La siguiente carta se le conoce como "la Carta del Maha Chohan", fue escrita por 1881 y es un resumen que hizo el maestro Kuthumi de una conversación que él tuvo con su Superior en referencia a algunos argumentos que los señores Alfred Sinnett y Allan Hume habían planteado acerca de reformar la naturaleza de la Sociedad Teosófica.
HISTORIA DE LA PUBLICACIÓN DE ESTA CARTA
1. A mediados de la década de 1880, esta carta se distribuía en forma privada, en su totalidad o en parte.
2. John C. Bundy la publicó por primera vez en su revista "Religio-Philosophical Journal" del 26 de junio de 1886, a partir de la pág. 2, con el título "Algunas Buenas Razones".
Al final del texto indicó: "Lo anterior es una versión abreviada de los puntos de vista del Chohan sobre la Sociedad Teosófica a partir de sus propias palabras, como se dio a través de un chela aceptado, y ahora publicada para el beneficio de aquellos a quienes pueda interesar".
Un recorte de ese diario está en el álbum de recortes de H.P.B. No. XXIII, Segunda Parte, página 469.
3. Blavatsky citó parte de esta carta en su revista "Lucifer" de agosto de 1888, págs.. 421-433, con el título "La Sociedad Teosófica: su misión y futuro".
Posteriormente Boris de Zirkoff compiló ese artículo en sus "Collected Writings of H.P.B.", vol. X, págs. 63-81.
Blavatsky también citó esta carta en su primera declaración emitida en 1888 a los miembros de la recién formada Sección Esotérica.
4. William Judge citó tres párrafos de esta carta en su revista "The Path" de febrero de 1893, págs. 333-335, con el título "Lo que han dicho los Maestros".
5. Esta carta se volvió a publicar en la revista "Lucifer" de agosto de 1896, págs. 501-506, con el título "Una importante carta" señalando que ra la primera vez que se publicaba la "carta completa".
6. Curuppumullage Jinarajadasa la citó en el libro "Las Cartas de los Maestros de Sabiduría", Primera Serie, 1919, carta n° 1, págs. 2-10.
Posteriormente la Sociedad teosófica de Adyar en 1948 publicó un folleto de 24 páginas titulado "La Carta del Maha Chohan" agregando un comentario largo de Jinarajadasa.
7. Alice Leighton Cleather la citó casi completa en su libro "H.P. Blavatsky, su vida y obra por la humanidad", 1922, págs., 36-42.
8. Aunque Alfred Sinnett tuvo esta carta, curiosamente no apareció en las primeras ediciones del libro "Las Cartas Mahatma", y solo fue incorporada como 'Apéndice II' en la cuarta edición cronológica (en inglés).
Hay pequeñas diferencias entre las diferentes publicaciones.
COMENTARIO DE ZIRCOFF
Boris de Zircoff en la compilación que hizo de los artículos que escribió Blavatsky, él añadió la siguiente nota:
« La carta, de la cual H.P.B. cita varios pasajes, es quizás la más importante jamás recibida de los Hermanos Adeptos. Como señala el Maestro K.H. en una nota introductoria de pocas líneas que adjunta, esta carta es «una versión abreviada de la opinión del Chohán sobre la Sociedad Teosófica, a partir de sus propias palabras, tal como las pronunció anoche».
Por lo tanto, parece que esta comunicación no es exactamente una carta escrita por el propio Mahâ Chohán, sino más bien el relato de una conversación entre él y Kuthumi sobre el tema que trata.
Tanto A.P. Sinnett como A.O. Hume estaban profundamente fascinados por el aspecto fenoménico del ocultismo, y nunca comprendieron plenamente la necesidad fundamental de la idea de la Hermandad Universal y de su aplicación en el trabajo teosófico genuino.
Esta actitud sorprende a cualquier estudiante serio que lea las cartas dirigidas por los Maestros M. y K.H. a Hume y Sinnett, y es muy probable que las palabras del Mahâ Chohán contenidas en la comunicación reseñada fueran solicitadas por K.H. en un momento en que la situación se había vuelto algo crítica en estos aspectos.
Es muy curioso que la Carta original a Sinnett, que registra las observaciones del Mahâ Chohán, no se encuentre en ninguna parte. No se incluye entre los originales de la colección de "Las Cartas Mahatma" que ahora se encuentran en el Museo Británico.
En su momento se hicieron copias de la comunicación completa o de partes de ella (lo cual es difícil de determinar), para ser enviadas a ciertas personas seleccionadas; una de estas copias se encuentra entre los documentos de C.W. Leadbeater, mientras que otra se encuentra entre los documentos de la señorita Francesca Arundale.
A partir de estas copias, C. Jinarâjadâsa publicó el texto de esta comunicación en sus Cartas de los Maestros de Sabiduría, Primera Serie (1.ª ed., Adyar, 1919; 4.ª ed., 1948; carta nº I, con notas explicativas).
C. Jinarâjadâsa, al comentar esta carta, señala que H.P.B. la describe como escrita en 1880, mientras que el Mahâ Chohán habla de «hace 1881 años», lo que indicaría que esta comunicación se recibió en algún momento de 1881.
Es probable que esto sea completamente correcto en lo que respecta a las copias que C. Jinarâjadâsa tenía ante sí. Sin embargo, en el texto citado por H.P.B., con ligeras modificaciones, en el presente artículo, se hace que el Mahâ Chohán hable de «hace 1880 años». Así pues, todavía no estamos seguros de la fecha exacta de esta importante comunicación recibida a través del intermediario del Maestro K.H. — Compilador. »
FÁCSIMILES
No se ha encontrado la carta original, yo sospecho que la recibió Allan Hume; los teósofos se basaron en una copia que Alfred Sinnett escribió en ese tiempo y que actualmente se encuentra resguardada en la Biblioteca Británica en Londres.
La web Theosophy.wiki publicó los facsímiles de esa copia, y también de otra copia que pertenece a una colección privada (ver link).
CONTENIDO DE ESTA CARTA
Tal como aparece en la copia escrita por Sinnett:
« Varias buenas razones, dadas al Mahatma K.H. [por el Chohan], de por qué la Sociedad Teosófica debería ser una Hermandad Universal, y para la S.T. Ecléctica de Simla [que Sinnett y Hume habían fundado].
Siendo la doctrina que nosotros promulgamos la única verdadera, debe —apoyada por tales evidencias como las que estamos dispuestos a dar— finalmente triunfar como cualquier otra verdad.
Sin embargo, es absolutamente necesario inculcarla gradualmente, aplicando sus teorías —hechos irrefutables para quienes saben— con inferencias directas deducidas de, y corroboradas por, la evidencia que proporciona la ciencia exacta moderna.
Ésta es la razón por la cual al coronel H.S.O., quien se dedica tan solo a revivir el budismo, se lo debe considerar como alguien que trabaja en el verdadero sendero de la Teosofía, mucho más que cualquier otro hombre que elija como objetivo la gratificación de sus propias ardientes aspiraciones por el conocimiento oculto.
El budismo, despojado de sus supersticiones, es la verdad eterna, y quien lucha por esta última está luchando por la theo-sophia, la Sabiduría Divina, que es sinónimo de Verdad.
Para que nuestras doctrinas puedan afectar en forma práctica al denominado código moral o las ideas de veracidad, pureza, abnegación, caridad, etc., tenemos que predicar y popularizar el conocimiento de la Teosofía.
No es el decidido propósito individual de alcanzar el Nirvana para uno mismo (punto culminante de todo conocimiento y sabiduría absoluta) —lo que después de todo no es más que un egoísmo exaltado y glorioso—, sino la búsqueda mediante el propio sacrificio del mejor medio de conducir a nuestro prójimo por el correcto sendero, y lograr que tantos de nuestros semejantes como podamos se beneficien por esto, lo que constituye al verdadero Teósofo.
Las fracciones intelectuales de la humanidad parecen estar rápidamente dividiéndose en dos clases: una que se prepara inconscientemente para pasar largos períodos de aniquilación temporal o estados de inconsciencia, debido a que renuncia deliberadamente a su intelecto, aprisionándolo en los estrechos surcos del fanatismo y la superstición, proceso que inevitablemente conduce a la total deformación del principio intelectual.
Mientras que el otro grupo se entrega sin freno a sus tendencias animales, con la intención deliberada de someterse a la aniquilación lisa y llanamente en caso de fracasar, a milenios de degradación tras la disolución física.
Estas “clases intelectuales”, que influyen y atraen a las masas ignorantes, quienes las respetan como ejemplos nobles y dignos de ser imitados, degradan y arruinan moralmente a aquellos que deberían proteger y guiar.
Entre la degradante superstición y el aún más degradante y brutal materialismo, la blanca paloma de la verdad apenas si tiene lugar donde reposar sus patas cansadas y no bienvenidas…
Es tiempo ya de que la Teosofía salte al ruedo; los hijos de los Teósofos tienen más probabilidad de ser Teósofos que cualquier otra cosa. Ningún mensajero de la verdad, ningún profeta, ha alcanzado un triunfo total durante su vida, ni siquiera Buda.
La Sociedad Teosófica fue escogida como la piedra angular, el cimiento de la futura religión de la humanidad. Y para lograr el objetivo propuesto, se decidió una comunión más amplia, más sabia y especialmente más benévola entre los más elevados y los más humildes, entre el Alfa y el Omega [o sea a todo el rango] de la sociedad.
La raza blanca debe ser la primera en extender una mano amiga a las naciones de piel oscura, en llamar hermano al pobre y despreciado “negro”. Esta perspectiva quizás no complazca a todos, pero no es Teósofo quien se oponga a este principio.
En vista del siempre creciente triunfo y a la vez mal uso del libre pensamiento y la libertad (Eliphas Levi lo habría llamado el reino universal de Satán), ¿cómo impedir que el natural instinto combativo del hombre infrinja crueldad, atrocidad, tiranía, injusticia, etc., hasta ahora inauditas, si no es a través de la tranquilizadora influencia de una hermandad, y de la aplicación práctica de las doctrinas esotéricas del Buda?
Porque como todo el mundo sabe, la completa emancipación de la autoridad de esa fuerza o ley que todo lo abarca, llamada Dios por los teístas —Buda, Sabiduría Divina, Iluminación o Teosofía por los filósofos de todas las épocas— significa también la emancipación de cualquier autoridad de la ley humana.
Una vez desligadas y liberadas del peso muerto de las interpretaciones dogmáticas, de los nombres personales, de las concepciones antropomórficas y de los sacerdotes asalariados, se probará que las doctrinas fundamentales de todas las religiones son idénticas en su significado esotérico, y quedará demostrado que Osiris, Krishna, Buda y Cristo no son más que distintos nombres para el único y mismo verdadero camino hacia la dicha final: Nirvana.
Se descubrirá que el cristianismo místico, es decir aquel cristianismo que enseña la autoredención por medio de nuestro séptimo principio —este Paramâtman (Augoides) liberado llamado por unos Cristo, por otros Buda, y que equivale a la regeneración o renacimiento en el espíritu— contiene la misma verdad que el Nirvana del budismo místico.
Todos nosotros tenemos que liberarnos de nuestro propio Ego, el yo aparente e ilusorio, para reconocer nuestro Yo verdadero en una vida divina transcendental. Pero si no queremos ser egoístas, debemos esforzarnos en hacer que otros vean esta verdad, reconozcan la realidad del Yo trascendental, el Buda, el Cristo o Dios de todos los predicadores. Es por esto que incluso el budismo exotérico es el sendero más seguro para conducir a los hombres hacia la única verdad esotérica.
Tal como vemos el mundo en la actualidad, ya sea cristiano, musulmán, o pagano, la justicia es ignorada, y el honor y la misericordia, lanzados a los vientos.
En una palabra, ¿cómo —en vista de que los principales objetivos de la S.T. son malinterpretados por aquellos que están más dispuestos a servirnos personalmente— habremos de tratar con el resto de la humanidad, con esa maldición conocida como la “lucha por la vida”, que es el verdadero y más prolífico padre de la mayoría de las penas y aflicciones y de todos los crímenes?
¿Por qué esa lucha se ha convertido casi en el plan del universo?
Nosotros respondemos: porque ninguna religión, a excepción del budismo, ha enseñado hasta ahora un desdén práctico de la vida terrena; mientras que cada una de ellas, siempre con esta solitaria excepción, ha inculcado a través de sus infiernos y sus condenaciones el más grande pavor a la muerte.
Es por esto que vemos que esta lucha por la vida se torna más ferozmente violenta en las naciones cristianas, principalmente en Europa y en América. Es menos intensa en tierras paganas, y casi desconocida entre las poblaciones budistas.
(En China durante la hambruna y donde las masas desconocen totalmente su propia religión o cualquier otra, se observó que donde hubo madres que devoraban a sus hijos fue precisamente en las localidades donde había más misioneros cristianos; donde no los había, y sólo los Bonzos eran dueños de los campos, la población moría con la mayor indiferencia.)
Enseñen a la gente a ver que la vida en esta tierra, aún la más feliz, no es más que una carga y una ilusión; que no es sino nuestro propio Karma, la causa que produce su efecto, que es nuestro propio juez, nuestro Salvador en futuras vidas, y la tremenda lucha por la vida pronto perderá su intensidad. No hay cárceles en los países budistas, y el crimen casi no se conoce entre los budistas tibetanos.
(Las observaciones que preceden no son dirigidas personalmente a Ud. y no conciernen al trabajo de la Sociedad Ecléctica de SimIa. Son solamente una respuesta a la impresión errónea en la mente del Sr. Hume acerca de que "la obra hecha en Ceylán" no es Teosofía.)
El mundo en general, y en especial la cristiandad, abandonado durante dos mil años al régimen de un dios personal, tanto como a sus sistemas políticos y sociales basados en esta idea, ya han demostrado ser un fracaso.
Si los teósofos dicen: “Nada tenemos que ver con esto; las clases más bajas y las razas inferiores (las de las India, por ejemplo, según el concepto de los británicos) no pueden preocuparnos, y deben arreglárselas como puedan”, ¿qué será entonces de nuestras bellas profesiones de benevolencia, filantropía, reformas, etc.? ¿Son estas profesiones una farsa? Y si lo son, ¿puede nuestro sendero ser el verdadero?
¿Deberíamos acaso dedicarnos a enseñarles a unos pocos europeos, alimentados con la gordura de la tierra —muchos de ellos colmados con las dádivas de la ciega fortuna— el fundamento del sonido de las campanillas, de la materialización de la taza, del teléfono espiritual, de la formación del cuerpo astral; y abandonar a millones de ignorantes, pobres y despreciados, humildes y oprimidos, a que se hagan cargo de ellos mismos y de su más allá lo mejor que puedan?
Jamás. Antes perezca la S.T. con sus dos infortunados fundadores, a que permitamos que se convierta en nada mejor que una academia de magia, una escuela de ocultismo. Que nosotros —los devotos seguidores de ese espíritu encarnado del absoluto autosacrificio, la filantropía, la bondad divina, así como de todas las más elevadas virtudes alcanzables en esta tierra de dolor, el hombre de los hombres: Gautama Buda— permitiésemos alguna vez que la S.T. represente la encarnación del egoísmo, el refugio de unos pocos sin ninguna consideración hacia la mayoría, es una idea extraña, hermanos míos.
Entre los pocos vislumbres que obtuvieron los europeos acerca del Tíbet y sus jerarquías místicas de “lamas perfectos”, existe uno que fue correctamente comprendido y descrito: “las encarnaciones del Bodhisattva Padma Pani o Avalokitesvara y de Tsong Kapa y la de Amitabha, renunciaron al morir a la consecución de la budeidad —es decir, el summum bonum de la dicha y de la felicidad personal individual— para poder nacer una y otra vez en beneficio de la humanidad”.*
En otras palabras, para poder una y otra vez estar sujetos a la miseria, aprisionados a la carne y a todos los padecimientos de la vida, siempre que por tal autosacrificio, repetido durante largos y tediosos siglos, ellos pudiesen llegar a ser el medio de salvación y dicha en el más allá para un puñado de hombres escogidos dentro de solo una de las muchas razas de la humanidad.
¿Y es de nosotros, los humildes discípulos de estos lamas perfectos, de quienes se espera que permitamos que la S.T. abandone su noble título —el de Hermandad de la Humanidad— para que se convierta en una simple escuela de psicología?
No, no, mis buenos hermanos; hace ya demasiado tiempo que están equivocados. Entendámonos, quien no se sienta lo suficientemente competente como para comprender cabalmente la noble idea y trabajar por ella, no es preciso que emprenda una labor demasiado pesada para él. Pero difícilmente exista un solo Teósofo en toda la Sociedad incapaz de ayudarla efectivamente, ya sea corrigiendo las erróneas opiniones de los de afuera, o incluso difundiendo él mismo la idea. O, que los hombres nobles y altruistas nos ayuden efectivamente en India en esta divina tarea. Todo nuestro conocimiento, pasado y presente, no sería suficiente para recompensarlos.
Habiendo explicado nuestros puntos de vista y aspiraciones, tengo sólo unas pocas palabras que agregar. Para ser verdaderas, la religión y la filosofía deben ofrecer la solución a todos los problemas.
El hecho de que el mundo se encuentre en tal mala condición moral es una evidencia concluyente de que ninguna de sus religiones ni sus filosofías —aquellas de sus razas civilizadas menos que ninguna— nunca han poseído la verdad. Las explicaciones lógicas y correctas sobre el tema de los problemas de los grandes principios duales —correcto e incorrecto, bien y mal, libertad y despotismo, dolor y placer, egoísmo y altruismo— son tan imposibles para ellas hoy como lo fueron hace 1881 años.
Éstas están tan lejos de la solución como siempre lo estuvieron; pero en algún lugar debe haber una solución consistente a estos temas, y si nuestras doctrinas demuestran su competencia para ofrecerla, el mundo será el primero en admitir que esa debe ser la verdadera filosofía, la verdadera religión, la verdadera luz, que ofrece la verdad y nada más que la verdad.
[Luego el maestro Kuthumi añadió]
Esta es una versión abreviada del punto de vista del Chohan sobre la Sociedad Teosófica con sus propias palabras tal como me fue dada anoche. Mi propia carta, la respuesta a la suya, llegará pronto. »
Nota
* En las versiones impresas esta cita se atribuye erróneamente a Rhys Davids, pero en realidad es de Clements Robert Markham en su libro "Narrativas de la expedición de George Bogle al Tíbet".
COMENTARIO DE JINARAJADASA
Jinarajadasa escribió lo siguiente acerca de esta carta:
« Esta es sin duda la carta más importante jamás recibida de los Maestros, ya que se trata de una comunicación del Maha Chohán (“a cuya visión el futuro se abre como una página abierta” señala el maestro Kuthumi; ver la carta 16, en el libro "Las Cartas de los Maestros de Sabiduría", Primera Serie), uno de los tres grandes Adeptos que forman el “Triángulo” de la Gran Jerarquía.
Como dice la nota introductoria del Maestro K. H. al Sr. Sinnett, la comunicación no es una carta escrita por el propio Maha Chohán, sino el informe de una entrevista.
Para comprender su pleno significado, debemos analizar la situación teosófica en la India en 1881.
Las comunicaciones mediante cartas precipitadas habían comenzado a llegar al Sr. A.P. Sinnett en octubre de 1881 en Allahabad; él se había unido a la Sociedad Teosófica en 1879.
La siguiente persona importante en recibir cartas fue el Sr. A. O. Hume en Simla; quien se unió a la Sociedad Teosófica en 1881.
El primero era editor de "The Pioneer", el diario inglés que prácticamente era el portavoz del gobierno británico; el segundo era un alto funcionario a su servicio.
Ambos ingleses mantenían un estrecho contacto con las ideas científicas que prevalecían entonces en Inglaterra; ninguno era religioso ni tenía inclinaciones hacia el misticismo. Ambos eran "muy británicos", con una velada antipatía hacia los indios de piel oscura, entre quienes se encontraban temporalmente.
El Sr. Sinnett se enorgullecía de su raza, pero el Sr. Hume se enorgullecía con el orgullo desmesurado de un supuesto intelecto superior.
El primero no tenía la menor idea de lo que se entiende por metafísica o filosofía; era intensamente objetivo y le fascinaban todos los experimentos científicos; el segundo era ornitólogo y tenía como afición coleccionar aves raras en taxidermia, además de tener ciertos conocimientos de pensamiento metafísico.
Ambos ingleses se sintieron atraídos por la Teosofía; pero lo que caracterizaba al Sr. Sinnett era un apego cada vez mayor al Maestro K.H. —a quien posteriormente llamó su "Guardián"—, evidentemente un apego heredado de vidas pasadas.
Pero en aquel momento, ninguno de los dos comprendía quiénes o qué eran los Adeptos, ni estos se revelaban en su verdadera naturaleza y poderes, sino simplemente como instructores filosóficos, capaces en ocasiones de realizar ciertos "fenómenos". Algunos de estos se relatan en el libro del Sr. Sinnett, "El Mundo Oculto".
Pero, por encima de todo, lo que caracterizaba a estos dos ingleses, ninguno de los dos con grandes logros científicos o filosóficos, era la profunda convicción de que conocían el mundo occidental mucho mejor que los Adeptos.
Cuando los Adeptos proclamaron la verdadera importancia de su intento de influir en el mundo a través de la Sociedad Teosófica, cuyo objetivo era moldear el mundo hacia un sentido de Hermandad más amplio y verdadero que el que las religiones habían alcanzado hasta entonces, ambos les informaron claramente que no había futuro alguno para el Movimiento Teosófico en Occidente en esa línea.
La única manera de convencer a las mentes reflexivas de Occidente de que las ideas de los Adeptos merecían ser examinadas era primero realizar ciertos fenómenos en condiciones de prueba perfectas.
Entonces científicos europeos como Huxley, Tyndall, Darwin y otros estarían entonces preparados para examinar la tesis teosófica sobre la vida y la evolución.
En cuanto al primer objetivo de la Sociedad, que es establecer una Hermandad Universal, el Sr. Sinnett y el Sr. Hume afirmaron que el cristianismo había intentado proclamar la Hermandad durante 1880 años, sin éxito alguno; ¿por qué desperdiciar la energía de los teósofos, que deseaban servir a los Adeptos, en esa inútil línea?
La única manera eficaz de convencer a Occidente de que los Adeptos tenían algo que enseñar era, por ejemplo, llevando el London Times de una fecha determinada a Simla el mismo día, un viaje que solía durar veintiún días en barco y tren.
El Sr. Sinnett y el Sr. Hume insistieron una y otra vez en esta tesis. Y a pesar de todas las enseñanzas recibidas, el Sr. Sinnett nunca cambió su punto de vista hasta el final de su vida, pues así lo escribió, muchos años después de que cesara toda comunicación entre el Maestro K.H. y él mismo:
“La verdadera labor de un teósofo es promover el progreso espiritual. Esta es una tarea superior incluso a la promoción de la Hermandad, que es, después de todo, la enseñanza elemental tanto de la Teosofía como del Cristianismo”.
El Sr. Sinnett y el Sr. Hume insistieron una y otra vez en que conocían el mundo (refiriéndose a Inglaterra) mejor que los Adeptos, y continuaron intentando instruir a los Adeptos sobre lo que debían hacer si deseaban que el Movimiento Teosófico tuviera éxito.
Tan fastidiosa eran en su insistencia, que en cierta ocasión el Maestro M. le escribió al Sr. Sinnett lo siguiente:
“Unos días antes de dejarnos, Koot Hoomi, hablando de usted, me dijo lo siguiente:
'Me siento cansado y hastiado de estas interminables disputas. Cuanto más intento explicarles a ambos las circunstancias que nos controlan y que interponen entre nosotros tantos obstáculos a la libre comunicación, menos me entienden. Sospecho que esta correspondencia siempre debe ser insatisfactoria, incluso exasperante, a veces; pues solo las entrevistas personales, en las que se pudiera debatir y resolver al instante las dificultades intelectuales a medida que surgieran, los satisfarían plenamente. Es como si nos gritáramos a través de un barranco infranqueable y solo uno de nosotros viera a su interlocutor. De hecho no hay en la naturaleza física un abismo montañoso tan infranqueable y obstructivo para el viajero como ese abismo espiritual, que los mantiene alejados de mí."
(Las Cartas del Mahatma a A.P. Sinnett, Carta XXIX).
Un ejemplo muy característico de la actitud del Sr. Sinnett hacia los Adeptos fue una carta que le escribió al Maestro M. sobre esta misma carta (la n° XXIX) instándolo a reescribirla pero omitiendo ciertas partes, ya que la carta tal como estaba, no tendría en absoluto el efecto deseado por el Maestro M. en el Sr. Hume.
Como solo con el permiso del Maha Chohán se habían iniciado las comunicaciones con el Sr. Sinnett y el Sr. Hume, a través de cartas y fenómenos, y como ninguno de los dos parecía receptivo a la razón, finalmente el Maestro K. H. se dirigió al Maha Chohán, y tenemos esta comunicación que he llamado «la Carta del Maha Chohán», pues contiene prácticamente la carta fundacional para el El trabajo y el desarrollo de la Sociedad Teosófica a lo largo de los siglos.
Uno de los elementos más extraños de este episodio es que el original de esta carta al Sr. Sinnett, del Maestro K.H., que recoge las observaciones del Maha Chohán, no se encuentra en ninguna parte. No está publicada en el libro "Las Cartas de los Mahatmas a A.P. Sinnett". Pero afortunadamente para nosotros, se hicieron copias, bajo instrucciones de los dos Maestros, de partes de sus comunicaciones al Sr. Sinnett y al Sr. Hume que eran instructivas y daban una idea de la filosofía esotérica.
Esta carta del Maha Chohán fue copiada y "ciclostilada" en Londres, y enviada a ciertas personas seleccionadas.
Una de esas copias se encontró entre los documentos de C.W. Leadbeater, y la publiqué en mi edición de 1919 de "Las Cartas de los Maestros de la Sabiduría".
En 1945, cuando nuestros archivos, que habían sido evacuados de Madrás debido a la guerra, regresaron a Adyar, encontré un volumen manuscrito escrito a mano por la señorita Francesca Arundale, que contenía, entre otros extractos de las Cartas, esta carta del Maha Chohán.
He vuelto a copiar la carta de estos dos manuscritos.
H.P.B., por supuesto, conocía esta carta y evidentemente tenía una copia, pues cita extractos aquí y allá (con ligeras modificaciones, supongo para su publicación), con la siguiente nota:
"Pero se escribió otra carta, también en 1880*, que no solo constituye una reprimenda directa a los teósofos que descuidan la idea principal de la Hermandad, sino también una respuesta anticipada al argumento principal de M. Emile Burnouf. Aquí hay algunos extractos de ella. Estaba dirigida de nuevo a quienes pretendían eliminar el "título sentimental" y convertir la Sociedad en un simple foro para el "cultivo de copas y el toque de campanas astrales".
(Lucifer, Vol. II, agosto de 1888, págs. 431-432).
* H.P.B. omitió mencionar que la carta dice en la penúltima frase: «Hace 1881 años».
H.P.B. también citó esta carta en su primera declaración, emitida en 1888 a los miembros de la recién formada Sección Esotérica de la Sociedad Teosófica.
En la Carta 33, de mi recopilación, el Maestro se refiere a esta carta cuando dice: "Aquellos superiores a nosotros han dicho que quien considere demasiado arduo el trabajo para los demás, mejor no lo emprenda".
En el número de febrero de 1893 de la revista "The Path", editado por W. Q. Judge en Nueva York, se citan tres párrafos de esta carta; así como las cartas 32 y 33 del libro "Las Cartas de los Maestros de Sabiduría".
El artículo de The Path en el que se citan las tres partes de esta carta del Maha Chohán, está firmado como «Uno de Los destinatarios". Solo puedo suponer que el Sr. Judge desconocía que el destinatario era el Sr. Sinnett, ya que las palabras del Maestro K. H. al Sr. Sinnett: "Mi propia carta... la respuesta a su última... en breve. K. H." no figuran en la copia ciclostílica, que supongo es la que el Sr. Judge tenía ante sí.
La Dra. Besant, en septiembre de 1907, en su primer discurso a la Sociedad Teosófica como Presidenta, se refiere a las partes de esta carta citadas en The Path, mencionado anteriormente.
En la carta que la Dra. Annie Besant recibió en 1900, la Carta 46, nueve años después de la muerte de H. P. Blavatsky, el Maestro K. H., refiriéndose a la carta del Maha Chohán, dice: "La Sociedad Teosófica estaba destinada a ser la piedra angular de las futuras religiones de la humanidad".
El Sr. Sinnett trabajó por la Teosofía hasta el final de su vida con sus numerosos libros y constantes conferencias; fue dos veces vicepresidente de la Sociedad Teosófica. Sin embargo, sostuvo en todo momento que la labor de los teósofos estaba dirigida hacia objetivos equivocados por ambos presidentes, H. S. Olcott y Annie Besant, y criticó las actividades de ambos.
El Sr. Hume abandonó la Sociedad en 1884. Sin embargo, tan fuerte fue el despertar que el Sr. Hume experimentó en su mejor momento bajo la influencia de los Adeptos, que logró uno de los grandes objetivos de estos: el despertar de la India de su posición de servil aquiescencia ante la administración británica.
Fue el Sr. Hume, tras retirarse del servicio gubernamental, quien impulsó e inspiró la creación del ahora famoso "Congreso Nacional Indio", y con razón se ha ganado el nombre de "Padre del Congreso".
Desde 1919, cuando descubrí por primera vez esta Carta del Maha Chohán, he tenido la oportunidad de leerla una y otra vez, así como de citarla constantemente. En cada ocasión, alguna frase o pensamiento especial ha brillado con mayor intensidad que los demás.
Pero ahora mismo, mientras corrijo las pruebas y leo con intensidad, siento una sensación deslumbrante e inspiradora de la vastedad de la perspectiva del Gran Adepto, quien nos dice lo que ve de la civilización humana y la situación actual del mundo.
La visión de los hombres, los acontecimientos y las cosas que caracteriza a cada Adepto —tal como se revela en las cartas recibidas de algunos de ellos— es la de Seres que viven en lo Eterno, tienen ante Sí el Plan de la Evolución tal como será, y por ello juzgan con un metron o vara de medir que ni siquiera los hombres más avanzados poseen. Pero más vasta, desde un plano más elevado, es la visión del Maha Chohán.
Es como si Él fuera el gran Dios del Olimpo y desde la cima de esa montaña viera a toda la humanidad extendida ante Él, sin ningún rincón secreto oculto que no se haya revelado.
Como ningún filósofo jamás soñó en sugerir, con la única excepción de Gautama Buda, el Maha Chohán muestra dónde está el punto enfermo de la civilización actual, desde donde una infección se ha propagado por todas partes, causando un sufrimiento indescriptible a la humanidad.
Esta es la lucha por la existencia, que se ha vuelto cada vez más aguda y violenta con el avance de la civilización moderna. Solo en la progresiva disminución de esa lucha se encuentra el camino hacia la liberación de los hombres de las miserias que ellos mismos han creado.
Como un gran reflector en lo alto que mueve su luz alrededor, arriba y abajo, hendiendo la oscuridad, así la mente del Maha Chohán penetra en nuestros problemas y rápidamente revela la verdad sobre nosotros mismos, nuestra civilización y cómo nuestros esfuerzos por alcanzar la felicidad nunca tendrán éxito hasta que comprendamos que la Hermandad es la ley, la única ley en cuyas operaciones podemos confiar plenamente.
Entonces, para quienes estamos comprometidos con la causa de la Sociedad Teosófica, el Maha Chohán revela cuál es nuestro objetivo y cuáles son las tareas que debemos lograr.
Se trata de descubrir, mediante la búsqueda constante en la religión, la ciencia, la filosofía y en todas las obras humanas, cuáles son: «las explicaciones correctas y lógicas sobre los problemas de los grandes principios duales: correcto e incorrecto, bien y mal, libertad y despotismo, dolor y placer, egoísmo y altruismo».
Nuestra tarea como teósofos es profundamente ética; no es nuestro objetivo desarrollar poderes ocultos, ni adquirir más conocimiento por el mero hecho de conocerlo, ni siquiera adorar a la Divinidad porque eso nos da la suprema felicidad personal.
Es nuestra tarea descubrir las soluciones, no a nuestros males, sino a los males de la humanidad como colectividad, y revelar: «la verdadera filosofía, la verdadera religión, la verdadera luz, que da la verdad y nada más que la verdad».
Toda religión, toda ciencia, toda filosofía y todas las artes son el campo de nuestras operaciones donde podemos encontrar la Verdad; pero debemos buscar esa Verdad para que, al darla, podamos hacer de la Solidaridad de la Humanidad la suprema, la Verdad suprema de los hechos en la conciencia de todos los hombres.
El Maha Chohán revela nuestro defecto fundamental, incluso cuando buscamos la verdad y servimos a la humanidad. Hay un elemento de egoísmo en nuestros planes y acciones, aunque nos enorgullecemos de ser completamente altruistas. Pero el Maha Chohán diagnostica nuestra falla secreta e interna cuando dice:
“Todos debemos deshacernos de nuestro ego, el yo aparente ilusorio, para reconocer nuestro verdadero yo en una vida divina trascendental. Pero si no queremos ser egoístas, debemos esforzarnos por hacer que otros vean esa verdad, por reconocer la realidad de ese yo trascendental, el Buda, el Cristo o Dios de cada predicador”.
Cuando la idea del yo —nuestro yo— se ha desvanecido de nuestros sueños y nuestro trabajo (y eso implica mucho sufrimiento, pues nuestro yo se rompe en la rueda de nuestro karma); y servimos al Gran Ser, ya sea que lo llamemos Dios, Humanidad o el Salvador a quien ofrecemos nuestra devoción, sin pensar en reconocimiento ni recompensa aquí en la tierra ni en un cielo venidero; cuando en nuestras elevadas contemplaciones del Servicio, nosotros, como el yo, desaparecemos; entonces nos unimos a las filas de los “tres” mencionados por el Mahatma M.
“Mientras haya tres hombres dignos de la bendición de nuestro Señor en la Sociedad Teosófica, esta jamás podrá ser destruida”.
Si los tres son leales a las enseñanzas que les revelaron los Hermanos Adeptos, entonces el destino de la Sociedad Teosófica, así lo decreta el Maha Chohán, será: "la piedra angular, el cimiento de las futuras religiones de la humanidad".
¿Podría haber un decreto más noble del Destino, es decir, de nuestro Karma, que tener la oportunidad de trabajar de tal manera que nos perdamos a nosotros mismos al trabajar en ese Objetivo y Meta?
C. JlNARAJADASA
Adyar, 1 de noviembre de 1948. »
OBSERVACIONES DE CID
En resumen los señores Alfred Sinnett y Allan Hume estaban muy interesados por los fenómenos que producían los Maestros, pero no les interesaba una hermandad con los indios, por lo que insistían que para que la Sociedad Teosófica tuviera éxito en Occidente había que enfocarse en lo primero y olvidarse de lo segundo.
Hasta que finalmente Kuthumi conversó esto con su superior, y éste le dijo que no, que la Sociedad Teosófica si debía promover la Fraternidad Universal porque eso es lo más esencial.
¿Quién es el autor de este mensaje?
Jinarajadasa al inicio de su alocución asevera que esta carta fue escrita por "el Maha Chohan, quien es uno de los tres grandes Adeptos que forman el 'Triángulo' de la Gran Jerarquía".
Pero eso es falso como a continuación se los voy a demostrar:
En el vocabulario de los Maestros transhimaláyicos, la palabra Maha Chohan significa Gran Jefe, o sea el Jefe de los jefes que dirigen a esa Fraternidad de Adeptos (también conocida como La Hermandad Blanca).
Y el maestro Kuthumi reveló que el jefe de todos los Maestros es Siddharta Gautama ya que:
"El Señor Buda logró el nivel de desarrollo que alcanzarán los humano hasta en la sexta ronda [mientras que los Maestros solo han alcanzado el nivel de la quinta ronda], y al haber recorrido con tan buen éxito su evolución en sus encarnaciones anteriores, el Señor Buda sobrepasó incluso a sus predecesores [o sea a los humanos que ya se habían vuelto Maestros]. Pero un hombre como éste únicamente se encuentra muy raras veces. ¡Uno en mil billones de vidas humanas!" (CM 17, p.117)
Y en otras cartas Kuthumi añade que ese desarrollo fulminante hizo que el Señor Buda se convirtiera en:
"El jefe de todos los Maestros, y el reformador y el codificador del sistema oculto." (CM 9, p.43)
"Él se volvió nuestro Gran Patrón." (CM 8, p.33)
Pero en la carta de arriba se habla del Señor Buda en tercera persona; así que no fue Buda quien dio ese discurso.
Por el contexto, lo más seguro es que haya sido Serapis quien es el jefe de Kuthumi y Morya.
El coronel Olcott reveló que “Serapis es el más joven de los Chohanes.” (CM 3A, p.10)
Kuthumi y Morya en varias de sus cartas se refieren a Serapis como su Chohan (o sea su jefe):
- "Con el permiso especial de mi Chohan (mi Maestro)" (CM 23B, p.158)
- "La opción de aceptar a alguien como chela [discípulo] regular o no, está en manos del Chohan" (CM 30, p.236)
Y a veces Kuthumi y Morya también lo llaman Maha Chohan (su gran jefe) que es una forma más reverencial de respeto hacia su superior; aunque estrictamente hablando el jefe supremo es Gautama Buda.
- "El Maha-Chohan indicará cuando debes ir a Punjab." (CM 67, p.371)
- "El Maha-Chohan me ordenó aconsejar la postergación de la elección anual." (CM 87, p.406)
E incluso en ocasiones lo llamaban simplemente Maha:
- "Nuestro Maha ('el Jefe') me permitió tener correspondencia con ustedes dos." (CM 4, p.13)
Pero como Charles Leadbeater no sabía nada de lo que les acabo de decir, en la ficticia organización que él describió de la jerarquía planetaria, se le ocurrió decir que los maestros están dirigidos por tres Regentes llamados: el Manú, el Budhisatwa y el Mahachohan.
Estos tres términos tienen otros significados en la Teosofía original, pero como Leadbeater no sabía qué nombre ponerle a los maestros que él inventó, tomó esas palabras.
Y Leadbeater también aseveró que Serapis es un maestro del mismo nivel que Kuthumi y Morya.
Y Buda está en un puesto por encima de los tres Regentes, pero por debajo del Señor Cristo-Maitreya, quien (según Leadbeater) es el Instructor del Mundo y el Jefe de todos los Maestros.
Pero todo eso son falsedades inventadas por Leadbeater.
(Este diagrama se encuentra en el capítulo 13 del libro de Charles Leadbeater "Los Maestros y el Sendero".)
Valoración del budismo
Es interesante constatar que los maestros transhimaláyicos señalaron que el budismo despojado de sus dogmas y errores, es la religión que más se acerca a la verdad.
Los maestros Kuthumi y Morya lo dijeron en varias ocasiones en sus cartas, y el Chohan Serapis también lo afirma en su alegato mencionado arriba.
Yo sé que a los occidentales que están apegados a sus religiones abrahámicas les va a chocar mucho esta aseveración, pero en base a todo lo que he estudiado yo me inclino a considerar que si ha de ser cierto, pero aún así les recomiendo que tengan mucha cautela con el budismo porque al igual que las demás religiones se ha corrompido enormemente.


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