EXPERIMENTOS DE HIPNOTISMO EN DONDE PARTICIPÓ EL CORONEL OLCOTT


(En su libro "Las Hojas de un Viejo Diario III", el coronel Henry Olcott relató varios experimentos de hipnotismo en donde él participó.)



EXPERIMENTOS EFECTUADOS POR EL SR. MOODY

Tuve la suerte de asistir en Birmania a cierto número de experimentos magnéticos instructivos, hechos con sujetos indos por un aficionado llamado Moody. 

Tomé notas de una serie de ensayos que él hizo a petición mía sobre el problema de la transmisión del pensamiento.

1. Un pañuelo de bolsillo sirvió para el primer experimento. El operador puso al sujeto en estado de sugestión y se colocó delante de él con el pañuelo blanco en la mano.

Primeramente el sujeto reconoció la naturaleza y color normal del pañuelo, y después le vio sucesivamente, y sin hablarle, rojo, azul, verde, amarillo, violeta, negro, pardo, y de cualquier color que yo decía en voz baja al oído del operador.

La sensación coloreada cambiaba instantáneamente en cuanto el magnetizador se representaba mentalmente el color designado por mí.

2. Igualmente ensayamos esa transmisión de gusto y de tacto entre el magnetizador y el sujeto, haciendo los experimentos habituales: el operador, vuelto de espaldas, probaba sucesivamente azúcar, quinina, jengibre, sal, vinagre, etc., o bien se le pinchaba o se le pellizcaba, y en seguida cada sensación física era reproducida en el sujeto.


Mi conclusión es que este campo de las investigaciones magnéticas hace nacer las más serias reflexiones en un espíritu serio; hay algo que asusta al pensar que dos seres humanos pueden llegar a semejante identificación física y mental.

En realidad, tales experimentos son una llave que abre la puerta a numerosos misterios.





EXPERIMENTOS EFECTUADOS POR EL SR. DUNCAN

En Birmania cené en casa del señor Duncan donde asistimos y tomamos parte en unos experimentos de magnetismo muy instructivos. Recuerdo uno que se asemeja a los relatos de "Magia Develada", la obra clásica del Barón Du Potet.

En medio del salón se hallaba una gran mesa redonda y todo el mundo estaba sentado alrededor de la habitación, contra las paredes.

El sujeto era un criado indo quien estaba en otro cuarto; entonces le propuse al señor Duncan que trazase una línea imaginaria en el suelo con un dedo entre la mesa y la pared, y quisiese que el sujeto no pudiese atravesarla.

Las personas presentes eligieron el sitio donde habría de trazarse la línea, y el señor Duncan aproximando los dedos a la alfombra, pero sin tocarla, quiso que el sujeto fuese detenido por aquella barrera invisible.

Entonces se trajo al sujeto y al entrar se le dijo que diera dos vueltas en torno a la mesa, y que después que lo hiciera se le diría lo que tenía que hacer.

Él comenzó a dar la vuelta sin dificultad, hasta que llegando al sitio encantado, se detuvo en seco, trató de dar un paso más, pero no lo consiguió; retrocedió y dijo que no podía seguir.

-        “¿Por qué?, le preguntaron.

-       “¿Pero no ve esa línea de fuego? ¿Cómo podría pasar?”, respondió.

Le dije que allí no había nada y que ensayase otra vez, pero de nuevo fue inútil, el sujeto no pudo avanzar hasta que el señor Duncan, que todo ese tiempo había permanecido en silencio, hizo con la mano un gesto de dispersión y dijo:
 
-        “Está bien.”

Entonces Tommy terminó la vuelta alrededor de la mesa. Me dijo que había visto como una pequeña pared de llamas de unas seis pulgadas de altura.



Como tenía un día disponible antes de partir a la India, aproveché una visita que el señor Duncan vino a hacernos en nuestra casa, para efectuar nuevos y mejores experimentos con su criado Tommy.

El muchacho estaba sentado con la espalda contra la pared, junto a una gran puerta –ventana que daba a una galería soleada. Su magnetizador, señor Duncan, se colocó frente a él, teniendo en la mano un pañuelo blanco.

Yo me situé en la galería, fuera de la vista de Tommy, con un muestrario de papeles de colores vivos, como el que usan los encuadernadores y otros oficios.

El señor Duncan le preguntó a Tommy:
 
     -    “¿Qué es esto?"

     -    "Un pañuelo." respondió.

      -    "¿De qué color?"

      -    "Blanco.”

Entonces yo mostraba a Duncan un papel rojo, por ejemplo, y él mostrando al muchacho el mismo pañuelo, repetía:

     -    “¿De qué color?"

     -    "Rojo”, respondió el sujeto.

De esta suerte, fui mostrando los colores al magnetizador, quien mentalmente los transportaba al pañuelo, y eran percibidos por el muchacho hipnotizado.

Me parece que esta es una buena prueba de la posibilidad de transmisión del pensamiento, tan bonita como la mejor que se conozca.





EXPERIMENTOS EFECTUADOS POR EL SR. ROBERT

Durante mi permanencia en París en el mes de octubre de 1884, asistimos el señor Rudolf Gebhard y yo, a unos experimentos del señor Robert, el conocido masajista magnetizador, con uno de sus sujetos clarividentes.

Entre otras cosas, éste nos dijo que nos veía en un barco de vapor en un mar lejano; un hombre se caía al mar, el buque se detenía, arriaban un bote y el barco describía círculos.

Esto nos pareció extraño, porque no recordábamos que ningún buque, especialmente ningún vapor, describiese círculos para recoger a las personas que se cayeran al agua.

Sin embargo anoté el hecho en aquel momento, y me acordé de él cuando el 14 de marzo de 1885, atravesando el golfo de Bengala hacia la india, un indígena, pasajero de cubierta, se cayó al mar y el barco "Himalaya" describió un círculo para salvarle.

Por lo tanto, el futuro acontecimiento del mes de marzo, había proyectado su sombra astral sobre el cerebro del clarividente, cinco meses antes de tener lugar.

Por carta comuniqué el incidente al señor Robert cuando se produjo, y él puede confirmar mi relato a los que tuviesen la curiosidad de querer ver mi carta.


(Capítulo 15)












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