En 1903, Max Heindel se mudó a Los Ángeles, California, en busca de trabajo,
y estando interesado por el esoterismo, él asistió a las conferencias que dio
Leadbeater quien en ese entonces estaba dando una gira por los Estados Unidos.
Y Max
Heindel quedó tan
impresionado por lo que escuchó que él le envió una carta a Leadbeater, escribiéndole
lo siguiente:
« Los Ángeles, California, enero 15 de
1904.
Al
Señor C. W. Leadbeater.
Estimado
Señor:
Antes
de que usted se ausente de California, deseo expresarle mi agradecimiento por
sus conferencias, a todas las cuales he asistido con gran beneficio para mí
mismo.
La
curiosidad me llevó a escuchar su primera conferencia en donde usted aseveró
que todo ser humano tiene dentro de sí facultades clarividentes (que yo razoné
me beneficiarían personalmente) lo que me impulsó a seguir asistiendo a
vuestras siguientes conferencias.
La
segunda conferencia, a la que asistí con la esperanza de adquirir alguna
información adicional sobre cómo desarrollar este muy deseado y apetecible
poder, advertí que usted nos dijo que esta facultad no debería ser usada con
fines egoístas (e interiormente me sentí frustrado) y entonces pensé:
¿Qué beneficio podría
recibir el hombre si no podía hacer uso de este poder para sus propios
intereses?
Al
día siguiente fui a la biblioteca y pedí el libro que usted escribió “El Plano Astral”, que era precisamente
el plano que yo deseaba encontrar y sobre dónde uno podía ir y con provecho
para uno mismo, y así aprender los secretos de las otras personas. Sin embargo,
no pude obtener ese libro debido a que el bibliotecario no tenía ningún
ejemplar ni para prestar ni para vender ya que todos estaban agotados.
En
cambio adquirí el libro “Karma y
Reencarnación” de la Señora Besant, y cuando lo hube leído comprendí porqué
los poderes ocultos deben ser usados reverentemente para ayudar a la humanidad
y no para beneficio personal.
Vi
que yo tenía un sitio en este gran plan cósmico y me pareció algo tan real que
no necesité de ningún argumento. Creí todas las palabras que leí y mi
disposición mental era por cierto muy distinta de lo que había sido en las dos
primeras conferencias, de modo que me presenté a oír su conferencia sobre
Reencarnación.
Y
desde entonces, he estado literalmente devorando la Teosofía y la he puesto en
práctica en mi vida, suspendiendo el uso de tóxicos y el tabaco, aunque no
supe, hasta el día siguiente, que esto constituía uno de los preceptos de Buda
y, para el peor de los casos, la verdad es que fui un hombre sensual y
embustero y nunca había tenido la idea de que yo podía ayudar, o de que mis
pensamientos podían hacer daño, o podía alejarlos.
Pero
cuando descubrí cómo podía controlar mis pensamientos, me dispuse con el constante
propósito de lograrlo y me regocija decir que mis horas de vigilia transcurren
muy a menudo, libres de pensamientos obscenos; y si yo pudiera decir otro tanto
con mis horas de sueño, por cierto sería muy feliz.
Sin
embargo no tengo dudas que con el persistente esfuerzo pronto los habré
eliminado, especialmente porque hace pocos días he empezado después de haber
leído sus argumentos expuestos en su libro “Vislumbres
de Ocultismo”.
Espero
que mi extensa carta no le haya cansado, aunque no es ni la décima parte de
todo lo que desearía decirle si pudiera hallar las palabras para expresarme. Es
maravilloso para mí, aunque apenas pueda comprenderlo, de que yo, que creía ser
un simple gusano de la tierra y que creía en la muerte por toda la eternidad
una vez que moría, ahora se que vivo para siempre.
No
se admire de que me sienta completamente agradecido y de que sienta la
necesidad de expresar mi gratitud a usted, que abrió mis ojos al elevado y
noble destino que se abre frente a mí.
Una
vez más le doy las gracias y que Dios lo Acompañe.
Sinceramente
suyo.
MAX
HEINDEL. »
(Esta
carta se publicó originalmente en la revista Theosophist de abril de 1949, Vol. 70, p.17-19 con el título: “Cómo ingreso Max Heindel a la Teosofía”)
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Y es así como Max
Heindel posteriormente se unió a la Sociedad Teosófica de Los Ángeles y se volvió un miembro
importante. Pero infortunadamente
lo que no sabía Max Heindel es que las enseñanzas de Leadbeater y Annie Besant,
aunque tienen cosas buenas, también están plagadas de errores y mentiras como
lo he demostrado ampliamente en este blog. Y desafortunadamente muchas de esas mentiras
Max Heindel también las incorporó en sus libros como lo voy a demostrar en los siguientes
capítulos que iré escribiendo sobre él y su organización.
Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por los caminos del mundo, la repito ahora:
ResponderBorrarCaminantes de la justicia,
portadores del fuego sagrado,
¡abracadabra, compañeros!
(Parte del discurso de Eduardo Galeano pronunciado en el Obelisco de Montevideo, en el cierre de la campaña contra la ley de impunidad, la noche del 20 de octubre, publicado en La Jornada del 21 de octubre).