Por
P. Srinivas Row
Hace
algunos años, un astrólogo Brâhman llamado Vencata Narasimla Josi, nativo del pueblo
de Periasamudram en la Provincia de Mysore, llegó al pueblito donde yo me
encontraba trabajando y que está ubicado en el Distrito de Bellary.
Él
era un buen poeta en sánscrito, telugu y canarese, y un excelente maestro de
los rituales védicos; conocedor del sistema hindú de astronomía, y astrólogo de
profesión. Y además de todo eso, poseía el poder de leer el contenido de cualquier
sobre sellado.
El
procedimiento que ejecutaba para hacer eso era tan simple como sigue:
Yo
le escribía cualquier cosa que decidiera en un pedazo de papel, luego lo guardaba
en uno, dos o incluso tres sobres, cada uno debidamente engomado y sellado, y lo
entregaba ya cerrado al astrólogo.
Él
me pedía que dijera un número entre uno y nueve, y mientras lo decía, él se
retiraba con el sobre hasta un lugar apartado durante algún tiempo; poco
después regresaba con un papel lleno de números y con otro papel que contenía
una copia de lo que estaba en el papel sellado; y el contenido era exactamente,
letra por letra y palabra por palabra, lo que yo había escrito.
Además
de mi, mucha gente también lo ponía a prueba a menudo, quedando todos asombrados
y satisfechos porque era invariablemente exacto, sin equivocarse en absoluto en
el resultado.
Por
ese tiempo, el Sr. Theyagaraja Mudalyar, supervisor en el Departamento de Obras
Públicas, estudiante de inglés y buen poeta en sánscrito y telugu, llegó a nuestro
pueblo en su visita periódica de inspección. Y al oír hablar de dicho
astrólogo, quiso ponerlo a prueba de una manera más satisfactoria para él.
Una
mañana, le dio al astrólogo un sobre a medio sellar, diciéndole:
- “Aquí tiene, Señor,
llévese esta carta a su casa y devuélvamela junto con su copia por la tarde.”
Esta
forma de solo medio cerrar el sobre y el permiso que le dio al astrólogo de llevarse
la carta a su casa durante varias horas, sorprendió mucho al Brâhman quien le
respondió:
- “No quiero ir a casa,
selle bien el sobre y déjeme usar alguna de las habitaciones de aquí, enseguida
le tendré lista la copia.”
A
lo que el supervisor le contestó:
- “No, llévesela como está
y regrese cuando guste. Tengo los medios para averiguar el truco, si es que hubiera
alguno.”
Así
pues el astrólogo se fue con el sobre; regresando al domicilio de Mudalyar por la
tarde.
Aproximadamente
unas 20 personas y yo nos habíamos también ido allí esperando el encuentro. Entonces,
el astrólogo cuidadosamente dio el sobre al señor Mudalyar pidiéndole que
comprobara si estaba intacto.
- “Eso no importa”,
respondió Mudalyar, “puedo descubrir el truco si es que lo ha habido. Muestre
su copia.”
Enseguida
el astrólogo presentó a Mudalyar un papel donde había escritas cuatro líneas y dijo
que esa era la copia del texto que estaba dentro del sobre. Y en esas cuatro líneas
estaba escrito un fragmento de un antiguo poema.
Mudalyar
leyó el papel una vez, y luego lo volvió a leer. Su semblante se llenó de gran
satisfacción, se sentó en silencio durante algunos segundos con una expresión de
completo asombro. Y poco después cambió la expresión de su rostro, abrió el
sobre y arrojó el contenido al piso, mientras que exclamaba en tono festivo al astrólogo:
- “Aquí está Señor, el original
del que usted ha hecho una copia.”
¡El papel yacía sobre
la alfombra, pero estaba en blanco sin una sola palabra, sin una sola letra sobre
su inmaculada superficie!
Esto
fue una triste desilusión para todos nosotros, pero para el astrólogo fue como si
en verdad le hubiera caído un rayo. Levantó pensativamente el papel, lo examinó
por ambos lados, luego lo arrojó al piso con coraje, y levantándose de repente,
exclamó:
- “¡Mi Vidyâ (facultad
paranormal) es un engaño, soy un mentiroso!”
La
conducta subsecuente del pobre hombre nos hizo temer que esta gran desilusión podría
orillarlo a cometer algún acto desesperado. De hecho parecía decidido a mejor
matarse exclamando que él no era honesto.
Mientras
tratábamos de consolarlo, el supervisor fue hasta él, lo sujetó con sus manos,
buscó donde sentarlo para que escuchara con calma su explicación, mientras le
aseguraba que él no era un mentiroso, y que su copia era absolutamente exacta.
Pero
el astrólogo no accedía considerando que simplemente decía todo eso para
consolarlo; maldiciéndose por ser un fraude. Pero después de unos minutos el
astrólogo estuvo más tranquilo y escuchó la explicación que le dio el señor
Mudalyar, que en resumen dijo lo siguiente:
«
La única forma en que un escéptico interpreta este fenómeno es de suponer que el
astrólogo abría los sobres diestramente y leía su contenido. De modo que escribí
cuatro líneas de una antigua poesía pero con nitrato de plata que es invisible
hasta que se expone a la luz.
Eso
hubiera descubierto el fraude si el astrólogo hubiera intentado averiguar el contenido
del papel adjunto abriendo el sobre hábilmente. Pues si lo hubiera abierto y mirado
el papel, entonces habría visto que estaba en blanco, hubiera vuelto a sellar el
sobre y hubiera dicho que el papel dentro del sobre no tenía nada escrito sobre
su superficie.
Y
si él hubiera, por cosas del destino o por accidente, expuesto el papel a la
luz, lo escrito se hubiera vuelto negro, y él habría hecho entonces una copia
como si esta fuera el resultado de su propio Vidyâ
Pero
en cualquier caso su truco habría quedado al descubierto, y habría sido patente
para todos que él había abierto el sobre. Pero en este caso, el resultado demuestra
concluyentemente que el sobre no fue abierto en absoluto. »
(The Theosophist, mayo de 1883)
Disculpe señor Cid,existira alguna técnica para perpetuar mi soltería,(soy hombre).Me provoca pereza "enamorarme",segun yo son emociones insoportables.
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