Lo siguiente fue escrito por el
esoterista Franz Hartmann.
¿Por qué hay tanta perplejidad acerca de la misteriosa Orden
de los Rosacruces?
En nuestra contestación permítasenos
preguntar: ¿Por qué hay tanta perplejidad acerca de ese misterioso ser llamado
"hombre"?
La respuesta es que el hombre es un
ser espiritual que habita el mundo espiritual, del que nunca ha abandonado por
completo; mientras que la personalidad terrestre en la que se manifiesta
durante su vida terrenal es un habitante de este planeta.
Lo que el historiador y el científico
saben sobre el hombre es simplemente lo que se refiere a su aspecto terrenal;
mientras que no saben nada sobre su yo real. Imaginar por lo tanto que un
conocimiento tan limitado como se tiene actualmente del hombre es la verdadera
antropología, es como imaginar que sabemos todo acerca de una persona si una
vez vemos el abrigo que lleva puesto.
Del mismo modo los verdaderos rosacruces,
ya sea que caminen todavía sobre la tierra en una forma visible, o si habitan
en el plano sutil, son humanos espirituales que están más allá del alcance del
examen del historiador o científico que razona externamente. Son individuos que
como lo expresa la Biblia: "viven sobre la tierra, pero cuya conciencia
está en el cielo".
El vulgo sólo ve la forma externa,
pero no el espíritu que es el verdadero habitante de esa forma. Para discernir
esto último se requiere del poder del discernimiento espiritual. El abrigo que
lleva un hombre no hace al hombre; verter agua sobre una persona no la
convierte en un verdadero cristiano, y el hecho de que el nombre de uno se
inscriba en el registro de una sociedad que se hace llamar
"Rosacruz", no le otorga a uno la luz rosa y dorada del amor y la
sabiduría que proviene del desarrollo de la "Rosa" en el centro de
nuestra alma.
Es mucho más fácil someterse a
alguna ceremonia externa que sufrir la muerte mística que se requiere para
atravesar las "Puertas de Oro"; es más fácil profesar un credo que
adquirir el conocimiento verdadero; y por eso encontramos durante la Edad
Media, no menos que en la actualidad, muchas personas que imaginan que podrían
convertirse en Rosacruces y Adeptos, incorporándose a alguna sociedad que se
ocupa de temas místicos.
A principios del siglo XVII,
Alemania fue invadida, no solo por monjes y monjas y fanáticos religiosos de
todo tipo, sino también por una gran cantidad de impostores y aventureros.
Había muchos supuestos alquimistas, astrólogos, adivinos, y había una manía
universal entre la gente por entrometerse en los secretos de la naturaleza y buscar
enriquecerse mediante los procesos alquímicos, o si era necesario, con la ayuda
del diablo.
Los Manifiestos Rosacruces
Esta epidemia de superstición y
locura parecía requerir un remedio fuerte, y como las personas tontas no son
accesibles a los argumentos de la razón, entonces a una mente aguda se le
ocurrió probar el remedio más cáustico que es el sarcasmo. Así en el año 1614
aparecieron dos folletos escritos por el mismo autor, titulados "Reforma universal y general del mundo entero",
y "Fama Fraternitatis" o "Fraternidad de la laudable Orden de los RC (Rosacruces), un mensaje a los gobiernos, nobles y
científicos de Europa".
Este libro estuvo agotado durante largo
tiempo hasta que Frederic Nicolai, en Berlín, hizo que se reimprimiera en el
año 1781, pero falsificando su fecha insertando 1681 en lugar de la fecha
correcta, y poniendo "Regensburg" en lugar de "Berlín". Y otra
edición de la Fama Fraternitatis apareció en Frankfurt-on-Maine en el
año 1827, y a esta se agregó una parte adicional titulada "Confessio".
Estos libros, poco después de su
primera aparición, causaron una gran impresión en la mente del público y fueron
traducidos inmediatamente a varios idiomas. La Reforma Universal es una
obra satírica. Su contenido más interesante es un relato de la reunión de un
supuesto Congreso con el propósito de reformar al mundo y esa historia es la
siguiente:
« En la época del emperador Justiniano, Apolo echa un vistazo al mundo y lo
encuentra lleno de vicios y maldades. Por lo tanto decide convocar una reunión
de todos los hombres sabios y virtuosos del país para consultar juntos cómo se
podría remediar este mal.
Desafortunadamente entre todos ellos
no encuentra a ninguno que posea la virtud y la inteligencia suficientes para
dar el consejo adecuado. Por consiguiente Apolo reúne a los siete antiguos
sabios de Grecia y tres romanos: Marco,
Catón y Séneca. Un joven filósofo italiano, llamado Jacob Mazzonius, es nombrado
secretario. La congregación se reúne en el Palatium delfico; y ahora sigue los
discursos que se realizaron.
Los sabios dicen las tonterías más
atroces. Tales por ejemplo
aconseja que se inserte una ventana en el pecho de cada hombre para que la
gente pueda mirar en su corazón. Solón
se ha vuelto comunista y quiere dividir toda la propiedad pública y
privada para que todos tengan partes iguales. Bias propone prohibir todas las relaciones entre la gente,
destruir los puentes y prohibir el uso de barcos. Catón desea que se le pida a Dios que envíe otro diluvio que
destruya todo el sexo femenino y todos los varones mayores de 20 años, y
pedirle que invente un nuevo y mejor método de procreación.
Todos los sabios se disputan y se
contradicen, y finalmente se resuelve citar el siglo enfermo y llevarlo a los
tribunales para que el paciente pueda ser investigado de cerca. Llega el siglo,
es un anciano de rostro sano, pero de voz débil. Lo examinan y encuentran que
su rostro está pintado, y una investigación adicional muestra que ni una sola
parte de su cuerpo está libre de alguna enfermedad.
Entonces los sabios llegan a la
conclusión de que no pueden curarlo; pero no quieren suspender la sesión sin
que parezca que han hecho algo útil e importante, por lo que imponen un nuevo
impuesto a la col, la zanahoria y el perejil. Publican el documento con un gran
un montón de fanfarronería y auto-alabanza, y la gente encantada se regocija y
aplaude. »
_ _ _
El significado de este panfleto, que
fue escrito con el propósito de ridiculizar a cierta clase de personas que querían
mejorar el mundo de manera instantánea y simplista, tiene como objetivo mostrar
lo absurdo e imposible de tal empresa. Esto es bastante claro y parece
increíble que su propósito haya sido malinterpretado. Pero el hecho de que
hubiera personas que se tomaron el asunto en serio muestra la extrema
ignorancia y falta de juicio de la gente común de esa época, y constituye un
episodio interesante para el estudioso de la historia y la evolución
intelectual.
El otro folleto que acompañó al
primero es el célebre Fama Fraternitatis. La Reforma Universal se
burló de los "reformadores del mundo" auto-constituidos, y este
segundo texto ahora invita a estos posibles reformadores a reunirse, y al mismo
tiempo les da algunas pistas útiles sobre lo que podrían hacer para alcanzar su
objetivo aconsejándoles que el único método verdadero para mejorar el mundo es
empezar por mejorarse a sí mismos.
Siendo este folleto como el otro,
una sátira sobre los aspirantes a reformadores y los así llamados Rosacruces,
podría a pesar de todo haber sido escrito por un Rosacruz genuino, ya que contiene
verdaderos principios rosacruces, como los defendidos por los Adeptos.
Muestra la insuficiencia de las
visiones científicas y teológicas que existían en aquellos tiempos. Se burla de
la imbecilidad de los pretendidos alquimistas que imaginaban que mediante algún
proceso químico podían transformar el plomo en oro. Pero al mismo tiempo
también da buenos consejos y bajo la máscara de divulgar las leyes y los objetivos
de alguna misteriosa Sociedad Rosacruz, indica ciertas reglas y principios que
luego formaron la base de una sociedad organizada de investigadores en
Ocultismo y que adoptaron el nombre de Rosacruces.
Sumado a esto, la Fama
Fraternitatis es la historia del piadoso, espiritual y altamente iluminado
Padre Fr. R.C. Christian Rosencreutz.
Se dice que fue un noble alemán que había sido educado en un convento y que
mucho antes de la época de la Reforma había hecho una peregrinación a Tierra
Santa en compañía de otro hermano de este convento, y que estando en Damasco
algunos árabes instruidos los habían iniciado en los misterios de la ciencia
secreta.
Después de permanecer tres años en
Damasco, se trasladaron a Fez, en África, y allí adquirieron aún más
conocimientos sobre la magia y sobre las relaciones existentes entre el
macrocosmos y el microcosmos. Después de haber viajado también por España,
regresaron a Alemania en donde fundaron una especie de convento llamado Sanctus
Spiritus, donde permanecieron escribiendo su ciencia secreta y continuaron
con sus estudios.
Rosencreutz
entonces aceptó como sus asistentes, primero
a tres, y luego a cuatro monjes más del mismo convento en el que había sido
educado, y así fundó la primera Orden de los Rosacruces
Desde entonces dejaron los resultados
de sus investigaciones en libros que se dice que todavía existen y que están en
manos de algunos rosacruces. Y se dice también que la entrada de su tumba fue
descubierta 120 años después a su muerte; una escalera conducía hacia una
bóveda subterránea en cuya puerta estaba escrito: “Post annos CXX. parebos”.
Había una luz encendida en la bóveda
que se extinguió tan pronto como los intrusos se acercaron. La bóveda tenía
siete lados y siete ángulos, cada lado de cinco pies de ancho y ocho de alto.
La parte superior representaba el firmamento, el piso representaba la tierra, y
estaban dispuestos en triángulos, mientras que cada lado estaba dividido en
diez cuadrados.
En el medio había un altar con una
placa de bronce en la que estaban grabadas las letras A.C.R.C. y las palabras Hoc Universi Compendium vivus mihi
Sepulchrum feci (este compendio
del universo que hice en mi tumba viviente).
En medio había cuatro figuras
rodeadas por las palabras Nequaquam Vacuum. Legis Jugum. Libertas
Evangelii. Du Gloria Intacta (Sin vació. El yugo de la ley. Libertad del Evangelio. La gloria intacta).
Debajo del altar se encontró el
cuerpo de Rosencreutz, intacto
y sin signos de putrefacción. En su mano tenía un libro de pergamino con letras
doradas marcadas en la tapa con una T (¿Testamentum?). Y al final estaba
escrito, Ex Deo naximur. En Jesu morimur. Per Spiritum Sanctum reviviscimus”
(Nacimos de Dios. Morimos en Jesús. Revivimos por El
Espíritu Santo). Y allí estaban
firmados los nombres de los hermanos presentes en el funeral.
En el año 1615 apareció una nueva
edición de estos folletos, a la que se añadió otra, titulada "Confessio"
o "La Confesión de la Sociedad y Fraternidad de los RC" en donde
se daban grandes promesas sobre revelaciones futuras, pero terminando con el
consejo para todos de que hasta que se hagan estas revelaciones la gente debía
seguir creyendo en la Biblia.
Todos estos folletos tenían, como se
verá más adelante, un mismo autor. Y como la Reforma General fue de un
carácter completamente satírico y una pura invención, no teniendo más
fundamento en realidad que el Don Quijote de la Mancha de Cervantes,
por lo que no hay ninguna razón para creer que los siguientes panfletos
deberían haber sido escritos en serio y que la historia del Caballero Christian Rosencreutz, debería haber sido
algo más que una alegoría.
Además no hay ninguna indicación de
lo que sucedió con el cuerpo de ese caballero después de que fue descubierto,
ni que el templo del Espíritu Santo (Sanctus Spiritus) exista en ningún otro
lugar que no sea en los corazones de los hombres.
Todo el objeto de estos folletos
parece haber sido presentar grandes verdades a los ignorantes, pero exponiéndolas
en forma ficticia, apelando a la curiosidad de la gente y al ansia
prevaleciente por el conocimiento de los misterios de la naturaleza, que la
mayoría de la gente de esos tiempos quiso conocer con el propósito de obtener
beneficios egoístas y personales.
La belleza de las doctrinas que
brillaban a través de estos escritos satíricos fue tan grande y atractiva que
suscitó la atención general; pero al mismo tiempo el anhelo de la mayoría de la
gente por lo misterioso era tan grande que cegaba sus ojos y los hacía
incapaces de percibir el verdadero objetivo del escritor, que era ridiculizar
las pretensiones de la ciencia y la teología dogmáticas, y para llevar a las personas
hacia una concepción más elevada del verdadero cristianismo.
La creencia en la existencia de una
verdadera organización secreta de rosacruces, poseedores del secreto de cómo
hacer oro con plomo y hierro, y de prolongar la vida mediante la ingestión de
algún líquido en forma de medicina, estaba muy generalizada; y charlatanes y
pretendientes de todo tipo vagaban por el país y ayudaban a difundir estas
supersticiones, vendiendo a menudo compuestos sin valor a precios fabulosos pretendiendo
que era el "Elixir de la vida"; mientras que otros desperdiciaron sus
fortunas y se empobrecieron haciendo vanos esfuerzos por transmutar los metales.
Apareció una avalancha de escritos,
algunos atacando y algunos defendiendo a esta secreta Orden Rosacruz, que se
suponía que existía, pero de la que nadie sabía nada. Algunas personas, e
incluso algunas de las bien informadas, creían en la existencia de tal Orden,
mientras que otros lo negaban. Pero ni una clase ni la otra pudieron aportar
pruebas positivas de sus creencias.
La gente siempre está dispuesta a
creer lo que desea que sea verdad, y todos querían ser admitidos como miembros
de esa sociedad secreta de la que nadie estaba seguro de si existía; y si alguien
se jactaba de ser rosacruz o lograba crear la impresión de que lo era, entonces
asombraba a los ignorantes y era considerado por ellos como una persona muy
favorecida, y de esta manera los impostores y aventureros a menudo lograban
aprovecharse de los bolsillos de los crédulos.
Aquellos que querían aprender magia
y hechicería deseaban que existiera una sociedad o escuela donde pudieran
aprender tales cosas, y porque lo deseaban creían en su existencia. Y si no se
podía encontrar ningún rosacruz genuino, había que inventar uno. Si no se podía
acceder a la verdadera Orden Rosacruz, entonces había que organizar imitaciones
de lo que se creía que constituía una sociedad rosacruces. Y de esta forma se
formaron numerosas organizaciones que se autodenominaron
"Rosacruces"; y el "Rosacrucismo" tomó varias formas.
Una de las publicaciones más
importantes, y que está calculada para arrojar luz sobre el misterioso tema del
Rosacrucianismo que todavía deja perplejos a los eruditos, es el libro “El Matrimonio Químico de Christian Rosencreutz”
impreso en 1616.
Este fue escrito, al igual que el
anterior, para ridiculizar la vanidad y presunción de los dogmáticos y "fabricantes
de oro" de aquellos tiempos, mientras que al mismo tiempo contiene
verdades elevadas y exaltadas, disfrazadas en forma alegórica, pero fácilmente
perceptibles por el ocultista conocedor (y
solo por él).
Johann Valentin Andreae
Se puede ver fácilmente que el
estilo y las tendencias de esta publicación se parecen mucho a las de Fama
Fraternitatis, y actualmente se ha comprobado más allá de toda duda que el
autor del Matrimonio Químico fue
Johann Valentin Andreae (1) quien lo escribió cuando era un joven estudiante entre los
años 1602 y 1603 en Tübingen.
Este autor lo declara en su
autobiografía y agrega que su intención fue dar una imagen fiel de las locuras
populares de esa época. Esto hace que muy probablemente también él haya sido el
autor de la Reforma General, de la Confessio
y la Fama Fraternatis (la historia de
Christian Rosencreutz); y esta probabilidad es equivale casi a una convicción
si tenemos en cuenta el descubrimiento hecho posteriormente de que la Reforma General no es más que una
traducción literal de una parte de un libro de Boccalini Ragguagli di Parmaso.
Andreae era un gran admirador de ese
autor, y también adoptó su estilo en su Mythologia Christiana; por lo
tanto es evidente que también hizo la traducción antes mencionada y la agregó a
su Fama Fraternitatis. Ambos
escritos, de hecho, se complementan entre sí. En la Reforma General se ridiculiza a los aspirantes a reformadores
políticos, y en la Fama Fraternitatis
se critica a los soñadores místicos, a los ocultistas imaginarios, a los
supuestos alquimistas y a los supuestos descubridores de la panacea universal.
No puede haber ninguna duda
razonable de que este era el objetivo de Andreae, y además su amigo íntimo, el
profesor Besoldt, en Tubinga, lo reconoció al decir que el carácter de ambos
libros era bastante claro y que era muy extraño que tantas personas
inteligentes se hayan confundido en su significado.
El propio Andreae expresó, sin
afirmarlo, que él era el autor y que todo era una sátira y una fábula.
En su "Confesión" dice:
(Sc.) Risisse semper Rosicrucianam fabulum et curiositatis fraterculos
fuisse in sectatum (La fábula rosacruz siempre le ha hecho reír, y los hermanos han sido
seguidores de la curiosidad). (2)
Y en su artículo titulado "Turris
Babel, seu judiciorum de Fraternitatae Rosaccae crucis chaos" (La Torre de Babel, o el Caos de los juicios acerca de la
Hermandad de la Rosa-Cruz) es aún más claro sobre este tema ya que en esta última
publicación su objetivo parece haber sido ayudar a volver hacia la sobriedad a
aquellos que se habían embriagado por haber malinterpretado las publicaciones
anteriores, debido a que ahí él exclama:
-
"¡Escuchad,
vosotros mortales! En vano esperaréis la llegada de esa Fraternidad; la comedia
se acabó. La Fama la inició, la Fama la terminó", etc., etc.
Aún así hubo muchos que no quedaron
satisfechos con esta aclaración y que consideraron que la intención de Andreae había
sido a través de sus escritos el producir la creación de una sociedad secreta
de los científicos de su época; pero Andreae era demasiado sabio para intentar
tal absurdo y motivar a las personas más irracionales de su época para
formar una sociedad razonable.
La pregunta de por qué debería haber
elegido el nombre de "Rosacruz" para su sociedad imaginaria no es
difícil de responder: la Cruz y la Rosa eran símbolos favoritos
entre los Alquimistas y Teósofos mucho antes de que se conociera algo de una
"Sociedad Rosacruz". Además en su propio escudo, como en el de
Lutero, había una cruz y cuatro rosas, circunstancia que probablemente le llevó
a elegir ese nombre.
Ahora bien, tal vez no todo sea pura
fábula porque muy raramente se inventa una fábula o una obra de ficción que no
se base en algún hecho real (por muy desconectado que este hecho puedan estar
del tema).
Y una obra titulada Sphinx Rosæa,
impresa en 1618, hace parecer muy plausible que el escritor de la Fama
Fraternitatis, al inventar la historia de Christian Rosencreutz y sus tres hermanos, cuyo número se
incrementó después en cuatro más, se haya basado en relatos que él leyó u oyó y
que le sirvieron de prototipos para construir su historia.
El autor de la Sphinx Rosæa dice
que la idea de formar tal sociedad para la reforma general de la humanidad
surgió del éxito de la Reforma de Lutero y que el Caballero Christian
Rosencreutz no era en realidad otra persona que un tal Andreas von Carolstadt, un aventurero que había viajado mucho
pero nunca había estado en Palestina. Se volvió tan desagradable para el clero
de su tiempo, a quien deseaba reformar, que después de su muerte pusieron el
siguiente epitafio sobre su tumba:
“Carolstadius Pestis Ecclesiae
venonissima, en tándem a Diabolo occisus est” que significa: "Aquí
yace Carolstadt, quien fue una plaga venenosa para la Iglesia hasta que el
diablo lo mató por fin".
Los tres supuestos asociados de
Rosencreutz fueron los amigos de Carolstadt: el reformador Zwinglio, Oecolompadius y Bucerus;
y los otros cuatro que supuestamente se agregaron después fueron probablemente:
Nicalaus Palargus, Marcus Stubner, Martin Cellurius y, finalmente, Thomas Münster. Todos los cuales eran
más o menos conocidos por su deseo de ayudar a reformar la Iglesia.
Las sociedades rosacruces espurias que surgieron
A medida que las personas se
encapricharon con la idea de convertirse en Rosacruces pero no pudieron
encontrar una sociedad real de Adeptos, se organizaron sociedades rosacruces
sin Adeptos reales, y así surgieron muchas de las llamadas “Sociedades
Rosacruces”.
Una de esas sociedades fue fundada
por Christian Rose en 1622, con
centros principales en La Haya, Amsterdam, Nuremberg, Mantua, Venecia,
Hamburgo, Dantzig y Erfurt. Sus miembros solían vestirse de negro y en sus
reuniones llevaban cintas azules con una corona dorada y una rosa.
Como señal de reconocimiento, los
hermanos llevaban un cordón de seda negro en el ojal superior. Este adorno era
entregado a los neófitos después de haber prometido bajo juramento que
preferían ser estrangulados por tal cordón en lugar de revelar los secretos que
se suponía que debían poseer. Y también tenían otro signo que consistía en la
"tonsura" (como la que usa hoy el clero católico romano) es decir en
una pequeña mancha redonda afeitada en la parte superior de la cabeza,
originada probablemente por la costumbre de los sacerdotes budistas que se
afeitan cabeza entera. Y de ahí que muchos de sus miembros llevaran peluca para
no ser reconocidos como pertenecientes a esa Hermandad.
Llevaban una vida muy tranquila y
eran muy devotos. En todas las fiestas importantes, muy temprano al amanecer
salían de su residencia y también salían por la puerta de la ciudad que mira
hacia el este.
Cuando alguno de ellos aparecía, o
cuando se encontraban en otro lugar, primero uno de ellos saludaba diciendo: “¡Ave Frater!” a lo que el otro
le respondía “Rosae et Aureae”;
luego el primero añadía “Crucis”, y luego ambos juntos terminaban diciendo: “Benedictus Deus
Dominus noster, que nobis dedit Signum”.
- “¡Saludos,
hermano!”
- “Rosas y dorado”
- “Cruz”
- “Bendito sea nuestro Señor Dios, que nos ha
dado la señal”
Y también tenían, en aras de la
legitimación, un largo documento al que el Imperator le ponía un gran sello. (3)
Hubo otra "sociedad
rosacruz" formada en París en el año 1660 por un boticario llamado Jacob Rose. Esta sociedad se disolvió
en 1674 como consecuencia del notorio caso de envenenamiento masivo por parte
de la mal reputada Marquesa de Brinvillier.
Si alguna vez hubo adeptos reales y
alquimistas genuinos entre los miembros de estas sociedades rosacruces, no
estamos en posición de afirmarlo. Nos satisface saber que los Adeptos existen y
que la Alquimia es un hecho; pero si ellos tuvieron algo que ver con estas
órdenes no lo sabemos ni nos importa, ya que ahora no tiene ninguna
importancia.
Todo lo que sabemos con certeza con
respecto a este asunto es que existían en ese momento personas en posesión de
una cantidad extraordinaria de conocimiento oculto, como lo demuestran los
libros que han dejado; pero si estas personas pertenecían o no a alguna orden
secreta, es absolutamente inútil saberlo.
Durante la vida de Theophrastus Paracelso, él fue el
centro intelectual al que se sintieron atraídos los alquimistas, ocultistas,
místicos, reformadores y rosacruces, pero no hay indicios de que él fuera
miembro de ninguna sociedad de hombres que se llamaran a sí mismos
"rosacruces". Y del mismo modo, no hay indicios de que después de la
época de Paracelso haya existido alguna sociedad organizada de verdaderos
Adeptos que se llamaran a sí mismos "Sociedad Rosacruz".
Algunas de las mentes más grandes de
esa época se dedicaban a la investigación oculta y naturalmente se sentían
atraídas por los lazos de la simpatía, pero por mucho que hayan estado unidos
en el espíritu (en el templo del Espíritu Santo), no hay indicios de que
tuvieran una sociedad organizada en el plano externo, ni ningún verdadero Adepto
necesitaría ningún otro signo de reconocimiento que no fueran los espirituales.
Un libro escrito por Sinecrus Renatus e impreso en 1714,
contiene la notable información de que hace algunos años los Maestros de los
Rosacruces habían ido a la India y que ninguno de ellos permanece en Europa desde
el siglo XIX. Esto no es en absoluto improbable porque la atmósfera moral de
Europa desde entonces no es muy agradable para el desarrollo espiritual, ni muy
acogedora para aquellos que mientras progresan en el Camino de la Luz, se
reencarnan en formas físicas.
Como todas las investigaciones
posteriores a una verdadera sociedad rosacruz formada por Adeptos genuinos fue
naturalmente infructuosa, la emoción causada por la Fama Fraternitatis
cesó gradualmente, y no se habló ni se escribió mucho sobre el tema hasta que
entre los años 1756 y 1768, cuando un nuevo grado de masonería nació, llamado
los Caballeros Rosacruces, o la orden de la Rosa-Cruz, o los Caballeros
del Águila y el Pelícano.
Pero en vano deberíamos buscar entre
estos señores a algún Adepto genuino, o incluso alguien que posea conocimientos
ocultos o poderes; porque así como nuestras iglesias modernas han perdido la
clave de los misterios que una vez fueron confiados a su tutela y se han
degenerado en lugares para reuniones sociales y pasatiempos religiosos, de la
misma manera nuestros masones modernos han perdido hace mucho tiempo la
Palabra, y no la volverán a encontrarla a menos que se sumergen bajo la
superficie de las ceremonias externas y la busquen en sus propios corazones.
Bibliografía
Los libros más importantes escritos
durante la época de la controversia rosacruz fueron los siguientes:
1. Libros
escritos a favor de los rosacruces:
(Títulos traducidos del alemán.)
·
Fama
Fraternitatis, o el descubrimiento de la laudable
Orden de la Rosa-Cruz. ?? Autor anónimo,
Frankfurt, 1615.
·
Confessio, o Confesión de la Fraternidad de la Rosa-Cruz.?? Autor
anónimo, Frankfurt, 1615.
·
Opinión referente a la laudable Orden de la Rosa-Cruz, por Adam Bruxius, MD, 1616.
·
Mensaje a la Fraternidad Filosófica
de la Rosa-Cruz, por Valentin
Tschirnessus, Goerlitz.
·
Thesaurus
Fidei, o advertencia a los novicios de la
Fraternidad de la Rosa-Cruz, 1619.
·
Fons
Gratiae, por Trenaeus Agnostus, C.W., 1619.
·
Raptus
Philosophicus, o Revelaciones filosóficas para la
Fraternidad de la Rosa-Cruz, 1619, por Rhodophilus
Stansophorus.
·
Silentium-Post
Clamores. Una aología, resp. Defensa, por R.M.F., 1617.
·
Frater
Crucis Rosacae, o, ¿Qué tipo de personas son los
Rosacruces? Por M.A.O.F.W.,
1617.
·
Speculum
Constantiae. Apelación a los nuevos miembros de
la Sociedad Rosa-Cruz, por Trenaeus
Agnostus, CW, 1618.
·
Themis
Aurea. Las Leyes y Reglamentos de la
loable Fraternidad de la Rosa-Cruz, por Michael
Maier, Imp. Cons. Com. Eq. Ex.,
1618.
·
Tintinabulum
Sapnorum, o El descubrimiento de la bendita
Fraternidad de la Orden de la Rosa-Cruz, por Trenaeus Agnostus, C.W., 1619.
·
Frater
Non Frater. Amonestaciones a los discípulos de
la Rosa-Cruz, 1619.
·
Prodromus
Rhodo-Stauroticus. Instrucciones para la práctica de
la alquimia, 1620.
·
Coloquio
Rhodo-Stauroticum. Un discurso sobre la Fraternidad
de la Rosa-Cruz, 1621.
·
Rosencreutz Ch. Matrimonio químico, Anno 1459 [?] (1781).
2.
Escritos hostiles a los rosacruces:
·
Consejo
benévolo referente la Fama y Confessio de la Rosa-Cruz,
por E. Libavius M.D.P.C., Sociedad de
Teología y Filosofía, 1616.
·
Sphinx
Rosæea. Sospechas con respecto a los
misterios de la Ros-Cruz, por Christophorus
Nigrimus Philomusus y Theologus, 1618.
·
La Nueva
Fraternidad Árabe y Morisca, de Eusebio Christianus, portador de la
cruz de madera.
·
Speculum
Ambitionis, o Un espejo para la ambición en el que se puede ver cómo el diablo
ha traído a la existencia todo tipo de nuevas órdenes. Una refutación de las
doctrinas de esa nueva secta llamada Rosacruces, por Juan Hintner, 1620.
·
Burla descubierta, o Refutación cristiana de los llamados Hermanos de la
Rosa-Cruz, demostrando que estas personas no son de Dios sino del Diablo. Una
advertencia oportuna para todos los cristianos piadosos. Por John Silvert Aegl, 1617.
3. Los libros posteriores más importantes
sobre los rosacruces son:
·
Colección de la historia de los
rosacruces, de Semler
·
El origen de la Rosa-Cruz, de Bouterwell
·
El verdadero origen de los
rosacruces y masones, de Murr
·
Origen e historia de la Rosa-Cruz,
de Buhle
·
Comentarios sobre la historia de los
rosacruces y masones, de Nicolai
·
Heider escribió un artículo en la revista alemana Mercurio
de marzo de 1782, y el cual fue reimpreso en Filosofía e Historia de Herder, vol. 55, pág. 258
·
Historia de las iglesias y los
herejes", de Arnold, parte
ii., Lib. xvii., cap. 58;
·
Johann Valentin Andreae y su
edad", de Rossbach, Berlín,
1859.
4. Observación:
Hay numerosos libros sobre alquimia,
teosofía y ciencias ocultas que han sido escritos por personas que se
consideran que fueron rosacruces, pero no dan cuenta de la historia de estos
últimos. Las más destacadas son las obras de Theophrastus Paracelso, Jacob
Boehme, Cornelius Agrippa de
Nettesheim; "Summum Bonum" de Robert Fludd, "Silentium Dei" u "La verdadera
cristiandad" de John Arndt,
"Naometria" de Simon Studion,
"Lumen de Lumina" de Trenaeus
Philalethes, y otros innumerables que pueden incluirse en esta
categoría.
Pero quizás la más interesante de
todas es una obra ilustrada que ahora está agotada y se ha vuelto muy rara, se
titula "Los símbolos secretos de
los rosacruces de los siglos XVI y XVII" (4) y del que se extrae una gran cantidad de información
contenida en este volumen.
Apuntes
- El Dr. Johann Valentin Andreae nació el 17 de agosto de 1586 en Herrenberg, en Wurtemberg, y murió como abad de Adelsberg, en Stuttgart, el 27 de junio de 1654. Hablaba varios idiomas, estaba bien versado en teología, matemáticas, historia y ciencias naturales. Tenía una mente noble, estaba ansioso por hacer el bien y tenía un carácter original. Herder lo describe como una rosa entre las espinas.
- Autobiografía de Andreae. Weismann, hist. eccl. P. ii., p.336.
- Extraído de la "Esfinge". Vol. I., No. 1.
- Este libro ha sido reimpreso y publicado con los facsímiles de las planchas por The Aries Press, Chicago, Ill.
(En el Pórtico del
Templo de la Sabiduría, capítulo 5)
OBSERVACIONES
Franz Hartmann considera que Johann
Valentin Andreae fue el autor de los manifiestos rosacruces, y que él inventó
el personaje de Christian Rosencreutz
y que en realidad la original Orden Rosacruz dirigida por Adeptos no existió.
Sin embargo hay otros investigadores que no están de acuerdo con esas
conclusiones.
En mi
caso, los instructores que respeto (Blavatsky, Kuthumi, Pastor) afirman que la verdadera
Orden Rosacruz si existió, lo cual veo muy factible ya que desde tiempos muy
antiguos los Maestros transhimaláyicos han estado enviando mensajeros a
Occidente para que reaviven la flama del conocimiento esotérico.
Y yo me
inclino más a considerar que Andreae se basó
en relatos asociados con ello para elaborar su historia, aunque en lo personal
no estoy convencido que los manifiestos rosacruces hayan sido escritos como
sátiras, tal como lo afirma Franz Hartmann, debido a que no percibo en esos
textos el sarcasmo que claramente si se ve en la obra La Reforma General.
Todavía no tengo claro cuál fue el objetivo
de la publicación de los manifiestos rosacruces, pero si considero que su
aparición fue perjudicial para los verdaderos Rosacruces por todo el falso
movimiento “rosacruz” que surgió a partir de entonces y que todavía perdura
hasta el día de hoy.
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