La
principal explicación que dio Alice Bailey sobre los chakras, fue en su libro “El Alma y su Mecanismo”, en donde ella
escribió lo siguiente:
«
En el capítulo anterior vimos que, según la doctrina oriental, el cuerpo
etérico o vital, está constituido por éter, actúa como conductor de prana o
principio de vida, energetiza la materia y produce la forma. El cuerpo vital
contiene también el principio sensibilidad de la naturaleza, denominado alma, o
en otras palabras, el cuerpo vital es la expresión y el vehículo del alma.
La
principal característica del alma es la conciencia. El alma, como vida, está
"situada en el corazón", y como conciencia racional espiritual, está
"situada en el trono entre las cejas".
René
Guénon expresa esto de la siguiente manera:
« Desde
el punto de vista físico, lo que reside en el centro vital es el éter; desde el
punto de vista psíquico es el 'alma viviente', y hasta aquí no trascendemos el
reino de las posibilidades individuales; pero desde el punto de vista
metafísico es además y ante todo, el “yo” principal e incondicionado.
Por
lo tanto, es verdaderamente el “Espíritu Universal” (Atma) que en realidad es
Brahma mismo, el “Supremo Regente”, de manera que la designación de este centro
como Brahma-pura, está plenamente justificada.
Pero
al considerarse que Brahma reside dentro del hombre (y puede considerárselo de
igual manera en relación con cada estado del ser), se denomina Purusha, porque
reposa o mora en la individualidad... "como en una ciudad (puri-shava),
pues pura, en su sentido propio y literal, significa ciudad". »
(Man and His Becoming, p.44-45)
La
fuerza vital tiene siete puntos principales de contacto con el cuerpo físico y
se los denomina centros. Estos siete centros de fuerza trasmiten la energía de
la vida, ellos son los agentes del alma, mantienen la existencia corporal e
inician su actividad.
El Soñador en su libro, dice:
« ¿Qué
son los centros del hombre?
Son
los reflejos, en los respectivos núcleos, del upadhi del yo único. Si
estudiamos los procesos de la impregnación de la materia por la energía divina,
llamada a veces olas de vida, veremos cómo, por la proyección del yo y en los
límites de la objetividad llamada materia, se le imparten a la materia ciertas
cualidades que se desarrollan en lo que se denominan tattvas. Cada tattva ha
obtenido, como vida que lo anima, una tanmatra, o modificación de la conciencia
divina. En cada tattva, por lo tanto, tenemos la conciencia divina como vida
central, mientras que la idea de resistencia forma el muro externo.
Hemos
visto que el yo, en virtud de su poder de manifestación, se refleja en los diversos
upadhis, desarrollando en ellos centros artificiales que, por así decirlo,
forman instantánea y simultáneamente los núcleos de los upadhis, así como las
representaciones del yo en los planos respectivos. »
(Studies in the Bhagavad Gita,
p.37, 40, 107)
El
nombre dado por un hindú a un centro de fuerza, es "chakra". La
ubicación de los siete centros de fuerza con sus nombres en hindú, desde la
cabeza hacia abajo, son:
1.
Centro coronario
2.
Centro entre las cejas
3.
Centro laríngeo
4.
Centro cardíaco
5.
Centro plexo solar
6.
Centro sacro o sexual
7.
Centro de la base de la columna vertebral
|
sahasrara chakra
ajna chakra
vishuddha chakra
anahata chakra
manipura chakra
svadhisthana chakra
muladhara chakra
|
Se
observará que hay cuatro centros arriba del diafragma, y tres abajo. Y mucho se
ha escrito y más puede decirse sobre estos centros de fuerza o chakras, pero lo
dado a continuación servirá como resumen introductor.
Los
centros de fuerza llevan energía pránica a cada punto del cuerpo, y están en
estrecha relación con el sistema nervioso, en sus tres divisiones:
cerebro-médula espinal, gran simpático y periférico.
Desde
los centros de fuerza, la energía vital o pránica es distribuida siguiendo
sutiles líneas denominadas "nadis", estrechamente relacionadas con
los nervios, y al mismo tiempo, con las arterias, subyaciendo aparentemente en
el sistema nervioso corpóreo.
René
Guénon dice:
« Respecto
a los nadis o arterias de la forma sutil, no se los debe confundir con las
arterias del cuerpo, por donde circula la sangre; fisiológicamente corresponden
más bien a las ramificaciones del sistema nervioso, pues se hallan
especialmente descritas como luminosas. Así como el fuego está en cierto modo
polarizado en la luz y el calor, el estado sutil está vinculado al estado
corporal de dos modos diferentes y complementarios: por la sangre, respecto a
la cualidad calórica y por el sistema nervioso, en lo que atañe a la cualidad
luminosa.
No
obstante, se debe comprender que entre los nadis y los nervios sólo hay una
simple analogía y no una identificación, pues los primeros no son corpóreos y,
en realidad, se trata de dos reinos distintos en la individualidad integral.
Cuando
se afirma, análogamente, que existe una relación entre las funciones de estos
nadis y la respiración, por ser esencial para el sostenimiento de la vida, y
corresponder verdaderamente con la principal actividad vital, no se debe
deducir en modo alguno que sean los nadis una especie de conductos por donde
circula el aire. Esto sería confundir el “hálito vital” (prana), que pertenece
adecuadamente a la manifestación sutil, con el elemento corpóreo.
Se
afirma que el número total de nadis es de setenta y dos mil. Según otros,
serían setecientos veinte millones. Pero la diferencia es aquí más aparente que
real, pues como siempre sucede en tales casos, estos números deben ser tomados
en forma simbólica, no textualmente. »
(Man and His Becoming, p.136,
137)
Rama
Prasad utilizando la palabra hindú "Ioto" para designar al chakra o
centro de fuerza, hace un interesante comentario a este respecto:
« Los
centros de fuerza llevan energía pránica a cada parte con estos centros. Por lo
dicho anteriormente, parecería como si los centros estuvieran constituidos por
vasos sanguíneos. La única diferencia entre los nervios y los vasos sanguíneos,
es la que hay entre los vehículos de los pranas positivo y negativo. Los
nervios son positivos y los vasos sanguíneos constituyen el sistema negativo
del cuerpo. Dondequiera que haya nervios, hay los correspondientes vasos
sanguíneos. Ambos son indistintamente llamados nadis.
Una
serie tiene por centro el loto del corazón; la otra el loto de mil pétalos del
cerebro. El sistema de vasos sanguíneos es una representación exacta del
sistema nervioso, siendo en verdad, sólo su sombra. Lo mismo que el corazón, el
cerebro tiene sus divisiones superior e inferior (el cerebro y el cerebelo), y
también sus divisiones derecha e izquierda. »
(Nature's
Finer Forces, p.45-46)
Los
centros de fuerza están situados a lo largo de la columna vertebral y en la
cabeza.
Dice
Arthur Avalon:
« Una
descripción de los chakras implica, primero, una enumeración de los sistemas
centrales y simpático de la anatomía y de la fisiología occidentales; segundo
una explicación del sistema nervioso tántrico y de los chakras, y finalmente la
correlación de los dos sistemas, hasta donde es posible, en el aspecto
anatómico y fisiológico, porque el resto es en general privativo del ocultismo
tántrico.
La
teoría tántrica relativa a los chakras y al sahasrara, se refiere al aspecto
fisiológico... en relación con el sistema espinal central, que comprende el
cerebro o encéfalo, contenido en el cráneo, y la médula espinal, contenida en
la columna vertebral (merudanda). Es digno de observarse que así como hay cinco
centros (chakras), la columna vertebral está dividida en cinco regiones que,
comenzando por la inferior, son:
-
La
coxal, que consta de cuatro vértebras imperfectas, con frecuencia soldadas en
un hueso llamado coxis.
-
La
sacra, compuesta de cinco vértebras soldadas en su solo hueso llamado sacro.
-
La
lumbar o región de los riñones constituida por cinco vértebras; la dorsal o
región de la espalda, formada por doce vértebras.
-
La
cervical, o región del cuello, que tiene siete vértebras.
Como
se ve, en las diferentes partes, la médula muestra diversas características
para cada región. En líneas generales estas regiones corresponden a las que han
sido asignadas al control directriz de los centros o chakras; Muladhara,
Svadhisthana, Manipura, Anahata y Vishuddha (centros de la base de la columna
vertebral, sacro, plexo solar, cardíaco y laríngeo, respectivamente).
El
sistema central tiene relación con la periferia por medio de los treinta y un
nervios espinales y doce nervios craneanos, que a la vez son aferentes y
eferentes o sensorios y motores, que producen la sensación o acción
estimuladora. De los nervios craneanos, los últimos seis surgen del bulbo
raquídeo (la médula), y los otros seis, excepto los nervios olfatorio y óptico,
de las partes del cerebro que están precisamente enfrente del bulbo.
Los
escritos de las escuelas Yoga y Tantra emplean el término nadis, en lugar de
nervios. Además, como se ha dicho, se refieren a los nervios craneanos cuando
hablan de los shiras, sin emplear esta última, para designar las arterias, como
se hace en la literatura médica. Sin embargo, debe observarse que los nadis
yoga no son los nervios materiales comunes, sino las líneas más sutiles por las
cuales circulan las fuerzas vitales.
Los
nervios espinales después que salen del foramen intervertebral, entran en
comunicación con las cuerdas ganglionadas del sistema nervioso simpático, que
están a ambos lados de la columna vertebral. La médula espinal se extiende en
el hombre desde el borde superior del atlas, debajo del cerebelo, y penetrando
en la médula y abriéndose finalmente en el cuarto ventrículo del cerebro,
desciende hasta la segunda vértebra lumbar, donde se estrecha y afina hasta un
punto llamado el filamento terminal. »
(The
Serpent Power, p.123-125)
Lo
anteriormente expuesto se refiere al sistema tántrico, debiendo observarse que
concierne a un sistema indio para controlar sin peligro la energía, únicamente
para quienes posean el más puro y elevado carácter moral, pureza de vida y de
pensamiento. Ciertas prácticas y escuelas degradadas, que aparecen en Oriente y
Occidente, enseñan prácticas llamadas tántricas, nunca serán condenadas con
excesiva severidad.
Estos
centros de fuerza no están situados meramente a lo largo de la columna
vertebral y en la cabeza, como se ha indicado, sino relacionados unos con otros
por medio de la columna, relación demasiado intrincada para ser detallada aquí.
De
los siete centros, dos están en la cabeza y cinco en la columna vertebral. Los
dos centros de la cabeza se relacionan directamente con las facultades de la
mente y del movimiento.
El
centro Sahasrara (centro coronario), llamado comúnmente el loto de mil pétalos,
es la corporificación de la energía espiritual, manifestada como voluntad,
mente abstracta, espiritual o intuición. El centro Ajna, o centro entre las
cejas, concierne a la mente inferior y a la naturaleza síquica del organismo
integrado, denominado hombre, la personalidad.
Los
cinco centros de la columna vertebral conciernen a las diversas actividades del
organismo, mediante las cuales el hombre pone de manifiesto su instinto animal,
sus reacciones emotivas y la intención de su vida. Tales centros están, en gran
parte, dirigidos por la fuerza que entra y sale de los centros de la cabeza.
Arthur
Avalon dice que:
« Los
centros influyen no sólo sobre las combinaciones musculares, concernientes a
los movimientos volitivos, sino también sobre las funciones de la inervación
vascular, de la secreción y cosas análogas, que tienen sus centros más o menos
en la médula espinal.
Sin
embargo, se dice que los centros cerebrales dirigen estas funciones sólo en
relación con las manifestaciones de la volición, el sentimiento y la emoción, y
que los centros raquídeos, con el sistema simpático subordinado, constituyen el
mecanismo de adaptación inconsciente, de acuerdo a las condiciones variables
del estímulo, esenciales para la continuada existencia del organismo.
La
médula es, además y a la vez, una senda de comunicación entre los centros
superiores, y la periferia un centro independiente que regula las funciones de
mayor importancia en el sistema, Como se observará, las fibras nerviosas que
llevan los impulsos motores que descienden del cerebro a la médula espinal, la
atraviesan de un lado a otro súbitamente en su trayecto a través del bulbo
raquídeo (médula), hecho mencionado en los Tantras, cuando describen el Mukta
Triveni. Este último está conectado por numerosos conductos aferentes y
eferentes, con el cerebelo y los ganglios cerebrales.
Arriba
del cerebelo está el cerebro, cuya actividad está asociada en común con la
volición consciente, la ideación y el origen de los movimientos voluntarios. La
noción de conciencia, temario introspectivo de la sicología, no debe
confundirse con la función fisiológica. Por consiguiente, no existe un órgano
de conciencia, porque la conciencia no es un concepto orgánico, y nada tiene
que ver con el concepto fisiológico de la energía, cuyo aspecto interno introspectivo
representa.
La
conciencia en sí es el Atma. Tanto la mente, como el cuerpo, del cual el
cerebro es una parte, son imperfectos, o expresiones veladas de la conciencia,
y en el cuerpo está tan velada, que tiene la apariencia de inconsciencia. El
cerebro viviente está constituido por materia densa sensible (Mahabhuta),
infundida por el prana. Su material ha sido elaborado hasta constituir un
adecuado vehículo para la expresión de la conciencia en forma de mente
(antakarana).
Como
conciencia no es una propiedad del cuerpo ni una mera función del cerebro. El
hecho de que la conciencia mental esté afectada o desaparezca cuando hay
desórdenes cerebrales, prueba la necesidad del cerebro a fin de expresar tal
conciencia, y no que la conciencia sea inherente sólo a él o propiedad del
mismo.
A
cada lado de la columna vertebral hay una cadena de ganglios, conectados con
fibras nerviosas, llamada el cordón simpático (Ida y Pingala), que se extiende
desde la base del cráneo hasta el coxis, y se comunica con la médula espinal.
Debe observarse que en las regiones torácica y lumbar, un ganglio de cada
cadena corresponde con gran regularidad a cada nervio espinal, aunque en la
región cervical, parece que faltan muchos de ellos, y existen grupos
excesivamente grandes de estructura nerviosa en las regiones del corazón,
estómago y pulmones siendo los tres chakras superiores de los cinco a
describirse más adelante.
De
los cordones simpáticos que existen a cada lado, salen fibras nerviosas hacia
las vísceras del abdomen y el tórax, donde a su vez salen nervios que pasan de
vuelta a los nervios espinales, y otros que penetran en algunos nervios
craneanos, siendo de esta manera distribuidos a los vasos sanguíneos de las
piernas, el tronco y otras partes, donde llegan los nervios espinales o
craneanos.
Los
nervios simpáticos llevan principalmente impulsos que rigen el tejido muscular
de las vísceras, y la cubierta muscular de las pequeñas arterias en los
diversos tejidos. Por el simpático se mantiene el tono de los vasos sanguíneos,
debido a la acción del centro vasomotor en el bulbo raquídeo.
El
simpático, sin embargo, deriva de los impulsos que éste distribuye desde el
sistema nervioso central. No surgen del simpático mismo. Los impulsos parten de
la médula espinal, por las raíces anteriores de los nervios espinales, y pasan
por cortas ramificaciones a los cordones simpáticos. La actividad del sistema
simpático rige e influye la circulación, la digestión y la respiración.
La
disposición anatómica del sistema nervioso central es excesivamente intrincada,
y los acontecimientos que tienen lugar en esa maraña de fibras, células y
fibrillas, son actualmente casi desconocidos, por eso se ha aceptado que en la
descripción fisiológica del sistema nervioso central, sólo se indican las
sendas por las cuales los impulsos pueden pasar entre una parte del sistema y
otra, y deducir de las conexiones anatómicas, con mayor o menor probabilidad,
la naturaleza del nexo fisiológico, que sus partes y el resto del cuerpo forman
entre sí.
Sin
embargo, puede suponerse generalmente, según se dice, que existen razones por
las cuales hay centros nerviosos en el sistema central, relacionados de un modo
especial con mecanismos especialmente sensorios, secretorios o motores, y
centros tales como el pretendido centro génito-espinal, para una acción
fisiológica dada, existentes en determinada porción de la médula espinal. El
aspecto sutil de tales centros es denominado chakra como expresión de
conciencia (chaitanya), corporificada en varias formas de maya shakti.
Los
centros están relacionados mediante conductos intermedios, con los órganos
genitales de la micturición, de la digestión, de la acción cardíaca y de la
respiración, en relación final con los chakras: Muladhara, Svadhisthana,
Manipura, Anahata y Vishuddha respectivamente; así como se han asignado medios
de relación especial, aunque no exclusivos, con diversos procesos perceptivos,
volitivos e imaginativos. »
(The
Serpent Power, p.126-129)
Estos
centros varían en actividad, según la etapa de evolución del individuo. Algunas
personas han "despertado" ciertos centros y en otras los mismos
pueden estar relativamente pasivos; aún en otras, el centro plexo solar estará
activo o predominará, y también en otras lo estará el cardíaco o el laríngeo.
Son muy pocas las que tienen hoy activo el centro coronario.
Hablando
en términos generales, en los salvajes y en los pocos evolucionados, los tres
centros situados abajo del diafragma (los centros de la base de la columna
vertebral, sacro y plexo solar) están activos y dominantes, pero los situados
arriba del diafragma permanecen "dormidos".
En
la humanidad común el centro laríngeo está empezando a hacerse sentir, teniendo
todavía dormidos los centros cardíaco y coronario. En el ser humano altamente
evolucionado, en el líder de la raza, el filósofo intuitivo el científico, así
como en los grandes santos, el centro coronario y el cardíaco comienzan a hacer
sentir su vibración; se determina la prioridad del coronario y del cardíaco por
el tipo de persona, y la cualidad de la conciencia emocional y mental.
De
acuerdo al desarrollo del hombre, estos centros de fuerza se vivifican y
predominan y, según su vivencia, hacen sentir su presencia distintos tipos de
actividad. Los centros abajo del diafragma rigen la vida física de la forma
material y la vida síquica animal, que existen a la vez en el hombre y en el
animal. Los que están sobre el diafragma conciernen a la vida intelectual y
espiritual, y producen esas actividades en que el hombre demuestra ser
diferente y superior al animal y que va ascendiendo en la escala de la
evolución.
Esta es la enseñanza
abreviada de los siete centros o chakras.
Y
cuando comparamos la doctrina de Oriente sobre los siete centros, con la de
Occidente sobre las glándulas, hallamos, en primer término, un sobresaliente
hecho en lo que a ubicación se refiere. Los siete centros de fuerza residen en
la misma región en que están ubicadas las glándulas, y cada centro de fuerza
puede ser muy bien (y lo es, según la enseñanza indú) el origen de la fuerza y
de la vida de la correspondiente glándula. La siguiente clasificación
comparativa, demuestra idéntica ubicación:
CENTROS
|
GLÁNDULAS
|
Centro
coronario
Centro
del entrecejo
Centro
laríngeo
Centro
cardíaco
Centro
plexo solar
Centro
sacro
Centro
en la base de la columna vertebral
|
Glándula pineal
Cuerpo pituitario
Glándula tiroides
Glándula timo
Páncreas
Gónadas
Glándulas adrenales
|
Un
segundo hecho, aun más notable que el primero, es que cuando despiertan los
centros de fuerza, se adecuan a las glándulas, cuyas funciones son conocidas, y
de las cuales se han descubierto la mayor parte de las secreciones u hormonas.
Los centros dormidos, o que están despertando en los miembros avanzados de la
raza, se adecuan a las glándulas cuyas funciones son relativamente desconocidas
y cuyas secreciones no han sido en su mayor parte aisladas.
Se
observará, por ejemplo, según afirma el Dr. Berman, que la secreción de la
glándula pineal, una de las dos que existen en el cuerpo pituitario, y la
glándula timo, están catalogadas como desconocidas, así como también la
secreción de las glándulas adrenales. Éstas se adecuan a los centros cardíaco,
laríngeo, coronario y el de la base de la columna vertebral, dormidos o
despiertos.
¿No es ésta una
interesante coincidencia?
¿O enfrentamos el
hecho de que en cada caso, estas glándulas con las hormonas no descubiertas,
están aliadas a un centro dormido, y aún no despierto en la humanidad común?
Creo
que llegará a probarse algún día que las glándulas se han producido por la
energía de los centros, los cuales en la humanidad común están despiertos y
activos, parecen relacionarse con las glándulas cuya peculiar secreción ha sido
aislada, y reconocida su acción en el torrente circulatorio, mientras que esos
centros que se hallan aún dormidos y sin desarrollar, están aliados a glándulas
cuya secreción sólo es conocida parcialmente o desconocida totalmente. El
asunto es, en todo caso, digno de consideración.
El
psicólogo occidental tiene razón cuando declara que un hombre es lo que las
glándulas hacen de él, y que no somos mejores ni peores que nuestro peculiar
sistema endocrino. Pero la razón de esto puede radicar en la exactitud de la
teoría oriental referente a los centros de fuerza.
La
condición de las glándulas, su hiperactividad o su subnormalidad, su buen o mal
funcionamiento, pueden ser determinados por el estado de dichos centros. Las
glándulas son tan sólo símbolos externos, el aspecto visible, material, de un
sistema mucho más grande e intrincado. Están determinadas por el carácter de la
vida del alma, actuando por su intermedio, y por el alma que controla y domina
todo.
El
estado de los centros depende del tipo y calidad de la fuerza del alma que
vibra por medio de ellos. En la persona no evolucionada sencillamente es fuerza
vital, prana, que está activa y la registra. Esta fuerza nutre la vida animal,
y pone en actividad los centros inferiores (el de la base de la columna
vertebral y el sacro).
Luego,
a medida que el hombre se desarrolla, la conciencia, el aspecto alma, hace
sentir gradualmente su presencia, y pone en actividad el centro plexo solar.
Este centro es el asiento de la vida sensitiva síquica inferior, tanto del
hombre como del animal, y con frecuencia es denominado cerebro instintivo.
Bhagavan
Das enseña que:
« Debe
observarse que en la literatura sánscrita, se considera al ombligo,
frecuentemente, como más esencial y central que el corazón, para el organismo.
No faltan indicaciones de la importancia del corazón, pero en verdad..., es
probable que, fisiológicamente, el 'ombligo' fue el órgano más vital en las
primeras etapas de la evolución, y aún ahora se halla más esencialmente
conectado con el deseo propiamente dicho, que con el corazón, el cual puede
considerarse vinculado con la subdivisión activa del deseo. »
(The Science of the Sacred Word I,
p.82)
Bhagavan
Das cita a la Dra. Annie Besant en el párrafo siguiente:
« El
'ombligo' representa el plexo solar, que es quizás el plexo más importante del
sistema simpático; controla el tubo digestivo y envía sus ramificaciones al
hígado, bazo y estómago, así como al canal alimenticio y a los órganos genitales.
También está vinculado con los pulmones y el corazón.
Puede
considerárselo como el cerebro del sistema simpático, y responde con peligrosa
facilidad al pensamiento. La concentración sobre él, emprendida con frecuencia
de modo temerario, puede producir una forma peculiarmente irremediable de
enfermedad nerviosa. Las emociones hacen surgir en él violentas perturbaciones;
la sensación de náuseas, que sigue con frecuencia a los choques emotivos, se
debe a su excitada actividad. »
(The Science of the Sacred Word I,
p.83)
El
hombre funciona hoy, generalmente, a través de estos centros. Las fuerzas del
cuerpo sirven para nutrir y estimular la vida sexual por medio de las gónadas;
crean el impulso de luchar y evolucionar por medio de las adrenales, glándulas
de combate y de lucha; gobiernan la vida síquica instintiva, mediante el plexo
solar.
De
este modo se moviliza el hombre personal, y se convierte en un ser humano
consciente y sensible. A medida que su evolución avanza, el yo o alma, se hace
cada vez más activo y dominante en el hombre y en su existencia corporal; poco
a poco, todas las partes de la estructura etérica van vitalmente despertando.
Gradualmente, los centros superiores entran en creciente actividad, y el
énfasis de la fuerza que afluye a través del cuerpo, se traslada a los centros situados
arriba del diafragma.
El
centro laríngeo despierta, y se convierte en el órgano del trabajo creador; el
centro cardíaco se vivifica, y el hombre adquiere conciencia de la relación con
su alma, de sus responsabilidades grupales y de la inclusividad de la vida egoica.
Finalmente,
despiertan los centros de la cabeza, y otra serie de percepciones ingresa en su
conciencia. Se da cuenta entonces de sí mismo como alma, integrado como
personalidad, y es posteriormente consciente del mundo del espíritu, de la vida
divina, del invisible mundo de espíritus, y de esa "nube de
testigos", que testimonian la realidad de la vida del alma.
Uno
de los objetivos de la evolución humana es lograr esto. El centro de la base de
la columna vertebral y los centros cardíaco y coronario, tienen que entrar en
plena actividad funcionante, y así, por medio de la fusión de la energía
latente en la materia, acumulada en el centro de la base de la columna
vertebral, de la energía del alma, que tiene su asiento en el corazón, y de la
energía del espíritu, centrada en la cabeza, llevan al ser humano al punto más
alto de perfección.
En
virtud de esta fusión de energías, llega a ser una expresión activa de
Dios-espíritu, alma y cuerpo, fusionados y unidos de tal modo, que el cuerpo
llegue a ser, en realidad, el vehículo para el alma, y el alma, la expresión de
la voluntad y propósito del espíritu.
Cuando
Cristo estuvo en la Tierra dijo: "El que me ha visto a Mí, ha visto al
Padre" (Jn. 14:9) y también: "Quien crea en Mí, hará también las
obras que yo hago, y mayores obras hará, porque yo voy a mi Padre" (Jn.
14:12).
Él
era el alma encarnada en el cuerpo, revelando al Padre, al Espíritu, y mediante
el mecanismo del cuerpo, demostró los poderes del alma, que según dicen los
indúes, aparecen después de despertar los centros, y que se enuncian como:
1.
Ánima... Es el poder de penetrar en todos los cuerpos y resucitar a los
muertos. Cristo podía entrar en lugares cerrados sin ser visto y resucitar a
los muertos. (L.c. 24:36, Mr. 16.14, Jn. 20:19 y, 11).
2.
Mahima... el poder de incluir o expandirse, o de abarcar el universo. Cristo
sabía todas las cosas. (Mt. 12:25, Jn. 2:24 y 6:64).
3.
Laghima... el poder de hacerse liviano, de modo de poder flotar en el aire o
caminar sobre las aguas. Cristo caminó sobre las aguas. (Mt. 14:25, 26; Mr.
6:48).
4.
Garima... el poder de hacerse pesado. No hay indicación en las Escrituras
cristianas de que Cristo ejercitara ese poder.
5.
Prapti... la predicción de acontecimientos. (Cristo predijo su crucifixión Mt.
26:2, Lc. 34:7); el poder de curar enfermedades (Cristo curó a centenares, Mt.
12:15 y 14:15), de la clarividencia y clariaudiencia (Cristo fue clarividente,
Jn. 1:48, y clari- audiente, Jn. 12:29).
6.
Prakamega... el poder de conservar el cuerpo. Cristo reapareció a sus
discípulos después de la muerte, aparentemente con el mismo cuerpo con que Lo
conocían (Jn. 20:20, 27).
7.
Visitvan... el poder de autocontrol; el poder de dominar a los animales y a las
personas. Todo esto lo demostró Cristo, aun el de controlar a las personas
poseídas por el demonio, y a los cerdos que se precipitaron al mar desde un
lugar escarpado, (Mt. 8, Mr. 5 y 9).
8.
Ishatvan... el poder del dominio universal. Éste en todas partes se atribuye a
Cristo, y el estar sentado a la diestra de Dios lo indica.
La
posesión de estos poderes, y el cumplimiento de la profecía de Cristo, de que
haremos cosas más grandes, ¿es tan opuesto a lo que Occidente llama sentido común?
En
la radio difundimos ondas sonoras, las regulamos y las amplificamos, pero,
después de todo, no hacemos más que trasformar y reforzar las ondas sonoras que
nos llegan en la forma sutil original.
¿Qué cosa más natural
que el hombre que ha construido refuerzos mecánicos, llegue a ser él mismo tan
sensible que capte las ondas sonoras sin ayuda, y sea llamado, en consecuencia,
clariaudiente?
La
transmisión del pensamiento (que hasta los más escépticos tienen que
reconocer), ¿no es acaso un tipo especial de radiodifusión? Y de igual modo, en
los demás "milagros".
¿No está el mundo
material dominado por fuerzas y poderes más sutiles, y no puede aprender el
hombre, con el tiempo, a actuar en el campo de lo más sutil, y adquirir, por lo
tanto, un dominio sobre lo meramente físico y material?
Tal
es la milenaria creencia de la India, que por el desarrollo del alma y del
espíritu y el despertar de todos los centros, el hombre alcanza la madurez y la
gloria. »
(Esto corresponde al
capítulo seis titulado: “los siete centros de fuerza”)
OBSERVACIONES
Lo
primero que constato es que Alice Bailey no tenía conocimientos esotéricos sobre los chakras, y es por eso que la mayor parte de su texto se la pasó
copiando lo que escribieron otras personas. Pero en su ignorancia, ella eligió
a gente que tampoco tenía un verdadero conocimiento al respecto:
Por
ejemplo, René Guénon no dijo nada relevante, simplemente repitió lo que él leyó, y
si bien él era bueno para estudiar las religiones occidentales, en cambio era
pésimo para comprender el esoterismo oriental, y por lo visto a Alice Bailey no
le importó que ese individuo hubiera escrito un libro lleno de falsedades donde
difama a Blavatsky y a la Teosofía, tratándolas de fraudulentas.
Y
ante eso yo me pregunto;
¿Pues no que Alice
Bailey era discípula de Kuthumi y de Djwal Khul?
Entonces,
¿Cómo puede ella
respaldar a ese ignorante que fue René Guénon y que le hizo tanto daño a la
enseñanza teosófica que transmitieron los Adeptos?
Pero
lo que más me desconcierta es que Alice Bailey se la pasa disertando con el
sistema de siete chakras que difundió el orientalista británico Arthur
Avalon (también conocido como John
Woodroffe) y quien en 1918
tradujo un texto sanscrito escrito en el año 1577 por un tipo llamado Purnananda
Yati.
Pero
como lo explicó Hareesh quien es un experto en tantrismo y en el idioma sánscrito, Avalon hizo una traducción bastante mala, y además ese sistema septenario que difundió está muy
incompleto y tiene grandes omisiones en sus correspondencias. Y la explicación
que dio Hareesh la pueden leer en este otro capitulo (link).
Y
ante ese hecho, una vez más yo pregunto:
¿Si Alice Bailey era
discípula de Kuthumi y de Djwal Khul, por qué ella no utilizó el sistema que
enseñó Blavatsky y el cual se compone de 14 chakras mayores y 42 chakras menores?
Y
la respuesta es porque en realidad Alice Bailey NO fue discípula de los
maestros transhimaláyicos, sino que ella inventó esa mentira para darse más
prestigio, y como ella vio que los demás esoteristas estaban hablando sobre los
chakras, pues ella no podía quedarse atrás, ya que ella pretendía ser una gran
ocultista.
Pero
como ella no tenía conocimientos al respecto, ella se basó en lo que leyó, sin
percatarse que el sistema de los siete chakras que difundió Avalon no es el más
adecuado y tampoco es el que enseñaron los maestros teosóficos.
Y
esta es una prueba más que Alice Bailey fue muy embustera.
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