En esta carta la condesa Wachmeister defiende a Blavatsky de las calumnias que el espiritista Emmette Coleman dijo contra Blavatsky.
Al Editor del The Religio-Philosophical Journal.
Acabo de leer en el número del 10 de marzo de 1888 de su diario, la amable y noble defensa de Madame Blavatsky hecha por la señora Helen Densmore, y creo que sería justo que yo agregara mi testimonio al de ella.
Siendo este el tercer invierno que he vivido con H.P. Blavatsky, creo que nadie tiene mejor oportunidad de conocerla que yo, y por lo tanto, mayor derecho a refutar la falsa acusación de que ella consume bebidas embriagantes.
Al no haber leído el artículo difamatorio del Sr. Coleman, no puedo mencionar ninguna otra afirmación falsa que ese señor haya hecho. Solo puedo decir que personalmente siento el mayor respeto y estima por Madame Blavatsky, y sabiendo lo completamente falsas que son todas las historias inventadas y difundidas por personas que no la conocen personalmente, atribuyo las calumnias del Sr. Emmette Coleman a rencor personal, un sentimiento ciertamente innoble.
Niego rotundamente la acusación de que Madame Blavatsky consuma bebidas embriagantes; pues ella nunca ha dejado de odiar el olor a vino desde su más tierna infancia, como he oído de muchos.
Ni siquiera toma vino por prescripción médica, y quienes al ver que su constitución no soportaba un remedio tan violento, abandonaron tratar de darle.
Si las personas, antes de acusar a sus vecinos, se tomaran la molestia de averiguar si sus acusaciones se basan en el conocimiento de alguien o simplemente en rumores, probablemente encontraríamos más caridad entre los hombres y menos deseo de calumniar a aquellos de quienes probablemente no saben nada cierto.
Me parece extraño que entre todos nuestros buenos y devotos hermanos teósofos de Estados Unidos, la Sra. Densmore sea la única que se lance a la defensa de Madame Blavatsky y refute esta afirmación falsa.
Mucho más mérito y agradecimiento para ella por salir a defender la reputación de una hermana teósofa.
Todos le debemos tanto a la Sra. Blavatsky por haber fundado la Sociedad Teosófica y por haber sido el instrumento a través del cual hemos recibido tanto conocimiento y verdad espiritual, que creo que nosotros, los teósofos, deberíamos levantarnos en cuerpo para defenderla contra sus enemigos y sus viles acusaciones.
Dedico mi vida a la causa teosófica y a Madame Blavatsky porque, en primer lugar, creo con todo mi corazón y alma en las verdades esotéricas que ella enseñó; y en segundo lugar, porque considero que una hermandad universal, basada en las bases dadas, es la única salvación para una humanidad que rivaliza rápidamente con las bestias insensatas en egoísmo e indiferencia, cuando no en odio mutuo.
He sacrificado mucho de lo que el mundo aprecia, para servir a la causa teosófica, y ciertamente no lo habría hecho de no haber estado convencida de la verdad de todo lo que aquí declaro y de mucho más.
Quedo, señor, atentamente suyo.
Condesa Constanza Wachtmeister.
Nottingham, Inglaterra, 9 de abril de 1888.
(Esta carta fue impresa en The Religio-Philosophical Journal, Chicago, Illinois, del 5 de mayo de 1888, p.6)
OBSERVACIÓN
Otras personas que también conocieron mucho a Blavatsky aseguraron que ella no tomaba bebidas alcohólicas, lo cual les muestra la falta de ética del Sr. Coleman quien inventaba mentiras solo por perfidia, pero además las otras acusaciones que hizo el señor Colleman contra Blavatsky también resultaron ser falsas.
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