(Subba Row fue un
brahmán muy erudito y en este artículo él hace una disertación sobre los siete
principios que componen al ser humano, y Blavatsky añadió varios comentarios suplementarios.)
EL
BRAHMANISMO EN EL PRINCIPIO SEPTENARIO DEL HOMBRE
Actualmente
es muy difícil decir lo que fue la antigua y verdadera doctrina arya, y si
algún investigador intentara una revisión mediante el análisis y la comparación
de todos los diversos sistemas esotéricos que prevalecen en la India, pronto se
vería perdido en un laberinto de oscuridad e incertidumbre.
Ninguna
comparación podrá ser posible entre nuestras verdaderas doctrinas esotéricas brahmánica
y tibetana a menos que uno investigue las enseñanzas de la llamada “Doctrina
Ârya” y comprenda plenamente todo lo que abarca la antigua filosofía arya, de
la cual el Sankhya de Kapila, la filosofía del Yoga de Patanjali, los
diferentes sistemas de la filosofía Saktaya, los diversos Agamas y Tantras no
son sino algunas de sus ramas.
Hay
sin embargo una doctrina que es su verdadero fundamento y que es suficiente
para explicar los secretos de los variados sistemas de filosofía y armonizar
sus enseñanzas. Probablemente existió mucho antes que los Vedas fueran
compilados, y su enseñanza fue estudiada por nuestros antiguos Rishis
(Maestros) en relación con las escrituras hindúes. Esta doctrina ancestral se
le atribuye a un misterioso personaje llamado Maha. (1)
Los
Upanishads y algunos apartados de los Vedas, al no estar destinados básicamente
a las ceremonias públicas de los antiguos aryos, resultan apenas inteligibles
sin algo de conocimiento de esta doctrina. Incluso el verdadero significado de
las grandes ceremonias referidas en los Vedas no puede comprenderse a la
perfección sin antes arrojar alguna luz sobre las mismas.
Si
bien las más importantes conclusiones de nuestra verdadera doctrina secreta se mencionan
en los Vedas, quizá estos fueron compilados principalmente para el uso de los
sacerdotes oficiantes en las ceremonias públicas.
Estoy
enterado por personas competentes para juzgar en la materia que los Vedas
tienen un doble significado: uno expresado por el sentido literal de las
palabras, y el otro indicado por la métrica y la swara (entonación) que le dan,
por así decirlo, vida según los Pandits eruditos en los Vedas; aunque los
filólogos, por obvias razones, niegan que la swara tenga algo que ver con la
filosofía o con las antiguas doctrinas esotéricas; sin embargo la misteriosa
conexión entre la swara y la luz es uno de sus más profundos secretos.
Actualmente,
es extremadamente difícil comprobar si los tibetanos derivaron su doctrina de
los antiguos Rishis de la India, o si los antiguos brahmanes aprendieron su
ciencia oculta de los adeptos del Tíbet; o bien si los adeptos de ambos países
originalmente profesaron la misma doctrina y la derivaron de una fuente común. (2)
Si
fuéramos al Sramana Balagula y le preguntáramos a los Pandits Jainos locales,
sobre los autores literarios de los Vedas y sobre el origen del la doctrina
esotérica brahmánica, quizá nos dirían que los Vedas fueron hechos por los
Râkshasas (3) o por los Daityas, y
que los Brahmanes derivaron su conocimiento oculto de ellos. (4)
¿Estas
afirmaciones significarían que los Vedas y las enseñanzas esotéricas brahmánicas
tuvieron su origen en el continente perdido de la Atlántida, continente que
alguna vez ocupó una considerable parte de la extensión de los océanos del Sur
y del Pacífico?
La
afirmación en Isis Develada de que el
sánscrito era el idioma de los habitantes de dicho continente, puede provocar
que uno suponga que los Vedas quizá tuvieron allí su origen.
Dondequiera
que haya sido el lugar de nacimiento del esoterismo Âryo (5) (aunque la verdadera
doctrina esotérica, así como la filosofía alegórica mística de los Vedas,
también se derivó de otra fuente) pero independientemente de cuál haya sido — tal
vez los habitantes divinos (dioses) de la isla sagrada que una vez existió en
el mar que cubrió en tiempos remotos la extensión de arena ahora llamada
Desierto de Gobi. No obstante lo que haya sido, el conocimiento de las fuerzas
ocultas de la Naturaleza que poseían los habitantes de la perdida Atlántida,
los antiguos adeptos de la India lo aprendieron y lo agregaron a la doctrina
esotérica enseñada por los habitantes de la isla sagrada. (6)
En
cambio los adeptos tibetanos no aceptaron este agregado a su doctrina
esotérica; y es en este sentido que uno debe esperar encontrar cierta diferencia
entre ambas doctrinas. (7)
La
doctrina oculta brahmánica quizá abarca todo lo que se enseñó sobre las fuerzas
de la Naturaleza y sus leyes, en la misteriosa isla del Norte o en el
igualmente misterioso continente del Sur. Y si queremos comparar la doctrina
Ârya y la Tibetana, en lo que respecta a sus enseñanzas sobre las fuerzas
ocultas de la Naturaleza, de antemano debemos revisar todas las clasificaciones
de estas fuerzas, sus leyes y manifestaciones, y las verdaderas connotaciones
de los diversos nombres que se les asignan en la doctrina Ârya.
El Sistema
Brahmánico
A
continuación se dan algunas de las clasificaciones contenidas en el sistema brahmánico:
- Lo
que pertenece a Parabrahmam y existe en el MACROCOSMOS.
- Lo
que pertenece al hombre y existe en el MICROCOSMOS.
- De
los propósitos del Târaka Yoga o Pranava Yoga.
- De
los propósitos del Sânkhya Yoga (donde están, por así decirlo, los atributos
inherentes de Prakriti).
- De
los propósitos del Hata Yoga.
- De
los propósitos de la Koula Âgama.
- De
los propósitos de la Sakta Âgama.
- De
los propósitos de la Siva Âgama.
- De
los propósitos del Srichakra (el Srichakram al que se refiere «Isis Sin Velo»
no es el Srichakra verdaderamente esotérico de los antiguos adeptos de
Aryavarta). (8)
- En
Atharvena Veda, etc.
En
todas estas clasificaciones han proliferado un sin fin de subdivisiones
formando nuevas combinaciones de las principales Fuerzas en diferentes
proporciones. Pero debo dejar de lado este tema por ahora y proceder a considerar
«los Grados de la Verdad Oculta» (que se encuentran incluidos en el Buddhismo Esotérico).
Los
examiné cuidadosamente, y encontré que los resultados a los que se llegó (en la
doctrina buddhista) no difieren mucho de las conclusiones de la filosofía arya,
aunque el modo hindú de plantear los argumentos quizá difiera en la forma.
A
continuación consideraré la cuestión desde mi punto de vista, sin embargo
seguiré, para facilitar la comparación y un análisis provechoso, la misma
secuencia de la clasificación séptuple de entidades o principios que
constituyen al hombre, que se sigue en los «Grados».
Las
preguntas planteadas para el análisis son:
1)
Si
los espíritus desencarnados (como los llaman los espiritistas aparecen solo en
las sesiones de espiritismo o en otros lugares.
2)
Y
si las manifestaciones que tienen lugar se producen totalmente o solo en parte,
por intermediación suya.
Difícilmente
será posible dar una respuesta clara a estas dos preguntas, a menos que el
significado que se pretende transmitir con la expresión «los espíritus
desencarnados de seres humanos» se defina con precisión.
Las
palabras espiritismo y espíritu pueden desorientar mucho, a menos que los
escritores Ingleses en general, y los espiritistas en particular, primero
establezcan claramente la acepción que quieren dar a la palabra espíritu, porque
de lo contrario la confusión nunca acabará y la naturaleza real de los llamados
fenómenos espiritistas y el modo en que estos ocurren, no podrán definirse
claramente.
Los
escritores cristianos generalmente hablan de sólo dos componentes en el hombre:
el cuerpo y el alma (o espíritu pues al parecer para ellos alma y espíritu significan
lo mismo). Mientras que los filósofos europeos generalmente hablan de cuerpo y
mente, y aseguran que el alma o espíritu, no puede ser otra cosa que la mente.
Ellos opinan que cualquier creencia en el linga-sarîra (9) no es para nada
filosófica.
Estos
puntos de vista ciertamente son incorrectos, pues se basan en suposiciones
injustificadas acerca de las posibilidades de Naturaleza y en una comprensión
imperfecta de sus leyes. Ahora analizaré (desde el punto de vista de la
doctrina esotérica brahmánica) la constitución espiritual del hombre, los
diversos componentes o principios que existen en él, para determinar si estas
dos entidades que entran en su composición pueden aparecer en la tierra después
de su muerte, y si ese es el caso, qué es lo que aparece.
El
Profesor Tyndall en sus excelentes artículos sobre lo que él llama “la teoría
del germen” llegó a las siguientes conclusiones como resultado de una serie de
experimentos bien planeados:
Hasta
en el volumen más pequeño del espacio hay una miríada de gérmenes protoplásmicos
flotando en el éter. Si por ejemplo, digamos que se exponen al agua (agua
clara), y se dejan en ella, alguna u otra forma de vida, esta evoluciona a
partir de ellos. Ahora bien, ¿cuáles son los intermediarios para que esta vida
surja a la existencia?
Evidentemente:
-
El
agua, que es el terreno, por así decirlo, para que se desarrolle la vida.
-
El
germen protoplásmico, del cual evoluciona o se desarrolla la vida.
-
Y
por último, el poder, la energía, fuerza o tendencia que surge a la actividad,
al contacto o al unirse con el germen protoplásmico y el agua, y de la cual
evoluciona o se desarrolla la vida y sus atributos naturales.
De
igual manera, hay tres causas primarias que traen al ser humano a la existencia,
y los llamaré, con el propósito de analizarlos, con los nombres siguientes:
1) Parabrahmam, Espíritu
Universal.
2) Sakti, la corona de
luz astral, que combina en sí misma todos los poderes de Naturaleza.
3) Prakriti, que en su
forma original o primaria, es representada por Akâsa. (En realidad, cada forma
material finalmente se reduce a Akâsa) (10)
Generalmente
se afirma que Prakriti o Akâsa es el Kshetram o base, que correspondería al
agua en el ejemplo que dimos; Brahmam es el germen, y Sakti es el poder o
energía que viene a la existencia durante la unión o contacto. (11)
Pero,
esto no es lo que opinan los Upanishads de la cuestión. Según ellos, Brahamam (12) es el Kshetram o
base, Akâsa o Prakriti es el germen o semilla, y Sakti es el poder evolucionado
mediante su unión o contacto. Más esta es la manera realmente científica,
filosófica, de plantear el caso.
Los siete
principios en el Brahmanismo y Buddhismo esotéricos
Ahora
bien, de acuerdo con los adeptos de la antigua Aryavarta, siete principios
evolucionan a partir de estas tres fuentes primarias, y el álgebra nos enseña
que el número de combinaciones que se pueden hacer es 2n - 1.
Aplicando
esta fórmula al presente caso, el número de componentes que evolucionan a
partir de las diferentes combinaciones de estas tres causas primarias, son:
23 - 1 = 8 - 1 = 7
Por
regla general, siempre que se mencionan siete componentes en la antigua ciencia
oculta de la India (en cualquier sentido que sea) debemos suponer que esos
siete componentes vinieron a la existencia a partir de tres fuentes primarias;
y que estas tres entidades, por otra parte, evolucionaron de una sola entidad o
MÓNADA.
Para
dar un ejemplo familiar, los siete colores principales surgen a partir de los
tres colores primarios; y los tres colores primarios coexisten con los cuatro
colores secundarios.
Asimismo,
las tres fuentes primarias que trajeron al hombre a la existencia, coexisten en
él con los cuatro componentes secundarios que surgieron de las diferentes
combinaciones de las tres fuentes primarias.
Ahora
bien, estos siete principios que en total constituyen al hombre, son los
siguientes. Las enumeraré en el orden adoptado en los «Grados» hasta donde las
dos órdenes (brahmánica y tibetana) coinciden:
Nombres en el Brahmanismo esotérico
|
Nombres correspondientes en el Buddhismo esotérico
|
Prakriti.
|
Sthulasarîram
(el cuerpo físico).
|
La
entidad que evolucionó a partir de la unión de Prakriti y Sakti.
|
Sukshmasarîram o Lingasarîram (el cuerpo astral).
|
Sakti.
|
Kâmarûpa
(el periespíritu) [el cuerpo kámico o de deseos].
|
La
entidad que evolucionó a partir de la unión de Brahmam, Sakti y Prakriti.
|
Jiva
(vida-alma) [el cuerpo pránico o energético].
|
La
entidad que evolucionó a partir de la unión de Brahmam y Prakriti.
|
Inteligencia
física (o alma humana) [Manas o mental].
|
La
entidad que evolucionó a partir de la unión de Brahmam y Sakti.
|
Inteligencia
Espiritual (o Alma) [Buddhi o alma espiritual].
|
Brahmam.
|
La
emanación del ABSOLUTO, etc. (o espírito puro.)
[Atman o Espírito divino].
|
Antes
de proceder a examinar la naturaleza de estas siete entidades, es indispensable
ofrecer unas cuantas explicaciones generales.
Los
principios secundarios que surgen de la unión de los principios primarios
difieren bastante, en su naturaleza, de las fuentes de cuya unión vinieron a la
existencia. Las uniones en cuestión no son de naturaleza mecánica, no son meras
yuxtaposiciones, por así decirlo. Ni siquiera corresponden a enlaces químicos.
Por lo tanto ninguna inferencia válida, en lo referente a la naturaleza de las
uniones en cuestión, puede deducirse por analogía de la (¿variedad?) de la naturaleza
de esas uniones.
La
proposición general que dice que cuando una causa se elimina, su efecto
desaparece, no es universalmente aplicable. Tomemos como referencia el ejemplo
siguiente: si transmitimos cierta cantidad de velocidad a una pelota, el
resultado será una velocidad de un grado particular, en una dirección
particular.
Ahora
bien, la causa de este movimiento deja de existir en cuanto el súbito impacto
instantáneo o soplo que le transmitió la velocidad adquirida deja de darse;
pero de acuerdo con la primera ley del movimiento de Newton, la pelota continuará
en movimiento para siempre jamás, sin disminuir la velocidad en la misma
dirección, a menos que dicho movimiento sea alterado, disminuido, neutralizado
o se le oponga resistencia por causas desconocidas.
De
tal modo que si la pelota se detiene, no será debido a la ausencia de la causa
de su movimiento, sino a consecuencia de la existencia de otras causas que
producen dicho resultado.
Retomemos
el caso de los fenómenos subjetivos.
En
este momento, la presencia de este frasco de tinta está produciendo en mí, o en
mi mente, una representación mental de su forma, volumen, color y así
sucesivamente.
El
frasco en cuestión puede ser retirado, pero su imagen mental puede continuar
existiendo aquí; por lo que de nuevo, observemos que el efecto sobrevive a la
causa. Además que el efecto puede traerse a la existencia consciente en
cualquier momento posterior, estando o no presente la causa original.
Ahora,
para atenuar la profanidad del principio antes mencionado —la entidad que viene
a la existencia por la unión de Brahmam y Prakriti— si es que la propuesta
general («en los Grados de la Verdad Oculta») es correcta, este principio, que
corresponde a la inteligencia física, debe dejar de existir siempre que Brahmam
o séptimo Principio, deje de existir en un individuo en particular; pero el
hecho es ciertamente lo contrario.
La
propuesta general que estamos considerando, se menciona en los «Grados» como
base de lo que ahí se afirma, que siempre que el séptimo principio deja de
existir para cualquier individuo en particular, el sexto principio también deja
de existir para él. La afirmación indudablemente es cierta, aunque el modo de
exponerlo y las razones que se dan resultan a mi mente inaceptables.
Se
dice que en los casos en que las tendencias de la mente de un hombre son
completamente materiales, y todas las aspiraciones espirituales y pensamientos
están totalmente ausentes de su mente, el séptimo principio lo abandona antes o
al momento de su muerte, desapareciendo con él, el sexto principio.
Aquí,
la misma propuesta de que las tendencias de la mente de un individuo en
particular son completamente materiales, incluye la afirmación de que no existe
una inteligencia espiritual o Ego espiritual en él; pero ya se dijo que,
siempre que la inteligencia espiritual deja de existir en cualquier individuo
en particular, el séptimo principio deja de existir para ese individuo en
particular para cualquier propósito. Aun que por supuesto no sale volando a
cualquier parte. No puede haber jamás nada como un cambio de posición en el
caso de Brahmam. (13)
La
afirmación meramente significa que cuando no hay algún signo de Brahmam, o
espíritu, o de vida espiritual, o de conciencia espiritual, el séptimo
principio deja de ejercer influencia o control alguno sobre el destino de ese
individuo.
A
continuación, explicaré lo que significan (en la doctrina Ârya) los siete
principios antes enumerados.
1.
Prakriti es la base de Sthula-sarîram y lo representa en la clasificación
antedicha.
2.
El principio que se genera a partir de Prakriti y Sakti es el Linga-sarîram, o
cuerpo astral.
3. Sakti. Este
principio corresponde al Kâma-rûpa del hombre. Este poder o fuerza es ubicada
por los antiguos ocultistas en el Nâbhichakram (plexo umbilical). Este poder
puede reunir a akâsa o prakriti, y amoldarlo en cualquiera forma deseada. Tiene
una gran afinidad con el quinto principio, y puede ponerse en acción bajo su
influencia o control.
4.
El principio que se genera a partir de Brahmam, Sakti y Prakriti corresponde al
segundo principio del hombre, o sea: prâna. Este poder representa el principio
de la vida universal que existe en la Naturaleza. Su asiento es el
Anahatachâkram (corazón). Es una fuerza o poder que constituye lo que se llama
Jiva, o vida. Es, como solemos decir, indestructible, y su actividad meramente
se transfiere en el momento de la muerte a otro grupo de átomos para formar
otro organismo.
5.
El principio que se genera a partir de Brahma y Prakriti, en la filosofía Ârya
corresponde al quinto principio del hombre, la llamada inteligencia física. De
acuerdo con nuestros filósofos, en esta entidad la llamada mente tiene su
asiento o base. De todos, este es el principio más difícil de explicar, y el
presente análisis gira completamente en torno a la opinión que tengamos de él.
Ahora
bien, ¿qué es la mente? Es algo misterioso, considerado el asiento de la
consciencia — de las sensaciones, emociones, voliciones, y pensamientos. El
análisis psicológico muestra que al parecer es un cúmulo de estados mentales y
posibilidades de estados mentales conectados por la llamada memoria, además se
considera que tiene una existencia distinta e independiente de cualquiera de sus
estados o ideas particulares.
¿Y en qué entidad
tiene este misterioso algo, su existencia potencial o real?
La
memoria y la expectativa que forman, por así decirlo, la verdadera base de la
llamada individualidad, o Ahankâram, deben tener el asiento de su existencia en
alguna parte. Actualmente en general los psicólogos de Europa dicen que la
substancia material del cerebro es el asiento de la mente; y esas experiencias
subjetivas pasadas, que pueden volverse a evocar en la memoria, y que en su
totalidad constituyen la llamada individualidad, existen ahí en forma de
ciertas misteriosas e ininteligibles impresiones y cambios en los nervios y
centros nerviosos de los hemisferios cerebrales.
Por
consiguiente dicen que la mente (la mente individual) se destruye cuando el
cuerpo se destruye; por lo que no es posible que exista después de la muerte. Pero,
hay unos cuantos hechos, entre los admitidos por estos investigadores
occidentales, que resultan suficientes para que echemos por tierra su teoría:
En
cada parte del cuerpo humano se efectúan constantes cambios sin intermediación
alguna. Cada tejido, cada fibra muscular y haz nervioso, y cada centro
ganglionar en el cerebro, está bajo incesantes cambios.
En
el transcurso de la vida de un hombre puede haber una serie de transformaciones
totales de la substancia de su cerebro. No obstante la memoria de sus pasados
estados mentales permanece inalterada. Puede haber agregados de nuevas
experiencias subjetivas y algunos estados mentales pueden olvidarse en general,
pero ningún estado mental individual es alterado.
El
sentido de la identidad personal permanece el mismo a lo largo de estas
alteraciones constantes en la substancia del cerebro de la persona. (14) Es capaz de
sobrevivir a todos estos cambios, y también puede sobrevivir a la total
destrucción de la substancia material del cerebro.
Esta
individualidad surgida de la conciencia mental tiene su asiento de existencia (de
acuerdo con nuestros filósofos orientales) en un poder o fuerza oculta que
guarda un registro, por así decirlo, de todo nuestras impresiones mentales. El
poder en sí es indestructible, aunque por la acción de ciertas causas
antagónicas sus impresiones pueden con el tiempo borrarse en parte o
totalmente.
Debo
mencionar con relación a esto, que nuestros filósofos asociaron siete poderes
ocultos con los siete principios o entidades antes mencionados. Estos siete
poderes ocultos en el microcosmos corresponden a (o equivalen a) los poderes
ocultos en el macrocosmos.
La
conciencia mental y espiritual del individuo se vuelve la conciencia general de
Brahmam, cuando la barrera de la individualidad ha sido totalmente removida y
cuando los siete poderes en el microcosmo están ubicados en correspondencia con
los siete poderes en el macrocosmo.
No
hay nada de extraño en que un poder, o fuerza, o sakti, lleve en sí las
impresiones de las sensaciones, ideas, pensamientos, u otras experiencias
subjetivas. Actualmente es un hecho bien conocido que una corriente eléctrica o
magnética puede llevar en sí, aunque de manera misteriosa, algunas impresiones
de sonidos o palabras, con todas sus peculiaridades individuales; de igual
manera, puedo llevar mis pensamientos a ustedes mediante una transmisión de
energía o poder.
Ahora
bien, este quinto principio representa en nuestra filosofía a la mente, o para
hablar más correctamente, al poder o fuerza descrito anteriormente, a las
impresiones de los estados mentales en sí, y a la noción de la propia identidad
o Ahankâram generada por su funcionamiento colectivo.
Este
principio es llamado meramente inteligencia física en los «Grados.» No sé lo
que realmente significa esta expresión. Puede tomarse para significar la
inteligencia que existe en un estado muy bajo de desarrollo, entre los animales
inferiores. La mente puede existir en diferentes etapas de desarrollo, desde
las formas más bajas de vida orgánica, donde los signos de su existencia o
funcionamiento difícilmente pueden percibirse, hasta el hombre, en quién
alcanza su estado más alto de desarrollo.
De
hecho, desde que apareció por primera vez la vida (15) hasta Turîya
Avasthâ, o estado de Nirvana, el progreso es, por así decirlo, continuo.
Nosotros ascendemos desde ese principio hasta el séptimo por niveles casi
imperceptibles. Pero en el transcurso de ese perfeccionamiento se reconocen
cuatro etapas donde el cambio es de una clase peculiar, lo suficiente como para
atraer la atención de un observador.
Y
estas cuatro etapas son las siguientes:
1)
Cuando
la vida (cuarto principio) hace su aparición.
2)
Cuando
la existencia de la mente se hace perceptible junto con la vida.
3)
Cuando
el estado más alto de abstracción mental acaba y la conciencia espiritual
comienza.
4)
Cuando
la conciencia espiritual desaparece, dejando al séptimo principio en un estado
absoluto de Nirvana, o al natural.
Y
de acuerdo con nuestros filósofos, el quinto principio tiene la intención de
representar a la mente en cada posible estado de desarrollo, de la segunda a la
tercera etapa.
6.
El principio que se genera a partir de Brahmam y Sakti. Este principio
corresponde a su inteligencia espiritual. Es de hecho Buddhi (uso la palabra
Buddhi no en sentido ordinario, sino en el sentido en que fue usado por
nuestros antiguos filósofos); en otras palabras es el asiento del Bodha o
Âtmabodha (conocimiento o conocimiento del Yo).
Quién
tiene a Âtmabodha en su integridad es un Buddha. Los Buddhistas saben muy bien
lo que significa esta palabra. Este principio se describe en los «Grados» como
una entidad que viene a la existencia por la unión de Brahmam y Prakriti. De
nuevo, desconozco en qué sentido particular se utilizó la palabra Prakriti en
esta unión. De acuerdo con nuestros filósofos es una entidad que surge de la
unión de Brahmam y de Sakti.
Ya
expliqué la connotación dada por nuestros filósofos a las palabras Prakriti y
Sakti. Y ya establecí también que Prakriti en su estado primario es Akâsa. (16) Ahora bien, si Akâsa
es cosiderado como Sakti o poder (17), mi exposición en lo
que respecta al último estado de Prakriti es probable que dé lugar a una confusión y a un malentendido, a menos que explique la
diferencia entre Akâsa y Sakti.
Akâsa
no es, hablando con propiedad, ni la corona de la luz astral, ni por sí sola
constituye ninguna de las seis fuerzas primarias. Pero, hablando en general,
siempre que se produzca algún fenómeno como resultado, Sakti actúa junto con
Akâsa. Y más aún, Akâsa sirve como base o Adhishthâna para la transmisión de
corrientes de fuerza y para la formación o generación de fuerzas o de poderes
correlativos. (18)
En
Mantrashâstra la letra “ha”
representa a Akâsa, y encontraremos que esta sílaba se incluye en la mayoría de
las fórmulas sagradas, utilizada con la intención de producir fenómenos como
resultado. Pero por sí sola no representa en absoluto a Sakti. Por consiguiente
podemos, si queremos, llamar a Sakti, una característica de Akâsa. No pienso
que, en lo que respecta a la naturaleza de este principio, pueda haber en
realidad alguna diferencia de opinión entre los Buddhistas y los filósofos
Brahmánicos.
Los
iniciados Buddhistas y Brahmánicos conocen muy bien ese misterioso espejo
circular compuesto de dos hemisferios que reflejan como si fueran rayos,
emanaciones de la «zarsa ardiente» y de la estrella flamígera — el sol
espiritual que brilla en la CHIDÂKÂSAM (la base de la consciencia).
Las
impresiones espirituales que conforman este principio tienen su existencia en
un poder oculto asociado con la entidad en cuestión. Las encarnaciones
sucesivas de Buddha significan de hecho los cambios sucesivos de este poder
misterioso o sus impresiones.
El
cambio sólo es posible cuando el Mahatma (19) que lo transfiere
está plenamente identificado con su séptimo principio y ya ha aniquilado su
Ahankâram reduciéndolo a cenizas en el CHIDAGNIKUNDUM (lugar de fuego del
corazón), y tuvo éxito haciendo que sus pensamientos se correspondan con los
derechos naturales eternos y se ha vuelto un colaborador de la Naturaleza. O
para poner lo mismo en otras palabras, cuando él ya alcanzó el estado de
Nirvana, la condición de negación última, negación de la vida como individuo o
existencia separada. (20)
7.
Atma es la emanación del absoluto y corresponde al séptimo principio. En lo que
respecta a este aspecto de los Divino, efectivamente, no existe ninguna
diferencia real de opinión entre los adeptos Buddhistas del Tíbet y nuestros
antiguos Rishis.
¿Qué es lo
que aparece en las sesiones espiritistas?
A
continuación debemos considerar cuáles de estos principios pueden aparecer
después de la muerte del individuo en las sesiones de espiritismo y producir los
llamados fenómenos espiritistas.
La
afirmación de los espiritistas de que el espíritu desencarnado de cualquier ser
humano en particular, es el que aparece en las sesiones de espiritismo, necesariamente
supone que la entidad que así se aparece lleva el sello de alguna personalidad
en particular. Así que tenemos que definir de antemano en qué principio (o
principios) la personalidad tiene su asiento de existencia. Y al parecer se
halla en la formación del cuerpo de una persona en particular y en sus
experiencias subjetivas (llamadas su mente, en su totalidad).
A
la muerte del individuo, su cuerpo físico se destruye, su linga-sarîram (cuerpo
astral) se descompone, el poder asociado con él se mezcla en la corriente del
poder correspondiente en el macrocosmos. Asimismo el tercer y cuarto principios
se mezclan con sus correspondientes poderes. Estas entidades pueden entrar de
nuevo en la conformación de otros organismos.
Y
como estas entidades no conllevan las percepciones de alguna personalidad, los espiritistas
no tienen derecho a decir que los espíritus desencarnados de los seres humanos
aparecen en la sesiones de espiritismo, siempre y cuando alguna de estas
entidades se aparezca por allí. De hecho, no tienen medio alguno para
determinar si dichas entidades pertenecieron a algún individuo en particular. Por
lo tanto sólo debemos considerar si cualquiera de las últimas tres entidades
aparece en las sesiones de espiritismo para diversión o instrucción de los espiritistas.
Permítasenos
dar tres ejemplos particulares de individuos, y ver qué resulta de estos tres
principios después de la muerte:
1)
Uno
en quien las ataduras espirituales tienen mayor fuerza que las ataduras
terrestres.
2)
Uno
en quien las aspiraciones espirituales existen pero sólo tienen importancia
secundaria para él, mientras que sus intereses terrenales ocupan la mayor parte
de su atención.
3)
Uno
en quien no existe ninguna aspiración espiritual en absoluto y por consiguiente
su Ego espiritual está muerto o no existe como para percibirlo.
No
necesitamos considerar el caso de un adepto perfecto en este asunto.
En
los dos primeros casos, de acuerdo a nuestras consideraciones, las experiencias
espirituales y mentales coexisten. Y cuando la conciencia espiritual existe, la
existencia del séptimo principio es reconocida y mantiene su conexión con el
quinto y sexto principios. Pero la existencia de ataduras terrestres crea la
necesidad de un Punarjanmam (un renacimiento) significando el desarrollo de un
nuevo grupo de experiencias objetivas y subjetivas, y constituyendo una nueva
combinación de circunstancias en el medio ambiente.
El
período entre la muerte y el siguiente nacimiento está ocupado en la
preparación que requiere la evolución de estas nuevas experiencias. Y durante
el período de preparación, el espíritu nunca, por propia decisión, aparecerá en
este mundo, ni podrá aparecer.
Hay
una gran ley en este universo que consiste en la reducción de toda experiencia
subjetiva a fenómenos objetivos, y la evolución de las formas a éstos últimos.
Esto implica la llamada “necesidad cíclica” y el hombre se verá sujeto a esta
ley si no confronta y neutraliza el mismo destino o suerte, y sólo podrá
escapar de su yugo, poniendo bajo su absoluto dominio a todas sus ataduras
terrestres.
La
nueva combinación de circunstancias bajo las cuales se situará entonces, podrán
ser mejores o peores que las condiciones terrestres bajo las cuales vivió, pero
en su avance al nuevo mundo usted puede estar seguro que jamás volverá a ver a
sus amigos espiritistas.
En
el tercero de los tres casos anteriores no podemos, según suponemos, reconocer
la conciencia espiritual o del espíritu; puesto que no existe. El caso es
similar al de un órgano o facultad que permanece sin usar durante mucho tiempo.
En ese caso, prácticamente deja de existir.
Estas
entidades, por así decirlo, permanecen suyas o en su poder, cuando son
franqueadas con el sello del reconocimiento. Cuando tal cosa no es factible, el
pleno de su individualidad se centra en su quinto principio. Y después de la
muerte, este quinto principio es el único representante del individuo en
cuestión.
Por
sí solo no puede generar para sí un nuevo grupo de experiencias objetivas, o en
otras palabras, no tiene punarjanmam. Esa es la clase de entidad que puede
aparecer en las sesiones de espiritismo; pero por eso es absurdo llamarla
espíritu desencarnado. (21) Simplemente es un
poder o fuerza que atrae las impresiones de los pensamientos o ideas del
individuo en cuya composición participaba originalmente.
A
veces convoca en su ayuda el poder de Kama-rupa y crea para sí mismo alguna
forma etérea particular (no necesariamente humana). La tendencia de sus
acciones será la misma que la de la mente del individuo cuando estaba vivo.
Esta
entidad mantiene su existencia mientras las percepciones, en el poder asociado
con el quinto principio permanezcan intactas. Con el transcurso del tiempo se
borran y es cuando el poder en cuestión se fusiona con la corriente de su poder
correspondiente en el MACROCOSMO, como el río se pierde en el mar.
Entidades
como éstas pueden mostrar signos del considerable poder intelectual que
tuvieron en los individuos a los que pertenecieron, porque un elevado poder
intelectual puede co-existir con la ausencia absoluta de conciencia espiritual.
Pero partiendo de esta circunstancia no puede argumentarse que los espíritus o
los Egos espirituales de individuos difuntos aparecen en las sesione de
espiritismo.
Hay
algunas personas en la India que han estudiado meticulosamente la naturaleza de
semejantes entidades (llamadas Pisâchas). Yo no sé mucho de ellas en la
práctica, pues nunca me he metido con esta repugnante, estéril y peligrosa rama
de la investigación.
Los
espiritistas no saben qué están haciendo en realidad. Sus investigaciones
parecen resultar con el transcurso del tiempo en magia negra o en la ruina
espiritual absoluta de miles de hombres y mujeres. (22)
Las
consideraciones que he expresado aquí han sido ilustradas a menudo por nuestros
antiguos escritores, al comparar el transcurso de la vida o existencia de un
hombre, con el movimiento orbital de un planeta alrededor del sol.
La
fuerza centrípeta es la atracción espiritual, y la centrífuga es la atracción
terrestre. En la misma magnitud en que la fuerza centrípeta se incrementa con
relación a la fuerza centrífuga, el planeta se acerca al sol (que corresponde a
que el individuo asciende a un plano superior de existencia).
Pero
si por el contrario la fuerza centrífuga
se incrementa más que la fuerza centrípeta, entonces el planeta se aleja del
sol a mayor distancia, desplazándose hasta una nueva órbita a esa distancia, lo
que corresponde con nuestra analogía que el individuo desciende a un nivel de
existencia más bajo.
Esto
ilustra los dos primeros casos de los que he dado cuenta.
Analicemos
solo los dos casos extremos.
Cuando
el planeta, en su acercamiento al sol, pasa exactamente sobre la línea donde la
fuerza centrípeta y centrífuga se neutralizan mutuamente, y sólo por acción de
la fuerza centrípeta, se precipita rumbo al sol con un incremento gradual en la
velocidad, hasta fundirse con la masa del cuerpo del sol. Este es el caso de un
adepto perfecto.
De
nuevo, cuando el planeta, en su alejamiento del sol, llega a un punto donde la
fuerza centrífuga alcanza su pleno poder, sale disparado en dirección
tangencial a su órbita, adentrándose en las profundidades del espacio vacío.
Y
cuando deja de estar bajo la regencia del sol, gradualmente pierde su calor
generador y la energía creativa derivada originalmente del sol, quedando una
masa fría de partículas materiales que vagan a través del espacio hasta que la
masa se descompone completamente en átomos. Esta masa fría es equiparable al
quinto principio bajo las condiciones antes anotadas, y el calor, la luz, y la
energía que perdió son equiparables al sexto y séptimo principios.
Después
de ocupar una nueva órbita o en el curso de su desviación de la vieja órbita a
la nueva, el planeta jamás regresa a cualquier punto de su vieja órbita, puesto
que las diversas órbitas que se dejan en los diferentes planos, jamás se
intersectan.
Esta
figura representativa explica correctamente la antigua teoría brahmánica
referente al tema, y es meramente una rama de la llamada por los antiguos
místicos, Gran Ley Universal.
T.
SUBBA ROW
APUNTES
1
Es el mismo título que se da al actual
jefe de la Hermandad esotérica del Himalaya. — Editor del Theosophist [Blavatsky].
2.
Véase el apéndice, nota 1.
3.
Son una especie de demonios-diablos.
4.
También lo dicen los padres cristianos pero ellos nunca admitirían que sus “ángeles
caídos” son un préstamo de los Râkchasas; que su “diablo” es el hijo ilegítimo de
Dewel, el demonio hembra Cingalés; o que la “guerra en el cielo” del Apocalipsis
(que es la base del dogma cristiano de los ángeles caídos) es una copia de la
historia hindú sobre Shiva arrojando a los Târakasura que se habían rebelado
contra los dioses, en Andhahkara, la morada de las Tinieblas, según los
Shâstras brahmánicos.
5.
No necesariamente (véase el apéndice, nota 2). Generalmente, según sostienen
los ocultistas, el sánscrito se hablaba en Java y en las islas adyacentes desde
la antigüedad más remota — Ed. Theosophist.
6.
Una localidad de la que hablan hasta ahora los tibetanos, y que le llaman “Schambha-la”,
la Tierra Feliz (véase el apéndice, nota 3.)
7.
Para comprender plenamente este pasaje, el lector debe referirse al volumen II
de Isis Develada, pág. 187-198.
8.
Muy cierto. Pero ¿quién se atrevería a señalar lo “verdaderamente esotérico”? —
Ed. Theosophist.
9.
El llamado cuerpo astral.
10.
La doctrina esotérica tibetana Buddhista enseña que Prakriti es la materia
cósmica, de la cual evolucionan todas las formas visibles; y Akâsa es la
materia cósmica misma, pero aún más subjetiva — es espíritu, como era. En otras
palabras Prakriti es el cuerpo o substancia, y Akâsa Sakti es su alma o
energía.
11.
O en otros términos, « Prakriti, Swabhâvat, o Akâsa, es el ESPACIO, como los tibetanos
lo comprenden; el Espacio lleno de substancia ilimitada o de ninguna substancia
en absoluto — por ejemplo, con una substancia tan imperceptible como para que
sólo sea concebible metafísicamente. Brahman, entonces, sería la semilla sembrada
en la tierra de dicho espacio, y Sakti, esa misteriosa energía o fuerza de la que
se desarrolla, y que es llamada por los Arahat budistas del Tíbet, Fohat. Lo
que nosotros llamamos forma (rûpa) no difiere de lo que llamamos espacio
(sûnyatâ). El Espacio no es diferente de la forma. La forma es lo mismo que el
espacio y viceversa. Y así con los demás skandhas: sea vidâna, o sañjñâ, o
sanskâra, o vidyâna; son lo mismo que su opuesto. »
(Libro
de Sin-king, o Sutra del Corazón. Traducción china del Mâha-Prajñâ-Pâramitâ-Hridaya-Sutra,
en el capítulo Avalokiteshwara, o el Buda manifestado.)
De
modo que las doctrinas de los Âryos, Tibetanos o de los Arhat, están de acuerdo
perfectamente en lo esencial, en tanto que difieren sólo en los nombres dados y
en la manera de ubicarlos.
12.
Véase el apéndice, nota 4.
13.
Esto es cierto desde el punto de vista del exoterismo âryo y de los Upanishads,
más no en el caso de las doctrinas esotéricas de los Arahat o del Tíbet; y
únicamente en este punto (hasta donde nosotros sabemos) las dos enseñanzas
discrepan,. La diferencia es muy simple, sin embargo basándose como lo hace,
sólo en dos diferentes métodos de ver la misma cosa desde dos perspectivas
diferentes (véase el apéndice, nota 4).
14.
Ésta también es parte de la filosofía Buddhista original, los cambios en
cuestión se conocen como los cambios en los skandhas. — Ed. Theosophist.
15.
En la doctrina Ârya, que combina a Brahmam, Sakti, y Prakriti en uno, es el
cuarto principio, mientras que en el esoterismo budista es el segundo en combinación
con el primero.
16. De acuerdo con los Buddhistas, en Akâsa
estriba la energía eterna, energía potencial cuya función es evolucionar todas
las cosas visibles de sí misma. — Ed. Theosophist.
17. Nunca se consideró así, como lo hemos
demostrado. Pero como los «Grados» están escritos en inglés, un idioma que
carece de abundancia de términos metafísicos como para expresar cada cambio
diminuto en la forma, substancia y estado de vida, como se encuentra en sánscrito,
se juzgó inútil confundir más de lo necesario al lector occidental, inexperto
en los métodos de expresión oriental, haciendo unas excelentes menciones de las
palabras técnicas apropiadas.
Como:
«Prakriti en su estado primario es Akâsa» y Sakti «es un atributo de AKÂSA» es
evidente que para el no iniciado todo es lo mismo. De hecho decir «la unión de
Brahmam y Prakriti» en lugar de «Brahmam y Sakti» no es peor, para un creyente
en Dios, que escribir «El hombre viene a la existencia por la fusión del
espíritu y de la materia» considerando que en su idioma, ideado de manera
ortodoxa, leerá «el hombre es una alma viviente que fue creada por la fuerza (o
aliento) de Dios sobre la materia».
18 Es decir, el Akâsa Âryo es otra palabra
para el ESPACIO de los Buddhistas (en su significado metafísico). — Ed. Theosophist.
19. El adepto más alto.
20.
En palabras de Agatha, en el Mâha-pari-nirvâna Sutra: “Alcanzamos un estado de
quietud más allá del límite de cualquier conocimiento humano”. — Ed. Theosophist.
21.
Específicamente en este punto las doctrinas de los Âryos y de los Arahat están completamente
de acuerdo. La enseñanza y el argumento que siguen son en cada correspondencia
los de la Hermandad Buddhista del Himalaya. — Ed. Theosophist.
22.
Compartimos completamente esta idea. — Ed. Theosophist.
APÉNDICE
NOTA 1
En
este apéndice sería bueno llevar la atención del lector al hecho de que el país
llamado Si-dzang por los chinos, y Tíbet por los geógrafos occidentales, es
mencionado en los libros más antiguos que se conservan en la provincia de
Fo-kien (la principal cabecera de los nativos de China) como el gran asiento de
la enseñanza oculta en las edades arcaicas.
Según
estos archivos, fue habitado por los «Maestros de la Luz,» los «Hijos de la Sabiduría»
y los «Hermanos del Sol». Al Emperador Yu, el Grande (2207 a.C.) un santo
místico se le acredita haber obtenido su sabiduría oculta y el sistema de
teocracia que estableció, pues en China fue el primero en unificar el poder eclesiástico
con la autoridad terrenal — en Si-dzang.
Dicho
sistema era similar al de los antiguos egipcios y caldeos; que como ahora
sabemos, existió durante el período brahmánico en la India, y que ahora existe
en el Tíbet — a saber, toda la enseñanza, el poder, tanto temporal como la
sabiduría oculta, se concentraron al interior de la jerarquía de los sacerdotes
y se limitó a su casta.
Quiénes
fueron los primeros nativos del Tíbet es una pregunta que ningún etnógrafo
puede contestar atinadamente hasta la fecha. Ellos practican la religión de
Bhon, su secta es anterior y anti Buddhista, y se encuentran principalmente en
la provincia de Kam.
Eso
es todo lo que se sabe de ellos, pero incluso eso justificaría la suposición de
que son los descendientes muy degenerados de unos poderosos y sabios
antepasados. Su tipo étnico demuestra que no son Turanianos puros, y sus
rituales (actualmente de hechicería, encantaciones e idolatría a la Naturaleza)
recuerdan más a los rituales populares de los babilonios, como se descubrió en
los archivos conservados en los cilindros que fueron desenterrados, que a las
prácticas religiosas de la secta China de Tao-sse (una religión basada en la
razón pura y en la espiritualidad), como argumentan algunos.
En
general se ha establecido muy poca o ninguna diferencia, incluso por los
misioneros de Kyelang que se mezclan mucho con estas personas en la frontera
del Lahoul británico y lo saben bien, entre los Bhons y las dos sectas budistas
rivales, los Boinas Amarillas y los Boinas Rojas. Estos últimos se opusieron a
la reforma de Tzong-ka-pa y siempre se adhirieron al antiguo Buddhismo, tan
mezclado actualmente con las prácticas de los Bhons.
Si
hicieran nuestros orientalistas por saber más de ellos y comparar el antiguo
culto babilónico a Bel o Baal con los ritos de los Bhons, encontrarían una
conexión innegable entre los dos. Comenzaremos aquí un análisis, que demuestra
que el origen de los nativos del Tíbet estuvo conectado con una de las tres
grandes razas que se sucedieron entre sí en Babilonia, si los llamamos
Akkadianos (un nombre inventado por F. Lenormant), o primitivos Turanianos,
Caldeos, y Asirios, está fuera de la cuestión.
Sea
como fuere, hay razón para llamarla doctrina esotérica trans-Himalaya caldeo-tibetana.
Y si recordamos que los Vedas vinieron, para fortuna de todas las tradiciones,
del Lago Mansarawara en el Tíbet, y de los propios Brahmanes del lejano Norte,
estamos justificados a buscar en las doctrinas esotéricas de toda la gente que
alguna vez la tuvo, o todavía la tienen, si proceden de la misma fuente; y para
en consecuencia llamarla, doctrina «Ârya-Caldeo-tibetana», o Sabiduría-Religión
Universal.
“Busca
la Palabra Perdida entre los hierofantes de Tartaria, China y Tíbet”, fue el
consejo de Swedenborg, el vidente.
NOTA 2
Decimos
que no necesariamente. Los Vedas, el brahmanismo, y junto con éstos, el sánscrito,
fueron importados en lo que ahora conocemos como la India. Pero no eran
originarios de ese territorio. Hubo un tiempo en que las antiguas naciones del Oeste
incluían bajo el nombre genérico de “India” a muchos países de Asia actualmente
clasificados con otros nombres. Había una India alta, baja y occidental,
incluso durante el relativamente tardío período de Alejandro; y Persia (Irán)
era llamada India Occidental por algunos clásicos de la antigüedad.
Los
países actualmente llamados Tíbet, Mongolia y Gran Tartaria eran considerados
por ellos como parte de la India. Por tanto, cuando decimos que la India
civilizó al mundo y que es el Alma Mater
de las civilizaciones, artes, y ciencias de todas las demás naciones (incluyendo
a Babilonia y quizá también a Egipto) en realidad nos estamos refiriendo a la
India arcaica, pre-histórica, la India del tiempo en que el desierto de Gobi
era un mar, y la perdida “Atlántida” formó parte de un continente que no estaba
fragmentado y que empezaba en el Himalaya y se extendía sobre el Sur de la
India, Ceilán y Java, hasta la lejana Tasmania.
NOTA 3
Para
determinar dichas cuestiones en disputa, uno tiene que buscar y estudiar bien
los archivos sagrados e históricos de China — un pueblo cuya existencia comenzó
hace casi 4’600 años (en el año 2697 a.C.). Un pueblo tan diligente, que
anticipó algunos de los inventos más importantes de la actual Europa y su tan
vanagloriada ciencia moderna (como el compás, la pólvora, la porcelana, el
papel, la imprenta, etc.) inventos que ya eran conocidos y practicados miles de
años antes, y solo fueron redescubiertos por los europeos, por lo que sus
archivos deben ser lo suficientemente confiables.
Desde
Lao-tze hasta Hiouen-Thsang, su literatura está llena de alusiones y
referencias a esa isla y a la sabiduría de los adeptos del Himalaya. En La Cadena de Escrituras Buddhistas de China
del Reverendo Samuel Beal, hay un capítulo titulado “En la Escuela Buddhista de
TIAN-TA'I” (págs. 244-258) que nuestros detractores deberían leer.
Traduciendo
las reglas de tan celebre y santa escuela y secta en China, fundada por
Chiu-che-K'hae, llamado Che-chay (el Sabio), en el año 575 de nuestra era, al
llegar a la frase que se lee:
«Lo
que se relaciona con el atuendo (sin costura) llevado por los GRANDES MAESTROS
DE LAS MONTAÑAS NEVADAS de la escuela de los Himavatas» (pág. 256), el
traductor europeo pone después de la última frase un signo de interrogación, ya
que las estadísticas de la escuela de los «Haimavatas» o más bien dicho de
nuestra Hermandad del Himalaya, no se encontrará en los archivos del censo
general de la India.
Más
adelante, el Sr. Beal traduce una regla relacionada con «los grandes maestros
de orden superior que viven en las profundidades de las montañas, alejados de
los hombres» los Aranyakas, o ermitaños.
Así
pues, con respecto a las tradiciones referentes a esta isla, e
independientemente de los archivos históricos de ésta, conservadas en los
libros sagrados de China y el Tíbet, la leyenda permanece viva hasta la
actualidad, entre el pueblo del Tíbet. La bella isla ya no existe pero el país
donde floreció alguna vez aún permanece, y el punto es bien conocido por
algunos de los «grandes maestros de las Montañas Nevadas».
Sin
embargo su topografía fue convulsionada y se alteró mucho debido al gran
cataclismo. Se cree que cada siete años estos maestros se reúnen en SCHAM-BHA-LA,
“la Tierra de la Felicidad”. Y de acuerdo con la creencia general está situada
al noroeste del Tíbet.
Algunos
la ubican al interior de las inexploradas regiones centrales, inaccesibles
incluso a las intrépidas tribus nómadas; otros, entre las montañas de Gangdisri
y el extremo norte del desierto de Gobi, Sur y Norte; y las regiones más
pobladas de Khoondooz y Cachemira, del Gya-Pheling (India británica), y China,
Oeste y Este; lo que significa para las mentes curiosas una extensión demasiado
grande como para localizarla. Otros todavía la ubican entre Namur Nur y las
montañas de Kuen-Lun.
Pero
sin excepción todos creen firmemente en Scham-bha-la, y hablan de ella como un
país de hadas y como una fértil tierra, alguna vez una isla, ahora un oasis de
belleza incomparable, el lugar para reunirse con los herederos de la sabiduría
esotérica de los semi-dioses habitantes de la legendaria isla.
En
relación con la arcaica leyenda del Mar Asiático y del Continente Atlántico,
¿no sería de provecho fijarse en un hecho conocido por todos los geólogos
modernos, que las laderas del Himalaya proporcionan la prueba geológica de que
los materiales de esas altas cimas fueron alguna vez parte de un lecho oceánico?
NOTA 4
Ya
señalamos que en nuestra opinión, toda la diferencia entre las filosofías
Buddhista y Vedanta estriba en que la primera era un tipo de Vedantismo racionalista,
mientras que la última podría considerarse como un Buddhismo transcendental.
Si
el esotericismo Âryo da el término de jîvâtmâ al séptimo principio —espíritu
puro y de por sí inconsciente— es porque la Vedanta, al postular tres tipos de
existencia: (1) paramârthika (la verdadera, la única real), (2) vyavahârika (la
práctica), y (3) pratibhâsika (la vida aparente o ilusoria), hace de la primera
vida o jiva, la única verdaderamente existente.
Brahma,
o el UNO MISMO, es su único representante en el universo, pues es la Vida
universal en su totalidad, mientras que los otros dos no son sino sus “apariencias
fenomenales” imaginadas y creadas por la ignorancia, y cien por ciento
ilusiones sugeridas a nosotros por nuestros sentidos ciegos.
Los
Buddhistas por otro lado niegan la realidad subjetiva u objetiva e incluso la
existencia de ese Uno Mismo. Buddha dijo que no hay Creador ni Ser Absoluto. El
racionalismo Buddhista siempre ha sido demasiado reticente a la insuperable dificultad
de admitir una conciencia absoluta, ya que, en palabras de Flint:
-
“Dondequiera
que haya conciencia hay relación, y dondequiera que haya una relación hay
dualismo.”
La
VIDA UNA es, o MUKTA (absoluta e incondicionada), y no puede relacionarse a
nada ni a nadie; o BADDHA (limitada y condicionada), pero en ese caso no puede
llamarse absoluta. La limitación, más aún, hace necesaria otra deidad tan
poderosa como la primera, para responder por todo el mal que hay en este mundo.
Por
lo tanto la doctrina oculta de los Arahat, sobre cosmogonía, no admite sino una
INCONSCIENCIA (a fin de traducirla) absoluta, indestructible, eterna, e
increada, de un elemento (dicha palabra se usó a falta de un mejor término)
completamente independiente de todo lo demás en el universo; algo siempre presente
o ubicuo, una Presencia que siempre fue, es, y será; si hay un Dios, dioses, o
ninguno, si hay un universo, o ningún universo, existiendo durante ciclos
eternos de Mahâ Yuga, durante los Pralayas, como durante los períodos de
Manvantara, este es el ESPACIO, el terreno para la acción de las Fuerzas
eternas y de la Ley natural, la base (como el Sr. Subba Row la llama
correctamente) en donde tienen lugar las eternas intercorrelaciones de
Akâsa-Prakriti; guiadas por las pulsaciones regulares inconscientes de Sakti;
la respiración o poder de la deidad consciente, dirían los creyentes; la
energía eterna de una Ley eterna, inconsciente, dicen los Buddhistas.
El
Espacio, entonces, o «Fan, Bar-nang» (Mâha Sunyatâ) o, como le llama Lao-tze,
el «Vacío» es la naturaleza del Absoluto Buddhista. (Véase, de Confucio
«Alabanza al Abismo.») La palabra jiva, entonces, no la pueden aplicar los
Arahats al Séptimo Principio en ningún caso, dado que sólo a través de su
correlación o contacto con la materia Fo-hat (la energía activa Buddhista)
puede desarrollar vida consciente activa; y a la pregunta:
¿Cómo puede la inconsciencia
generar conciencia?
La
respuesta sería:
¿Fue la semilla la
que hizo a Bacon o a Newton, consciente de sí mismo?
NOTA 5
A
nuestros lectores europeos, desilusionados por la similitud fonética: no vayan
a pensar que el nombre «Brahman» es idéntico en esta conexión con Brahma o
Iswara, el Dios personal. Los Upanishads —las Escrituras Vedanta— no mencionan
un Dios así, y uno buscaría en vano en ellos cualquier alusión a una deidad
consciente.
El
Brahman, o Parabrahm, el absoluto de los Vedantinos, es neutro e inconsciente,
y no tiene ninguna conexión con el Brahmâ masculino de la Tríada hindú, o
Trimurti. Algunos Orientalistas acertadamente creen que el nombre deriva del
verbo Brih que significa “crecer” o “aumentar”
y que este es el sentido de la fuerza expansiva universal de la Naturaleza, el
principio vivificante y espiritual o poder extendido por todo el universo, y
que, en su colectividad, es el uno Absoluto, la Vida una y la única Realidad.
H.
P. BLAVATSKY
(Theosophist, enero de 1882, p.93-99)
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