CABALA Y ALQUIMIA




Algunos esoteristas han combinado la cábala con la alquimia para así crear una cábala alquímica, o si prefieren, una alquimia cabalística.

Y en este capítulo les voy a ir poniendo la información interesante que vaya encontrando sobre este asunto, y para comenzar les pongo varios videos que hablan sobre este tema:

 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 

 
 
 





LA ILUSIÓN DE LA AUTORREALIZACIÓN



(El siguiente artículo fue escrito por Alsibar quien ha estudiado mucho a los guías espirituales, y el texto original en portugués lo pueden leer en este link.)


La primera vez que escuché esta expresión fue a través de un libro de los Hare Krishnas llamado "La Ciencia de la Autorrealización". Era un libro pequeño con la imagen de Vishnu en la portada. Fue increíble el impacto que ese título tuvo en mí en aquel momento.

Los libritos de los Hare Krishnas eran delgados y baratos, pero aun así no tenía dinero para comprarlo. Ahorré y lo compré en cuanto tuve la oportunidad. Recuerdo la emoción que sentí al empezar a leerlo, pero esa emoción se convirtió gradualmente en decepción. Todas mis expectativas se desvanecieron.

El libro era filosóficamente débil y para ser honesto, no decía nada sobre la autorrealización. Aun así, esa idea se me quedó tan grabada que desde entonces comencé a buscar caminos que me llevaran hacia la plenitud espiritual.

Hoy, después de algunas décadas, veo que hay grandes problemas con ese término.

La palabra autorrealización da la falsa idea de que existe una meta (que es la autorrealización). Y para alcanzarla se necesita un medio: sadhanas, técnicas y prácticas espirituales, etc.

Y lo que es más grave, refuerza la ilusión de que existe un yo no realizado que necesita realizarse en el futuro.

En otras palabras, tres errores que hacen que la persona se pierda cada vez más, en lugar de encontrarse a sí misma.

¿Pero cuál es el hecho?

¿Cuál es la verdad?


La verdad es que el yo no existe. Y si no existe, entonces no puede perfeccionarse. Y si no puede perfeccionarse, entonces no hay meta. Y si no hay meta, no hay necesidad de sadhanas, técnicas, meditaciones ni prácticas espirituales.

Comprender todo este proceso del nacimiento del sentido del "yo" es lo más cercano a la idea de la autorrealización.

¿Pero por qué es tan difícil de ver y comprender?


Es simple: la palabra autorrealización tiene un fuerte atractivo para la mente porque refuerza el ego en lugar de debilitarlo. Sentirse una persona autorrealizada proporciona un enorme placer debido al sentimiento de superioridad que todo eso provoca.

Pero el sabio verdaderamente autorrealizado es aquel que ha comprendido que no existe un "yo" que realizar. Y sin un "yo", todos los esfuerzos cesan, y sin esfuerzo, el tiempo cesa. Hasta que finalmente todo se reduce a la nada. y es en ese sentido de ser "nada" que todo se realiza.

Sin embargo, como nadie quiere quedar reducido a “nada”, la gente huye de quienes predican la verdad, prefiriendo seguir caminos que les brinden apoyo para sentirse algo, incluso si eso no es más que una gran ilusión.






OBSERVACIÓN

Lo que dice Alsibar corresponde con lo que enseñan los grandes iluminados, pero también hay que precisar que no se trata de que no busquen autorrealizarse en vuestra vida terrenal (si ese es vuestro anhelo), sino que comprendan de que el desarrollo espiritual funciona de manera diferente, y es tomando consciencia de que el pequeño ego (el "yo") con el que se identifican en realidad es una ilusión, que lograrán acceder a vuestra verdadera identidad cósmica (el Ego superior) la cual paradójicamente se pude describir como la "nada".










¿POR QUÉ MUCHOS MÉDIUMS UTILIZAN TRUCOS?



(En este dibujo se ilustra como el médium Henry Slade hacía trampa escribiendo en una pizarra con los pies, cuando él pretendía que habían sido los espíritus quienes habían escrito.)



A la pregunta ¿Por qué muchos médiums hacen trampa? El coronel Olcott dio la siguiente respuesta:

« Todo el público occidental se ha persuadido de común acuerdo que los médiums profesionales cuyos medios de existencia dependen de su facultad de mostrar en un momento dado fenómenos psíquicos a las personas que para ello les pagan, han de verse muy tentados si el caso se presenta, de hacer fraudes de prestidigitación en lugar de realidades.

Casi todos ellos son pobres, enfermos, con frecuencia obligados a pesar de eso a educar sus hijos, y otras veces a mantener a un marido inválido o perezoso, ganando un salario mediocre en todo caso porque su estado psíquico depende de condiciones atmosféricas o psico-fisiológicas que ellos no pueden modificar.

¿Entonces qué tendría de sorprendente que un día que tienen que pagar el alquiler o cualquier otra imperiosa necesidad, su sentido moral se debilite un poco?

Ceden naturalmente a la tentación que les ofrecen personas crédulas que no piden más que ser engañadas.

En todo caso esa es la explicación que algunos médiums me han dado. Me han contado sus míseras biografías, y cómo el fatal don de mediumnidad les amargó su infancia haciendo que sus camaradas se apartasen de ellos o que les persiguiesen, haciendo que sean buscados y despreciados por los curiosos, y siendo mostrados como curiosidades por sus parientes o empresarios que los explotan económicamente.

Como por ejemplo fue la trágica historia de la infancia de los Eddy, tal como ellos mismos me la han contado y que la transcribí en mi libro "Gente del Otro Mundo" en el segundo capítulo.

Todo eso ha desarrollando en muchos médiums los gérmenes de la histeria, la tisis y la escrófula que destruyen su salud.


Nadie ha conocido a los médiums mejor que la señora Hardinge Britten; pues bien, ella me dijo en Nueva York en 1875, que no había conocido a ningún médium que no fuese de temperamento tísico a escrofuloso, y yo creo que la observación médica revela en ellos frecuentes trastornos en el aparato reproductor.

Pienso que el ejercicio habitual de esa profesión es muy peligroso físicamente, sin hablar de su inconveniente moral.

Todos los médicos nos dicen que es muy malsano y que puede ser fatal dormir en una habitación mal ventilada y entre toda clase de personas, algunas de las cuales pueden estar enfermas.

Por lo que mucho más grandes son los riesgos que corre el pobre médium profesional, obligado a soportar la vecindad de todos los que se presenten, sanos o enfermos, física y moralmente, y a bañarse en su aura magnética: grosera, sensual, irreligiosa, brutal de pensamiento, de palabra y de acción o todo lo contrario.

¡Los infelices!

¡Eso es una prostitución psíquica!

Es triste pensar que esos pobres médiums, mártires de la curiosidad y el egoísmo humano, se vean con frecuencia, por no decir siempre, forzados a la necesidad de abusar de la credulidad general, a causa de la falta de recursos, y también por falta de vigilancia de parte de las sociedades espiritistas convenientemente constituidas y que disponen de medios suficientes.

Siempre he compadecido más que censurado a esos desdichados médiums y cargado toda la responsabilidad sobre la sociedad espiritista entera, a la cual incumbe.

Y que aquellos que piensen de otro modo, ensayen durante algún tiempo el hambre y el abandono, y veremos si continúan mostrándose tan severos con los fraudes psíquicos. »
(Hojas de un viejo Diario, cap. 6)





OBSERVACIÓN

Es cierto que los médiums no tienen la capacidad de controlar los fenómenos espiritistas, y por consiguiente cuando viven de eso pero que sus fenómenos ya no se producen como antes, es muy tentador utilizar trucos para poder seguir viviendo de eso.

Pero lo que el coronel Olcott no dice es que la inmensa mayoría de los individuos que pretenden ser médiums en realidad han sido charlatanes desde el inicio y simplemente vieron en esa actividad una manera fácil de ganar dinero engañando a los demás.









LA MÉDIUM MARIA BAKER THAYER MATERIALIZABA FLORES


 


(Desafortunadamente la única información que he encontrado acerca de esta médium fue lo que el coronel Olcott relató sobre ella en su libro "Las Hojas de un Viejo Diario I".)



La señora Maria Baker Thayer, de Boston, mostraba sus poderes mediúmnicos en una forma muy bonita y poética, y dediqué cinco semanas de ese verano a estudiar sus fenómenos.

Ella era lo que se llama una “médium de flores”, es decir una psíquica en presencia de la cual llovían flores, tiernos retoños, enredaderas, hierbas, hojas y ramas recientemente arrancadas de los árboles, a veces de variedades exóticas que no se podían encontrar más que en invernáculos.

Cuando la conocí, era una mujer de cierta edad, de modales agradables, muy complaciente para las pruebas y siempre amable y de buen humor.

Sin embargo, como muchos profesionales, bebía un poco, para rehacerse, como decía (y lo creo) después del agotamiento de fuerza nerviosa causado por los fenómenos.
 
Estoy convencido de que ella era un verdadero médium, pero sé también que recurría además al fraude. Lo sé porque la descubrí una noche, en 1878, poco antes de nuestra partida para la India, cuando quiso convencerme de que sabía hacer pasar la materia a través de la materia, e imitar la célebre experiencia de Zollner ayudado por el médium Slade.

Sentí mucho que hubiese tratado de engañarme, porque hasta ese momento sólo hubiera podido decir cosas buenas de ella.


Una larga memoria de mi investigación sobre la señora Thayer, en la que H.P.B. había participado en parte, apareció en el periódico The New York Sun del 18 de agosto de 1875 y fue considerablemente reproducido en Europa y América, así como traducido a varios idiomas.

He aquí cómo tuvieron lugar las sesiones de la señora Thayer:

« Reunidos todos, una persona respetable era elegida de común acuerdo para examinar la sala y los muebles, cerrar y hasta sellar las ventanas, cerrar las puertas con llave y guardar las llaves.

La médium también permitía revisar sus ropas para asegurar que no escondía flores ni otros objetos. Me autorizó y consintió en que la atase y sellase en un saco, prueba que ya había yo empleado con la señora Holmes.

Después todos se sentaban alrededor de una gran mesa de comedor, se hacía la cadena (la médium como los demás), se apagaban las luces y se esperaba en la oscuridad a que los fenómenos se produjesen.

Al cabo de cierto tiempo se oía algo sobre la mesa que no tenía carpeta, se olía un perfume y la señora Thayer pedía que prendiesen la luz.

Algunas veces se veía la mesa enteramente cubierta de flores y plantas, y otras veces éstas se hallaban esparcidas sobre las ropas o los cabellos de los asistentes.

A veces venían mariposas, o se oía en el aire el vuelo de un pájaro, y se podía ver una paloma, un canario o un jilguero revolotear de un rincón a otro del salón, o bien a un pececillo rojo que aún palpitaba sobre la mesa, húmedo como si acabase de salir del agua.

De pronto alguno lanzaba una exclamación de alegría y sorpresa al encontrar en su mano una flor que mentalmente había pedido.


Una noche vi frente a un escocés una gran planta de brezo de su país, con raíces y tierra pegada a ellas, como si fuese recién arrancada, y también tenía tres pequeños gusanos que se retorcían en la tierra.

Era una cosa común ver aportes de lirio de los valles o de otras plantas con su tierra y sus raíces recién arrancadas del tiesto o de un macizo de flores; yo mismo he tenido allí esos aportes.

Pero he tenido algo mejor. Un día, visitando el cementerio de Forest Hill, en las afueras de Boston, y atravesando los invernáculos, me llamó la atención una planta rara, con hojas largas, estrechas, como con cintas de color blanco y verde pálido, llamada Dracoena regina.

Con lápiz azul dibujé bajo una de las hojas la estrella de seis puntas y pedí mentalmente a los espíritus que me la llevasen a la próxima sesión de la señora Thayer, en la noche del día siguiente.

Y para estar más seguro de la médium, me senté a su lado y le tuve las manos. Sentí en la oscuridad caer algo fresco y húmedo sobre una de mis manos, y cuando se encendió de nuevo la luz, vi que era mi hoja de dracoena marcada.

Pero para estar aún más seguro, volví al invernáculo y vi que la hoja había sido desprendida del tronco y que la parte desgarrada coincidía con la que yo tenía en el bolsillo. »


Cierto número de hechos de esta clase, que no tengo sitio para mencionar de paso, me convencieron de que la señora Thayer era una verdadera psíquica.

Por otra parte, cierto fenómeno fisiológico vino a confirmar mi impresión y a arrojar una gran luz sobre el problema mismo de la mediumnidad.

Teniendo sus dos manos en las mías, noté que en el preciso momento de la caída de las plantas sobre la mesa, ella se estremecía y sus manos se ponían instantáneamente heladas como si de pronto corriese hielo por sus venas. Y un momento después sus manos recobraban la temperatura normal.

Desafío a todos los sabios escépticos a que ellos mismos imiten ese fenómeno. Parece indicar un cambio total de “polaridad vital” para la producción de los fenómenos, para servirme de una frase técnica.

Me acuerdo que algo similar sucedió cuando H.P.B. evocó un fantasma entero (ver mi libro "Gente del otro Mundo", pág. 477) fuera del gabinete de la señora Holmes, ella me apretaba convulsivamente la mano, y la suya estaba helada.

Igualmente lo estaba la del señor B. después de la producción del aguacero, y el paso al trance cataléptico de los histéricos y de otros estados de profunda inconsciencia, van acompañados de un anormal descenso de temperatura.

El doctor Moll en el libro "Hipnotismo", pág. 113, dice que las experiencias en realidad sorprendentes de Kraft Ebbing, prueban que debemos “reconocer que la sugestión hipnótica obra de manera sorprendente sobre la temperatura del cuerpo”.

Por lo tanto es justo llegar a la conclusión de que ese cambio de temperatura notado en la señora Thayer y en otros, en el momento de la producción de los fenómenos, demuestra su buena fe ya que no se podría simular ese efecto patológico.


Para no insistir más sobre el caso de esa médium por interesante que sea, agregaré solamente que en una sola sesión pública conté y reconocí 84 especies de plantas; otra vez, en condiciones impuestas por mí, vi aparecer pájaros que atrapé y los guardé; otra, en pleno día, en una casa particular, vi flores y una rama arrancada de un árbol del jardín; y también en la misma casa amiga, donde H.P.B. y yo pasábamos una temporada, venida ella de Filadelfia y yo de Nueva York, siguiendo nuestras investigaciones para Aksakof, vimos grandes piedras y un raro cuchillo viejo de mesa, de modelo antiguo, arrojados sobre la mesa.


Y también en una ocasión sucedió lo siguiente:

Nuestra amable huésped, la señora de Carlos Houghton, quien estaba casada con un notario de Boston muy conocido que vivía en el barrio de Robury, me llevó un día en coche a la ciudad para asistir a una de las sesiones públicas de la señora Thayer.

H.P.B. rehusó venir y la dejamos en el salón hablando con el señor Houghton. El coche debía ir a buscarnos a cierta hora, y habiendo resultado corta la sesión, todos se marcharon, salvo una señora, la señora Houghton y yo.

Para pasar el tiempo le pedí a la señora Thayer que nos concediese una sesión particular, y ella accedió.

Nos colocamos en la mesa; yo tenía las dos manos de la médium con las mías y puse mi pie sobre los suyos; una de las señoras cerró las puertas y aseguró las ventanas; la otra se ocupó de la luz.

Después de haber aguardado algún tiempo en la oscuridad, no se oyó caer plantas, sino el coche que llegaba a la puerta y en el mismo instante algo fresco y húmedo como un copo de nieve cayó dulcemente sobre el dorso de mi mano.

No dije nada hasta que las luces se encendieron y seguí asegurando las manos de la señora Thayer, lo que hice notar a las señoras. La flor caída sobre mi mano era un encantador capullo de rosa musgo doble, medio abierto y cubierto de rocío.

La médium se estremeció como si alguien hubiese hablado detrás de ella, y dijo:
 
-        “Coronel, los espíritus dicen que esto es un regalo para la señora Blavatsky.

Se la di a la señora Houghton, quien al llegar se la entregó a H.P.B., a la que encontramos fumando cigarrillos y conversando aún con nuestro huésped.

(Capítulo 6)










LA MÉDIUM PIANISTA YOUNG


(Desafortunadamente la única información que he encontrado acerca de esta médium fue lo que el coronel Olcott relató sobre ella en su libro "Las Hojas de un Viejo Diario I".)


En el verano de 1875 una mujer llamada Young vivía en Nueva York de sus talentos de médium. Según mis recuerdos que son bastante vagos, ella era una persona fuerte de modales hombrunos, sólida, física y psíquicamente.

Su manera de manejar gruñendo a los “guías del país de los espíritus” contrastaba de un modo muy divertido con los melosos acentos de la mayor parte de los otros médiums.
 
-        “¡Vamos, espíritus", ella exclamaba en sus sesiones espiritistas, "nada de pereza, dense prisa! ¿En qué están pensando? Muevan ese piano, hagan esto, hagan aquello. Vamos pues, que estamos esperando.”

Y los espíritus lo hacían como sometidos a su voluntad.


Su principal fenómeno consistía en hacer levantar y agitar acompasadamente por los espíritus, un gran piano muy pesado, mientras ella tocaba en él.

Oí hablar de ella y pedí a H.P.B. que viniese para ver lo que la médium sabía hacer. H.P.B. aceptó y yo me eché al bolsillo un huevo crudo y dos avellanas, cuya utilidad se verá en seguida.

Afortunadamente, no dependo tan sólo de mi memoria, porque conservo un extracto del periódico The New York Sun (4 de Septiembre de 1875) que da un relato exacto de la sesión y de mis experimentos.

Estaban presentes quince personas, y el cronista del periódico escribió lo siguiente:

« La sección comenzó por el levantamiento del piano por los poderes invisibles.

Luego por preguntas y respuestas, tres golpes para decir sí y uno para decir no, en respuesta a las preguntas hechas por la señora Young que tenía sus manos ligeramente colocadas sobre el atril.

Después ella se sentó, tocó algunas composiciones y el piano se levantaba al compás.

En seguida ella se colocó junto a un extremo del piano y rogó al coronel Olcott y a todos los que quisiesen probar la experiencia, que pusiesen su mano izquierda bajo el instrumento.

Bajo esta mano ella colocó suavemente la suya, y a su petición el pesado piano se levantó de ese extremo sin esfuerzo ninguno de ella.

(El cronista dice además: “que él no podía levantar dicho piano a causa de lo pesado que era”.)

El coronel Olcott pidió entonces probar un experimento que no podía perjudicar a la médium. La señora Young consintió y el coronel sacó un huevo de una caja y le pidió que lo tuviese en su mano bajo el piano y suplicase a los espíritus que lo levantasen.

La médium manifestó que nunca se le había pedido prueba semejante en el transcurso de su carrera y que no sabía lo que pasaría, pero que podía ensayarlo.

Ella tomó el huevo, lo tuvo como se le había dicho y pidió a los espíritus que viesen lo que podían hacer, mientras golpeaba sobre el piano con la otra mano. Inmediatamente el piano se levantó y se mantuvo un momento en el aire.

Esta experiencia nueva y notable tuvo un pleno éxito.

La señora Young pidió entonces a los más pesados de los asistentes que vinieran a sentarse sobre el instrumento, invitación que fue aceptada por siete señoras y señores.

Ella tocó una marcha en el piano y éste con las siete personas fueron fácilmente levantadas.

El coronel sacó entonces dos avellanas de su bolsillo y pidió a los espíritus que las partiesen bajo las patas del piano, sin estropear las pepitas.

El fin de esta prueba era demostrar la inteligencia del poder oculto detrás de la mujer.

Los espíritus tuvieron buena voluntad para ello, pero la experiencia no pudo hacerse porque el piano se asentaba sobre ruedas.

El coronel solicitó en seguida permiso para sostener él mismo el huevo bajo el piano, mientras la señora Young pusiese la mano bajo la suya, tocándola, para dejar bien demostrado que ella no empleaba ninguna fuerza muscular.

Aceptada la prueba y ensayada en seguida, el piano se levantó como antes.

Las manifestaciones terminaron esa noche, por el levantamiento del piano, sin que las manos de la médium lo tocasen. »


He ahí indudablemente un notable ejemplo de poder psico-dinámico. No solamente un piano de siete octavas y media, demasiado pesado para que nadie pudiese levantarlo por un extremo, se levantó sin aplicación de la fuerza muscular del médium ni de otra persona presente, en una sala bien alumbrada, sino que se tuvo la demostración de una comprensión inteligente de lo pedido, demostrada por su cumplimiento.
 
Consideremos que la inteligencia de la médium fuese la única que estuviese en juego; aún queda por saber cómo transformaba ella el pensamiento en voluntad y ésta en fuerza.

Esta prueba final de hacer levantar al instrumento mientras su mano se apoyaba bajo la mía, que a su vez sostenía el huevo, contrariando las leyes de la gravedad, me pareció, y lo mismo a H.P.B., una prueba cierta de sus poderes, y le ofrecimos recomendarla al señor Aksakof en Rusia con la condición de someterse a una serie de pruebas sin peligro pero convincentes que nos permitiesen en caso de éxito comprometer nuestra responsabilidad.

Pero ella rehusó alegando lo largo del viaje y su repugnancia por dejar su país para estar con extranjeros.

No sé lo que fue de ella, pero supe que había adoptado mi prueba del huevo, como demostración de la realidad de sus poderes. Ella no tenía nada de espiritual, pero yo pensaba que su manera de ir contra las leyes físicas, podría sorprender al profesor Mendeleyeff y los otros sabios.

(Capítulo 6)








LA ALQUIMIA CONTADA POR EL QUÍMICO AYTHAMI

 



Aythami Soto Rodríguez es un químico español que en una entrevista que le hizo Jordi Wild, él comentó lo siguiente acerca de la historia de la alquimia:




 





Y Aythami mencionó lo siguiente acerca de varios elementos que son importantes en la alquimia:



ORO


 





MERCURIO


 





AZUFRE


 





NOTA

Sus videos son interesantes.










PLATÓN Y EL NEOPLATONISMO NARRADOS POR JUAN VIÑAS



Juan Viñas es un reputado instructor de teosofía y en los siguientes videos ustedes pueden ver lo que él dijo sobre Platón y el neoplatonismo basándose en la obrera "Isis Develada":




Principales temas de la primera clase: Platón como filósofo e iniciado, su concepción de la filosofía, fundamentos de su doctrina, la contemplación como culminación de la enseñanza iniciática. 


 
 
 
 
 
 
 

Principales temas de la segunda clase: la Academia de Platón y otras corrientes filosóficas post-platónicas, los principios, la doctrina de las emanaciones, los oráculos caldeos.


 
 
 
 
 
 






 

LOS HACEDORES DE LLUVIA OCCIDENTALES



Aparte de los famosos creadores de lluvia indios y africanos, también hubo creadores de lluvia europeos-occidentales, y aquí les voy a poner la información que vaya encontrando sobre ellos.



UN HACEDOR DE LLUVIA ITALIANO

El coronel Olcott en su libro "Las Hojas de un Viejo Diario I" relató sobre un ocultista italiano que en 1875 en Nueva York les mostró a él y a Blavatsky su capacidad de hacer llover:

« He mencionado a un señor B., artista italiano dotado de poderes ocultos, que encontré de visita en casa de H.P.B. en Nueva York.

Fui testigo una noche de otoño, en 1875 precisamente después de la fundación de la Sociedad Teosófica, de un extraordinario fenómeno efectuado por él: una lluvia provocada, dijo por los espíritus del aire que él tenía bajo su dominio.

Había luna llena y no se veía una nube en el cielo. Nos llamó a H.P.B. y a mí al balcón del salón de atrás, y allí recomendándome calma y silencio absoluto sucediere lo que sucediere, sacó del pecho y extendió hacia la luna un trozo de cartón que mediría unas 6 pulgadas por 10, y que en una de sus caras tenía pintados a la acuarela un cierto número de cuadrados, encerrando cada uno una rara figura geométrica. No quiso dejármelo tocar ni examinar.

Yo me encontraba detrás y junto a él, y sentía que su cuerpo se ponía rígido como bajo la influencia de la intensa concentración de su voluntad.

De pronto, señaló hacia la luna y vimos unos vapores negros y densos como nubes de tormenta, o mejor dicho como esos espesos rollos de humo que se escapan de la chimenea de un vapor, que salían del borde oriental de nuestro brillante satélite y flotaban hacia el horizonte. No pude retener una exclamación, pero el hechicero apretó mi brazo como con un tornillo y me dijo que callase.

El negro sudario de nubes salía más y más rápidamente, extendiéndose hasta el horizonte como una monstruosa pluma de azabache, que después se abrió como un abanico y bien pronto grandes nubes de lluvia aparecieron por aquí y por allá en el cielo, y se formaron en masas flotantes que rodaban huyendo ante el viento como un depósito de agua natural.

Muy pronto se cubrió todo el cielo, la luna desapareció y un chaparrón nos hizo entrar en la casa. No hubo relámpagos, ni truenos, ni viento, nada más que un fuerte aguacero provocado en un cuarto de hora por ese hombre misterioso.

Vueltos a la luz de la araña, vi en su cara esa expresión determinada con los dientes apretados, que se nota en sus compatriotas durante un combate. Y en realidad, acababa de combatir y vencer a las hordas invisibles de los elementos, la que exige bien toda la fuerza viril de un hombre.

El señor B. no tardó en despedirse, y como era tarde al cabo de algunos minutos seguí su ejemplo. En la calle el pavimento estaba mojado, el aire húmedo y frío. Mi casa estaba a pocos pasos y apenas llegué y me instalé a fumar, cuando oí llamar y al abrir la puerta encontré en el umbral al señor B. pálido y como agotado.

Se disculpó por la molestia que me ocasionaba y me pidió un vaso de agua. Le hice entrar y cuando hubo bebido su vaso de agua y descansado un momento, nos pusimos a conversar de diversos asuntos durante un largo tiempo.

Lo encontré muy dispuesto para hablar de arte, de literatura o de ciencia, pero muy reticente sobre el ocultismo y sus experiencias personales de desarrollo psíquico.

De todos modos me explicó que todas las razas de espíritus elementales pueden ser dominadas por el hombre cuando sus innatas facultades divinas del hombre se desarrollan.

Su voluntad se convierte entonces en una irresistible fuerza ante la cual debe ceder los elementales, ya sea organizada en entidades o en estado de agente cósmico en bruto.

Ciertamente que ningún humo negro había salido de la luna, eso había sido una simple ilusión producida por la concentración de su voluntad en la superficie, pero con seguridad yo había visto las nubes que se formaban en el cielo alumbrado por la luna y había sentido caer la lluvia. »
(Capítulo 5)





 
MAGIA INCONSCIENTE
 
En el libro sobre magia Obeah escrito por el señor J.D. Bell, se menciona un caso interesante de lluvia inconsciente o "mediúmnica", y no sé si ha habido registros de casos similares en las salas de sesiones espiritistas, pero a continuación les relato lo que dijo el señor Bell:
 
« Esto sucedió hace unos años atrás en Santa Lucía, y es en relación con una niña que poseía el indeseable poder de hacer que cayera agua dondequiera que ella se encontrara. La primera lluvia se produjo de repente y sorprendentemente en el interior de su casa.
 
Un día la madre de la niña se asombró al saber que llovía en el dormitorio que en ese momento ocupaba la niña. Al bajar las escaleras, de inmediato, la dama realmente encontró una suave ducha de agua cayendo del techo y que había empapado el piso. Se buscó investigar ese misterio, pero sólo pudo ser constatado que aunque fuera muy fina y seca, sin duda, la lluvia caía a plena luz del día en la habitación ocupada por la niña.
 
La niña fue llevada a otra habitación, pero eso solo provocó que esa lluvia fina se produjera en esa otra habitación, mientras que la habitación que la niña acababa de desocupar se volvió a poner seca.
 
La infortunada niñita fue llevada de una habitación a otra, arriba y abajo, produciendo el mismo efecto invariable. Finalmente la llevaron al jardín con la esperanza de poder regar algunos lechos de verduras que lamentablemente necesitaban riego, pero extrañamente no hubo ningún efecto en el exterior y se descubrió que el fenómeno solo se producía en lugares indeseables, como dormitorios y cocinas.
 
La noticia pronto se difundió en el exterior y los curiosos vinieron a visitar a la niña, pero felizmente este fenómeno solo duró unos días y luego dejó de producirse.
 
Y este desconcertante incidente realmente ocurrió como lo pueden testificar muchos residentes de Santa Lucía, y el caso no es un caso aislado. »
("Obeah", Londres, 1889)
 
 
Ahora bien, los estudiantes en ocultismo saben que este fenómeno de provocar llover se logra con la ayuda de los espíritus de la naturaleza, a quienes se les puede presionar a colaborar, ya sea mediante rituales, o por medio de una voluntad muy entrenada, o de manera inconsciente como parece haber sido en este último caso.
 
(Revista Theosophist, febrero de 1892, p.296-305)