LOBSANG RAMPA VIO A MUCHOS YETIS


 
Lobsang Rampa en su libro “El Tercer Ojo” relató que cuando viajó a la región de Changtang, en varias ocasiones él vio a varios yetis:
 
« Allí vi por primera vez un yeti. Yo estaba inclinado recogiendo hierbas cuando algo me hizo levantar la cabeza, y allí, a diez metros de mí, estaba esa criatura de la que tanto había oído hablar.
 
Los padres tibetanos a menudo amenazan a sus hijos con esta fórmula: pórtate bien, o te llevará un yeti. En ese momento, pensé, “un yeti me había alcanzado a mí”. No me sentí muy feliz. Nos miramos, ambos inmóviles de terror durante un lapso que me pareció infinito.
 
Aquel ser me señalaba y emitía un curioso grito, semejante al maullido de un gatito. La cabeza parecía carente de lóbulos frontales, y se inclinaba hacia atrás casi directamente desde las cejas espesas. El mentón era casi inexistente y los dientes eran largos y prominentes. Con todo, la capacidad craneana parecía similar a la del hombre moderno, con excepción de la frente que no existía. Las manos y los pies eran grandes y pesados. Era patizambo y los brazos parecían mucho más largos que lo normal.
 
Observé que el yeti caminaba sobre la parte exterior de los pies, como los humanos. (Los grandes monos y otros individuos de ese orden no caminan sobre la superficie exterior.)
 
Mientras lo miraba, tal vez salté hacia atrás de miedo o por otro motivo, y el yeti chilló y se volvió y se alejó a los saltos. Parecía saltar a la pata coja y el resultado eran unos pasos gigantescos.
 
Mi propia reacción fue también volverme en la dirección opuesta. Después, pensando en ello, llegué a la conclusión de que debí romper el récord tibetano de velocidad para altitudes superiores a los cinco mil metros.
 
En los días que siguieron vi algunos yetis a la distancia. Ellos se apresuraban a esconderse en cuanto nos veían y nosotros no los provocábamos. El lama Mingyar Dondup nos dijo que esos yetis eran una reversión de la raza humana que habían seguido un sendero distinto en la evolución y que sólo podían vivir en los lugares más escondidos.
 
Con mucha frecuencia oíamos cuentos de yetis que habían abandonado las tierras altas y se habían visto saltar y merodear cerca de las regiones habitadas. Se cuenta que algunas mujeres solas fueran "raptadas" por yetis machos. Ese podría ser un medio por el cual continuar su línea.
 
Algunas monjas confirmaron esa historia, cuando nos dijeron que una de ellas había sido llevada por un yeti, una noche. Sin embargo, no tengo competencia para escribir sobre ello. Sólo puedo decir que he visto yetis en pleno desarrollo y niños yetis. Y también he visto esqueletos de ellos.
 
Ciertas personas han dudado de la veracidad de mis afirmaciones en lo que concierne a los yetis.
 
Creemos que los yetis han sido obligados a buscar refugio en las tierras altas y que en cualquier otra parte, con excepción de alguno que otro, están extinguidos.
 
La primera vez que se ve un yeti se siente terror. La segunda vez, uno se siente invadido de compasión por esas criaturas de una edad pasada que están condenadas a la extinción por el fárrago de la vida moderna.
 
Cuando los comunistas sean expulsados de Tíbet, estoy dispuesto a acompañar a cualquier expedición de escépticos y mostrarles los yetis de las tierras altas. Valdrá la pena ver las caras de esos grandes hombres de negocios cuando se enfrenten con algo que está más allá de su experiencia comercial.
 
Pueden usar oxígeno y faquines, yo sólo llevaré mi vieja túnica de monje. Las cámaras fotográficas probarán la verdad. En aquellos días no teníamos equipo fotográfico en el Tíbet. »
(Capítulo 15)
 
 
 
 
 
 
OBSERVACIONES
 
No sabemos si los yetis realmente existen o son puras leyendas, pero dado que Lobsang Rampa fue muy charlatán, yo también dudo de su veracidad y me inclino más a considerar que este relato es solo una mentira más que él inventó para impresionar a sus lectores.
 
Además que los testigos que aseguran haber visto un yeti son muy escasos y solo percibieron uno, pero en cambio Lobsang Rampa afirma que él vio a muchos yetis y de todas las edades: niños yetis, adolescentes yetis, adultos yetis, e incluso esqueletos de yetis. Lo cual me hace dudar aún más de su veracidad.
 
Y aunque es cierto que en aquella época no había equipos fotográficos en el Tíbet, Lobsang Rampa pudo haber recogido uno a varios de esos esqueletos de yeti que él vio, lo cual habría sido una prueba aun mayor que las fotografías, pero como no lo hizo eso acrecienta mi sospecha de que solo mintió.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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