Para
elaborar su libro “Las Tres Montañas”
y más particularmente el capítulo 33 titulado “El Dragón de las Tinieblas”, Samael
tomó varios textos del libro “El Paraíso
Perdido” escrito por el famoso escritor inglés del siglo XVII, John Milton,
y a continuación les pongo algunos ejemplos de ello:
MILTON
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SAMAEL
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Los
secretos del antiguo abismo, sombrío e inmenso océano, sin límites ni
dimensiones, donde se pierden la extensión, la profundidad, el tiempo y el
espacio; donde la primitiva Noche y el Caos, progenitores de la Naturaleza
viven en eterna discordia, entre el rumor de perpetuas guerras, y sostenidos
sólo por sus perturbaciones.
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Terribles
son los secretos del viejo abismo, océano sombrío y sin límites, donde la
noche primogénita y el Caos, abuelos de la naturaleza, mantienen una perpetua
anarquía en medio del rumor de eternas guerras, sosteniéndose con el auxilio
de la confusión.
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El
calor, el frío, la humedad y la sequía, terribles campeones, se disputan la preferencia,
lanzan al combate sus átomos embrionarios los cuales agrupados en diversas
tribus alrededor de la bandera de sus legiones, pesada o ligeramente armados,
agudos, redondos, rápidos o lentos, pululan en número infinito como las
arenas de Barca o del ardiente suelo de Cirene, y van arrebatados a tomar
parte en la lucha de los vientos o a servir de contrapeso a sus raudas alas.
El
que lleva en pos mayor número de átomos, domina por un momento; el Caos
impera como árbitro; sus mandatos aumentan más el desorden que le da el
cetro, y a falta de él lo gobierna todo el Acaso como ministro supremo.
En
aquel hórrido abismo, cuna de la Naturaleza y tal vez su tumba, que no es ni
mar ni tierra, ni aire, ni fuego, sino mezcla de todos los elementos, los
cuales confundidos en sus fecundos gérmenes deben luchar así perpetuamente, a
no ser que el Creador Supremo destine sus impuros materiales a la formación
de nuevos mundos.
En
aquel hórrido abismo, al borde del infierno, se detuvo el cauteloso Satán, y
lo contempló algún tiempo reflexionando en su viaje, pues no era un pequeño
estrecho el que tenía que atravesar.
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El
calor, el frío, la humedad, la sequía, cuatro terribles campeones, se
disputan allí la superioridad y conducen al combate sus embriones de átomos,
que agrupándose en torno de la enseña de sus legiones y reunidos en
diferentes tribus, armados ligera o pesadamente, agudos, redondeados, rápidos
o lentos, hormiguean tan innumerables como las arenas del Barca o las de la
ardiente playa de Cirene, arrastrados para tomar parte en la lucha de los
vientos y para servir de lastre a sus alas veloces.
El
átomo a quien mayor número de átomos se adhiere domina por un momento; el
Caos gobierna como árbitro, y sus decisiones vienen a aumentar cada vez más
el desorden, merced al cual reina; después de él, es ostensible que en esos
Mundos Infiernos el acaso lo dirige todo.
Ante
aquel abismo salvaje, cuna y sepulcro de la naturaleza, ante aquel antro que no
es mar ni tierra, ni aire ni fuego, sino que está formado de todos esos
elementos, que, confusamente mezclados en sus causas fecundas, deben combatir
del mismo modo siempre, a menos que el Demiurgo Creador disponga de sus
negros materiales para formar nuevos mundos, ante aquel Tártarus Bárbaro, el
Dragón de las tinieblas exhaló su postrer aliento.
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Otros,
y que creciendo cada vez más, formaban con sus escamosos pliegues un confuso
laberinto … el Cocito, así llamado por los lamentos que se oyen en lo
interior de sus doloridas ondas.
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Bosques
impenetrables separan el Averno del Mundo de Luz; y las aguas del pálido río,
el Cócito, trazan repliegues laberínticos en aquella penumbra, cuya sola
imagen estremece.
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Iba
pues pensativo y lentamente subiendo Satán por la empinada y áspera colina,
sin hallar camino alguno entre los enmarañados zarzales y malezas que
estorbaban el paso a hombres y animales.
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El
escarpado Sendero, virando sorpresivamente hacia la izquierda, penetró dentro
de ciertas colinas muy pintorescas.
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A
la manera que un lobo rapaz obligado por el hambre a rastrear una nueva
presa, acecha los lugares del campo en que los pastores encierran por la
noche sus ganados, creyéndolos seguros, y salta por encima del redil, cayendo
en medio del rebaño.
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En
esos instantes de terror surge de entre la maleza un lobo sanguinario, que
feroz y con mirada aviesa intenta en vano agarrar su presa; ante aquél huyen
de la Parca despiadada algunas gallinas que desesperadas cacarean.
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Y también para
elaborar su libro “El Parsifal Develado”,
Samael tomó más textos del libro “El
Paraíso Perdido” de John Milton, y a continuación les pongo varios de los
textos más fragrantes:
MILTON
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SAMAEL
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Primero
Moloc, rey horrible, manchado con la sangre de los sacrificios humanos y destilando
lágrimas paternales aunque con el estrépito de tambores y timbales, no fueron
oídos los gritos de los hijos arrojados al fuego para ser después ofrecidos
al execrable ídolo.
Los
Ammonitas lo adoraron en la húmeda llanura de Rabba, en Argob y en Basán
hasta las extremas corrientes del Arnón; y no contento con tan dilatado imperio,
indujo por medio de engaños al sabio Salomón a que le erigiera un templo
frente al de Dios, en el monte del Oprobio, consagrándole luego un bosque en
el risueño valle de Hinnón, llamado desde entonces Tophet y negro Gehenna,
verdadero emblema del infierno.
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Recordemos
primeramente a Moloch, ángel otrora luminoso, horrible rey manchado con la
sangre de los sacrificios humanos y con las lágrimas de los padres y de las
desesperadas madres, si bien, a causa de los sonidos de tambores y timbales,
apenas si se escuchaban los clamores de los hijos cuando, arrojados al fuego,
se inmolaban despiadadamente a aquel execrable monstruo, bello Dios de otros
tiempos.
Los
Amonitas le adoraron en Rabba y en su húmeda llanura, en Argob y en Basam
hasta las más remotas corrientes del Arno.
Cuenta
la leyenda de los siglos que Salomón hijo de David, Rey de Sión, levantó un
templo a Moloch en el monte del oprobio. Y dicen los siete señores del tiempo
que posteriormente el viejo sabio dedicó a tal ángel caído un bosque sagrado
en el dulce valle de HINNOM.
Fecunda
tierra perfumada que por tal motivo tan fatal, cambiara desde entonces su
nombre por el de Tofet y la negra Gehena, verdadero tipo del infierno.
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A
Moloc seguía Chamós, obsceno numen de los hijos de Moab, desde Aroax hasta
Nebo y el desierto más meridional de Abarim; en Hesebón y Horonaim, reino de
Seón; allende el floreciente valle de Sibma, tapizado de frondosas vides y en
Elealé, hasta el Asfaltite.
Llamábase
también Péor, cuando en Sittim incitó a los israelitas que bajaban por el Nilo
a que le hicieran lúbricas oblaciones, que tantas calamidades les produjeron.
De allí propagó sus lascivas orgías hasta el monte del Escándalo, cercano al
bosque del homicida Moloc, donde se unieron la disolución y el odio, hasta
que el piadoso Josías los desterró al infierno.
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Tras
MOLOCH, HOMBRE-ÁNGEL de la arcaica Lemuria Volcánica, donde los ríos de agua
pura de vida manaban leche y miel, viene luego BAAL PEHOR el obsceno terror de los hijos
de MOAB, que habitaban desde Aroer hasta NEBO y aún mucho más allá de la
parte meridional del desierto de Abarim.
Gentes
de HESEBOM y HERONAIM en el reino de Sión y más allá de los florecientes
valles de SIBMA, tapizados de viñas y en Elealé, hasta el lago ASFALTITES.
Espantoso,
izquierdo, tenebroso BAAL PEHOR: En SITTIM incitó a los israelitas durante su
marcha por el Nilo a que le hicieran lúbricas oblaciones, que tantos males
les acarrearon.
Desde
allí, este ELOHIM caído entre los rojos incendios Luciferinos, astutamente
extendió sus lascivas orgías tenebrosas hasta el mismo monte del escándalo,
muy cerca del bosque del homicida
MOLOCH.
Es
obvio que así quedó establecida la concupiscencia abominable al lado del
odio, hasta que el piadoso JOSÍAS los arrojó en el infierno.
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Con
estas divinidades llegaron aquellas que desde las orillas del antiguo
Eúfrates hasta la corriente que separa a Egipto de las tierras sirias, son generalmente
conocidas con los nombres de Baal y de Ascaro.
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Con
estas Divinidades terriblemente malignas que en el viejo continente MU fueran
en verdad hombres ejemplares, ángeles humanizados, acudieron aquellas que,
desde las deliciosas riberas que bañan las aguas tormentosas del antiguo
Eufrates hasta el torrente que separa a Egipto de la tierra de Siria, llevan
los nombres indeseables de BAAL y ASTAROTH.
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El
último fue Belial. Nunca cayó del cielo espíritu más impuro ni más torpemente
inclinado al vicio por el vicio mismo. No se elevó en su honor templo alguno
ni humeaba ningún altar; pero, ¿quién se halla con más frecuencia en los
templos y los altares.
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Continuando
después en orden sucesivo aparece BELIAL: Desde el EMPÍREO ciertamente no ha
caído un espíritu más impuro ni más groseramente inclinado al vicio que esta
criatura que en los antiguos tiempos lemúricos fuera realmente un Maestro o
Gurú angélico de inefables
esplendores.
Este
Demonio -Deiduso en otros tiempos-, no tenía templos ni se le ofrecieron sacrificios
en ningún altar, y sin embargo, nadie está con más frecuencia en los templos
y en los altares.
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Cuando
el sacerdote reniega de Dios, como renegaron los hijos de Elí, que mancharon
la casa divina con sus violencias y prostituciones.
Reina
también en los palacios, en las cortes y en las corrompidas ciudades donde el
escandaloso estruendo de ultrajes y de improperios se eleva sobre las más
altas torres y cuando la noche tiende su manto por las calles, ve vagabundear
por ellas a los hijos de Belial, repletos de insolencia y vino.
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Cuando
el sacerdote se vuelve ateo, como los hijos de Elí, que desgraciadamente
llenaron de prostituciones y de violencia la casa del Señor, se convierten de
hecho en esclavos de BELIAL.
HIEROFANTE
sublime de las épocas arcaicas de nuestro mundo, ángel delicioso, ahora malvado
Demonio-Luciférico: Reina también en los palacios y en las cortes fastuosas y
en las ciudades disolutas, donde el ruido del escándalo, de la lujuria y el
ultraje se eleva sobre las más elevadas torres.
Y
cuando la noche oscurece las calles, entonces vagan los hijos de BELIAL
llenos de insolencia y de vino.
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Testigos
las calles de Sodoma y la noche de Gabaa, cuando fue menester exponer en la puerta
hospitalaria a una matrona para evitar rapto más odios.
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Testigos
de ellos son las calles de Sodoma y aquella noche horrible en que en una
puerta de GAABA se expuso una matrona para evitar un rapto más asqueante.
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Azazel
, gran querubín, reclama de derecho tan envidiable honor, y desenvuelve de la
luciente asta la bandera imperial, que enarbolada y tendida al aire, brilla
como un meteoro, con las perlas y preciosos metales que realzan las armas y
trofeos de los serafines.
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¿Y
qué diremos ahora de AZAZEL, glorioso QUERUBÍN, hombre extraordinario de la
tierra antigua?
(…)
Despliega
el caído del asta brillante a la enseña imperial, que adelantada, extendida y
agitada al viento, brilla como un meteoro, con las perlas y el rico brillo
del oro que dibujan en ella las armas y los trofeos seráficos.
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Mammón,
el menos altivo de los espíritus caídos del cielo, pues aún en éste sus
miradas y pensamientos se dirigían siempre hacia abajo, admirando más las
riquezas del pavimento celestial, donde se pisa el oro, que cuantas cosas
divinas o sagradas se gozan en la visión beatífica de la tierra, y con impías
manos arrancaron a su madre las entrañas para apoderarse de tesoros que valdría
más estuviesen para siempre ocultos.
Abrió
en breve la gente de Mammón una ancha brecha en la montaña, y extrajo de sus
simas grandes porciones de oro.
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Y
viene después MAMMOM, el menos elevado de los HOMBRES-ÁNGELES de la antigua
Arcadia, caído también en la generación bestial.
El
fue el primero que enseñó a los habitantes de la tierra a saquear el centro
del mundo, como así lo hicieron extrayendo de las entrañas de su madre unos
tesoros que valdría más que quedasen ocultos para siempre.
La
banda codiciosa de MAMMOM abrió en breve una ancha herida en la montaña y
extrajo de su seno grandes lingotes de
oro.
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Adramalec
y Asmodeo a pesar de sus gigantescas fuerzas y sus diamantinas armaduras, viéndose
ambos tronos castigados cuando más prepotentes se creían.
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ANDRAMELECK,
del que tanto hemos hablado en nuestros pasados libros Gnósticos, y ASMODEO
su hermano.
Dos
resplandecientes TRONOS del cielo estrellado de URANIA caídos también en la
generación animalesca.
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Y este es un ejemplo
más de los numerosos plagios que efectuó Samael Aun Weor.
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