Este es un artículo
que se publicó en la revista Sophia para la conmemoración del segundo
aniversario del fallecimiento de Blavatsky.
IN
MEMORIAM
“Tus
sombras viven y se desvanecen. Aquello que en ti vivirá eternamente; aquello
que en ti sabe por qué es el conocimiento mismo, no es de vida pasajera, es el
hombre que fue, es y será, para quien jamás sonará la hora.”
(La
Voz del Silencio)
Mañana
se cumple el segundo aniversario de la muerte de H.P. Blavatsky, fecha
inolvidable es el 8 de mayo para todos los teósofos que veneran la memoria de
la que fue su maestra, para los discípulos que tuvieron la honra de conocer
personalmente a la mensajera de los Hermanos; en una palabra: para todos
aquellos que no olvidan los beneficios recibidos y que a H.P.B. deben su vida
moral y espiritual.
¡Séame
permitido expresar en estos renglones, aunque muy imperfectamente, los
sentimientos de gratitud, de cariño, de inquebrantable lealtad que animan a
todos los teósofos españoles, y que ligarán eternamente al que escribe estas
líneas a la que fue su maestra!
Volvamos
la vista atrás y contemplemos el camino recorrido durante esos dos años.
¡Cuántos progresos realizados! El puñado de teósofos que entonces valientemente
enarbolaron la bandera teosófica ven hoy día sus esfuerzos recompensados por
los hechos que palpablemente vienen a demostrarles cada día que los Maestros
jamás abandonan a aquellos que, convencidos de su existencia, animados por esa
voluntad ante la cual desaparecen todos los obstáculos por invencibles que
parezcan, trabajan por su causa, que es la de la Humanidad.
Tres
años hace que nuestro queridísimo Francisco Montolíu, en unión de un cortísimo
número de verdaderos teósofos, echó los cimientos del edificio teosófico en
España. Sólo el autor de este artículo sabe los sacrificios y el trabajo que se
impuso nuestro hermano para dar vida a la nobilísima obra que nos propusimos
llevar a feliz término con el auxilio de nuestra maestra H.P.B.
Mas
tan buena semilla no podía menos que producir sus frutos, pues quienes la
sembraron reunían las condiciones necesarias para el éxito de la colosal
empresa, que son: la convicción arraigada, la confianza absoluta en los
Maestros que les prestaban y prestan su apoyo, y el sentimiento de
impersonalidad, sin los cuales la Teosofía hubiese nacido muerta en nuestro país.
Inspirados
siempre por el ejemplo de la que durante su vida objetiva llevó el nombre de Helena
Petrovna Blavatsky y fue el alma de ese poderosísimo movimiento filosófico,
religioso y social representado por la Sociedad Teosófica, nuestra misión ha
empezado a producir los resultados que legítimamente pueden esperar siempre
todos aquellos que, sobreponiendo la causa a todos los sentimientos mezquinos
de la personalidad, combaten en sus múltiples formas el origen de todas las
miserias humanas: el egoísmo unido a la ignorancia.
Nuestra
inolvidable maestra a quien tanto debemos, nos ha señalado con el ejemplo de su
vida el único camino que conduce al gran objetivo por el cual fue fundada la
Sociedad Teosófica, y es el ejemplo en que constantemente deben inspirarse los
que voluntariamente han solicitado luchar por el proyecto moral y material de
sus semejantes.
¿Quién dio jamás en
este siglo llamado “de las luces” tan superficial y egoísta, mayor ejemplo de
abnegación que H.P. Blavatsky?
Su
vida entera fue consagrada al servicio de aquellos Maestros de quienes ella había
recibido la Iniciación.
Durante
los diez y seis años que H.P.B. luchó contra el egoísmo, la ignorancia y los
dogmatismos, tanto religiosos como científicos, ella fue víctima de los ataques
más violentos, de las calumnias más infames por parte no sólo de aquellos que
veían amenazados sus intereses materiales e hipócritas; Fariseos semejantes a
aquellos sepulcros de que nos habla la Biblia, “revestidos de cal por fuera y llenos
de podredumbre por dentro”, sino también por parte de los aduladores de la
ciencia oficial.
Sacrificándose
hasta el último momento de su vida por bien de sus semejantes, pronta siempre a
socorrer a los desgraciados sin tener en cuenta jamás su posición o rango,
abrazando invariablemente la causa del débil injustamente perseguido por el
fuerte, dispuesta siempre a todo genero de sacrificios por amargos que estos fuesen,
su corazón encontró bien a menudo la ingratitud en premio de ese amor profundo
que su ser entero profesaba hacia la humanidad.
Entre
los rasgos especialísimos que caracterizaban a esa noble mujer, tan extraordinaria
por sus poderes ocultos y conocimientos universales, se destacaba un culto fervientísimo
a la justicia, una franqueza tachada a veces de extremada por aquellos incapaces
de comprenderla, y un horror instintivo hacia los convencionalismos sociales,
vacíos y mezquinos, que la creó no pocos enemigos.
Puede
decirse que H.P.B. fue la encarnación de la sinceridad y de la abnegación. No
podía una individualidad tan poderosa, tan fuera del alcance de la turba mulla, ser indiferente a cuantos
la trataban. La gente se sentía irresistiblemente atraída hacia ella desde el
primer momento o experimentaban una corriente repulsiva. Todos sin embargo,
amigos y enemigos, concordaban en un punto, a saber: que Helena Petrovna
Blavatsky era una mujer de extraordinaria inteligencia, dotada de poderes
ocultos verdaderamente maravillosos.
Las
calumnias de que fue objeto partieron casi siempre de aquellos que mayores
favores habían recibido de ella, o que no la conocían. Los que vivieron a su
lado, y que durante largos años diariamente fueron testigos de la pureza
inmaculada de su vida, de sus constantes sacrificios por la obra a la que
dedicó su entera existencia, de su inalterable desprecio por el dinero, y de
todo cuanto el mundo mayávico [ilusorio] adora; mejor que nadie pueden apreciar
en su justo valor la villanía de esos ataques.
H.P.B.
era la lealtad personificada y odiaba la mentira. Tolerante con los defectos y
las debilidades humanas, ella era bondadosa con todos los que sinceramente
llamaban a su puerta en demanda de un auxilio moral y material. Ella se
rebelaba contra la hipocresía y el egoísmo, y se puede afirmarse que nuestra maestra
empleó su vida en combatir a esos dos vicios tan característicos de nuestra
época.
Indiferente
hasta el heroísmo ante las acusaciones más bajas y crueles, mientras sólo se trataba
de su personalidad, H.P.B. las rechazaba enérgicamente siempre que la reputación
de sus hermanos o de la Sociedad Teosófica en general estuvieran en juego, y
sólo en esos casos es cuando ella manifestaba toda la fuerza de sus poderes.
He
dicho que H.P.B. despreciaba el dinero y la fama mayávica, y eso ella lo
demostró en muchas ocasiones, pero bastará con un ejemplo:
Estando
en la India, años atrás, personas de alta posición o influencia en el país, le
ofrecieron una cantidad anual relevante si ella consentía en escribir artículos
políticos para un diario importante. En ese entonces H.P.B. apenas tenía lo
suficiente para atender a sus necesidades más perentorias; pues como lo saben
todos los teósofos y muchos que no lo son, ella había entregado todo cuanto
poseía a la Obra Teosófica.
Aquella
proposición, sin contar muchas otras, significaba pues para ella, si no la
riqueza, al menos el bienestar, pues con su talento, su originalidad, su
brillante y vigoroso estilo, la profundidad de sus conceptos y su facilidad,
verdaderamente admirable de adaptación en todos los medios ambientes, bien
pronto ella hubiese alcanzado aquello que persiguen con tanto afán las masas y
que es el éxito material.
Sin
embargo H.P.B. rehusó la oferta, contestando que ella había consagrado su vida
a la Obra de los Maestros quienes le habían confiado la misión de llevarla a
cabo, y que por consiguiente ella no podía emplear un momento siquiera en cosa
alguna que no fuese en provecho de la Sociedad Teosófica, y que además no
entendía ni quería entender una palabra de política.
Más
tarde y en circunstancias distintas, ciertas Sociedades que es inútil nombrar,
le hicieron proposiciones bastante menos honrosas que la de escribir artículos
políticos, y esto con el fin exclusivo de lograr su silencio. Pero como es de
suponerse, los reptiles tuvieron que desistir de su intento; y más desde aquel día
aumentaron las calumnias y no hubo arma por vil que fuera, que no se sirviesen para
tratar de hundir a la que odiaban precisamente por lo mucho que ella valía.
Mientras
tanto, H.P.B. iba recogiendo los frutos de su abnegación, de su amor a la Humanidad,
y de su lealtad hacia los Maestros. La Sociedad Teosófica fundada en Nueva-York
el año de 1875, y que en aquella fecha sólo contaba con un Centro o Rama, se
desarrollaría en proporciones tales que hoy cuenta con más de 300 Ramas
esparcidas por el mundo entero.
¡Esta es la mejor respuesta
a aquellos seres desgraciados que manchan todo cuanto tocan, y que en medio de
las densas tinieblas en que viven no pueden contemplar serenamente lo sublime!
Compadezcámosles
y no les guardemos rencor, pues tal sentimiento no puede caber en corazón teosófico
alguno. ¿Quién sabe si algún día, muy próximo quizás, esos seres, hermanos nuestros,
no invocarán el poderoso auxilio de la que tanto calumniaron en vida y que hoy vive
en planos superiores?
La
muerte de nuestra maestra llenó de júbilo y esperanza a nuestros adversarios.
Ellos pensaban que habiendo desaparecido la que era (y es aún por más que no lo
puedan comprender) el alma del movimiento, la Obra entera se derrumbaría
sepultando en sus ruinas a los fieles discípulos que la maestra dejó para
continuar su misión en el mundo objetivo. Pero desgraciadamente para ellos no
se realizaron sus esperanzas; sucedió precisamente todo lo contrario y como
todo aquél que tenia ojos pudo ver.
La
Obra, lejos de resentirse de tan rudo golpe, se consolidó más y más,
desapareciendo las pequeñas diferencias puramente externas que existían en el
seno de nuestra gran familia. Los tímidos cobraron valor; los perezosos se
sintieron animados de un poderoso deseo de trabajar por la Causa, y hasta los
indiferentes y profanos contribuyeron a afianzar el Edificio Teosófico.
Así
vimos en Londres, a raíz de la muerte de H.P.B., durante la Primera Convención
de la Sociedad Teosófica en Europa, lo que jamás se había visto, o sea más de
600 personas asistiendo a nuestras sesiones, sin contar los Delegados
filosóficos del mundo entero; y para coronar la obra más de 2’000 profanos que
habían acudido al encuentro que tuvo lugar en el Prince Theater, que es un
teatro importante de Londres y en donde Annie Besant, la digna sucesora de H.P.B.,
explicaba a un público numeroso y ávido de escuchar sus palabras lo que es la
Teosofía.
Y
esa marcadísima reacción no sólo se observó en Londres y toda Inglaterra, sino
también en la India, en América, en Australia y en la Europa entera. Y en
España también se ha dejado sentir poderosamente. Nuestro país fue el último en
donde cayó la semilla teosófica sembrada por nuestra maestra misma poco antes
de abandonar este plano de la existencia física, y ya contemplamos llenos de
alegría y esperanza los resultados admirables creados con el auxilio de H.P.B
por unos cuantos discípulos suyos, leales y firmes en su propósito de imitar,
en cuanto se lo permitan sus escasas fuerzas, a la que les reveló el único
sendero que conduce hacia la verdad, es decir, a cumplir con su deber y a
seguir siempre, cueste lo que cueste, el noble ejemplo de nuestra inolvidable y
venerada maestra que en su última encarnación llevó el nombre queridísimo de
Helena Petrovna Blavatsky.
VINA
(Sophia, mayo de 1893, p.97-100)
OBSERVACIÓN
En los primeros años
después de la muerte de Blavatsky, los teósofos se mantuvieron muy unidos, pero
después el asunto se estropeó enormemente, y considero que Vina exagera con la
veneración que hace de Blavatsky.
Hola buenas noches, primero quiero expresar mi admiración y respeto por la labor que haces en este blog. Realmente ha sido de mucha ayuda en mi personal camino espiritual: GRACIAS. Luego, quisiera porfavor, me aclares en tu opinion, ¿cual fue el papel que jugaron los Roerich en la teosofia? es decir, su aventura ¿dirías que fué una "continuación" de la de Blavatsky? ¿Realmente tuvieron contacto con los Maestros? y cual sería el valor que tienen los escritos de Helena Roerich que dice, fueron dictados por el Maestro Morya? Me encantaría conocer tu opinión. Recibe un cordial y sincero saludo y Abrazo Fraternal.
ResponderBorrarYo todavía no los estudio pero por lo que dicen los investigadores teosóficos de la LUT, los Roerich fueron muy embusteros:
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