LOS PODERES QUE TENÍA BLAVATSKY ATESTIGUADOS POR FRANCESCA ARUNDALE

 
Francesca Arundale fue una teósofa inglesa que hospedó en su casa a Blavatsky cuando ella estuvo en Londres en 1884, y sobre este tema la señora Arundale escribió lo siguiente:
 
 
Los pocos meses del verano de 1884 que Madame Blavatsky pasó en nuestra casa en Elgin Crescent estuvieron marcados por eventos de un carácter curioso y excepcional, todos testimoniaron el hecho de que la personalidad llamada Madame Blavatsky era diferente en la mayoría de las características de los que la rodeaban, y multitudes de visitantes de todas las clases atestiguaron el interés que ella suscitó.
 
Mientras ella estaba con nosotros, tenía la costumbre de dedicar la primera parte del día a escribir; por lo general comenzaba a las siete en punto, pero a menudo antes, y era muy raro que las veces en que entré en su habitación a eso de las ocho de la mañana no la encontrara ya en su escritorio en el que después de un pequeño intervalo para el almuerzo, ella continuaba trabajando hasta las tres o cuatro de la tarde.
 
Entonces fue cuando comenzaba el periodo de recepción de la gente, y desde la tarde hasta la noche llegaba una sucesión constante de visitantes. La anciana dama sentada en su sillón en el pequeño salón (que apenas era lo suficientemente grande para la afluencia de invitados) era el centro de un círculo inquisitivo. Muchos por supuesto atraídos por la fama de sus grandes poderes, venían simplemente por curiosidad.
 
En aquellos días la Sociedad de Investigaciones Psíquicas todavía no había emitido su famoso informe y algunos de sus miembros estaban presentes a menudo buscando las señales y prodigios que tanto deseaban contemplar.
 
Una tarde se había reunido un pequeño grupo en el salón trasero, y entre ellos estaban algunos miembros prominentes de la SPR, Madame Blavatsky fue solicitada seriamente para producir algunos fenómenos, y ella respondió riendo como tantas veces lo hizo a solicitudes similares:
 
-        "¿Qué quieres hacer con los fenómenos? No son más que trucos psicológicos y de poco valor para los estudiantes serios."
 
Sin embargo finalmente ella consintió en probar si podía hacer algo, y sentándose entre los demás alrededor de la mesa grande, ella se unió a la conversación, y la conversación fluyó durante un corto tiempo en la forma fácil que siempre sucedía cuando ella estaba rodeada de mentes intelectuales. Pero en muy poco tiempo, un sonido sorprendentemente dulce y cristalino conocido como el infierno astral se comenzó a escuchar y se repitió varias veces para gran deleite y placer de aquellos que nunca lo habían escuchado antes.
 
Los señores presentes pertenecientes a la SPR se declararon más que satisfechos, remarcando más de una vez que no cabía duda de la autenticidad de aquel fenómeno.
 
Les podría hablar de muchos otros fenómenos que le solicitaron y que ella produjo, pero conociendo el valor que la propia Madame Blavatsky le dio a estas cosas, sería un pobre tributo a su memoria presentar lo que es la menor parte de su trabajo. Además que los Investigadores de la Sociedad Psíquica y los cazadores de fenómenos, y aquellos que solo venían a ver y maravillarse, eran solo una parte de la gran multitud que la visitaba.
 
 
 
Su gran erudición a pesar que no había estudiado
 
Muchas mentes serias dedicadas al estudio científico o filosófico venían una y otra vez, atraídas por el poder de un intelecto que mostraba su gran fuerza en la forma en que trataba los muchos temas que se le presentaban.
 
Reputados profesores de Cambridge venían y pasaban una tarde ocasional en su compañía, y ahora recordando esos eventos puedo percibir ante mí la forma voluminosa de Madame Blavatsky con la túnica holgada en el gran sillón, con la canasta de tabaco a su lado, respondiendo preguntas profundas y sabias sobre teorías de la cosmogonía y las leyes que rigen la materia, mientras ella torcía los cigarritos que ella misma fumaba constantemente y regalaba a sus invitados.
 
 
 
Los fenómenos que Blavatsky produjo en Alemania
 
Todo el grupo [o sea Blavatsky y la principal gente que la acompañaba] había recibido una invitación del señor y la señora Gebhard, de Elberfield, para que pasaran el mes de agosto en su casa, y en consecuencia el 16 de ese mes Madame Blavatsky, acompañada por el Sr. M. Chatterji y varios teósofos, entre los que nos contábamos, partimos a Alemania.
 
Recuerdo bien la mayoría de los fenómenos de ese viaje, el amable cuidado de nuestro anfitrión, el Sr. Gebhard, quien tomó todas las precauciones para hacerlo lo más fácil posible para Madame Blavatsky, la amena y animada conversación que hubo entre todos nosotros en el tren, la curiosidad que provocamos en algunas de las estaciones en Alemania donde paramos y donde probablemente nunca antes se había visto un tipo como el Sr. Chatterji [quien era indio] y muchos otros detalles que aunque interesantes para los presentes, son de una naturaleza demasiado personal para ponerlos en este pequeño memorándum.
 
Mientras yo estaba con estos amables amigos, tuvo lugar el inicio del asunto Coulomb. Los detalles de todo lo que ocurrió en ese momento son bien conocidos y es completamente innecesario que los mencione, y tanto más cuanto que habíamos dejado a Madame Blavatsky en Elberfeld y habíamos regresado a Londres antes de tener noticias de ello.
 
 
(HPB: en memoria de Helena Petrovna Blavatsky, p.69-73, extractos)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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