre los que no piensan mal y son
justos con sus semejantes, sin complacerse al ver los ignorantes y
desgraciados. El Rosacruz se asocia con los amantes de la verdad, de la paz y
de la armonía.
11. El Rosacruz ama
la verdad
Nada
es más perverso que la mentira y la calumnia. La ignorancia es perdonable; pero
no la mentira, porque es la substancia del mal. El calumniador exagera en
cuanto encuentra algo en que basar sus mentiras, hasta formar verdaderas
montañas de falsías. La Verdad es opuesta a la mentira, porque es el rayo de
luz de la fuente eterna del Bien que transforma al hombre en ser divino. Por
esto el Rosacruz no busca otra luz que la de la verdad, de la que goza en
compañía de todos los buenos de esta tierra y del mundo espiritual, y, sobre
todo, con los que son inocentes y son perseguidos, confiando en que la verdad
les salve.
12. El Rosacruz sabe
callar
Los
falsos no aman la verdad; los necios, aborrecen la sabiduría. El verdadero
Rosacruz prefiere la compañía de los que aman la verdad a la de los que la
pisotean, y sabe guardar lo que sabe en lo más recóndito de su corazón, pues el
poder está en el silencio. A semejanza de un Ministro de Estado que no da a
conocer los tratados secretos, el Rosacruz no publica las revelaciones que le
ha hecho su rey interior, rey que es más noble, prudente y sabio que todos los
monarcas de la tierra, pues éstos no gobiernan más que con el poder y la
autoridad que han recibido de Él. Sólo habla cuando él Rey se lo ordena, pues
entonces no es él quien habla, sino la verdad.
13. El Rosacruz cree
lo que sabe
Cree
en la inmutabilidad de la ley eterna y en que todo efecto tiene una causa. Sabe
que la verdad no puede mentir y que se realizarán las promesas que le ha hecho
el rey, si él no pone impedimento alguno. Por consiguiente, es inaccesible al
temor y a la duda, y confía enteramente en el divino principio de la verdad que
ha tomado vida y conciencia en su corazón.
14. La esperanza del
Rosacruz es firme
La
esperanza espiritual es la convicción cierta, basada en el conocimiento de la
ley, de que se han de realizar las verdades reconocidas por la fe. Es la
ciencia del corazón, distinta en todo de las especulaciones intelectuales y los
raciocinios del cerebro. Su fe tiene por base la roca inquebrantable de la
percepción directa. Sabe que en todas las cosas existe un germen de bien,
aunque al parecer sean malas, y espera que en el transcurso de la evolución se
desarrollará este germen, transformando así el mal en bien.
15. Al Rosacruz no le
vencen los sufrimientos
El
Rosacruz sabe que no hay luz sin sombra, ni mal sin bien y que la fuerza crece
con la resistencia. Los cambios externos no influyen en él, porque sabe que el
principio divino existe en todo. Su objeto principal es conservar sus
posesiones espirituales y no perder la corona que ha ganado en la batalla de la
vida.
16. El Rosacruz será
siempre miembro de su Sociedad
Los
nombres no tienen importancia alguna. El principio por que se rige la Sociedad
de la Rosa-Cruz es la Verdad y quien conoce la verdad y la práctica es miembro
de La sociedad en que preside la Verdad. Si todos los nombres se cambiasen y se
transformaran todos los idiomas, la verdad no cambiaría. Quien vive en la
verdad, seguiría viviendo en ella, aunque desapareciesen todas las naciones.
~ * ~
Estos son los diez y
seis signos de los verdaderos Rosacruces. Han sido revelados a un peregrino por
un ángel que le arrancó el corazón, poniendo en su lugar un carbón encendido,
que continúa ardiendo con el amor de la Fraternidad universal de la Humanidad.
(En
el pórtico del Templo de la Sabiduría, capítulo 7)
Hola gente ,tengo el libro En el pórtico del templo de la sabiduría del sr Franz Hartmann me gustó ,es muy interesante , instructivo , es una guía moral de comportamiento y servicio a los demás .en esta época tan difícil que vivimos de inmoralidad ,desenfreno , hipocresía es un bálsamo leerlo saludos ...
ResponderBorrar¿Qué opinas al respecto, Cid?
ResponderBorrarEs interesante y por eso estoy transcribiendo ese libro en el blog, aunque hay algunos detalles en donde no estoy de acuerdo y los cuales los estoy señalando cuando aparecen.
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