Al
inicio Max Heindel le tuvo una gran admiración a Leadbeater como lo muestra la
siguiente carta que él le escribió y que posteriormente se publicó en la
revista The Theosophist:
« Los
Ángeles, California, enero 15 de 1904.
Al Señor C.W. Leadbeater.
Estimado Señor:
Antes de que usted se ausente de
California, deseo expresarle mi agradecimiento por sus conferencias, a todas
las cuales he asistido con gran beneficio para mí mismo.
La curiosidad me llevó a escuchar su
primera conferencia en donde usted aseveró que todo ser humano tiene dentro de
sí facultades clarividentes (que yo razoné me beneficiarían personalmente) lo
que me impulsó a seguir asistiendo a vuestras siguientes conferencias.
La segunda conferencia, a la que
asistí con la esperanza de adquirir alguna información adicional sobre cómo
desarrollar este muy deseado y apetecible poder, advertí que usted nos dijo que
esta facultad no debería ser usada con fines egoístas (e interiormente me sentí
frustrado) y entonces pensé:
¿Qué beneficio
podría recibir el hombre si no podía hacer uso de este poder para sus propios
intereses?
Al día siguiente fui a la biblioteca
y pedí el libro que usted escribió “El
Plano Astral”, que era precisamente el plano que yo deseaba encontrar y
sobre dónde uno podía ir y con provecho para uno mismo, y así aprender los
secretos de las otras personas. Sin embargo, no pude obtener ese libro debido a
que el bibliotecario no tenía ningún ejemplar ni para prestar ni para vender ya
que todos estaban agotados.
En cambio adquirí el libro “Karma y Reencarnación” de la Señora
Besant, y cuando lo hube leído comprendí porqué los poderes ocultos deben ser
usados reverentemente para ayudar a la humanidad y no para beneficio personal.
Vi que yo tenía un sitio en este
gran plan cósmico y me pareció algo tan real que no necesité de ningún
argumento. Creí todas las palabras que leí y mi disposición mental era por
cierto muy distinta de lo que había sido en las dos primeras conferencias, de
modo que me presenté a oír su conferencia sobre Reencarnación.
Y desde entonces, he estado
literalmente devorando la Teosofía y la he puesto en práctica en mi vida,
suspendiendo el uso de tóxicos y el tabaco, aunque no supe, hasta el día siguiente,
que esto constituía uno de los preceptos de Buda y, para el peor de los casos,
la verdad es que fui un hombre sensual y embustero y nunca había tenido la idea
de que yo podía ayudar, o de que mis pensamientos podían hacer daño, o podía
alejarlos.
Pero cuando descubrí cómo podía
controlar mis pensamientos, me dispuse con el constante propósito de lograrlo y
me regocija decir que mis horas de vigilia transcurren muy a menudo, libres de
pensamientos obscenos; y si yo pudiera decir otro tanto con mis horas de sueño,
por cierto sería muy feliz.
Sin embargo no tengo dudas que con
el persistente esfuerzo pronto los habré eliminado, especialmente porque hace
pocos días he empezado después de haber leído sus argumentos expuestos en su
libro “Vislumbres de Ocultismo”.
Espero que mi extensa carta no le
haya cansado, aunque no es ni la décima parte de todo lo que desearía decirle
si pudiera hallar las palabras para expresarme. Es maravilloso para mí, aunque
apenas pueda comprenderlo, de que yo, que creía ser un simple gusano de la
tierra y que creía en la muerte por toda la eternidad una vez que moría, ahora
se que vivo para siempre.
No se admire de que me sienta
completamente agradecido y de que sienta la necesidad de expresar mi gratitud a
usted, que abrió mis ojos al elevado y noble destino que se abre frente a mí.
Una vez más le doy las gracias y que
Dios lo Acompañe.
Sinceramente suyo.
MAX HEINDEL. »
(Abril de 1949,
p.17-19)
Pero
posteriormente cuando Max Heindel descubrió que Leadbeater era un pederasta que
practicaba magia sexual con adolescentes, él cambió completamente su opinión y
mostró un gran repudio hacia Leadbeater. Y esto se constata en su libro “El Cuerpo Vital” (1950) en donde Max
Heindel escribió:
« Un hombre sumamente malvado, cuyas prácticas
fueron denunciadas hace diez años, obtenía de los jóvenes muchachos, el fluido vital
que después empleaba para sus prácticas demoníacas. »
(Capítulo 4)
Max
Heindel no se atrevió a decir quién era ese hombre, pero cualquiera que haya
estudiado ese asunto sabe inmediatamente que se está refiriendo a Charles
Leadbeater (ver link).
Lo que haya dicho Más Heindel sin dar nombres es irrelevante porque no puede tomarse como una prueba.
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