Sobre este asunto, William Judge
escribió lo siguiente:
« La pregunta preliminar natural es:
¿Qué es la luz astral?
Es una pregunta difícil de
responder, tan difícil como lo es "¿Qué es la vida?" y al principio
sólo pude responderse mediante la ilustración y la analogía; aunque quizás se
pueda adivinar mejor al ver los resultados.
Hay ciertos fenómenos que son muy
bien conocidos por los espiritistas y por todas las personas de naturaleza
psíquica, que necesitan una hipótesis sobre la cual podamos basarnos para así
poder estudiarlos.
Pero casi todos los fenómenos
encontrados en el gran registro de las salas de las sesiones espiritistas
durante los últimos cuarenta años necesitan hipótesis más razonables que las que
hasta ahora se han formulado, por no hablar de una clasificación que nunca ha
sido realizada por manos competentes.
Y parece muy dudoso que esta clasificación
la hagan los mismos espiritistas, por lo que si alguna vez el mundo científico
se digna a investigar cuidadosa y seriamente estos sucesos psíquicos, muchas
teorías que ahora tienen su día en las filas de los médiums y sus amigos serán derrumbadas,
y entonces, quizás la luz astral y su lugar en estos fenómenos se entenderá
mejor.
Por ejemplo, la identidad asumida
tan fácil y rápidamente por un médium para un supuesto espíritu que se hace
llamar John Smith, no sería admitida de inmediato si se entendiera la función
inherente que tiene la luz astral de retener la imagen del verdadero John Smith
durante un vasto período de tiempo.
Y luego, si se descubriera (como
podría ser mediante registros e informes cuidadosos) que al mismo tiempo que el
“espíritu” de John Smith se estaba manifestando en una habitación en Boston a
través del médium A, también estaba haciéndolo en Florida, respaldado por
pruebas idénticas, a través del médium B. Entonces algunas dudas rodearían
naturalmente sobre la cuestión de su identidad.
Sin embargo esto está sucediendo
todos los días y especialmente en lo que respecta al supuesto regreso de
hombres célebres a través de médiums, buenos y malos por igual.
Es fácil demostrar esto en lo que
respecta a los grandes personajes muertos, pero hasta que no se emprenda el
registro y la comparación, nunca se sabrá con qué frecuencia tantos médiums
diferentes en tantas ciudades separadas han dado, en un mismo momento, mensajes
de la misma supuesta personalidad fallecida.
Y esta cuestión de identificación es
una de las más importantes de todo el espiritismo, debido a que el espiritismo
es una actividad sobre la que han puesto su fe miles de seguidores, ya que a
través de pruebas de identidad asumidas, muchos escépticos se han convertido en
creyentes de los médiums.
Porque podemos ver fenómenos de tipo
puramente físico una y otra vez sin estar convencidos de nada salvo de la
ocurrencia de esos hechos, pero una vez que estamos convencidos de que nuestro
amigo o familiar fallecido realmente ha vuelto para hablar con nosotros a
través de una persona viva en estado de trance (el médium) entonces pensamos
que ahí si hay una prueba positiva de que si se trata del alma de la persona
fallecida.
Pero mi argumento es que esa
creencia se basa y se apoya en pruebas endebles, y que la debilidad se debe a
la ignorancia que tienen las personas y los espiritistas sobre lo que es la luz
astral, su función y cómo opera.
Además, podemos encontrar en las
declaraciones hechas por los "espíritus", de que hay una gran
diversidad y oposición entre los diferentes puntos de vista que enuncian. Pero
es evidente que siempre que un "espíritu" enuncia teorías que tienden
a trastornar las ideas preconcebidas de los espiritistas en puntos tales como
la identificación, la reencarnación, la luz astral y cosas por el estilo, entonces
las explicaciones dadas por ese "espíritu" no son aceptadas.
Por ejemplo, ante mí yace un
panfleto impreso hace más de 20 años por un médium, en el que da los puntos de
vista más extraordinarios sobre la cosmogonía y la enseñanza de la
reencarnación, pero estas informaciones aunque se las dio al médium su propio
"guía" de confianza, nunca han ganado una audiencia entre los
espiritistas.
Y aunque puntos de vista correctos y bien argumentados con
respecto a la luz astral y apoyados por todo lo que el antiguo Oriente también ha
afirmado, han sido dados por un conocido "espíritu", también han sido
ignorados por los espiritistas y perdidos de vista en la loca carrera que
tienen esos individuos tras la embriaguez por los fenómenos paranormales y el
derroche sentimental por supuestos mensajes dados por los familiares
fallecidos.
Pero es hora de que las mentes
líderes de las filas espiritistas hagan un alto y dediquen un poco de sentido
común analizando con discernimiento estas declaraciones.
¿O a caso le tienen miedo a la verdad?
¿Les angustia que las creencias sobre las que hasta ahora se
habían apoyado se derrumben y con ello también su organización espiritista?
Tal miedo oculta la verdad y
menosprecia su hombría. Pero tal es la debilidad, la absoluta emaciación de la
filosofía espiritista, al punto que aventuraré una profecía de que incluso si
el análisis y la clasificación de los fenómenos tal como lo mencioné arriba nunca
se llevara a cabo, las doctrinas adecuadas sobre estos fenómenos y sobre el
"mundo espiritual" llegarían a prevalecer, no a través de un aumento
de conocimiento real por parte de los "espíritus", sino sólo cuando
las mentes líderes en los grupos espiritistas comiencen con su propio
pensamiento a creer en la verdadera explicación.
Y la verdad es que las mejores
exposiciones dadas a través de los médiums nunca son anticipadas (salvo en
casos aislados) del mejor pensamiento de los espiritistas vivos; sino que esto se
produce por la acción de la luz astral afectada por los seres vivientes con
todos sus actos y pensamientos.
(Observación de Cid: y es por eso yo
soy muy desconfiado con las declaraciones que hacen los “espíritus” a través de
los médiums, porque es un tremendo revoltijo del que nunca sabes qué tanto
poder confiar realmente al respecto.)
Antes de cerrar estas
consideraciones generales, me gustaría preguntar ¿cómo una persona razonable
puede estar segura de que está escuchando a un amigo o a pariente fallecido, a
través de un médium que nunca conoció a ese fallecido y tampoco antes había conocido
a la persona que lo consulta?
El argumento casi siempre aceptado a
ciegas es que el médium responde cosas que solo la persona que lo consulta
conoce. Pero hay muchos elementos de debilidad en ese argumento. Por ejemplo podemos
enseñarle a un loro o a un autómata algunas frases, y si se pone detrás de una
pantalla, nadie de este lado puede decir si las declaraciones proceden de un
sabio, o de un tonto, de un animal o de una máquina.
Entonces, si la prueba se encuentra
en el relato de algunos hechos "olvidados hace mucho tiempo y no conocidos
por el médium", estamos tocando la memoria y su campo de operación, que es
una tierra tan desconocida como el Polo Sur. Pero la materia cerebral no puede
contener todos los hechos que han existido.
¿Entonces dónde se mantienen esos recuerdos?
Y la respuesta es en la luz astral.
Y tampoco la asunción por el médium
de las condiciones físicas exactas de los últimos momentos del fallecido
denunciante, prueban su identidad, ya que vemos a histéricos, clarividentes, humanos
sensibles y otros en la vida diaria, asumiendo el estado o condición de algún hombre
vivo que acaba de estar cerca de él y se ha ido.
Y supongamos que asumimos que el
sensible también es clarividente y lo escuchamos usando las palabras, tonos y
pensamientos de esta persona viva, ¿debemos concluir que esta última está presente
ante nosotros en espíritu?
Tal conclusión es absurda, pero no
más que la conclusión espiritista en cuanto a la identidad del personaje que
sabemos que está realmente más allá del velo y que el médium declara que habla
a través de él.
(Nota: la Teosofía explica que en
realidad los “espíritus” que hablan a través de los médiums son entidades embusteras
astrales que se hacen pasar por familiares fallecidos o personajes antiguos famosos,
y se sirven de la luz astral para tomar esa apariencia y dar las respuestas que
se obtienen en las sesiones espiritistas.)
Y es aquí nuevamente donde entra en
juego la luz astral, sus corrientes ayudando al médium a producir asombro y confusión,
o nociones erróneas.
¿Pero cuánto saben realmente los espiritistas sobre las
corrientes eléctricas vitales?
¿Y cuánto saben de esas rápidas y maravillosas corrientes de
la luz astral?
¿Y cuántas leyes de esas corrientes de vida nos han sido
reveladas por un consenso de informes de los "espíritus"?
¡Ninguna!
Conclusión
Hace cuarenta años desde los
primeros golpes en Rochester, se han ido acumulando los hechos, las teorías y
las contradicciones espiritistas, pero somos tan inocentes como siempre de
cualquier declaración de leyes autorizada y convincente que se ajuste a los
hechos.
Es cierto que se han desarrollado un
centenar de sistemas, que han vivido una vida breve, cada uno en su pequeño
Pedlington, pero no son aceptados y la mayoría han sido olvidados.
Todo este terreno ha sido recorrido
por el hombre en épocas pasadas, con las mismas luchas, la misma confusión, los
mismos ardores de estómago y la misma ruina mental, y se ha dejado el registro
del arduo viaje, mostrando cuando la luz por fin se ha roto, trayendo orden en
el caos.
Pero estos asuntos ya han sido
estudiados en India, en Egipto y otras tierras aún más antiguas.
¿Entonces es correcto que porque nosotros somos occidentales
debamos ignorar lo que han explicado estas antiguas civilizaciones?
¿No debería prestarles atención para ver si las enseñanzas
de los antiguos sabios finalmente encajan o no en el mayor número de hechos espiritistas
y ofrecen explicación para todos?
Me propongo en los siguientes
artículos resumir esas explicaciones, confiando en que los espiritistas
inteligentes percibirán una disposición para llegar a la verdad, para poner al
hombre en el lugar que le corresponde y para evitar una carrera fatua tras las
emanaciones de cadáveres materiales y psíquicos.
_ _ _
En los registros de cuarenta años de
espiritismo americano, la luz astral no es desconocida, ya que muchos médiums
se han referido a ella mientras se encontraban bajo el “control de los
espíritus”, y los espíritus al hablar de la luz astral en ocasiones han detallado
algunas de sus propiedades.
Su lugar en la naturaleza y el papel
que desempeña en las sesiones espiritistas, así como en la lectura de la mente,
exigen más atención de la que hasta ahora había recibido de aquellos que creen
en el espiritismo.
Los verdaderos testigos producidos
para la mayoría de los fenómenos espiritistas son estos espíritus, y sus
seguidores deben considerar su palabra cuando esta se encuentre en acorde con
una gran cantidad de evidencia encontrada en escritos antiguos y medievales.
Hace algunos años la Sra. M.J.
Hollis-Billing brindó al editor de esta Revista varias sesiones con el espíritu
Jim Nolan (ver Ecos del Oriente I:198-200, 354, 404-408) quien entregó
respuestas a consultas preparadas y que fueron publicadas. La Sra. Billing
nunca ha sido acusada de fraude, y al consultar los archivos de la Revista se
puede encontrar el informe. Así que las declaraciones de este espíritu tienen
derecho a ser consideradas.
Y este espíritu dijo en esencia que
existe un medio plástico existente en la naturaleza llamado luz astral, en el
cual hay imágenes de personas, muertas y vivas, y de todos sus pensamientos,
acciones y circunstancias; y que al producir lo que se llama una
materialización de un difunto, se construye un espejo magnético sobre el cual
se refleja a partir de la luz astral, la cara o forma deseada para ser vista, y
que a cada cambio se hace un nueva imagen por medio de la luz astral.
Y aunque los espiritistas han
ignorado la luz astral, esta ha sido reconocida durante mucho tiempo por los esoteristas,
y desde hace muchos siglos los hindúes han sabido de su existencia y la han
llamado Akasha (en sus planos
inferiores).
Entonces,
¿Qué es esta luz astral?
Es lo que Éliphas Lévi llama el
“medio plástico” que interpenetra cada cosa y cada punto del espacio; un medio,
lugar, estado o condición del otro, en el que se registra una imagen de cada
objeto que se le presenta, un eco de cada palabra que se ha dicho, una cadena
ininterrumpida de imágenes continuas de todo lo que sucede aquí en el mundo
físico.
Y también se encuentran en la luz
astral las sombras de los difuntos, pero no sus espíritus sino sus reliquias astrales
(los elementarios) que existen allí hasta que se desintegran.
Y también en la luz astral,
flotando, lanzándose, vacilando, nadando de un lado a otro, como los peces en
el mar, existe una clase de entidades llamadas "elementales" por los
antiguos cabalistas, y espíritus de la naturaleza por las tradiciones populares,
o sea los gnomos, las sílfides, las salamandras, etc.
Y en este medio astral también hay
una vasta babel de sonidos, como por ejemplo: las reverberaciones imperecederas
del habla pronunciada pero cuyos pronunciadores han fallecido desde hace ya mucho
tiempo atrás; y también sentimientos nobles revestidos de una retórica
impecable; pero también se encuentran las horribles discordias producidas por
las charlas insensatas y viciosas de todos los tiempos y personas; y así como
hay música dulce y melodiosa, también está el estruendo de la guerra, o el
cántico solemne de los pasillos de la catedral., etc.
Todos los olores que el hombre ha
olido y todos los sonidos, divinos o diabólicos, están ahí. La luz astral es un
registro del presente y pasado, por así decirlo.
La envoltura fluídica que todos pasan
al morir, queda atrapada en la luz astral y deja su impresión en ella, incluso
después de que esa envoltura se haya disipado en los diversos elementos. Así
como el trilobite que ha muerto desde hace mucho tiempo, pero que ha dejado impactado
su existencia en los primeros estratos fosilíferos. Pues bien, de la misma
manera los seres dejan una clara impresión de ellos mismos, la cual se aloja en
la luz astral e imprime allí una imagen imperecedera.
Entonces, al encontrar a este Jim
Nolan de acuerdo con los registros antiguos sobre este tema, los espiritistas
están obligados a investigar según las líneas indicadas, o de lo contrario
serán culpables de ignorar un elemento importante en el problema que tienen
ante sí.
Así es que una respuesta inteligente
de una cosa o influencia, invisible y desconocida, excepto por lo que
manifiesta, no es, per se, prueba de
una entidad consciente e inteligente detrás de ella.
Por ejemplo un hombre poco
inteligente puede aprender y repetir como un loro una serie de frases muy
inteligentes. Y de la misma manera de la luz astral una entidad embaucadora puede
sacar ya sea la imagen de una persona o una escena, o los discursos de Platón,
etc.
Entonces,
¿Cómo podemos permitirnos ignorar la existencia de la luz
astral o negarnos a sacar algunas conclusiones inevitables?
¿Es porque los espiritistas tienen miedo que su “campo de
verano astral” desaparezca, o porque no desean aceptar como verdadero algo en
lo que ellos no están de acuerdo?
En cuanto a mí, yo prefiero conocer
la verdad, cueste lo que cueste, aunque eso destruya mis antiguas creencias. »
(Revista Religio-Filosófica, 22 de
julio de 1889 y 24 de diciembre de 1887)
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