(Este artículo se publicó en el periódico The Daily Graphic de Nueva York, el 9 de julio de 1878, p.54)
LA CIUDADANA HELENA P. BLAVATSKY
Ese personaje recién naturalizado explica algunas cuestiones interesantes
La Sra. Helena P. Blavatsky goza de la orgullosa distinción de ser la primera mujer súbdita del Zar que ha renunciado a su lealtad al Imperio y se ha convertido en ciudadana de esta gran república.
El 22 de septiembre de 1874 ella anunció su intención de naturalizarse y presentó la solicitud correspondiente ante las autoridades competentes. Ayer se convirtió en soberana de pleno derecho por decreto del juez Larremore en el período extraordinario de sesiones del Tribunal de Primera Instancia.
Entre los conocidos de la recién convertida al republicanismo se han suscitado diversas conjeturas sobre el motivo que la impulsó a dar este paso. Entre otras conjeturas se menciona que ella se proponía invertir a gran escala en la compra de bienes raíces en este país y que contemplaba participar activamente en la cuestión del sufragio femenino.
Para esclarecer la verdad, un reportero del Graphic visitó a la ciudadana Blavatsky esta mañana en sus aposentos, ubicados en el número 302 de la calle Cuarenta y siete Oeste. Lo recibieron muy cortésmente y lo llevaron a la sala de recepción, con vista a la Octava Avenida y a la calle cuarenta y siete.
El primer objeto y el más llamativo que se presentó a la vista al entrar fue el documento ciudadano recién firmado, colocado en un lugar visible de la pared a la izquierda del escritorio de Madame Blavatsky.
"Sí, me he convertido en ciudadana de los Estados Unidos", ella comentó mientras miraba el documento, "y debo decir que me siento orgullosa de ese título.
¿Usted me pregunta por qué he renunciado a mi lealtad a mi país?
Yo le respondo que es porque amo la libertad. Hoy en día hay poca libertad en Rusia, mientras que aquí en los Estados Unidos es al revés. Allá he sufrido grandes molestias y me han multado con tanta frecuencia que puedo calcular con seguridad la suma de 10'000 dólares, y además por delitos triviales, se lo aseguro.
Este es sin duda un gran país, pero tiene un gran inconveniente. La gente es muy astuta y hay mucha corrupción. Pero a pesar de todo eso, prefiero a este país y a su libertad que a todos los demás.
Mi objetivo al obtener estos documentos es el que le acabo de indicar y no por otras razones. En mi país, la situación se ve sombría. Inglaterra ha engañado por completo a los estadistas del Zar, y parece que una revolución es inminente.
Según documentos que he recibido de Moscú, San Petersburgo, En Odessa y Tiflis se manifiesta un intenso deseo de luchar por el honor del imperio. Tanto los más altos como los más bajos están dispuestos a sacrificarlo todo por ese gran objetivo, y la humillante posición en la que los ingleses colocarán al país dejará una pésima impresión en el pueblo ruso, que en mi opinión, solo encontrará salida en la revolución.
El Zar perdió la guerra de Crimea y lo ganó todo en el último conflicto. Ahora ha vuelto a perder.
¿Acaso no le parece a cualquier persona razonable que se producirá una intensa insatisfacción?
No estoy a favor de reyes ni emperadores, ellos son la maldición del mundo. Una revolución puede lograr mucho bien.
En cuanto a Vera Sassulitch, es una mujer noble y ha hecho mucho por su país, pero me temo que el asunto de Moscú tenderá a apretar el cuello de los rusos. Se abolirá el sistema de jurados, y entonces, ¿dónde estará la reparación de futuros agravios?"
La distinguida dama habló con sentimiento sobre este tema. Madame Blavatsky tenía la impresión de que la Juana de Arco rusa moderna [Vera Sassulitch] no había llegado a Suiza y por consiguiente no podía ser la persona mencionada en el cablegrama de esta mañana, a la que se le había denegado asilo en ese país.
Había recibido información de un destacado editor de París de que se esperaba a la joven heroína en esa ciudad, y se inclinaba a creer que eventualmente visitaría Estados Unidos.
Para concluir, la Sra. Blavatsky reiteró que se alegraba de haberse convertido en ciudadana de la gran república.
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