Sobre
este tema, en su libro “Principios ocultos de
salud y curación”, Max Heindel escribió lo siguiente:
« El cuerpo vital es un vehículo de hábitos.
Y todos los padres saben que durante los primeros siete años de la infancia, en
cuyo período se gesta este vehículo, los niños van formando un hábito tras otro.
La
repetición es la clave del cuerpo vital y los hábitos dependen de dicha
repetición. En cambio con el cuerpo de deseos no sucede así, pues el vehículo
de los sentimientos y emociones está siempre cambiando de un momento a otro.
Y
aunque hemos dicho que el éter que forma nuestro cuerpo anímico está en
movimiento constante y se mezcla con la corriente sanguínea, ese movimiento es
relativamente lento si se lo compara con la rapidez de las corrientes del cuerpo
de deseos.
Podríamos
decir que el éter se mueve con la velocidad de un caracol, comparándolo con la
velocidad de la luz.
Cuando
el Ego se encamina hacia el Renacimiento a través de la Región del Pensamiento
Concreto, el Mundo de Deseos y la Región Etérica, va juntando cierta suma de
substancias de cada uno de ellos.
La
calidad de esta substancia queda determinada por el átomo simiente, basándose
en el principio de que “lo semejante atrae a lo semejante”. La cantidad depende
de la suma de substancia necesaria, según el arquetipo que hayamos construido
para nosotros mismos en el Segundo Cielo.
De
la suma total de átomos prismáticos de éter que haya reunido en torno de él un determinado
espíritu, los Ángeles Archiveros y sus agentes construyen una forma etérica de
materia física, que constituye el cuerpo visible del niño recién nacido.
Sólo
una pequeña parte del éter que ha reunido cada Ego se emplea así y el resto del
cuerpo vital del niño, o mejor dicho, el material con el cual se irá formando
dicho vehículo, queda fuera del cuerpo físico. Por ese motivo el cuerpo vital
del niño sobresale muchísimo más de la periferia del cuerpo físico que el del
adulto.
Durante
el período del crecimiento, esta reserva de átomos etéricos va siendo absorbida
para vitalizar los crecimientos corporales hasta que, al llegar a la edad
adulta, el cuerpo vital apenas sobresale de una pulgada a pulgada y media fuera
del físico.
La
Escuela de Sabiduría del Occidente enseña como máxima fundamental que “todo
desenvolvimiento oculto comienza siempre con el cuerpo vital”.
La
parte del cuerpo vital formada por los éteres superiores, el éter luminoso y el
éter reflector, es lo que podemos llamar el cuerpo anímico; esto es, está más
estrechamente vinculado con el cuerpo de deseos y la mente, y es más obediente
a los impulsos del espíritu que los otros dos éteres. Es el vehículo del
intelecto y de todo aquello que hace del hombre un ser humano.
Nuestras
observaciones, nuestras aspiraciones, nuestro carácter, etcétera, se deben a la
obra del espíritu en estos dos éteres superiores, los cuales se van tornando más
o menos refulgentes de acuerdo con la naturaleza de nuestro carácter y de
nuestros hábitos.
Y
de la misma manera en que el cuerpo denso asimila partículas de alimento y gana
en carnes, así también estos dos éteres superiores asimilan nuestras buenas
obras durante la vida y aumentan de volumen. Y según nuestras obras en la vida
presente, aumentamos o disminuimos lo que trajimos al nacer.
Por
esta razón la Doctrina Occidental de la Ciencia Espiritual dice que todo desenvolvimiento
místico comienza con el cuerpo vital. »
(Capítulo
2)
OBSERVACIÓN
Desafortunadamente mucho de lo que dijo aquí Max Heindel
es falso porque en realidad los éteres no existen debido a las razones que les
explico en este otro capítulo.
(Link)
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