(Este es el capítulo 15 del libro "El Océano de la Teosofía" de William Judge, añadí subtítulos para facilitar la lectura, y puse mis comentarios entre paréntesis.)
Entre la Ciencia y la Teosofía existe un amplio abismo, por el momento insalvable, sobre la cuestión del origen del hombre y la diferenciación de las especies.
Los maestros de religión en Occidente ofrecen sobre este tema una teoría, dogmáticamente respaldada por una supuesta revelación, tan imposible como la planteada por los científicos. Y sin embargo los expositores religiosos están más cerca de la verdad que la ciencia.
Bajo la superstición religiosa sobre Adán y Eva se oculta la verdad, y en los relatos de Caín, Set y Noé se ensombrece vagamente la verdadera historia de las demás razas humanas, siendo Adán tan solo el representante de una sola.
Quienes recibieron a Caín y le dieron esposa fueron algunas de esas razas humanas que surgieron simultáneamente con la encabezada por Adán.
(Los primeros personajes bíblicos no fueron personas reales sino que representan las primeras razas humanas que aparecieron en la Tierra.)
El origen último o comienzo del hombre no se ha descubierto, aunque podemos saber cuándo y de dónde vinieron los hombres de este globo.
El humano nunca ha dejado de existir. Si no en este globo, sí en otros, siempre ha existido y siempre existirá en algún lugar del cosmos. Siempre perfeccionándose y alcanzando la imagen del Hombre Celestial. Siempre está deviniendo.
(Los Maestros explicaron que el desarrollo que se ha estado produciendo en la Tierra, también se ha producido en el pasado y se producirá en el futuro en otros planetas, porque forma parte de la evolución de la conciencia.)
La evolución del hombre en la Tierra
Pero como la mente humana no puede remontarse a ningún principio, comenzaremos con este globo.
Sobre esta tierra y sobre toda la cadena de globos de la que forma parte, siete razas de hombres aparecieron simultáneamente, provenientes de otros globos de una cadena más antigua.
(La primera vez que leí esto me dejó muy desconcertado porque me parecía descabellado que aparecieran "mágicamente" siete razas en la Tierra, pero posteriormente descubrí que esas primeras razas eran sutiles, o sea que todavía no disponían de cuerpos físicos, lo cual lo vuelve mucho más factible.
Y no deben de confundir estas siete razas primogénitas con «las siete razas raíz», sino que estas siete primeras razas se desarrollaron en la primera raza raíz, que en realidad no es una raza sino una duración de tiempo.)
Y con respecto a esta tierra —la cuarta de esta cadena—, estas siete razas surgieron simultáneamente de otro globo de esta cadena.
(Más específicamente esas siete razas provinieron del globo C después de haber terminado su desarrollo en ese globo y haber pasado por un periodo de reposo en el Nirvana antes de aparecer en el globo D que es la Tierra; todo esto lo explico en la sección "rondas, cadenas y globos". )
Esta aparición conjunta de siete razas ocurre en la primera y en parte de la segunda ronda de globos.
En la segunda ronda, las siete masas de seres se fusionan, y su destino posterior es diferenciarse lentamente durante las rondas subsiguientes hasta que en la séptima ronda, las siete primeras grandes razas volverán a ser distintas; tipos tan perfectos de la raza humana como lo permita este período de evolución.
Actualmente, las siete razas están mezcladas, y representantes de todas ellas se encuentran en las numerosas razas humanas clasificadas por nuestra ciencia actual.
El objetivo de esta fusión y subsiguiente diferenciación es brindar a cada raza el beneficio del progreso y el poder del conjunto, derivado del progreso previo en otros planetas y sistemas. Pues la Naturaleza nunca obra de forma apresurada ni indebida, sino que mediante el método seguro de mezcla, precipitación y separación, logra la mayor perfección.
Este método era conocido por los alquimistas, aunque ni siquiera ellos lo comprendían plenamente en todos sus aspectos.
Por lo tanto, el hombre no surgió de una sola pareja. Y tampoco provino de ninguna tribu o familia de monos.
Es inútil buscar la solución ni en la religión ni en la ciencia, pues la ciencia se confunde al admitirlo, y la religión se ve envuelta en una revelación que en sus libros, contradice la teoría planteada por el sacerdote.
El origen del hombre en la Tierra
Adán es llamado el primer hombre, pero el registro donde se encuentra la historia muestra que otras razas humanas debieron haber existido en la Tierra antes de que Caín fundara una ciudad.
La Biblia entonces no respalda la teoría de la pareja única. Si tomamos una de las hipótesis de la ciencia y admitimos por un momento que el hombre y el mono se diferenciaron de un solo ancestro, entonces debemos decidir de dónde provino el primer ancestro.
El primer postulado de la Logia [de los Maestros] sobre este tema es que siete razas de hombres aparecieron simultáneamente en la tierra, y la primera suposición negativa es que el hombre no surgió de una sola pareja ni del reino animal.
Las variedades de carácter y capacidad que aparecen posteriormente en la historia del hombre son el resultado de las variaciones inducidas en los egos durante largos períodos anteriores de evolución en otras cadenas de globos.
Estas variaciones fueron tan profundamente impactadas que equivalieron a características inherentes. Para las razas de este globo, el período previo de evolución transcurrió en la cadena de globos de la cual nuestra luna es el representante visible.
Explicación teosófica de los antropoides
La candente cuestión de los simios antropoides en relación con el hombre ha sido zanjada por los Maestros de Sabiduría, quienes afirman que en lugar de ser nuestros progenitores, fueron producidos por el propio hombre.
En uno de los primeros períodos del globo, los hombres de aquella época engendraron a partir de grandes hembras del reino animal, los antropoides, y en cuerpos antropoides se plasmó cierto número de egos destinados a ser hombres.
El resto de los descendientes de los verdaderos antropoides son los descendientes de aquellos hijos ilegítimos de los hombres, y morirán gradualmente, al incorporar sus egos a cuerpos humanos.
Esos cuerpos mitad simios y mitad humanos no pudieron ser animados por egos estrictamente animales, y por ello se les conoce en la Doctrina Secreta como la «Raza Retrasada», la única que no está incluida en el decreto de la Naturaleza de que no más egos de los reinos inferiores llegarán al reino humano hasta el siguiente Manvantara [periodo de actividad].
Pero para todos los reinos inferiores al hombre, excepto los antropoides, la puerta está cerrada para entrar en la etapa humana, y los egos en las formas subordinadas deben esperar su turno en el gran ciclo subsiguiente.
Y como los egos retrasados de la familia antropoide emergerán a la etapa humana más adelante, serán recompensados por la larga espera en esa raza degradada.
Todos los demás monos son productos de la manera habitual de los procesos evolutivos.
Sobre este tema no puedo hacer nada mejor que citar las palabras de uno de esos Maestros de Sabiduría, dando la antropología esotérica de los volúmenes secretos, así:
« El parecido anatómico entre el Hombre y el Simio superior, tan frecuentemente citado por los darwinistas como indicio de un ancestro común a ambos, presenta un problema interesante, cuya solución adecuada debe buscarse en la explicación esotérica de la génesis de los linajes pitecoides.
La hemos presentado hasta donde ha sido útil, afirmando que la bestialidad de las razas primigenias sin mente resultó en la producción de enormes monstruos de aspecto humano: descendientes de progenitores humanos y animales.
Con el paso del tiempo, y la consolidación de las formas aún semiastrales en las físicas, los descendientes de estas criaturas fueron modificados por las condiciones externas, hasta que la raza, menguando en tamaño, culminó en los simios inferiores del Mioceno.
Con estos, los atlantes posteriores repitieron el pecado de los "sin mente", pero esta vez con plena responsabilidad. Los resultados de su crimen fueron la especie de simios que ahora conocemos como Antropoides.
. . .
Recordemos a este respecto que la enseñanza esotérica nos dice que el Hombre tuvo en la Tercera Ronda una forma gigantesca similar a la de un simio en el plano astral. Y de manera similar al final de la Tercera Raza en esta Ronda.
Esto explica los rasgos humanos de los simios, especialmente de los Antropoides posteriores, además de que estos últimos conservaron por herencia un parecido con sus antepasados atlanto-lemúricos. »
Los mismos maestros afirman además que los tipos mamíferos se produjeron en la cuarta ronda, tras la aparición de los tipos humanos. Por esta razón no existía ninguna barrera contra la fertilidad, pues los tipos raíz de esos mamíferos no estaban lo suficientemente alejados como para levantar la barrera natural.
La unión antinatural en la tercera raza [los lemurianos], cuando el hombre aún no había recibido la luz de Manas [la mente] no fue un crimen contra la Naturaleza, ya que al no existir mente alguna salvo en el germen más primitivo, no podía atribuirse ninguna responsabilidad.
Pero en la cuarta ronda, estando ya presente la luz de Manas, entonces la renovación de ese acto por la nueva raza [los atlantes] fue un crimen, porque se realizó con pleno conocimiento de las consecuencias y en contra de la advertencia de la conciencia.
El efecto kármico de esto, que incluye a todas las razas, aún no se ha sentido ni comprendido plenamente, en una época mucho más tardía.
(Este asunto lo esclareceré posteriormente en otro artículo.)
La aparición de las especies en la Tierra
Así como el hombre llegó a este globo desde otro planeta, aunque por supuesto en ese entonces era un ser de gran poder antes de estar completamente inmerso en la materia, así también los reinos inferiores llegaron en germen y tipo desde otros planetas, y continúan su evolución paso a paso con la ayuda del hombre, quien, en todos los períodos de manifestación, está a la cabeza de la ola de vida.
(La manera como lo dice William Judge puede confundir y hacer creer que extraterrestres humanoides llegaron a la Tierra para poblarla, lo cual es incorrecto; y en realidad los humanos provinieron de otro globo de la cadena terrestre.
Pero no imaginen a humanos físicos como nos vemos actualmente, sino que las chispas divinas que se habían desarrollado en planos de existencia sutiles mucho más superiores, ahora lo iban a hacer en planos de existencia más densos: el plano físico, el plano astral el plano mental, etc.
Y lo mismo les sucedió a los otros reinos de la creación: animal, vegetal, mineral y elementales.)
El futuro del reino animal
Los egos de estos reinos inferiores no pudieron completar su evolución en la cadena de globos anterior antes de su disolución, y al llegar a ella, avanzan era tras era, acercándose gradualmente a la etapa humana.
Un día, ellos también se convertirán en humanos y actuarán como vanguardia y guía para otros reinos inferiores de este u otros globos.
Y al llegar desde el planeta anterior, siempre se traen, junto con la primera y más alta clase de seres, algunas formas de vida animal, algunas frutas y otros productos, como modelos o tipos para su uso aquí
(Los seres que actualmente se están desarrollado en el reino animal, en el próximo ciclo cósmico planetario se van a desarrollar en el reino humano.)
La evolución de las especies
No será útil profundizar en esto aquí con detalle, pues al estar demasiado adelantado a su tiempo, solo provocaría burla por parte de algunos y estupidez por parte de otros. Pero una vez presentadas las formas generales de los diversos reinos, tenemos que considerar a continuación cómo empezó y se llevó a cabo la diferenciación de los animales y otras especies inferiores.
Este es el punto donde la ayuda inteligente y la interferencia de una mente o de un grupo de mentes son absolutamente necesarias. Dicha ayuda e interferencia fue y es un hecho, pues la Naturaleza, sin ayuda, no puede realizar el trabajo correctamente.
Pero no quiero decir que Dios o un ángel interfieran y ayuden. Es el Hombre quien lo hace. No el hombre de hoy, débil e ignorante como es, sino grandes almas, hombres elevados y santos de inmenso poder, conocimiento y sabiduría.
Tal como todo hombre sabría ahora que podría llegar a ser, si no fuera porque la religión, por un lado, y la ciencia, por otro, han pintado tal imagen de nuestra debilidad, maldad inherente y origen puramente material, que casi todos los hombres se creen marionetas de Dios o de un destino cruel sin esperanza, o permanecen con un objetivo degradante y egoísta en mente, tanto aquí como en el más allá.
Se les han dado diversos nombres a estos seres ahora retirados de nuestro plano. Son los Dhyanis , los Creadores, los Guías, los Grandes Espíritus, y así sucesivamente con muchos títulos. En la literatura teosófica se les llama Dhyanis.
(La teosofía explica que si bien las condiciones influyen en el desarrollo de los diferentes reinos de la naturaleza, las especies no evolucionan por puro azar como lo aseveran los darwinistas ortodoxos, sino que una parte de la jerarquía divina se ocupa de guiar esa evolución.)
Ellos mediante métodos conocidos por ellos mismos y por la Gran Logia, trabajan sobre las formas así traídas, y añadiendo aquí, quitando allá, y a menudo alterándolas, transforman gradualmente, mediante dicha alteración y adición, los reinos de la naturaleza, así como el cuerpo denso del hombre, que se va formando gradualmente.
Este proceso se lleva a cabo principalmente en el período puramente astral que precede a la etapa física densa, ya que los impulsos así dados se mantendrán sin duda en los tiempos subsiguientes.
Al alcanzar la mitad de la evolución, las especies emergen a la etapa actual, sin mostrar conexión con la visión humana ni con nuestros instrumentos.
Las investigaciones actuales han rastreado ciertas especies hasta un punto en el que, como se confiesa, se desconoce su origen.
Por ejemplo, tomando bueyes por un lado y caballos por el otro, vemos que ambos tienen pezuñas, pero uno tiene una pezuña hendida y el otro solo un dedo. Esto nos lleva, al llegar al ancestro más antiguo de cada uno, al punto medio, y allí la ciencia debe detenerse.
En este punto la sabiduría de los Maestros entra para mostrar que detrás de esto está la región astral de la evolución antigua, donde estaban los tipos raíces en los que los Dhyanis comenzaron la evolución por alteración y adición que dio como resultado la diferenciación posterior en este plano burdo en las diversas familias, especies y géneros.
(Muchos de los eslabones que los científicos no encuentran en el desarrollo de las especies se debe porque estos cambios se efectuaron en el astral.)
Un vasto período de tiempo, aproximadamente 300'000'000 de años, transcurrió entre la Tierra, el hombre y todos los reinos de la naturaleza en una etapa astral. En ese entonces no existía la materia física tal como la conocemos ahora.
Esto ocurrió en las primeras rondas, cuando la Naturaleza avanzaba lentamente en el trabajo de perfeccionar los tipos en el plano astral, que es materia, aunque de textura muy fina.
Al final de ese período comenzó el proceso de endurecimiento, siendo la forma del hombre la primera en solidificarse, y luego algunos de los prototipos astrales de las rondas anteriores participaron en la solidificación, aunque en realidad pertenecían a un período anterior en el que todo era astral.
Cuando se descubrieron esos fósiles, se argumentó que debían ser de criaturas que coexistieron con el cuerpo físico bruto del hombre.
(Aquí pienso que William Judge se equivocó porque el maestro Kuthumi reveló que el humano fue el último en manifestarse físicamente en la Tierra, y las transformaciones en el astral se han seguido sucediendo a lo largo de las rondas.)
Si bien este argumento es válido bajo otras teorías científicas, se convierte en una simple suposición si se admite la existencia del período astral.
Quedaría fuera del alcance de este trabajo profundizar en los detalles, sin embargo cabe mencionar incidentalmente que ni la abeja ni el trigo pudieron haber tenido su diferenciación original en esta cadena de globos, sino que debieron haber sido producidos y terminados en algún otro lugar desde el cual fueron traídos a este. Por el momento, dejo a la conjetura la razón de esto.
A toda esta teoría se puede objetar que la ciencia no ha podido encontrar los eslabones perdidos entre los tipos fundamentales del período astral y los fósiles o especies vivas actuales.
En 1893, en Moscú, el profesor Virchow afirmó en una conferencia que el eslabón perdido estaba tan lejos como siempre, tan solo un sueño, y que no existían pruebas reales que demostraran que el hombre provenía de los animales.
Esto es totalmente cierto, y la ciencia no descubrirá ninguno de estos eslabones perdidos con sus métodos actuales, pues todos existen en el plano astral y por consiguiente son invisibles al ojo físico.
Solo pueden ser percibidos por los sentidos astrales internos, que primero deben ser entrenados para realizar su trabajo correctamente, y hasta que la ciencia no admita la existencia de los sentidos astrales e internos, no intentará desarrollarlos.
Por lo tanto, la ciencia siempre carecerá de los instrumentos para descubrir los eslabones astrales que quedan en el plano astral en el largo proceso de diferenciación.
Los fósiles de los que hablamos más arriba, que fueron, por así decirlo, solidificados fuera de fecha, constituyen una excepción a la imposibilidad de encontrar eslabones perdidos, pero son callejones sin salida para la ciencia porque no admite ninguno de los hechos necesarios.
El objeto de toda esta diferenciación, amalgama y separación está bien expresado por otro de los Maestros, así:
« La Naturaleza prefiere conscientemente que la materia sea indestructible bajo formas orgánicas en lugar de inorgánicas, y trabaja lenta pero incesantemente hacia la realización de este objetivo: la evolución de la vida consciente a partir de material inerte. »
(Lo que yo constato es que la Naturaleza trabaja para que la materia inerte primero se vuelva orgánica, después emocional, después mental, después espiritual y finalmente divina.)
NOTA
Constato que este capítulo es algo difícil de comprender para los neófitos, por lo que les recomiendo que no se desmoralicen y mejor lo estudien cuando ya estén más familiarizados con la enseñanza teosófica.
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