Blavatsky
murió el 9 de mayo de 1891, y William Judge quien había sido su
principal colaborador, en homenaje hacia ella escribió este artículo, el cual se publicó al mes
siguiente en su revista The Path.
H.P.B. ∴
UNA COLEGA CON EL CORAZÓN DE LEÓN,
TRANSITA
En la orilla del mar
estaba Hiawatha,
entonces se volteó y
se despidió
saludando con la mano.
Sobre las aguas
claras y luminosas
lanzó su canoa de
abedul y
entre los guijarros
de la orilla
la empujó en el agua,
susurrándole:
“¡Hacia occidente,
hacia occidente!”
Con velocidad
fulmínea, partió.
El ocaso descendió
encendiendo las nubes
de rojo,
quemó el extenso
cielo como una planicie,
dejando en la
superficie del agua
una larga estela de
esplendor.
Hiawatha zarpó hacia el occidente,
zarpó en el ocaso
ígneo,
zarpó en los vapores
púrpureos,
zarpó en el
crepúsculo.
Así partió Hiawatha,
El amado Hiawatha
Hacia las Islas de
los Benditos.
(Nota: este es un
extracto del poema “La canción de Hiawatha” del poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow.)
Eso
que los seres humanos llaman muerte es simplemente un cambio de lugar para el
Ego, una simple trasformación, un abandono temporal de la envoltura mortal, un
breve periodo de descanso antes de volver a asumir otra forma humana en el
mundo de los mortales.
El
locatario de este cuerpo no tiene nombre, reside en numerosas moradas de materia,
parece ir y venir, pero sin embargo no está sujeto a la muerte ni al tiempo,
siendo inmortal, inmutable y puro; trasciende el tiempo y es inconmensurable.
Así,
nuestra amiga y colega simplemente se ha ido por un breve tiempo de nuestra
vista, sin abandonar el trabajo comenzado muchos años atrás, que es la
elevación de la humanidad y la destrucción de las cadenas que esclavizan a la
mente humana.
Yo
encontré a H.P.B. en 1875, en la ciudad de Nueva York donde vivía en Irving
Place. Ahí sugirió la formación de la Sociedad Teosófica a la cual infundió
desde el comienzo el poder de su individualidad, impartiendo el conocimiento de
la existencia de los Maestros a su presidente y a quienes sostuvieron esta
organización desde entonces.
En
1877 escribió “Isis Develada” en mi
presencia y el presidente de la Sociedad Teosófica contribuyó a su revisión.
Entonces ella me declaró que ese libro se proponía ayudar a la causa para cuyo
adelanto se fundó la Sociedad Teosófica.
Hablo
de esto con conocimiento de causa ya que estuve presente, y cumpliendo con el
pedido de H.P.B., escribí el contrato entre ella y la editorial para la
publicación de esa obra. Cuando ese documento fue firmado, ella en la calle me
dijo:
- “Ahora
debo ir a la India.”
En
Noviembre de 1878 ella partió rumbo a ese país, continuando con el trabajo para
ayudar a sus colegas en la diseminación de la influencia de la Sociedad
Teosófica allá.
Trabajó
en aquella tierra misteriosa hasta que regresó a Londres en 1887, donde en
aquel entonces sólo había una Rama de la Sociedad Teosófica: la Logia de Londres
[la cual era presidida por Alfred Sinnett] y que según sus dirigentes, sólo
debía trabajar con las clases cultas y altas.
Cuando
H.P.B. llegó a Londres, más Ramas de la Sociedad Teosófica comenzaron a brotar
y ahora existen en numerosas ciudades inglesas, en Escocia y en Irlanda. En
Inglaterra ella fundó su revista “Lucifer”
y trabajó día y noche para la Sociedad Teosófica que amó desde lo profundo de
su corazón.
Allá
escribió “La Doctrina Secreta”, “La Clave de la Teosofía” y “La Voz del Silencio” y abandonó un cuerpo
gastado por el trabajo altruista a favor de la posteridad y no sólo a unos
pocos de nuestro siglo.
Sus
calumniadores dijeron que ella se fue a India porque en los Estados Unidos
había dejado un terreno árido, inducida por un impulso repentino y sin
propósito. Pero eso es falso. En el comienzo de la Sociedad Teosófica, y
cumpliendo con el pedido de H.P.B., escribí de mi puño y letra los diplomas de
algunos miembros esparcidos en India, pertenecientes a diferentes fes y que
mantenían una correspondencia con la Sociedad Teosófica. Algunos de ellos eran
parsis.
Ella
siempre dijo que se iría a la India tan pronto como la Sociedad Teosófica fuera
establecida e Isis Develada
terminada. Después de una larga estancia en la India, las cartas que me enviaba
expresaban su intención de regresar a Inglaterra para abrir, ahí, el movimiento
de forma activa y pública, a fin de que tres grandes puntos en la superficie
del mundo (India, Inglaterra y América) tuviesen centros activos de trabajo
teosófico.
Ella
me comunicó esta determinación antes de que la Sociedad para la Investigación
Psíquica atacara su reputación. Y sobre estas difamaciones yo sé mucho y lo
usaré en el futuro, puesto que yo estuve en India antes y después del supuesto
escándalo.
H.P.B.
regresó a Inglaterra para llevar a cabo su propósito incluso entre las
acusaciones de que no podía permanecer en la India. Y para refutarlas ella regresó
a Madrás y luego se fue de nuevo a Londres.
También
sé que ella siempre estuvo consciente de lo que el mundo es capaz de hacer
usando la calumnia y el abuso, pues en 1875 me dijo que estaba dando comienzo a
un trabajo que le atraería calumnias no merecidas, una maldad implacable, malos
entendidos incesantes, un constante trabajo y ninguna recompensa terrestre.
Pero
a pesar de todo eso, su corazón de león la sostuvo.
Y
tampoco desconocía el futuro que le aguardaba a la Sociedad Teosófica, ya que en
1876 ella me contó con lujo de detalles el curso del desarrollo que tendría la
Sociedad Teosófica durante los años futuros: su inicio, sus luchas, su ascenso
en la “zona luminosa” de la opinión pública y todas estas profecías se han
cumplido.
Se
ha dicho mucho sobre sus “fenómenos”: algunos individuos los niegan, otros los
aceptan, otros afirman que solo fueron trucos y artimañas. Pero yo que la conocí
muy bien por muchos años, la vi producir en privado fenómenos muy heterogéneos
más de lo que sus amigos tuvieron la suerte de presenciar y sé que ella tenía
el control de las poderosas leyes ocultas de la naturaleza que nuestra ciencia
desconoce.
Y
también sé que nunca ella se ufanó de sus poderes ni divulgó su posesión, ni
tampoco jamás aconsejó públicamente que se intentara adquirirlos, sino que
siempre dirigió la vista de quienes podían entenderla, hacia una vida de
altruismo basada en el conocimiento de la verdadera filosofía.
Y
si el mundo piensa que transcurrió sus días engañando a sus seguidores con esos
fenómenos, es sólo porque sus amigos, poco juiciosos, no respetando su
explícito deseo de no hablar al respecto, y divulgaron maravillosos cuentos de
“milagros” que no se pueden probar a un público escéptico, ni son el propósito
de la Sociedad Teosófica, siendo simplemente incidentes en la vida de H.P. Blavatsky.
Su
propósito era el de elevar a la humanidad y su método consistía en tratar con
la mentalidad de su época tal como ella la había encontrado, intentando guiarla
paso a paso, buscando y educando unos pocos quienes apreciando la majestuosidad
de la Ciencia Secreta y sintiéndose devotos por la “gran huérfana que es la
Humanidad”, pudieran continuar su trabajo con intensidad y sabiduría.
Ella
se propuso fundar una organización que, por pequeña que fuese, sus esfuerzos inocularían
en el pensamiento contemporáneo las ideas, las doctrinas y la nomenclatura de
la Religión de la Sabiduría, para que cuando el siglo XX cumpliera su año 75,
el nuevo mensajero de los maestros encontraría esa organización todavía activa,
y estando ya las ideas teosóficas sembradas, ampliamente divulgadas y la
nomenclatura preparada para expresar la verdad inmutable en un grado mayor, eso
facilitaría la tarea para ese nuevo mensajero, mientras que para Blavatsky esa
labor había sido desde 1875 tan difícil y salpicada de obstáculos.
William Q. Judge
(Path, junio 1891, p.65-68)
Pues desde 1975 no se recuerda otro mensajero. Si ha ocurrido una explosión de conocimientos y orientalismo, todo mezclado con falsedades, que es lo que señala el autor del blog. Pero no hubo nuevo mensajero, una persona en contacto con los grandes maestros. Y es triste.
ResponderBorrarBlavatsky precisó que la llegada de ese nuevo mensajero dependería de lo bien que lo haría la Sociedad Teosófica durante el siglo XX y la realidad es que esa organización falló enormemente.
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