Upaluri Gopari Krishnamurti, usualmente llamado UG, fue un pensador indio que no hay que confundir con otro pensador indio mucho más famoso llamado Jiddu Krishnamurti.
Frank Norohna fue amigo de UG durante más de treinta años, y en el siguiente texto él resume la vida y enseñanzas de UG Krishnamurti.
UNA NOTA AL COMIENZO
Si crees que puedes leer y comprender este libro, te equivocas. «Quienquiera que venga a escucharme e intente comprender lo que intento transmitir está perdiendo el tiempo, porque no hay forma de oír nada sin interpretación», dice UG Krishnamurti.
Según él, cuando dejamos de lado nuestro oído, solo existe la vibración de los sonidos. Estas vibraciones son captadas por el tímpano, transferidas a los nervios que van al cerebro e interpretadas según lo que él llama "nuestro punto de referencia", y así escuchamos nuestras propias traducciones de las vibraciones.
UG dice: «Eso está bien para una relación con alguien al nivel de "Aquí tienes dinero; dame un kilo de zanahorias"; pero ese es el límite de tu relación, de tu comunicación con cualquier persona».
Estés o no de acuerdo con todo lo que él dice, vale la pena intentar escucharlo. Las palabras que salen de él son como granadas lanzadas contra nuestro "punto de referencia", amenazando con desarraigar todo aquello en lo que creemos.
Sus declaraciones son devastadoras, más aún para quienes han escuchado a Jiddu Krishnamurti, Osho Rajneesh y otros que se han criado en un ambiente religioso.
UG también puede hablar de física cuántica y agujeros negros, "eros y tánatos". UG dice: «No pretendo tener una visión especial de la naturaleza de las cosas ni comprender el funcionamiento de la naturaleza mejor que nadie. Pero esto es lo que descubrí por mí mismo. No me importa si aceptan o no lo que digo. Se sostiene o se derrumba por sí solo».
Sus declaraciones tienen un sólido tono de autenticidad y parecen provenir de una fuente distinta al pensamiento. Lo que dice sacude los cimientos mismos del pensamiento humano.
Otra cosa es que sus comentarios sobre temas como Dios, el amor, la iluminación, la mente, la meditación, la muerte y la reencarnación a menudo huelen a blasfemia y rozan la herejía.
La historia de UG Krishnamurti tiene todos los ingredientes para una novela de suspenso. Un episodio de su vida lleva a otro sin una secuencia sistemática. Cuando cumplió 49 años, se produjo un giro repentino de los acontecimientos. Le ocurrió algo que él llamó "una calamidad" (para que podamos comprenderlo mejor) cuando tropezó con un estado natural en el que, en sus palabras, «todo lo que el hombre ha dicho, sentido o visto, de hecho, toda la herencia de la humanidad, fue expulsado de mi sistema».
Pero según UG, esto no era lo que él deseaba, él buscaba un mundo espiritual de ensueño, elocuentemente creado por hombres santos, tanto falsos como genuinos.
El ambiente religioso formó parte de su crianza. UG nació en 1918 en una familia brahmán de clase media en Andrah Pradesh. Su madre murió poco después de dar a luz. En su lecho de muerte ella dijo que su hijo estaba hecho para algo inmensurablemente elevado. El abuelo de UG tomó en serio sus palabras y lo crio en un ambiente ascético.
Sin embargo un pequeño incidente marcó un punto de inflexión en la vida de UG. Una mañana, su abuelo meditaba cuando lo interrumpieron los llantos de un niño. El anciano se enfureció tanto que golpeó al niño hasta ponerlo morado.
La incongruencia y brutalidad de la escena impactaron traumáticamente la tierna sensibilidad de UG, al punto que él se dijo a sí mismo: «Si la meditación se trata de esto, entonces no vale nada».
Tiró su rosario sagrado y amenazó con irse de casa. A partir de entonces la vida de UG fue un experimento con la verdad. Un anhelo insaciable lo invadió por descubrir si había algo tras las declaraciones abstractas de los supuestos hombres espirituales. Conoció a varios maestros, entre ellos a Jiddu Krishnamurti y Ramana Maharshi, y practicó meditaciones tradicionales. Agotó todos los medios posibles para alcanzar la "tierra prometida", y al final quedó sin esperanza y sumido en la desesperación más absoluta.
En su cuadragésimo noveno aniversario él estaba sentado en un banco con vistas al verde valle y las escarpadas cumbres del Oberland suizo, cuando de repente se le ocurrió: «He buscado por todas partes la respuesta a mi pregunta: "¿Existe la iluminación?", pero nunca he cuestionado la búsqueda en sí porque asumí que la iluminación existe y que tenía que buscarla. Sin embargo es la búsqueda misma la que me ha asfixiado y me ha alejado de mi estado natural».
Entonces se dijo a sí mismo: «No existe la iluminación espiritual ni psicológica, porque no existe el espíritu ni la psique. He sido un idiota toda mi vida, buscando algo que no existe. Mi búsqueda ha llegado a su fin».
Su voraz ansia por descubrir el "país de las maravillas" prometido por profetas y maestros espirituales se extinguió. El acontecimiento tuvo efectos reveladores en su cuerpo ya que se produjeron numerosos cambios físicos en su interior que desconcertaron a los médicos y amigos que lo rodeaban.
A partir de entonces su vida se convirtió en una en la que «no había pensamientos sobre el mañana ni tristeza por el pasado». Según UG, la tristeza y la alegría solo existen en el ámbito de la mente. Al cuerpo no le interesa nada. Su único interés es sobrevivir a los desafíos cotidianos que enfrenta a cada instante.
Las declaraciones de UG son enigmáticas y si se escuchan o leen fuera de su presencia, podrían interpretarse como producto de un intelecto supremo o como las divagaciones de un loco. Sus palabras desafían la estructura lógica a la que estamos acostumbrados.
UG descarta la posibilidad de cualquier experiencia que no sea a través del conocimiento. Según él, es el conocimiento el que crea una experiencia, y es la experiencia la que a su vez fortalece el conocimiento.
El conocimiento no tiene fundamento metafísico ni epistemológico, se trata simplemente de que algo es una silla o una mesa, o que alguna sensación es placentera o dolorosa. De hecho, incluso el proceso de reconocer y nombrar algo forma parte del conocimiento. Toda la operación se llama "pensamiento".
Lo que nos distingue de UG es que este conocimiento —que opera a través del proceso de pensamiento— se encuentra en un estado simple en UG, mientras que existe una corriente subyacente constante de actividad mental en nuestro interior, nos guste o no, ya que nuestra mente produce constantemente un pensamiento tras otro en diversas formas, colores y tamaños.
UG afirma que es a través de este pensamiento constante que mantenemos la continuidad de lo que llamamos el "ego" o el "yo". En UG, la continuidad del pensamiento se ha roto. Los pensamientos le llegan de forma inconexa, sin conexión alguna. Solo piensa cuando hay una demanda de experiencia. De lo contrario, lo que existe es solo la simple actividad de los sentidos: el continuo de estímulo y respuesta. Y dado que es la actividad del pensamiento continuo la que da la ilusión del "ego" o el "yo", no hay sentimiento de "ego" o del "yo" en UG.
(Opinión de Cid: por la manera como UG se comportó y se expresó, a mí me da la impresión que él siguió teniendo el sentimiento del ego.)
UG afirma que el dominio absoluto sobre el organismo físico de lo que se llama conocimiento tiene la potencia de millones de años. El conocimiento, operando en forma de pensamiento, ha establecido un imperio paralelo propio, en oposición a las formas de la naturaleza.
Pero el pensamiento sutilmente conoce su naturaleza efímera, y el temor a su fugacidad lo impulsa a erigir una maravillosa estructura de cultura, civilización, religión, política, las diversas instituciones y valores que rigen nuestras vidas, y en definitiva, todo lo que podamos concebir.
Todas estas facetas de la vida humana no son más que soportes mediante los cuales el pensamiento intenta entronizarse en la permanencia. En otras palabras, lo que llamamos "yo" o "tú" es el pensamiento que busca la permanencia en innumerables actividades.
UG argumenta que solo cuando, por algún milagro o extraña casualidad, el organismo vivo se libera del yugo del imperio creado por el pensamiento, el cuerpo puede con su extraordinaria inteligencia, liberar al ser humano para que pueda "caer en su estado natural".
Pero según UG, uno no puede usar su propia voluntad ni someterse a ninguna disciplina rigurosa para alcanzar ese estado natural. Tal estado está más allá del ámbito de la experiencia.
UG suele describir su situación así: «¿Cómo sucedió todo? No lo sé. ¿Qué pasó? No lo sé. ¿Pasó algo?».
Dice que lo que le sucedió es tal que nadie puede compartirlo, y que el estado natural no puede expresarse ni contenerse en el pensamiento. Por lo tanto, "no es posible la comunicación, ni es necesario el diálogo".
¿De qué sirve el llamado "estado natural" a quienes no funcionan en él?
Al fin y al cabo, la pregunta se plantea desde la perspectiva de un estado antinatural por mortales que buscan una panacea para todos sus problemas.
La paz y la felicidad son lo que todos buscamos, y el "estado natural" de UG no nos ofrece ninguna experiencia parecida. Así pues, lo que nos queda son nuestras propias visiones de la persona, dependientes de nuestros prejuicios y condicionamientos.
Llámalo fraude o fenómeno de la naturaleza, pero cuando te acercas al vórtice de la presencia de UG, te quedas perplejo. Tus expectativas y opiniones se hacen añicos. Te preguntas cuál es el origen de sus declaraciones. Bajo su aparente forma humana yace algo indescriptible.
Frank Norohna 21/88 Colonia Lodi Nueva Delhi
(Esta nota se encuentra al inicio del libro “El pensamiento es tu enemigo, conversaciones con UG Krishnamurti”, publicado por Sowmya Publishers en 1991)
OBSERVACIÓN
Considero que la enseñanza de UG es en ciertos aspectos errónea porque grandes maestros espirituales que están mucho más evolucionados que UG, a quienes he investigado enormemente y he concluido que probablemente su conocimiento si es real, ellos afirman que el espíritu y la iluminación si existen.
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