Las tres siguientes
personas atestiguaron que Madame Blavatsky podía hacer teletransportar cigarrillos a
través del espacio, y esas personas enviaron sus testimonios al periódico Pioneer, el cual publicó sus cartas.
Testimonio de Alicia
Gordon
« Señor
editor,
El
relato hecho sobre el descubrimiento del broche, propiedad de Madame Hume, ha
dado origen al envío de varias cartas y ha provocado diversas cuestiones a las
cuales tengo la intención de contestar pronto, pero por ahora creo hacer un
acto de justicia dando nuevos detalles sobre los poderes ocultos que posee Madame
Blavatsky.
Fijándome
en esto, debo olvidarme del ridículo en que voy a ser acusada y que es un arma
contra la cual los que se ocupan de estas cuestiones, ya estamos acorazados.
El
jueves último, a las diez y media aproximadamente, yo me encontraba sentada en
el aposento de Madame Blavatsky conversando con ella, y de manera casual le
pregunté si podría enviarme algo por medios ocultos cuando yo volviera a mi
casa. .
Ella
me contestó que no y me explicó que para establecer una corriente magnética en
un sitio señalado, había entre otras condiciones, que conocer el sitio y haber
estado allí, y cuanto más recientemente, mejor.
Pero
entonces me comentó que en aquella misma mañana ella había ido a la casa de una
persona, cuyo nombre le vino a la memoria* y después de reflexionar un
instante, dijo que ella podría enviar a ese lugar un cigarrillo, y yo podría ir
inmediatamente para comprobar el hecho. Algo que por supuesto accedí.
Debo
mencionar aquí que ya la había visto hacer ese tipo de cosas una vez antes; y
la razón que ella da para enviar cigarrillos es que el papel y el tabaco
siempre los lleva consigo, por lo que estos se encuentran altamente impregnados
de su magnetismo, y por lo tanto son más susceptibles a su poder, lo que ella
enfáticamente declara no es sobrenatural, sino simplemente la manifestación de
leyes desconocidas todavía por nosotros.
Entonces
ella sacó un papel de fumar y lentamente arrancó una esquina lo más en zigzag
posible, nunca quité los ojos de sus manos. Luego ella me dio esa esquina que
de inmediato puse en un sobre, y el cual ya no se separó de mí.
Luego
hizo un cigarrillo con el resto del papel y me dijo que probaría un experimento
que tal vez no tendría éxito, pero en caso de fracaso, eso no tendría ninguna
consecuencia sobre mí.
Entonces
puso el cigarrillo en el fuego y lo vi arder, y me dirigí de inmediato a la
casa señalada, apenas capaz de creer que debería encontrar en el lugar indicado
por ella la contraparte del papel de cigarrillo que yo tenía. Pero,
efectivamente allí estaba, y en presencia del caballero y de su esposa, abrí el
cigarrillo y encontré que el pedazo del papel que yo tenía encajaba exactamente
con el papel de ese cigarrillo.
Sería
inútil tratar de explicar cualquier teoría relacionada con estos fenómenos, y
no sería razonable esperar que alguien crea en ellos, a menos que su propia
experiencia haya demostrado la posibilidad de tales maravillas.
Todo
lo que uno pregunta o espera es que algunos de los miembros más inteligentes de
la comunidad puedan ser conducidos a examinar la gran cantidad de evidencia
ahora acumulada de los fenómenos que tienen lugar en toda Europa y América.
Es
una lastima ver a la mayoría de la gente vivir en una completa ignorancia de
estos hechos, cuando están al alcance de cualquier investigador que desee examinar
su realidad. »
(* Nota: esta casa donde se encontró el cigarrillo es del Sr. O'Meara y él
está dispuesto a declarar que lo que digo aquí es cierto.)
Testimonio del
Capitán P.J. Maitland
« Señor
editor,
Me
han solicitado que diese cuenta sobre un hecho que tuvo lugar en mi presencia
el día 13 de este mes. La noche de aquel día, estuve sentado con Madame
Blavatsky y el coronel Olcott en el salón del señor Sinnett, en Simla.
Y
después de haber hablado de varias cosas, Madame Blavatsky dijo que tendría
deseo de hacer una experiencia de la manera que le había sido sugerida por el
señor Sinnett.
Entonces
ella sacó de su bolsillo dos hojas de papel para fumar y trazó con un lápiz
sobre cada una de ellas dos líneas paralelas. Después, rasgó las extremidades
perpendicularmente a las líneas y me las dio.
Yo
vigilaba con atención lo que ella estaba haciendo y cuando le sugerí yo
hacerlo, ella me explicó que entonces el experimento fallaría porque eso
impregnaría las hojas de mi magnetismo personal, lo cual neutralizaría el suyo.
Sin
embargo, ella me dio inmediatamente los pedazos rasgados y yo no apercibí nada que
pudiera hacerme sospechar el menor movimiento de mano, y por eso la
autenticidad del fenómeno reposa en este punto importante.
En
mi mano izquierda, guardé estas partes separadas de las hojas completas hasta
la conclusión de la experiencia. Y con los dos pedazos mas largos, Madame
Blavatsky hizo dos cigarrillos, y me hizo tener el primero, mientras ella hacia
el otro.
Yo
examiné este cigarrillo con mucha atención, a fin de poder reconocerlo mas
adelante. Una vez los cigarrillos enrollados, Madame Blavatsky se levantó, los
colocó entre sus manos que frotó una contra otra, y al cabo de veinte o treinta
segundos, el ruido del papel frotado que se oía, cesó por completo.
Entonces
dijo que había una corriente magnética que circulaba a la extremidad del cuarto
y que podía enviarlos a través de ella, pero solamente cerca de los alrededores
del sitio en donde nos encontrábamos. Y algunos instantes después, nos informaba
que uno de los cigarrillos había caído encima del piano, y el otro cerca del
estante.
Yo
estaba sentado en el sofá, la espalda apoyada hacia la pared, el piano estaba colocado
justo en frente de mí, y el estante que tenía algunas porcelanas, se hallaba a
la derecha, entre el piano y la puerta. La habitación era algo estrecha, por lo
que los dos muebles estaban plenamente a mi vista.
Montones
de papeles y cuadernos de música cubrían la tapa del piano. Y Blavatsky me dijo
que el cigarrillo debía de estar entre ambos muebles. Entonces yo mismo removí
los cuadernos uno por uno, sin ver nada, y luego abrí el piano y encima de una
de las tablillas del interior encontré el cigarrillo.
Lo
saqué y reconocí ser el mismo que había tenido en mis manos. Mientras que el
otro cigarrillo fue encontrado encima de un vaso tapado en el estante. Y los
dos cigarrillos estaban aún húmedos en sus bordes.
Los
llevé y los puse sobre una mesa antes que el coronel Olcott y Madame Blavatsky
los hubiesen tocado o visto. Y habiéndolos desenvuelto, pude convencerme que
sus dentellones correspondían exactamente a los dos pedazos que había
conservado en mi mano durante todo ese tiempo.
Las
marcas del lápiz coincidían igualmente. Las hojas eran las mismas que se habían
desgarrado antes, y los dos pedazos estuvieron siempre en mi poder.
Y
añadiré que el coronel Olcott estaba sentado cerca de mí, la espalda vuelta
hacia Madame Blavatsky, y que él no se movió durante todo el tiempo que duró el
experimento. »
(* Observación: la teoría es que una corriente de magnetismo puede hacerse
para transportar objetos, previamente disipados por la misma fuerza, a
cualquier distancia, y a pesar de la intervención de cualquier cantidad de
materia.)
Testimonio de Charles
Francis Massy
« Señor
editor,
Con
motivo de la correspondencia que informan las columnas de vuestro periódico,
respecto a las recientes manifestaciones de Madame Blavatsky, pienso interesar a
vuestros lectores dándoles aquí la reseña notable de un incidente del cual yo
fui testigo la semana pasada.
Durante
una visita que le hice a Madame Blavatsky, esa dama desgarró la esquina de una
hoja de papel para fumar y me suplicó tenerla, lo cual yo hice. Y con el resto,
ella enrolló un cigarrillo ordinario, el cual en breves instantes desapareció
de sus manos.
Estábamos
ya en el salón, cuando le pregunté a Madame Blavatsky si se encontraría el
cigarrillo, y después de una ligera pausa, ella me dijo que la acompañase a la
sala del comedor donde ella me aseguró que el cigarrillo debía estar sobre la
cortina de la ventana.
Con
ayuda de una mesa, y encima colocando una silla, alcancé, no sin dificultades,
el cigarrillo, el cual se encontraba en el sitio señalado.
Lo
abrí y el papel era el mismo que yo había visto algunos instantes antes en el
salón, y efectivamente el pedazo que tenía en mi poder se adaptaba
perfectamente con el papel en donde estaba el tabaco.
En
mi opinión, la prueba del experimento fue tan satisfactoria que no se podría
dudar de ella. Me guardaré en cambio dar mi opinión sobre las causas de cómo se
produce ese fenómeno, ya que estoy persuadido de que los lectores que tienen
interés por estas cuestiones, preferirán formar sus propios conceptos con la
ayuda de sus propias experiencias.
Os
presento el hecho escuetamente sin añadirle ni quitarle nada.
Y
permítaseme hacer presente que yo no formo parte de la Sociedad Teosófica y que
tampoco quiero pasar como un partidario de la ciencia oculta, aunque simpatizo
enteramente con los objetivos nobles que persigue y proclama esa organización
de la que el coronel Olcott es su presidente. »
Comentarios de Alfred
Sinnett
El
señor Sinnett quien en ese momento era el editor de ese periódico, añadió las
siguientes reflexiones:
« Naturalmente
una persona familiarizada con la prestidigitación, dirá que el fenómeno
referido puede imitarlo cualquiera dotado de cierta habilidad con las manos, y para
ello agarrar dos hojas de papel, juntarlas y desgarrar los ángulos de manera
que la escotadura sea semejante en las dos hojas. Entonces enrolla un
cigarrillo con una de las hojas, y no hay más que colocarlo en el sitio donde
será encontrado más tarde.
Mientras
que la segunda hoja se tiene escondida debajo de la otra que se rasga en
presencia del testigo, y se le da al testigo uno de los ángulos rasgados, en vez
de aquel que ha visto romper. También hacéis vuestro cigarrillo y disponéis de
él como os parezcáis; entonces hacéis descubrir el cigarrillo que habéis
escondido.
Y
puede uno figurarse tras este procedimiento, otras combinaciones, y para las
personas que no han visto á Madame Blavatsky ejercer sus poderes con los
cigarrillos, inútil seria explicar que ella no procede como un prestidigitador,
y que es imposible al testigo dotado del mejor buen sentido dudar un instante
de la autenticidad del papel que tiene en la mano, y que ha visto desgarrarse
enfrente de sus ojos, y que además está cubierto con las señales del lápiz que
ella ha trazado en ese papel.
Sin
embargo, aunque la experiencia me haya demostrado que generalmente se mira como
sospechoso el fenómeno citado, siempre éste ha sido muy convincente para las
personas, aún las más meticulosas y desconfiadas, que lo han presenciado. »
(Todo esto se publicó en el libro
“El Mundo Oculto”, p.87-92, 2ed)
OBSERVACIONES
Esa
explicación de poner dos hojas de papel una encima de la otra, para que así al desgarrarlas
tengan la misma forma, suena bien en teoría, pero el detalle es que las
personas que presenciaron ese fenómeno se encontraban en frente de Blavatsky, a
solo unos centímetros de ella, y por lo tanto esas personas podían muy bien ver
la hoja de papel y darse cuenta si eran dos hojas o una sola.
Pero
aún suponiendo que Blavatsky hubiera podido engañarlos.
1)
En el primer caso, ¿cómo le hizo Blavatsky para llevar el cigarrillo hasta esa
casa que ella había visitado en la mañana, si Blavatsky ya no se movió y Alicia
Gordon fue quien se desplazó a esa casa?
Supongamos
que Blavatsky hubiera dejado un cigarrillo cuando ella visitó esa casa en la mañana,
pero entonces la hoja de papel de ese cigarrillo ya no coincidiría con la hoja que Blavatsky rompió enfrente
de la señora Gordon.
Y
supongamos que ella hubiera tenido un cómplice. Pues bien, veo muy difícil que
ese individuo haya podido ir corriendo hasta esa casa y meterse para depositar
el cigarrillo sin haber sido descubierto por el Sr. O'Meara, y además con el riesgo de que lo
encarcelaran por invadir una propiedad ajena.
2)
Y en el segundo caso:
¿Cómo
le hizo Blavatsky para meter el cigarrillo dentro del piano, cuando el señor
Maitland estaba en frente del piano y por lo tanto él se habría inmediatamente
dado cuenta?
¿Y
cómo le hizo Blavatsky para que las dos líneas paralelas que ella puso sobre el
papel, también aparecieran en el supuesto papel escondido, si ella solo las pudo
marcar en la hoja visible?
3)
Y en el tercer caso:
¿Cómo
le hizo Blavatsky para poner el cigarrillo sobre la cortina de la ventana, si
ella no se separó del señor Massy?
Y
suponiendo una vez más que ella hubiera tenido un cómplice, ¿cómo le hizo ese individuo
para poner el cigarrillo en un lugar que se encontraba tan alto? ¿Aventando varias
veces el cigarrillo para ver si en uno de esos intentos por fin le atinaba?
Eso
no me parece factible.
TESTIMONIO DE WILLIAM
JUDGE
Y
Blavatsky no solo teletransportó cigarrillos, sino que también teletransportó otros
pequeños objetos como lo señaló William Judge, quien en un artículo titulado “Las
prácticas ocultas”, escribió lo siguiente:
« Sobre el fenómeno de la teletransportación, yo puedo
asegurar que he visto humanos lograr eso (Blavatsky y los Maestros), y que
muchos testimonios han sido ofrecidos por otras personas al respecto. Por
ejemplo en los registros del espiritismo hay muchos testigos a ese efecto, y
estoy hablando de los casos que han sido demostrado encontrarse libres de
fraude.
Sin embargo los espiritistas no
saben explicar cómo se logra ese fenómeno, pero el hecho es que entre los
médiums más poderosos, la operación ha sido realizada por una fuerza
desconocida que actúa bajo una guía oculta.
Y también historias budistas e
hindúes narran de sucesos parecidos, pero hay que precisar que esta hazaña no
es lo mismo que la proyección de un objeto o una forma humana a través del
espacio (como es el caso de la proyección astral).
Un caballero de gran carácter y
habilidad en el noroeste me dijo en una ocasión que un hombre desconocido llegó
un día a su pueblo, y al exhibir algunos anillos de metal, estos pasaron uno a
través del otro, y uno de los anillos pareció fundirse en el punto de contacto.
Y también Madame Blavatsky me ha
narrado muchos de esos sucesos, y yo la he visto hacer lo mismo. Como por
ejemplo en una ocasión ella puso un anillo en frente de mi vista, y al
colocarlo sobre la mesa ella hizo que este apareciera sin tocarlo dentro de un
cajón cerrado que se encontraba cerca.
Y en ese caso, o bien ella lo
desintegró e hizo que entrara en el cajón y una vez dentro lo volvió a
materializar, o bien ella volvió permeable el cajón por un momento para poder
introducir el anillo a través de él, o logró hipnotizarme y hacerme creer eso aunque
yo sintiera que mantenía todos mis sentidos en alerta, poniendo el objeto en el
cajón mientras que yo no me daba cuenta.
Sin embargo esta última opción no la
considero factible porque las circunstancias y el motivo fueron tales como para
excluir la teoría del hipnotismo; y es que ella hizo esa proeza para mostrarme
que tal fenómeno si era posible y para darme una pista de la operación. Y
también para explicarme cómo podrían hacerse las cosas tan extrañas que se
mencionan en el espiritismo, y que para efectuarlo de manera consciente debe de
ser hecho bajo las leyes de la mente del hombre y de la naturaleza.
Y yo sé que todo esto puede parecer
muy fantasioso, pero hay quienes saben de su propio conocimiento que todo lo
que mencioné aquí está de acuerdo con los hechos. Y en un futuro no muy lejano
la ciencia moderna comenzará a admitir todas estas cosas, aceptando cada vez
más el aspecto oculto del cosmos, y eliminando paulatinamente las nociones
materialistas que prevalecen actualmente hacia el hombre y la naturaleza. »
(Revista “The Path” de
diciembre de 1893)
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