El coronel Olcott atestiguó que en varias ocasiones Blavatsky desapareció misteriosamente, y aquí se las relato.
Blavatsky desapareció misteriosamente en
su casa de Filadelfia en 1875
Esto lo atestiguó el coronel Olcott en sus "Hojas de un Viejo Diario I" donde narró lo siguiente:
« La casa donde vivía H.P.B. en Filadelfia estaba construida según el plano usual en esa localidad: un cuerpo de edificio sobre la fachada y un ala detrás; tenía en planta baja el comedor y arriba alcobas o salas.
El dormitorio de H.P.B. estaba en el frente de la casa y en el primer piso (en Norteamérica se llama el segundo piso).
Al volver de la escalera se hallaba el salón donde fueron dobladilladas las servilletas, y por su puerta abierta podía verse al otro lado de pasillo el dormitorio de H.P.B., siempre que su puerta también estuviese abierta.
Un día estaba ella conmigo en el salón, cuando se levantó para traer algo de su habitación. La vi subir los pocos escalones y entrar en su cuarto, dejando la puerta abierta.
Pasaba el tiempo y no volvía. Yo seguía esperando, hasta que con temor de que se hubiese puesto enferma, la llamé, pero ella no me respondió.
Algo inquieto y sabiendo que no podía hacer nada de particular ya que la puerta estaba abierta, subí, la volví a llamar, miré por la habitación, y nada, ella no estaba.
Llegué hasta abrir el escritorio y a mirar debajo de la cama, pero H.P.B. había desaparecido sin que fuese posible salir normalmente, porque el dormitorio era como un saco, no tenía más salida que la puerta que daba a la escalera.
Yo comenzaba ya a no asombrarme de nada después de tantos fenómenos que había visto, pero éste me intrigaba y atormentaba.
Volví al salón y fumándome una pipa traté de resolver el problema. Téngase en cuenta que esto sucedió en 1875, y por lo tanto es preciso hacerlo notar que fue años antes de que la escuela de la Salpetrière hubiera vulgarizado sus experiencias sobre el hipnotismo, de manera que no podía imaginarme que yo estaba siendo objeto de un ensayo de sugestión mental y que H.P.B. había sencillamente prohibido a mi órgano visual que percibiese su presencia en la habitación, hallándose tal vez a dos pasos de mí.
Al cabo de cierto tiempo H.P.B. salió tranquilamente de su cuarto, atravesó el pasillo y vino hacia donde yo estaba en el salón.
Cuando le pregunté de dónde venía, ella me respondió riéndose que tuvo que atender un asunto oculto por lo que se había hecho invisible. Pero no quiso explicarme cómo.
Nos dio la misma broma a mí y a otros, antes y después de nuestra partida para la India, pero la última vez bastante antes de que yo tuviese conocimiento de la fácil solución del problema: por medio del hipnotismo.
Como ya lo he dicho en el primer capítulo, la superioridad de la sugestión hipnótica oriental sobre la occidental se basa en que la inhibición de los órganos del sujeto se produce por mandato mental no expresado.
Y al no estar en guardia el sujeto, no ofrece resistencia y la ilusión se produce sin que tenga la menor sospecha de la experiencia ensayada a su costa. »
(Capítulo 3)
Blavatsky volvió a desaparecer misteriosamente en la India
Karli (o Karla) es una pequeña ciudad que se encuentra ubicada al sureste de Bombay y es famosa por sus cuevas que fueron transformadas en templos.
Blavatsky, Olcott y Mulji (quien fue uno de los primeros miembros de la Sociedad Teosófica en la India) fueron a visitar esas cuevas en abril de 1879, y Blavatsky le jugó una broma a Mulji desapareciendo súbitamente.
El coronel Olcott en sus "Hojas de un Viejo Diario II" relató ese acontecimiento:
« Pasamos ese día explorando las cavernas de Karli, y a las 4:30 p.m. regresamos a la casa de descanso de Khandala. Pero mientras aún estábamos en la gran caverna, H.P.B. me pasó una solicitud recibida telepáticamente, ella dijo que esa solicitud fue enviada por el Adepto en la que nos conminaba para ir a Rajputana, en Punjab.
Después de cenar nos volvimos a sentar en el césped glorificado por la luna del bungalow de los viajeros, esta vez en compañía de otros dos viajeros anglo-indios quienes se retiraron temprano, dejándonos solos.
Mis dos compañeros se pasearon conversando juntos y desaparecieron detrás de la casa, pero Mulji regresó rápidamente mostrando un estado de confusión diciendo que ella [Blavatsky] había desaparecido ante sus propios ojos mientras él estaba de pie hablándole en la plena luz de la luna.
Mulji parecía estar a punto de tener un ataque de histeria, tanto temblaba.
Le pedí que se sentara y se quedara quieto, y no hiciera el ridículo, pues simplemente había sido sujeto de un hechizo, lo que era un asunto muy inofensivo, como el que cualquier hipnotizador puede hace con su sujeto sensitivo.
Pronto ella reapareció y volvió a sentarse y continuó nuestra conversación. »
(Capítulo 4)
Y Blavatsky también en ese viaje se le desapareció al coronel Olcott, y éste contó cómo sucedió:
« H.P.B. y yo nos sentamos en el pórtico fumando y conversando, hasta que ella me pidió que me quedara donde estaba por unos minutos y no mirara alrededor hasta que ella no me dijera. Entonces ella entró en la cueva, yo pensé que para ir a tomar una siesta sobre el bloque tallado en la roca que sirvió de cama para el antiguo monje.
Yo seguí fumando y mirando al amplio paisaje que se ofrecía ante mí como un gran mapa cuando, de súbito, desde dentro de la cueva, escuché un sonido como el portazo de una puerta pesada y un estallido de risa mordaz.
Naturalmente, volví la cabeza, pero H.P.B. había desaparecido. No estaba en ninguna de las celdas, las cuales examiné en detalle, ni pude, buscando minuciosamente en cada pulgada de la superficie rocosa de sus paredes, encontrar la menor hendedura u otro signo de puerta; no había nada palpable al ojo o al tacto sino pura roca.
Pero yo había tenido tantas y tan variadas experiencias de las excentricidades psicológicas de H.P.B. que pronto cesé de molestarme con este misterio y regresé al pórtico y a mi pipa, en plácida disposición para esperar por lo que fuera a ocurrir.
Ya había transcurrido media hora de su desaparición, cuando escuché pasos justo detrás de mí y H.P.B. en persona se dirigió a mí, en un tono natural, como si nada hubiera ocurrido fuera de lo común.
En respuesta a mi pregunta sobre donde había estado, simplemente ella me contestó que había tenido asuntos con (mencionando al Adepto) y había ido a verlo en sus cámaras secretas.
Muy curiosamente, sostenía en su mano un viejo y oxidado puñal de forma extraña, el cual dijo que había recogido en uno de los pasadizos camuflados y lo había traído a propósito. No me dejó guardarlo, sino que lo lanzó al aire con toda su fuerza, y lo vi caer lejos en un matorral de la ladera de la colina.
No les explico el acontecimiento anterior, dejando a cada lector que haga lo que entienda con estos hechos. Sin embargo para anticipar lo que indudablemente le sucederá a muchas mentes prejuiciadas, puedo decir que salvo el mohoso cuchillo, todo se explica por la teoría de la sugestión hipnótica.
El sonido de la puerta de roca dando un portazo y el estallido de risa, la aparente desaparición de H.P.B. y la subsecuente aparición súbita, todos pueden explicarse por una ilusión hipnótica lanzada sobre mí por ella.
Ella pudo haber atravesado el pórtico pasando por mi lado, haber ido a cualquier lugar y regresar ante mis propios ojos sin que yo la viera. Esta es una explicación, que será muy endeble para cualquiera que haya tenido que ver, en el estado de pupilaje, con un adepto real de la magia oriental. »
(Capítulo 4)
OBSERVACIONES
El coronel Olcott piensa que Blavatsky hechizó su mente y la de Mulji para desaparecer de su vista, lo cual pienso que probablemente ha de haber sido cierto, pero yo me inclino más a considerar que en el caso de la cueva ella entró por un pasadizo secreto que ha de haber habido dentro de esa cueva.
Y Blavatsky no era la única que podía hacer eso, ya que también se han mencionado de otros individuos que también tenían esa capacidad de desaparecer hipnotizando a las personas, por ejemplo el explorador Nicolás Roerich en su libro “Shambala” sobre este tema escribió lo siguiente:
« Hace algún tiempo hablé de la historia del Tashi Lama durante su visita a la India. Se le preguntó si poseía poderes "sobrenaturales" pero él solo sonrió y guardó silencio. Sin embargo unos momentos después y para el total asombro de todos los presentes, el Tashi Lama desapareció por completo.
Pero en ese instante un nuevo invitado entró y vio un espectáculo extraño: el Tashi Lama estaba sentado en el mismo lugar donde había estado, ¡pero todos corrían en conmoción buscándolo!
Y se cuentan incidentes casi idénticos acerca de muchos elevados lamas y yoguis hindúes. »
(Capítulo 5)
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