LA MÉDIUM PIANISTA YOUNG


(Desafortunadamente la única información que he encontrado acerca de esta médium fue lo que el coronel Olcott relató sobre ella en su libro "Las Hojas de un Viejo Diario I".)


En el verano de 1875 una mujer llamada Young vivía en Nueva York de sus talentos de médium. Según mis recuerdos que son bastante vagos, ella era una persona fuerte de modales hombrunos, sólida, física y psíquicamente.

Su manera de manejar gruñendo a los “guías del país de los espíritus” contrastaba de un modo muy divertido con los melosos acentos de la mayor parte de los otros médiums.
 
-        “¡Vamos, espíritus", ella exclamaba en sus sesiones espiritistas, "nada de pereza, dense prisa! ¿En qué están pensando? Muevan ese piano, hagan esto, hagan aquello. Vamos pues, que estamos esperando.”

Y los espíritus lo hacían como sometidos a su voluntad.


Su principal fenómeno consistía en hacer levantar y agitar acompasadamente por los espíritus, un gran piano muy pesado, mientras ella tocaba en él.

Oí hablar de ella y pedí a H.P.B. que viniese para ver lo que la médium sabía hacer. H.P.B. aceptó y yo me eché al bolsillo un huevo crudo y dos avellanas, cuya utilidad se verá en seguida.

Afortunadamente, no dependo tan sólo de mi memoria, porque conservo un extracto del periódico The New York Sun (4 de Septiembre de 1875) que da un relato exacto de la sesión y de mis experimentos.

Estaban presentes quince personas, y el cronista del periódico escribió lo siguiente:

« La sección comenzó por el levantamiento del piano por los poderes invisibles.

Luego por preguntas y respuestas, tres golpes para decir sí y uno para decir no, en respuesta a las preguntas hechas por la señora Young que tenía sus manos ligeramente colocadas sobre el atril.

Después ella se sentó, tocó algunas composiciones y el piano se levantaba al compás.

En seguida ella se colocó junto a un extremo del piano y rogó al coronel Olcott y a todos los que quisiesen probar la experiencia, que pusiesen su mano izquierda bajo el instrumento.

Bajo esta mano ella colocó suavemente la suya, y a su petición el pesado piano se levantó de ese extremo sin esfuerzo ninguno de ella.

(El cronista dice además: “que él no podía levantar dicho piano a causa de lo pesado que era”.)

El coronel Olcott pidió entonces probar un experimento que no podía perjudicar a la médium. La señora Young consintió y el coronel sacó un huevo de una caja y le pidió que lo tuviese en su mano bajo el piano y suplicase a los espíritus que lo levantasen.

La médium manifestó que nunca se le había pedido prueba semejante en el transcurso de su carrera y que no sabía lo que pasaría, pero que podía ensayarlo.

Ella tomó el huevo, lo tuvo como se le había dicho y pidió a los espíritus que viesen lo que podían hacer, mientras golpeaba sobre el piano con la otra mano. Inmediatamente el piano se levantó y se mantuvo un momento en el aire.

Esta experiencia nueva y notable tuvo un pleno éxito.

La señora Young pidió entonces a los más pesados de los asistentes que vinieran a sentarse sobre el instrumento, invitación que fue aceptada por siete señoras y señores.

Ella tocó una marcha en el piano y éste con las siete personas fueron fácilmente levantadas.

El coronel sacó entonces dos avellanas de su bolsillo y pidió a los espíritus que las partiesen bajo las patas del piano, sin estropear las pepitas.

El fin de esta prueba era demostrar la inteligencia del poder oculto detrás de la mujer.

Los espíritus tuvieron buena voluntad para ello, pero la experiencia no pudo hacerse porque el piano se asentaba sobre ruedas.

El coronel solicitó en seguida permiso para sostener él mismo el huevo bajo el piano, mientras la señora Young pusiese la mano bajo la suya, tocándola, para dejar bien demostrado que ella no empleaba ninguna fuerza muscular.

Aceptada la prueba y ensayada en seguida, el piano se levantó como antes.

Las manifestaciones terminaron esa noche, por el levantamiento del piano, sin que las manos de la médium lo tocasen. »


He ahí indudablemente un notable ejemplo de poder psico-dinámico. No solamente un piano de siete octavas y media, demasiado pesado para que nadie pudiese levantarlo por un extremo, se levantó sin aplicación de la fuerza muscular del médium ni de otra persona presente, en una sala bien alumbrada, sino que se tuvo la demostración de una comprensión inteligente de lo pedido, demostrada por su cumplimiento.
 
Consideremos que la inteligencia de la médium fuese la única que estuviese en juego; aún queda por saber cómo transformaba ella el pensamiento en voluntad y ésta en fuerza.

Esta prueba final de hacer levantar al instrumento mientras su mano se apoyaba bajo la mía, que a su vez sostenía el huevo, contrariando las leyes de la gravedad, me pareció, y lo mismo a H.P.B., una prueba cierta de sus poderes, y le ofrecimos recomendarla al señor Aksakof en Rusia con la condición de someterse a una serie de pruebas sin peligro pero convincentes que nos permitiesen en caso de éxito comprometer nuestra responsabilidad.

Pero ella rehusó alegando lo largo del viaje y su repugnancia por dejar su país para estar con extranjeros.

No sé lo que fue de ella, pero supe que había adoptado mi prueba del huevo, como demostración de la realidad de sus poderes. Ella no tenía nada de espiritual, pero yo pensaba que su manera de ir contra las leyes físicas, podría sorprender al profesor Mendeleyeff y los otros sabios.

(Capítulo 6)








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